TONTO TONTO PERO NO TANTO
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Penelopelove.
Todo sucedió un viernes cuando estaba en nuestra habitación, esperando a mi esposa para dormir y salió del baño recién duchada, con un sexy y cortito camisón; al verla venir, tenía una cara sensual y una sonrisa pícara, como cuando quiere que tengamos sexo. Enseguida, se acostó a mi lado y la empecé a abrazar y a acariciar por sus buenas nalgas y sus lindos pechos pero me indicó “espera amorcito, tengo un secretito que contarte, de lo que pasó hoy en la mañana con Betito”.
De inmediato, me estremecí de la emoción, al suponer que mi esposa ya se había cogido al retrasado de Beto y le pregunté, emocionado y excitado “¿qué es mi amor, no me digas que ya sucedió algo con tu muchachito?, anda cuenta, cuenta”. Enseguida, me contestó “espera, amor, no seas impaciente, ponte cómodo que no creerás lo que te voy a contar”.
Resulta que hoy por la mañana, después que te fuiste a trabajar, me di un buen baño y me puse cómoda, con un short pequeño que me queda muy ajustado y con el que se me ven buenas mis nalgas, además de una blusita ligera y escotada, que resalta mis chichotas, como les llaman los lujuriosos hombres, sin sostén, para andar cómoda y que solo visto así, para andar en casa haciendo mis labores. A esto, adicioné “sí, mi amor y con lo que te ves muy buenota y antojable, je, je, je, je”, riéndome orgulloso y excitado por lo que venía a continuación de su relato, que de seguro, iba a ser morboso y caliente, respondiéndome “así es, Aurelio pero no interrumpas, por favor”.
Hoy por la mañana, me dispuse a arreglar mis macetas del jardín y como tenía que acercar unos bultos de tierra, le llamé a Robertito para que me ayudara; como siempre, solícito y emocionado, me empezó a ayudar y en todo el rato que lo estuvo haciendo, no dejaba de mirarme ya mis pechos, que se asomaban cuando me agachaba o ya mis nalgas, al darle la espalda y las paraba más, para que se recreara el muchachito con mi culo. Con esto, noté que rápidamente le brotó un bulto en su entrepierna y cuando terminó de acercar los bultos de tierra, me le acerqué y le di unas monedas de gratificación, como siempre lo hago pero esta vez, no las aceptó y me dijo muy serio “no quiero que me de dinero, señora Maribel, le ayudo con mucho gusto porque eres muy bonita y me gustas mucho, ¿sabes?”.
Enseguida, le respondí “oh, Betito, gracias, eres muy amable pero acepta el dinero, es en pago por lo bien que me ayudas” pero insistió “no quiero dinero, señora, mejor me gustaría mucho que me pagara dándome un beso, si puedes hacerlo, ¿verdad, señora Mary?” y como no veía algo malo en dárselo, me le acerqué y le di un beso en la mejilla. Al instante, me reiteró “no, así no, señora, quiero un beso como se dan en las películas, como de novios”, a lo que contesté “pero Betito, no puedo darte besos de esos, tengo marido y si él se entera, se enojara”, comentándome un poco desilusionado “bueno pero ¿si me puedes dar un abrazo?”, respondiéndole “sí, un abrazo sí te lo doy bonito”.
De inmediato, lo abracé y tanta era su emoción que me aprisionó con todo su cuerpo, así sentí el bulto grande y duro que tenía pegado a mi abdomen, a la vez que me decía que era muy bonita y que le gustaba mucho, agachando su cabeza para decírmelo al oído, como si temiera que alguien escuchara y aprovechando esto para darme un tímido beso en mi cuello, luego en mi mejilla, sintiendo su bulto palpitar en mi abdomen, sin dejarme de aprisionar con sus largos brazos. Con todo esto, se me empezó a humedecer mi rajita y sentía placer en todo mi cuerpo pero también miedo a que nos fueran a ver los vecinos, o mi hermano y sus trabajadores.
Por esto y con cierta dificultad, traté de apartarlo un poco, diciéndole en forma cariñosa “espera un poco, Betito, no seas tan impetuoso, mira, mejor vamos adentro de mi habitación, quiero que me ayudes en algo allí”. Enseguida, me reiteró “¿quieres que te acompañe a tu habitación, doña Mary?” y le contesté excitada “así es, ven, allá me podrás abrazar todo lo que quieras” y tomándole la mano, lo dirigí adentro de la casa, rumbo a nuestra habitación, pues mi estado de calentura no me dejaba actuar normal, pensaba morbosamente que me iba aprovechar de un muchacho retrasado y sentía cierto miedo que pudiera contar lo que pensaba hacer con él pero pensé más con mi caliente y mojada vagina, de estar a solas con ese retrasado y conocer esa tranca que la sentí palpitar en mi abdomen.
