Tan ilusa; tan estúpido
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por juliancin445.
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Mi novia se llama Greta, de 23 años, profesionista, cantante de medio tiempo, muy hermosa para serles sincero.
Mide 167 centímetros, pesa 56 kilogramos, de complexión delgada, espalda pequeña, hermosas caderas, un buen trasero, de piel muy blanca por su ascendencia alemana, rasgos finos, ojos miel, cabello largo castaño claro.
Yo tengo 27 años, de profesión comerciante-empresario; un tipo regular sin ir a más; con una fascinación por las mujeres de piel clara, aunque yo soy moreno claro.
Nunca me puse a pensar por qué alguien tan linda como Greta me hizo caso y decidió andar conmigo en una relación formal desde que ella tenía 20 y yo 24.
Mi relación con ella ha sido muy linda, la verdad es que es una chica muy tierna y de buenos principios, educada a la antigua dijeran algunos, y precisamente eso fue el problema que nos separó hace algún tiempo.
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En mayo de este año (2017) tuvimos una discusión muy fuerte y decidimos terminar, yo sinceramente quería casarme con ella una vez que mi negocio alcanzara cierto nivel y poder ofrecerle una vida buena.
Y tenía cierta presión en ese aspecto, yo he tenido novias anteriores, pero con ninguna he sentido esas ganas de formar una familia como con Greta.
Obviamente, he tenido relaciones con mis novias anteriores, pero eso fue distinto con ella, es “chapada a la antigua”, y tiene muy arraigado ese dicho de “de mi casa a la iglesia y de la iglesia a casa de mi marido”; por lo que no hemos tenido relaciones desde que iniciamos nuestro noviazgo.
No les voy a mentir, la amo, pero ver ese cuerpo tan hermoso y esa carita más hermosa aún hace difícil no pensar otras cosas menos amorosas y más carnales.
Por tres años hemos mantenido un noviazgo con algún que otro “faje” pero nunca hemos tenido relaciones y eso dio origen a muchas peleas y discusiones que a veces no terminaban muy bien.
Noches y días enteros sin vernos, hablarnos o un mensaje.
Nada.
Ya ni llevo la cuenta de esas peleas, sé que han sido varias en estos tres años, pero siempre volvíamos a los brazos del otro y continuábamos bien hasta que una nueva discusión iniciaba.
La última fue el sábado veintinueve de abril de este año, y por casi un mes no supimos nada del otro, a mi me ardía todo por dentro, pero evite hablarle para repensar mejor las cosas.
Hasta que me habló recientemente y me pidió que habláramos, eso fue el veinte de mayo.
La vi, y platicó conmigo, y lo que me dijo me dejó frío, muy mal e incluso con ganas de compartir mi experiencia.
Les dije al inicio que ella es cantante de medio tiempo, pues bien, ella me dijo que el trece de mayo que estaba cantando en un bar medio conocido de nuestra localidad, como a las diez y media, entra al bar un ex de ella, Francisco, un tipo mayor que yo, de 31 años.
Obviamente, con todos sus ex novios Greta tuvo el mismo problema que yo, incluso terminó con alguno por intentar acostarse con ella; no los culpo.
Ella ve a Francisco y al terminar su primera tanda de música, se van a un lugar alejado y se ponen a platicar, se pone a llorar con él por una vez más terminar una relación por ese problema de la virginidad que ella quería perder con su “esposo”.
Yo conozco a Francisco, sé que es un tipo de labia y muy astuto, no desaprovechó la oportunidad.
Esa noche Greta lucía hermosa, la vi etiquetada en una foto del Facebook del bar donde canta, llevaba una blusa negra de encaje manga larga en donde sólo se veía su piel transparentada desde la cadera hasta donde iniciaban sus pechos y toda su espalda; aunque no se veía en la foto, yo conocía esa blusa; el cabello planchado, muy lacio, suelto.
Un pantalón de mezclilla ajustado color azul claro casi blanco, a la cadera, unas zapatillas doradas algo rudas (rockeras) y unos aretes dorados en forma de aros muy grandes con los que siempre le he dicho que se ve muy sexi.
Se veía fenomenal, ese color de blusa la hacía ver más blanca aún.
Y Seguro que Francisco pensó lo mismo.
Ella me contó que fueron al auto de Francisco, una Ford Lobo gris plata de una sola cabina, bien polarizada obviamente, y empezó a llorar con él por haber perdido una relación que a ella le “importaba demasiado” (yo), por su afán de llegar virgen al matrimonio, se tomaron de las manos, se abrazaron, seguro tocando sus caderas por encima de la blusa que entre dejaba ver su blanca piel.
Ella tenía que volver a cantar, por lo que se bajó del auto y le prometió a Francisco retomar la plática una vez terminara de cantar.
