Todas las cosas que he hecho con otros hombres y mujeres, al no atreverme a contárselas a mi marido, decidí escribirlas.
Una corredora de bienes raíces, debido a su complejo de culpa al serle infiel a su marido, como escape decide escribir sobre todas las veces que le ha sido infiel a su esposo. .
Todas las cosas que he hecho con otros hombres y mujeres, al no atreverme a contárselas a mi marido, decidí escribirlas.
Hoy en día, puedo decir que vivo una vida tranquila y bien relajada, no como cuando comencé como corredora de bienes raíces, aunque en ocasiones los recuerdos de ciertas cosas que, hecho, a lo largo de mi carrera profesional, no me dejan dormir.
Se preguntarán. “¿Por qué, decidí escribir esto?” para mi es simplemente una manera de aligerar mi estrés, y en parte también mi conciencia.
No es que yo sea una loca arrebatada, no que va, todo lo contrario, me considero como una persona muy ecuánime, pero que, en determinados momentos de mi vida, he pasado por ciertas situaciones muy duras y tuve que hacer cosas, de las que hoy en día, no voy a decir que me arrepiento del todo.
Pero algunas de las cosas que llegué hacer, de solo recordarlas me hacen sentir en parte culpable, y eso a la vez, me genera en ciertas ocasiones una terrible ansiedad.
Siguiendo el consejo de un amigo gay, decidí escribirlas para sacarlas de mi sistema.
Para empezar, les diré que después de que me casé con mi esposo, yo recién terminaba de estudiar, administración de empresas, lo cierto es que no pensaba trabajar, ya que según mi esposo no era necesario, pero después del año, tanto él como yo cambiamos de manera de pensar, ya que las cosas se pusieron bien duras.
Así que, sin tener realmente mucho conocimiento, me dediqué a buscar empleo, fue cuando una ex compañera de clases me comentó que vendiendo propiedades una podía sacar muy buen dinero, así que ya lo único que me hacía falta era sacar la licencia, para la que realicé las gestiones necesarias, con el fin de obtenerla.
En esa ocasión fue que se me presentó una de esas situaciones, ya que la misma ex compañera de clases, me propuso que si deseaba sacar la licencia con rapidez ella podía hacerme el favor de presentarme a una de las personas, que con nada más una palabra suya me la daban, pero que, a cambio, de seguro esa persona me pediría un favor íntimo.
Estuve a punto de mandarla al infierno, cuando casi de inmediato me comentó, que era una de las profesoras que yo conocía, cosa que no podía creer.
No sé por qué, no me pareció nada malo si se trataba de otra mujer, al fin en ocasiones, yo misma había tenido una que otra experiencia con amigas mías, y no por eso dejaba de amar a mi marido.
En fin, ella me acompaño donde la profe, habló por mí, y después de lo cual mi amiga me dijo que la profesora nos esperaba por la noche en su casa.
Antes de salir de su oficina, ya tenía su recomendación para que se me expidiera la licencia.
Esa noche le dije a mi esposo que una ex compañera de clases se casaba y le haríamos una despedida de soltera, que cuando terminara lo llamaba para que me pasara recogiendo.
Pero como él confía tanto en mí, además que le da flojera manejar de noche, me dijo que me llevase el auto, para que él pudiera dormir tranquilo.
Por lo que después pasé por mi amiga y finalmente llegamos a casa de la profe, apenas entramos ella nos recibió, únicamente vestida con una bata roja de satín, y sin perder tiempo nos invitó a las dos a que nos quitásemos toda la ropa.
Yo a todas estas siempre con algo de vergüenza, finalmente me desnudé frente a ellas dos completamente, mientras que mi amiga se quedó únicamente con su sostén puesto.
Al principio me sentí algo incomoda, pero por estar del todo desnuda ante una desconocida, además la profe comenzó a caminar a mi alrededor como si estuviera observando una mercancía que pensara comprar.
Poco a poco sus dedos comenzaron suavemente a rozar mi piel, mientras que mi amiga nos observaba y descaradamente comenzaba a acariciar su propio coño, en cierto momento me dio la impresión, como después pude corroborarlo, que ellas dos eran pareja.
Lo cierto es, que los ligeros roces comenzaron a ser más persistentes, sus labios comenzó a pasarlos suavemente por sobre mi piel, y al poco rato ya me estaba acariciando lentamente todo mi cuerpo.
Mientras que yo me dejaba hacer todo eso, en parte me sentía algo incomoda, no por lo que ella me hacía, sino más bien por lo que no me hacía.
Hasta que no aguanté más y ante la sorpresa de mi amiga y de la profe le salté encima a la segunda, plantándole un fuerte beso de lengua dentro de su boca.