Con algo de dificultad, lo tomé de la mano y nos dirigimos dentro de la casa, rumbo a mi habitación, en donde entramos, enseguida cerré la puerta y le dije “muy bien, Betito, aquí estaremos más a gusto, me puedes abrazar todo lo que quieras”, extendiéndole mis brazos. Desconcertado, se me quedó mirando con cara de sorpresa y de bobalicón, diciéndome “bueno, señora bonita pero nada más un ratito porque cuando me tardo mucho, mis papás se enojan y mi patrón me regaña”; para entonces, me sentía excitada y morbosa al estar a solas con ese muchacho babeando por mí, con su bulto que no se le bajo ni un ápice pero también me sentía nerviosa con esa sensación de estar haciendo algo malo.
Después, le señalé “sí, Betito, solo un rato, te quiero agradecer lo amable que has sido conmigo al ayudarme siempre en mis labores”, inmediatamente el muchacho me volvió a abrazar de forma impetuosa, abarcándome con todo su flacucho cuerpo e inclinando su cabeza por la diferencia de estatura, empezando de nuevo a besarme el cuello y las mejillas, sintiendo de nuevo su tranca pegada a mi vientre. Luego, de forma súbita, lo tomé de su cabeza y le planteé un repentino beso en los labios, metiéndole mi lengua en su babeante boca durante más de un minuto; durante este, mi lengua jugueteaba con su inexperta cavidad bucal.
Pasado este inusual y sensual ósculo, él musitó emocionado “este es un beso como se los dan en las películas, entonces ¿ya eres mi novia?”, contestándole “sí, bonito, somos novios pero solo cuando estemos los dos solos, recuerda que tengo marido y se enojaría si sabe que tengo novio, así que delante de la gente, somos amigos y cuando estemos solos tú y yo, como ahorita, somos novios y te daré muchos besitos como en las películas. Luego, me advirtió “pero no le digas a alguien que somos novios, ¿eeehhh?, este es un secreto entre nosotros, ¿de acuerdo?”.
Contento y emocionado, me contestó “sí, señora Mary, no le diré a nadie que somos novios, estoy feliz de ser novio de una señora tan bonita, tan linda, tan preciosa y tan buena como tú, viéndolo feliz, para volver abrazarme e intentar besarme ahora directo a mis labios, que se los ofrecí gustosa. Mientras tanto, le iba acariciando su cabeza, luego seguí por su espalda y su pecho, bajando mi mano hasta donde me interesaba, su tremendo bulto, mismo que le acaricié suavemente sobre su pantalón y comprobé la consistencia de su tamaño, lo sentí grande en mi manita.
Como él se dejaba hacer, le pregunté “oye, ¿qué es esto que tienes aquí?”, me contestó “es mi pajarito, je, je, je, je”, comentándole “caray, Betito, esto no parece pajarito, más bien pajarote, esta duro y grande esto”, señalándome “sí, señora Mary, a veces se me pone así”. Sin dejar de masajearle ese pajarote con la palma de mi mano, le pregunté “¿y cuándo se te pone así, Betito?”, me respondió “se me pone así por las mañanas y cuando estoy cerca de una chica guapa como tú, cuando miro películas de adultos y cuando…”. Súbitamente, lo interrumpí de improviso, exclamando “¡muchacho!, ¿ves películas de esas?”, me contestó “sí, veo esas películas, las pone mi patrón en su taller por la noche y las vemos todos pero no me gusta verlas con ellos porque dicen cosas que me ponen enojado”.
Al momento, le pregunté “¿y qué cosas dicen que te enfada?”, me respondió “dicen que las mujeres que se están cogiendo, en esas películas, se parecen a ti, tus nalgas las tienes buenas, además de un buen culo, interesada y más caliente, ¿y quién dice eso, Betito?. Me contestó “todos dicen lo mismo de ti, hasta mi patrón dice que estás tan buena que le gustaría meterte su verga en tu culo, que no importa que seas su hermana y que después, te cogerían entre todos, como lo hacen en esas películas, eso me enoja mucho”.
Ante esa revelación del muchacho, me sentí morbosamente halagada y excitada al saber que mi propio hermano me deseaba, al igual que los babosos de sus trabajadores, así que dejé de sobarle el paquete a Robertito y me senté en la cama, para desabrocharle su pantalón y bajárselo junto con su bóxer, apareciendo ante mis ojos, un erecto, largo y duro pajarote, bamboleándose a centímetros de mi rostro. Enseguida, lo atrapé con mi manita, sintiendo su consistencia dura y caliente, empezando a masturbarlo lentamente, moviendo mi mano arriba y abajo, diciéndole “¡oh, Betito, qué bonito pajarote tienes!, entonces ¿así se te pone cuando te pasa lo que me platicaste?”, contestándome “mmm, sííí, señora y también se me pone así en otras ocasiones, cuando veo a mis papás cogiendo desnudos”.
