Soy masajista a domicilio
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Hola a todos, me llamo Sebastian, soy argentino, soltero, 28 años y vivo en Madrid hace poco mas de seis años.
Me recibí de masajista terapéutico y hago visitas a domicilio,hasta que encuentre una clínica, pero no me puedo quejar de lo que gano, nunca me faltan clientes.
Al lado de mi piso, vive un matrimonio marroquí, son una pareja joven con un hijo de unos 7 u 8 años, muy buena gente.
Siempre saludo a la señora cuando nos encontramos cuando ella lleva a su hijo a la escuela.
Una mañana me viene a buscar a casa, ya que su marido había tenido un accidente en el trabajo y necesitaba de masajes, convinimos el precio de las cesiones y empezamos.
Cuando este muchacho se recupera, a los días me encuentro con su mujer Ahia y me pregunta si hago masajes a mujeres también, le dije que si, "pero mi marido no debe enterarse, ya que no me deja hacer eso y me duele mucho la espalda", me dijo, le dije si quería hacer alguna cesión cuando deje a su hijo en el colegio, que podía venir a mi casa o yo ir a la suya, ya que vivimos pared con pared.
Ahia me dijo que mejor en mi casa, que al otro día cuando deje a su hijo en el colegio iba a pasar.
A las nueve y media de la mañana Ahia estaba en casa, se la notaba nerviosa, ya que le dije que tenía que quitarse la ropa, pero que le daba una toalla grande para que se tape, bueno, aceptó, entró en el baño de mi casa y sale envuelta en la toalla.
La hago acostar boca abajo y le recojo la parte de arriba y la parte de abajo, cubriendo su cola, dejando su espalda y sus piernas al aire.
Le desabrocho el sujetador y le empiezo a hacer un masaje relajante, empezando por el cuello, que estaba totalmente contrácturado.
A medida que le iba haciendo el masaje, Ahia se iba relajando cada vez mas, seguí por su espalda, hasta llegar a sus lumbares, vi que no se había quitado las bragas o las bombachas como decimos en argentina, pasé a sus piernas, masajeando la parte interna de sus muslos, bajando por los gemelos hasta que llegué a sus pies, donde también le hice masajes en la planta del pie, en los dedos, "Ahia, los glúteos no te hago masajes, ya que no te sacaste las bragas", le dije, haciendo que se ponga boca arriba, viendo como le subían los colores cuando quedó con sus tetas al aire.
Yo como si no viera nada, aunque la marroquí esta tiene unas tetas hermosas.
Seguí con los masajes, por su pecho, ella cerraba los ojos cuando yo le pasaba las manos por las tetas, seguí por su abdomen, bajando a sus piernas, volviendo al masaje relajante y terminando en sus pies, que hay que decir la verdad, son muy bonitos, por cortesía le tape las tetas con la toalla y le dije que ya habíamos terminado.
"Gracias Sebastian, me siento mucho mas relajada", me pagó y se fue, diciendo que mañana volvería, ya que quería relajarse más.
Al otro día a las nueve y media estaba Ahia en mi casa de nuevo, le vuelvo a dar una toalla y se vuelve a desnudar en el baño, sale, se acuesta en la camilla y vuelva a hacer lo mismo con la toalla, noté que se había sacado el sujetador y me dijo que se había quitado las bragas también, "entonces quieres que te haga los glúteos también?", le dije, "si", me dijo simplemente.
Yo empecé a hacer el masaje de relajación, pero lo hacía mas sensual, mas despacio, ella enseguida se relajó y empezó a suspirar, cuando llego a la cintura, seguí masajeando sus caderas y ella sola se sacó la toalla dejando su cola al aire, o mejor dicho, estaba desnuda sobre la camilla, yo empecé a masajear sus nalgas, que estaban dura, muy bonita cola, le hice abrir un poco las piernas, masajeando la parte interna y rozando suavemente su concha, a los que ella gimió.
Yo seguí apretando sus nalgas, las agarraba una a una y las abría, viendo un ojete tan hermoso y cerrado que hizo que se me ponga dura la pija, seguí por sus piernas hasta llegar a sus pies y Ahia seguía con sus piernas abiertas, dejando que le vea el bello púbico.
Cuando termine de masajear sus pies, ella sola se dio la vuelta, quedando boca arriba completamente desnuda, lo que mas me gustó fue su concha, bien peluda como a mi me gusta en las mujeres.
Subí mis manos por sus piernas, haciendo que las vuelva a abrir y cuando estaba masajeando la parte interna de sus piernas y le roce la concha de nuevo, ella aprieta las piernas con mi mano apretada junto a su concha, yo seguí subiendo la mano que tenía libre hasta llegar a sus tetas que se las empecé a acariciar y movía mis dedos de la mano que tenía entre sus piernas, acariciando su concha, cuando aflojó un poco sus piernas, yo le empecé a acariciar directamente su concha, metiendo uno de mis dedos, y estaba empapada la marroquí, dejando de acariciar sus tetas, con las dos manos le abro las piernas y meto mi cara contra su concha, empezando a lamer sus bellos, entre gemidos de la mujer, abriendo mas sus piernas y le empecé a chupar su concha directamente, haciendo que Ahia me agarre de los pelos y gima de placer.