Como ya les dije, en ocasiones participaba de ese tipo de juegos con mis amigas intimas, y me parecía toda una pérdida de precioso tiempo, todo el rodeo que se estaba dando.
Así que al tiempo que la comencé a besar introduciendo mi lengua dentro de su boca, inmediatamente coloqué una de mis manos sobre su coño que, a diferencia del mío, se encontraba completamente peludo.
La cara de sorpresa que pusieron la profe y mi amiga eran dignas de ser fotografiadas, ellas no se esperaban que yo tan joven resultase ser tan agresiva, así que continué con lo que entendí debía seguir.
En un santiamén logré que la roja bata de satín quedase tirada sobre la alfombra, mientras el cuerpo de la profe, que al principio parecía tan dura, quedase totalmente desnuda y prácticamente se derritiera entre mis brazos.
Las dos, mientras que yo continuaba besando su boca y acariciando salvajemente su coño, fuimos a dar sobre el sofá de su sala, en ese instante fue como si me llenase de nueva energía y dirigí mi boca directamente contra su vulva, mientras mis dedos separaban los labios de su vagina, y mi lengua hacía estragos con su clítoris.
La profe no tardó nada, en responder a mis caricias y profundas lamidas de coño, sus caderas comenzaron a moverse como si fuera presa de un ataque, la profe colocó ambas manos sobre mi cabeza, apretándome sabrosamente contra su cuerpo, al tiempo que sus profundos gemidos invadían toda su sala.
En cierto momento levante la mirada para observar ligeramente a mi amiga como continuaba como una desesperada introduciendo casi toda su mano derecha dentro de su coño, mientras que con los dedos de la mano izquierda se apretaba continuamente sus pezones de manera salvaje.
No fue hasta que ella apretó con mayor fuerza mi rostro contra su vulva, que al mismo tiempo yo recibí un abundante chorro de cálido fluido vaginal en mi rostro, y escuché los apagados gritos de la profe, que me di cuenta de que ella había alcanzado un frenético orgasmo.
Cuando finalmente me incorporé, la profe se quedó con sus piernas bien abiertas, completamente recostada en el sofá, y en su rostro se reflejaba una gran sonrisa de satisfacción.
Después de lo cual, me dirigí a mi amiga, que continuaba furiosamente metiendo su mano dentro de su coño, hasta que me paré frente a ella, y después de separar mis piernas y colocando mis manos sobre sus hombros, dirigí su cara directamente sobre mi coño, el que sin pérdida de tiempo se dedicó a mamar como una loca.
Por un buen rato sentía como su lengua lamía mi clítoris, y de cuando en cuando lo mordisqueaba suavemente entre sus dientes, hasta el punto en que yo también alcancé un gratificante orgasmo, que casi me hizo caer al piso, por lo que busqué sentarme en unas de las mullidas butacas que había tras de mí.
Por un buen rato las tres nos quedamos en silencio, descansando, cuando mi respiración volvió a la normalidad, nos intercambiamos miradas, en ese momento me sentí como que habían descubierto mi travesura, y me puse a reír al igual que ellas dos.
Mi amiga y la profe me invitaron a que me sentase en el sofá junto a ellas dos, apenas tome asiento entre ellas, la profe se levantó y nos sirvió unas copas de licor de naranja, y cuando ella tomó asiento, después de que comenzamos a dar pequeños sorbos de ese sabroso licor.
Mi amiga se levantó para dirigirse de inmediato a una de las habitaciones de donde salió a los pocos minutos con un arnés adosado a su cuerpo a la altura de su coño, y del que en un extremo tenía una verga de goma pegada.
Mientras que en una de sus manos cargaba otra de esas cosas que se la entregó a la profe, a la que ayude a ponerse, imaginándome lo que entre las dos querían hacerme.
A medida que yo me tomaba el licor, ellas por su parte comenzaron a dejarme caer uno que otro chorrito sobre mis senos y vientre y dentro de mi coño, los besos y lamidas no se hicieron esperar.
Al poco rato mi amiga me introdujo su cosa por el coño, mientras que la profe después de embadurnar el suyo con algo aceitoso me lo introdujo por el culo, mientras que yo disfrutaba de ese sabroso licor y de sus caricias y barbarás penetraciones.
Esa madrugada llegué a mi casa como a eso de las cinco de la mañana, mi esposo ni tan siquiera se despertó cuando llegué y no me levantó cuando se fue a trabajar.
Cuando lo vi en la noche me preguntó cómo había estado la despedida de soltera y por no entrar en detalle le dije que algo aburrida, de esa manera finalmente pude sacar mi licencia de corredora de bienes raíces.
