Soy una mujer sumisa
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Me llamo Carla, tengo 33 años, dos hijos, casada.
Yo antes de conocer a Mariano, mi marido, siempre tuve un carácter, no fuerte, pero me hacía respetar.
A Mariano lo conocí a los 25 años, empezamos a salir, poco a poco me fui enamorando de él, hasta el punto de que ahora soy una mujer totalmente sumisa a sus deseos.
En la cama cumplo todas sus fantasías, sea la que sea, no me importa hacerme daño mientras él esté felíz.
Una vez trajo un consolador tan grande, era enorme, y me dijo que quería ver un espectáculo erótico, se sentó en el sillón del living y mientras tomaba una cerveza, me dijo que me lo meta en la cola.
Yo siempre obediene a sus deseos, me fui sentando sobre el consolador, gimiendo de dolor a medida que entraba en mi cola y me destrozaba el ano.
Le suplique que ya no más, que me dolía mucho, y Mariano me dijo que siga.
Yo seguí, lloraba de dolor, pero si mi marido me decía que siga, yo seguía.
Recuerdo que me desmaye de dolor y cuando recuperé el sentido estaba en el hospital.
Hasta puntos me dieron en el ano por el desgarro que tuve.
Mariano tiene otras mujeres, y yo lo se, ya que él habla por teléfono con ellas delante mío, yo me hago la tonta, como que no me doy cuenta lo que hace.
Una vez viene y me dice que le gustaría hacer un trío con otra mujer, yo lo quedé mirando sorprendida, «como con otra mujer?, yo soy tú mujer», le dije, «sí, lo se, pero no sabes que felíz me harías viéndote tener relaciones con otra mujer mientras las cojo a las dos juntas», me dijo todo tierno, abrazando mi cintura y besando mis labios.
Yo casi muero de amor cuando me abrazó y me besó así y le dije que sí, que haría todo lo que me pidiera.
El sábado llevé a mis hijos a casa de mis padres, con la mentira de que Mariano y yo íbamos a una fiesta.
Cuando vino su amiga, era una de sus amantes.
Nos hizo hacer de todo, desde que nos chupemos las conchas, hasta hacernos poner en cuatro patas en el borde de la cama, sacando nuestras colas y mientras el nos cogía por atrás, nosotras nos besabamos las bocas.
Mariano durmió en medio de nosotras y antes de ir a buscar a nuestros hijos, mientras yo preparaba el desayuno para los tres, mi marido se despidió de su amiga cogiendo los dos en nuestra cama.
Yo lo veía tan felíz a mi marido, que yo también estaba muy felíz.
Fuimos a buscar a nuestros hijos y de ahí nos fuimos a pasear los cuatro.
Por Facebook, me reencontre con un amigo que hacía muchos años no sabía nada de él.
Nos pasamos los números de celular y hablando de todo un poco, le empecé a contar de mi vida de casada.
«Carla, no me estás contando todo, te conozco muy bien, y me estás ocultando algo», me dijo mi amigo.
Yo me quedé helada, ya que traté de disimular lo mejor que pude.
Cuando me dijo eso, me puse a llorar y le empecé a contar de como es mi vida junto a Mariano.
Mi amigo me dijo de todo, que como podía permitir eso, bueno, fue tremenda la puteada que me dio.
Hablábamos casi todos los días, siempre que Mariano no estaba.
Cuando le conté del trío que hicimos, me preguntó cómo estaba la amante de Mariano y le mandé el vídeo que mi marido nos había echo donde ella y yo teníamos relaciones.
Hablar con Carmelo, que así se llama mi amigo, me hace muy bien, me desahogo hablando con él.
Siempre que Mariano no está en casa lo llamo y estamos hasta dos horas hablando.
El siempre me dice que soy una hermosa mujer, que por que me dejo humillar así?, y no se que decirle, sólo que quiero ver felíz a mi marido.
Los días fueron pasando y me había acostumbrado tanto a hablar con Carmelo que cuando no lo hacía lo extrañaba mucho.
Una vez hablando con mi amigo, le dije si había visto el vídeo, y que tal me veía, me dijo que en el vídeo no se me veía bien, que si me animaba a mandarle fotos mías y le empecé a mandar fotos mías desnuda, bañándome, me pidió fotos más eróticas, yo le mandaba fotos en la cama, desnuda, en varias poses, Carmelo me hablaba y me decía unas cosas muy subidas de tono, y la verdad me gustaba lo que me decía.
Me pidió fotos de mi cola, yo le mandaba acostada boca abajo, acostada sobre una almohada abriendo mis nalgas, se me había echo una costumbre mandarle fotos desnuda y las barbaridades que me decía.
Todos los días cuando podía le mandaba una foto de mis tetas, o de mi cola, de piernas abiertas abriendo los labios de mi concha.