Al terminar, se fueron juntos en la camioneta, ella me dijo que estuvieron cerca del bar en una calle poco transitada y continuó llorando con él, fue muy listo porque imagino que no desaprovechó la oportunidad para abrazarla y tocarla disimuladamente.
Les repito una vez más que esto fue lo que Greta me contó, yo le dije que fuera extraordinariamente honesta y me dijera que había pasado entre ella y Francisco.
maldito error.
La plática sobre “mi persona y mi relación con Greta” paso a ser una plática de los viejos tiempos de ellos, de cómo él también “sufrió” lo mismo, al no poder tener algo más con Greta lejos de los besos apasionados ocasionales y los fajes típicos que todos en México conocemos.
Ella se sentía culpable, al ser su condición la causa por lo que terminaban sus relaciones.
Imagino, que entre tanto llanto él le dijo las cosas que a las mujeres les gusta escuchar: que son lindas, que no son las del problema, que de seguro fui yo el causante de la ruptura, obvio, quería quedar bien como él si no hubiese pasado también por lo mismo.
Ella le creyó.
y se besaron; primero besos amorosos, seguramente después, besos muy apasionados, con lengua y todo (conozco a Greta desde hace más de tres años y sé que a veces resiente su condición; la carne es carne ¿no?).
Empezaron el faje, él tomándola de las caderas y hábilmente subiendo su blusa para poder sentir la piel de sus caderas, ella posó sus manos sobre los hombros de Francisco y los besos siguieron subiendo de tono.
Me confesó que hubo un momento en donde él la tomó con fuerza y la sentó encima de él, dentro de la camioneta, en una posición sexual.
Subió aún más su blusa y empezó a besarla en el cuello, algo que a ella la pone muy caliente.
Creo que ni se preocuparon por las personas que podrían verlos o a lo mejor esa calle de verdad era demasiado solitaria.
Encima de él, Francisco fácilmente podía sentirla cuando movía sus caderas con los besos, imaginando esa escena, pero sin ropa.
Los besos cesaron, porque ahora esa blusa estaba demasiado arriba y el sujetador a punto de soltarse.
y se soltó.
Comenzó, dentro de su camioneta en esa calle demasiado solitaria, a besar sus pechos desnudos, a regocijarse viendo crecer esos pezones de un color rosa pálido, observando como se endurecían y enrojecían.
Se regocijó viendo en ella esa mirada que yo veía cuando hacía lo mismo que él, esa mirada rara, entre mezcla de ternura e inocencia con deseo y ganas de todo.
Imagino que en ese momento los movimientos de cadera se hicieron más intensos, hasta el punto en que parecía otra cosa.
Greta estaba cansada de fallar en sus relaciones, cansada de no poder disfrutar a plenitud su sexualidad, cansada de las discusiones; si tan sólo se hubiera cansado conmigo y no con él.
Francisco debió de hacer bien las cosas, ella estaba muy caliente, sus besos ya no eran tiernos, eran algo más, sus pechos de seguro brillaban sutilmente entre lo blanco de su piel y el tenue reflejo de la saliva de su amante sobre ellos.
No tardaron mucho ahí.
me confesó que Francisco la llevó a un Motel, en donde pudieron terminar de hacer lo que quería y lo que deseaban.
Para mi mala suerte.
En esta parte de la historia ella se apenó mucho, pero la hice sufrir un poco, hice que me dijera la verdad absoluta, o al menor espero que eso haya hecho.
Llegaron al motel, no sé cual ni en dónde se ubica, entraron a la habitación, se sentaron en la orilla de la cama y los besos siguieron, esta vez menos intensos que los de la camioneta en esa calle poco transitada cerca del bar, pero no tardaron en retomar ese ritmo; Greta vio como su blusa desaparecía del tacto de su cuerpo, como su sujetador talla 36b era despojado nuevamente de los pechos que resguardaban; vio como su amante se acostaba y a ella la ponía encima de él, a la altura ideal para seguir disfrutando de sus pechos, a la altura ideal para verlos transformarse una vez más.
él ya estaba prácticamente sin ropa, si es que una toalla se considera ropa; a ella no le tardaron mucho más sus ajustados pantalones a la cadera, y menos aún el hilo dental color negro que llevaba, la tenía desnuda sobre él, con solo esa barata toalla separando sus cuerpos.
Esa toalla tardó en su lugar menos que todo lo anterior.
-Dímelo todo a detalle- le dije -si quieres que algo de esto tenga sentido-
-Está bien- me dijo ella.
Se puso encima de él, apenada, con duda, nunca había llegado hasta este punto, él tenía experiencia, espero que menos que la que yo tengo.
supo que hacer, la puso boca abajo, puso sus blancas piernas alrededor de su cintura y gentil y lentamente la penetró, quitándole su virginidad.