Pero no todas las cosas que me han sucedido han sido del todo de mi agrado, había comenzado a trabajar en una firma, dedicada a la venta de bienes raíces, pero sin mucho excito.
El sueldo de mi marido apenas y nos daba para vivir, por lo que cuando me ofrecieron encargarme de vender un viejo edificio no me quedó más remedio que tomarlo.
Lo mostré un sin número de ocasiones, y todos con el mismo resultado, no era lo que los clientes buscaban o necesitaban.
Hasta que llegó un empresario, que después de mostrarle el edificio, pareció que le venía como anillo al dedo, pero deseaba sacar el mejor provecho para él, y después de varias ofertas y contra ofertas, me citó para que nos viéramos en el edificio.
Yo pensaba que ya lo tenía vendido, pero al llegar, me dijo simplemente, que lo compraría, al precio de mi última contra oferta, pero solo si yo me acostaba con él, en ese momento y en ese lugar.
Lo cierto es que tuve que aguantarme las ganas de mandarlo al carajo, ya que mi comisión iba a ser del 3.5% del valor total de la venta.
Que en esos momentos no era ninguna tontería, nada más me puse a pensar en el montón de deudas que podría pagar, y el sin fin de cosas que podría comprar, con lo que me tocaba de comisión.
Por lo que y aun con el dolor de mi alma, acepté, pero con la condición de que antes de que llegásemos hacer cualquier cosa, me firmara la opción de compra y me diera el cheque de la cuota inicial.
Firmado el acuerdo y entregado el cheque no me quedó más remedio que cumplir con mi palabra, así que apenas estuve lista, se lo dije.
Lo primero que me ordenó hacer fue que me quitase toda mi ropa, mientras que él permanecía completamente vestido.
Después de eso me ordenó que gatease por el salón donde nos encontrábamos, y comenzó a vejarme diciéndome lo puta que era por aceptar ese acuerdo, al tiempo que introducía sus dedos de manera brusca dentro de mi coño.
Algo me decía que, si yo me resistía a su juego, de seguro el rompería el trato, por lo que, tragándome todo mi orgullo, permití que continuase.
Después de un buen rato me ordenó que yo me masturbase frente a él con mis piernas abiertas y metiendo y sacando una de mis manos dentro de mi coño, lo que hice al pie de la letra, y en cierto momento el tipo ese sacó su verga del pantalón y la dirigió a mi boca, por lo que el dedicarme a mamársela, fue lo siguiente que tuve que hacer.
No pude evitar compararla con la de mi marido, al que nunca se la he llegado a mamar, no tan solo era más larga y gruesa, sino que su oscuro color me impresionó bastante.
Por lo que al principio sentí algo de repugnancia y hasta en cierto momento sentí algo de nausea, pero por suerte me pude sobre poner a eso.
Luego comencé a tragarme todo su caliente miembro una y otra vez, el que lo sentía llegar hasta el fondo de mi garganta, y todo eso sin dejar de estar metiendo y sacando mi mano de mi vulva.
Yo pensaba que si se venía rápido terminaría todo, pero no fue así, ya estaba sintiéndome bien excitada por la manipulación que yo misma hacía de mi coño, cuando él me ordenó que me pusiera en cuatro.
Lo que hice sin protestar, y casi de inmediato sentí una ardiente nalgada que me dejó colorada la nalga.
Sus gruesos dedos de inmediato se enterraron en mi coño, y después de un buen rato de estar tocándome como le dio gusto y gana, sentí como su verga se abría paso entre los labios de mi húmeda vulva.
Hasta ese momento estaba algo excitada, pero cuando sentí esa verga dentro de mí, y de pensar que estaba engañando a mi esposo, aunque fuera por una buena causa, me hizo sentir la mujer más puta del mundo.
Pero a medida que él continuaba insultándome, metiendo y sacando su verga de mi coño, el placer se fue apoderando de mí y comencé a mover las nalgas como una desquiciada.
Durante esos momentos, dejé de pensar en que le estaba siendo infiel a mi marido y disfruté hasta el cansancio de la verga que me penetraba.
Por su parte mi cliente, por llamarlo de alguna manera, al parecer se excitaba mucho más insultándome llamándome puta y zorra, y diciendo otras cosas como lo sabroso que era para él, sentir lo mojado de mi coño, lo que a mí al escucharlo también me excitaba mucho más aún.
Ya en cierto instante comencé a disfrutar de un salvaje orgasmo, pero justo en ese momento me sacó su verga de mi coño, y jaloneándome por el cabello, colocó mi boca nuevamente frente a su verga.