Pasé uno de mis brazos por debajo de sus piernas y el otro por debajo de su cuello y la levanté en mis brazos, besando su boca y sus tetas mientras la llevaba a mi dormitorio, la acosté boca arriba y mientras me quitaba la ropa, le seguí chupando la concha, haciendo que Ahia se retuerza de placer en la cama, me terminé de quitar la ropa y me acosté sobre ella, acomodando mi pija contra su concha y se la empecé a meter, escuchando los gemidos que daba a medida que mi pija se metía toda en su concha, "que no se entere mi marido", me decía a medida que movía su cuerpo y gemía mientras yo la cogía y le chupaba las tetas, "no Ahia, esto es entre vos y yo", le dije, sacando mi pija de su concha y se la acerqué a su boca, que ella la empezó a chupar con deleite mientras yo no dejaba de acariciar todo su cuerpo.
La hice poner boca abajo y le empecé a besar las nalgas, se las mordía, se las abrí y le empecé a chupar el ano, haciendo que Ahia grite de placer, "esto nunca hizo mi marido", me dijo moviendo su cola contra mi cara, dejando que le siga chupando el ojete.
"Me dejas que te haga por la cola?", le dije sin dejar de lamer su ano, "que me hagas qué?", me dijo, sin entender lo que le había dicho, "que si me dejas que te folle por el culo", le dije, "vale, siempre quise probar por ahí y mi marido no le gusta", me dijo gimiendo a medida que yo no dejaba de chupar su ojete.
Traje aceite, aceitando bien su ano, metiendo muy despacio uno de mis dedos en su cola, ella apretaba el ano, "ponete flojita Ahia", le dije, metiendo todo mi dedo en su cola.
La hice poner de costado, que se abra la nalga que le quedaba arriba, le pase mas aceite por ese ano bien cerrado, bastante peludo también, me pase aceite por mi pija y se la acomodé contra su ojete, haciendo fuerza y sintiendo un gemido de dolor de parte de Ahia, "despacio, despacio que me duele", me decía a medida que le iba metiendo la pija en la cola.
Ella se abría la nalga que tenía arriba, yo con mi mano le levantaba una pierna y con la otra le empecé a acariciar la concha.
Con mis caricias en la concha Ahia se empezó a relajar mas y mas dejando que poco a poco le meta toda la pija dentro de su cola, hasta que pegué mi cuerpo a sus nalgas, le había metido toda la pija en la cola a Ahia, le había roto la cola a la marroquí, "ya está toda adentro de mi culo, ahora despacito por favor que me duele", me dijo Ahia, con la cabeza apoyada en la almohada.
Yo le levanté mas la pierna, metiendo su pie en mi boca, acariciando su concha y sin mover mi pija, que estaba toda dentro de su cola.
Despacio se la fui sacando entre gemidos, "por que la sacas?", me dijo Ahia, "te voy a acomodar mejor, así disfrutamos los dos", le dije, haciendo que se ponga bien boca arriba, le levanté sus piernas todo lo mas que pude y se la volví a meter, escuchando sus gemidos de placer, "me gusta como me follas el culo, pero me duele y quiero hacer caca", me dijo Ahia gimiendo.
Yo no le di importancia a lo que me dijo, y le empecé a acariciar la concha con mis dedos y a meter sus pies en mi boca, haciendo que se relaje, escuchando cuando le empecé a hacer entrar y salir mi pija de su cola, abriendo bien su ojete, "me gusta por el culo", me dijo, apretando ella misma sus tetas mientras yo la cogía por el ojete, "podés venir todos los días a recibir este masaje en el culo", le dije, mordiendo uno de los dedos de sus pies y metiendo uno de mis dedos en su concha, "todos los días no, pero una vez por semana si podría venir", me dijo, apretando los pezones de sus tetas con sus dedos Ahia estaba completamente relajada, mi pija entraba y salía de su ojete sin que ella se queje de dolor mas bien eran gemidos de placer, "entonces vas a venir una vez por semana a que te folle el culo?", le dije, pasando mi lengua por entre los dedos de sus pies, "si tú quieres, si", me dijo, abriendo la boca cuando le metí la pija bien adentro de su cola, moviendo en círculos mi pija.
Los gemidos que dábamos Ahia y yo eran casi gritos de placer al coger así, "Sebastian, me voy a correr", me grito Ahia, retorciendo todo el cuerpo y gimiendo, apretando tanto sus tetas que no se como no se hizo daño y yo le empecé a meter y sacar la pija bien rápido de su cola, hasta que no me aguanté más y le empecé a llenar la cola de leche a Ahia, la marroquí que vive al lado de mi casa.
Ufffff, me dolía la pija de tanto acabar, le estaba llenando literalmente la cola de leche a Ahia.
Nos quedamos quietos, sentía como mi pija palpitaba dentro de la cola de Ahia, como ella gemía con los ojos cerrados, se le había salido el pañuelo de la cabeza y su pelos, bien largos, estaba desparramado sobre la almohada de mi cama, "te gustó?", le dije, sacando mi pija de su cola, "si, mucho, mi hermana tiene razón, follando por el culo se disfruta mucho también", me dijo, limpiando su cola con la toalla que le había dado, sacándola sucia de leche y sangre, "entonces, cuando vengo Sebastian?", me dijo, yendo al baño a buscar su ropa, para vestirse e irse, yo me fije en mi agenda y le dije que venga el martes que viene, que a la mañana no tenía ningún paciente.
Se vistió, nos dimos un beso en la boca y se fue, bien masajeada y con su cola rota.
Nos seguimos viendo con Ahia, pero nos comportamos como siempre, solo cuando está en casa nos despendolamos.
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