Ella no me dijo nada del dolor que sintió, pero seguramente lo sintió.
Me dijo que se sentía rara, que esperaba algo más al tener relaciones, pero aún así lo disfrutó.
Francisco siguió deleitándose del espectacular cuerpo de Greta, blanco, cálido, terso, y hasta hace unos minutos, virgen.
Así estuvieron un tiempo, cada vez mas intenso, cada vez más fuerte.
Greta se contenía en disfrutar su sexualidad, para ella muchas cosas eran tabúes; pero esa noche dejó todo de lado, para disfrutar de su amante.
Comenzó a disfrutar el miembro de Francisco enterrado en su ser, a ella ese mete saca le ardía, pero pronto aprendió a disfrutarlo, le parecía de repente, una sensación de absoluto placer.
comenzó a gemir, a moverse mejor, a imaginarse cosas que nunca imaginó hacer y disfrutar.
Francisco, hábilmente la cambio de posición, se tumbó boca arriba y dejó que ella adivinara que tenía que ponerse sobre él, y enterrarse la verga de Francisco hasta donde pudiera, lo entendió; se puso encima de él y comenzó a moverse con cierta inocencia, incluso después hasta con cierta maestría.
Ella estaba extasiada, nunca había tenida la sensación de tener una verga dentro de ella, y Francisco estaba igualmente extasiado al ver la carita de Greta, con la boca ligeramente abierta, como tomando aire, sus ojos cerrados y con la cabeza hacia atrás, como si estuviera intentado ver algo en el techo de ese desconocido motel, montada encima de su amante.
Imagino que Francisco tiene una verga de buen tamaño, yo no estoy mal dotado, aunque Greta nunca ha sentido la mía.
Ella comenzó a gritar mientras su amante mantenía un ritmo fuerte y conciso, metiéndosela cada vez mas profundo.
Tuvo su primer orgasmo “real”, siendo penetrada.
Francisco no había terminado, así que la tomó de los cabellos y le hizo el gesto de iniciar una mamada a su pene aún erecto; ella lo pensó, no era algo que le llamara la atención, pero se dijo -que va- y empezó a chupar el pedazo de carne de su amante, con cierta destreza, como su hubiera estado practicando antes.
Francisco estaba que no lo creía, Greta, la tierna y dulce Greta, la que hace poco seguía siendo virgen, ahora le estaba dando una mamada de campeonato, la saliva de mi novia escurría por las comisuras de sus labios y le empapaba los testículos a Francisco, ella siguió metiéndose la verga esa verga cada vez más caliente y mas grande de la excitación que le provocaba ver a esa chica que alguna vez fue algo ilusa con el sexo, y ahora estaba devorando verga como una posesa; dejándosela toda empapada de sus líquidos y su saliva.
Francisco no aguantó más, terminó en su boca mientras la tomaba de sus cabellos para que no pudiera separarse de su verga; eso la enfadó, escupió todo al suelo y se asqueó de tener el sabor a semen en la boca; Francisco se asustó por un momento, pensó que hasta ahí llegaría todo, pero no, Greta le dijo que no lo volviera a hacer, eso fue todo.
Tardaron algo en retomar energía, pero no tanto.
Francisco quería intentar esa posición que a los hombres nos encanta, la puso de perrito, y contemplando esa escena, viendo su espalda blanca y pequeña, sus caderas grandes y ese culito que empezaba a arquearse para recibir a su amante.
Francisco ensartó su verga en la pusita de mi Greta, ella gritó de placer.
Empezaron un mete saca infernal, los jugos de ambos escurrían por las piernas de mi novia.
Francisco aprovechó la ocasión para masajear sus pechos mientras se la metía con ganas; ella libero su frustración sexual entregándose a su amante, y eso le estaba gustando mucho.
Greta ya no era la misma.
Ella llegó a medio día del día siguiente a su casa, de seguro sus padres le dijeron algo, aunque no son muy estrictos con ella, porque conocen sus valores.
Se bañó recordando todo lo que Francisco le dio y enseñó y que, seguramente, le gustó.
Me confesó que se vieron muchas veces más en el transcurso de varias semanas hasta antes de que volviéramos a vernos.
Y si lo hizo es porque Francisco obtuvo lo que deseaba, la usó y probó de mil formas, pero tenía que regresar a su vida, con su familia, con su esposa y sus hijos.
Ahora ella siente que el problema que nos separó ya no existe, debe de pensar que su futuro es conmigo y no con Francisco, cree que yo regresaré con ella como si nada hubiera pasado.
ella imagina que todo será como antes.
– No sé si ella es tan ilusa o yo soy tan estúpido por considerar volver con ella.
F I N
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Julián.
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