«Carla, quiero cogerte, quiero cogerte por la cola, por la cancha, que me chupes la pija y que te tragues mi leche», me decía y yo me reía a carcajadas.
Él me mandaba fotos de su pija.
Había logrado hacerme calentar con él, le dije que me gustaría que me coja, pero no sabía ni cuando ni donde, ya que a casa no lo podía traer, y yo ir a la suya tampoco, ya que vive lejos.
El intercambio de fotos era constante, aunque yo las borraba y borraba todo lo que hablamos con Carmelo, ya que mi marido me revisa el celular.
Carmelo me preguntó en que trabaja mi marido y el horario que tenía.
Yo le dije en que trabajaba y los horarios.
Me dijo si en algún momento yo podía dejar a mis hijos con mis padres si fuera necesario.
«Sí, no habría problema.
Que estas pensando?», le dije.
Me dijo que invente una escusa y nos vemos en un lugar determinado y nos vamos a un hotel.
La idea me había gustado.
Combinamos en vernos retirado de donde vivo, ya que a mi me conoce mucha gente por mi marido, y no quería que nadie me vea.
Cuando nos vemos con Carmelo, apenas contuvimos las ganas de basarnos, subí a su coche y nos fuimos.
A la salida de Montevideo hay una zona donde hay muchos moteles, nos metimos en el primero que vimos.
Yo estaba tan nerviosa que no dejaba de temblar.
En casi diez años de casada, era la primera vez que iba a estar con otro hombre, y juro por mis hijos que tenía tantas ganas de estar con Carmelo, que tenía la concha empapada.
Que locura cuando entramos en la habitación, nuestras ropas volaron por todos lados, nos besabamos con desesperación, fue acostarme y Carmelo meterme la pija en la concha y empezar a cogerme, que nos acabamos los dos juntos.
«Seguí, seguí», le dije sin dejar de moverme, sintiendo como al entrar y salir su pija de mi concha, me desbordaba la leche.
Carmelo me chupada las tetas sin dejar de cogerme, nos besabamos las bocas, nos lamiamos las caras, «así Carmelo, cogeme así», le pedía con las piernas bien abiertas y levantadas.
La verdad que gritaba de placer sintiendo la pija de Carmelo entrar y salir de mi concha.
«Dame la colita Carla, déjame que te coja por la cola», me dijo sacando su pija de mi cancha.
«Si mi amor, cogeme por donde quieras», le dije dándome la vuelta y me abrí las nalgas.
«Así como estabas en las fotos», me dijo Carmelo dejando caer saliva en mi ano, y siento como acomoda su pija contra mi ojete.
«Haaaaa, haaaaaaa», gemia de placer cuando Carmelo me la empezó a meter.
Me encanta sentir como se abre mi ojete y su pija va entrando en mi cola.
Sentir el peso de Carmelo sobre mi cuerpo, su pija bien adentro de mi cola.
«Me estás matando», le dije moviendo mi cola para los costados.
«Carla, como podes aguantar a un tipo así como tú marido?», me dijo mordiendo mi nuca y moviendo su pija dentro de mi cola.
Poco a poco, me fue poniendo en cuatro patas sin que su pija se salga de mi cola.
Yo agache mi cuerpo, sacando más mi cola y me abrí bien las nalgas.
Carmelo me empezó a coger la cola de una manera, que gritaba de placer, sentía como su pija entraba y salía de mi abierto ojete.
En el mete y saca que hacía Carmelo cogiendo mi cola, me empecé a tirar pedos.
Parece que eso a Carmelo no le importaba, sino que le gustaba, ya que me cogía más fuerte.
Cuando cogía con Mariano, mi marido, no llegaba más de una vez, en raras ocaciones dos, pero con Carmelo era uno detrás de otro, había perdido la cuenta de las veces que me había acabado.
«Papi, papi, llename la cola de leche, llename bien la cola con tu leche», le empecé a gritar, necesitaba su leche en la cola como me llenó de leche la concha.
Carmelo me empezó a dar una cogida por la cola, que me estaba matando de placer.
Hasta que siento como la mete lo más adentro que pudo, sus gemidos, sus movimientos temblorosos y su pija palpitando dentro de mi cola, hizo que caiga boca abajo en la cama con Carmelo bien pegado a mi espalda.
Me aplastaba con su peso, pero me encanta sentirlo así.
Carmelo empezó a grabar cuando sacó su pija de mi cola, me sorprendió lo abierto de mi ojete, como yo pujaba y salía su leche, me grabó cuando le limpiaba la pija con la boca, como se la chupaba.
Pasé una tarde tan felíz con él, que quiero repetir.
Sigo sumisa con mi marido, le tolero todo, pero también sigo con Carmelo, le sigo mandando fotos desnuda, hacemos vídeos llamadas y me desnudo y me revuelco en la cama, él me muestra su pija, hasta que volvamos a salir y coger de nuevo con Carmelo.
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