La que sin necesidad de que me lo dijera continúe mamando, mientras que a la vez me volvía a meter casi por completo mi mano dentro de mi coño, para poder terminar de disfrutar ese orgasmo.
A medida que yo se la volvía a chupar, mi cliente se comenzó a venir dentro de mi boca, y escuché su gruesa voz ordenando que me tragase todo.
Lo que hice con todo y la repulsión que me producía, al terminar él me dejó desnuda recostada sobre el piso, lo vi como agarró mis pantis y con ellas se limpió su verga.
Para luego tirarla a mi lado, después de eso sacó su billetera y extrajo algunos billetes diciéndome. “Esto es una propina.”
Cuando él se retiró, me recriminé a mí misma haber todo lo que hice, me sentía sumamente sucia, pero mientras me dirigía a uno de los baños para asear mi coño.
Pero a medida que me puse a pensar en el porcentaje que me tocaba de la venta de ese edificio, por lo que, aunque incomoda por todo lo que había pasado.
Me vestí, voté mis pantis y me puse a contar el dinero que me había dejado tirado en el piso, que resultó ser mucho más de lo que yo había pensado.
Una de las consecuencias de esa decisión mía, de aceptar acostarme con ese cliente ese día, fue el complejo de culpa que desarrollé.
Del que me di cuenta en una ocasión que mi esposo y yo cenábamos en un restaurante, en eso vi a ese cliente sentado en una mesa con otros hombres.
Al él verme me pareció, que les comentaba a todos ellos lo que habíamos hecho, en aquel viejo edificio que le vendí.
La verdad es que estuve a punto de confesarle a mi marido, en ese mismo instante que lo había engañado con aquel hombre.
Pero por suerte mi esposo se levantó para ir al baño, y para cuando regresó ya ese ataque de complejo de culpa se me había pasado.
Como con el cliente ese, también finalmente me he acostado con otros clientes, por la misma razón, la única manera de cerrar la venta era accediendo a sus propuestas sexuales.
En ocasiones realmente no las disfrutaba, como cuando comencé a trabajar por mi cuenta, tres socios a los que les estaba vendiendo una hacienda.
Me propusieron que lo hiciera con ellos tres, pero al mismo tiempo, lo que al principio me pareció una abominación y de muy mal gusto, entre otras cosas, pero al detenerme por unos minutos a calcular el monto de lo que correspondería a un porcentaje del 7% que me tocaría si cerraba esa venta.
Me di cuenta que la cantidad no era nada despreciable, por lo que cuando les dije que existía la posibilidad de que cerrásemos el trato, me indicaron que la transacción sería al contado.
Por lo que mi porcentaje sería mayor, al ahorrarme el proceso de solicitud del préstamo.
Ese fin de semana le dije a mi marido que pensaba ir a un retiro espiritual, a los que él no le agrada acompañarme.
Por lo que desde el viernes en la noche fui a la finca en la que me esperaban los tres clientes, con toda la documentación firmada y un par de cheques, después de que constaté que todo estaba en orden, me puse a la completas ordenes de mis clientes.
Ellos sin demora me indicaron que me desnudase y me pusiera un ridículo disfraz de sirvienta.
A partir de ese instante, me convertí por ese fin de semana en la esclava sexual de ellos tres, llegando en dos ocasiones a mantener sexo con los tres al mismo tiempo.
Cosa que aparte de ser toda una aberrante experiencia, resultó ser de lo más embarazosa y degradante para mí.
Ya que uno de ellos comenzó por penetrarme analmente, y casi de inmediato el otro me introdujo su verga dentro de mi coño, para luego el tercero casi obligarme a que me tragase su miembro.
Pero no conformes con eso, comenzaron a cambiar de lugar una y otra vez, mientras que yo permanecía en una incómoda posición, recibiendo una y otra vez los embates de sus vergas dentro de mi cuerpo.
Después de lo cual al momento en que se vinieron, cada uno fue sacando su miembro y descargando su semen sobre distintas partes de mi cuerpo.
Tras lo cual para completar me obligaron a recibir un gran baño de sus orines.
Temprano en la mañana, uno de ellos me despertó regándome con una manguera por todo mi cuerpo y en particular dentro de mi culo.
Para luego pasar a sodomizarme intensamente, mientras que los otros dos se masturbaban riéndose de mí.
Como les comenté fue la experiencia más degradante por la que haya pasado, pero lo peor de todo es que me encantó sentirme sometida y vejada por esos tres tipos.
Pero todas esas cosas que he hecho, al no poder contárselas a mi marido, decidí escribirlas, al principio pensé que sería una tontería.
Pero ya aun sin haberlas publicado todavía, me siento de lo mejor, y esos tontos complejos de culpa han desaparecido.
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