De inmediato, interrumpí la paja, preguntándole “¿ves a tus padres desnudos?”, me respondió “sí pero ellos no me ven porque me escondo y están entretenidos viendo películas de adultos y películas raras, también veo todo lo que hacen en la cama de su cuarto”. Enseguida, reanudé la paja con más ímpetu y seguía más excitada, cuestionándolo “¿y qué hacen tus padres en su cama, Betito?”, me contestó “mi mami le soba su pájaro a mi papá, así como tú lo estás haciendo, también le da besitos y se lo mete a la boca para mamárselo”. Al momento, acerqué mi cara a su dura verga y de nuevo, percibí el fuerte olor a macho que emanaba de ese duro pene, empuñándolo y sintiendo que pulsaba en mi manita.
Luego, le pregunté “¿así se lo hace tu mami a tu papi, bonito?” y le di un tierno beso en su hinchada punta, sin dejar de masturbarlo, para luego probar ese sabor acre que destilaba la verga del muchacho con mi lengua mientras gemía extasiado ante el tratamiento que le propinaba, diciéndome “ooohhh, qué bonito se siente, doña Mary, mmm, mmm”. Luego, abrí mi boca y engullí casi media verga, moviendo mi cabeza y mi lengua para sentir bien el contacto con ese duro cacho de carne, después me la saqué un poco para preguntarle melosa “¿te habían hecho esto alguna vez?”, creyendo de antemano que nunca había sentido una boca en su pene.
Sin embargo, me sorprendió su respuesta “no, noooo, noo, ssííí, aaahhh”, cuestionándolo de nuevo “¿es cierto lo que dices, Robertito?”, me respondió “sí, es cierto, solo que es un secreto y a nadie le he dicho eso, solo ahorita a usted”. Interesada por saber más de eso, le intenté preguntar pero solo lo escuché decirme “sssííí, ooohhh, yo también me corro, aaahhhh, un rico orgasmo” y mientras el muchacho trataba de recuperar el aliento al igual que yo, me recosté de espalda en la cama, jalando su cuerpo a mi lado y dándole un beso en la boca, como él ha visto en las películas. Entonces, lo cuestioné “¿te ha gustado cómo te pagué por tus servicios, Robertito?”, me contestó “sí, me gustó mucho, gracias novia mía porque ahora sí eres mi novia, ¿verdad?”, le respondí “sí, amorcito pero recuerda que es un secreto entre los dos y nadie se debe enterar, ¿de acuerdo?”, comentándome “sí, señora bonita, sé guardar secretos, je, je, je, je”.
Ahora, él se incorporó un poco, me tomó de las mejillas y me dio un apasionado beso, lo hizo tan bien que pensé que aprendía rápido y vi que su verga permanecía erecta, no había disminuido ni un ápice, ¡juventud, divino tesoro!. A continuación, estiré mi mano y se lo acaricié mimosa, yo también seguía caliente y me acordé que mencionó que sus padres ven películas raras, por lo que le pregunté curiosa “¿y de cuáles películas ven tus padres, amorcito?”, me contestó “ven películas para adultos pero son raras”, cuestionándolo “¿por qué raras, Betito?”. Un poco incómodo, me señaló “son películas donde un perro está encima de una mujer, cogiéndosela”, a lo que sorprendida, le pregunté “¿esas películas ven tus padres?”.
Continuó platicándome “sí y hasta mi papá le compró un perro a mi mamita, quien se encierra con él en su cuarto, no me deja jugar con el perro porque dice que es solo de ella y cuando están encerrados, al rato oigo sus gritos, es porque el perro se está cogiendo a mi mamita, como en las películas que ven”. Toda esta confesión del muchacho me estaba poniendo tremendamente caliente, ante la revelación de saber que la madre de Robertito es una pervertida zoofílica pero en vez de molestarme, me excité aún más al imaginar cómo disfruta esa mujer siendo cogida por su perro y quise sacarle más al secreto del retrasado de Betito.
Para esto, empecé a sobarle su dura verga mientras él aprovechaba para sobarme y acariciarme mis grandes tetas, poniendo mis pezones erectos por el relato y por las caricias hasta que le pregunté “¿y tú has visto a tu mami con el perro, Betito?”, me contestó “sí, una vez que se encerró con él en su cuarto, me asomé por la ventana y los vi”. Ahora, lo cuestioné “¿y cómo los viste, amorcito?”, ahora se acomodó para relatarme, agarrándome y masajeándome mis nalgas, al tiempo que lo dejaba hacer, sin dejar de masturbarle su erecto falo, escuchándolo decirme “mi mamá estaba en cuatro, el perro colocado arriba de ella y la sujetaba con sus patas, se la estaba cogiendo”. De inmediato, mi vagina se empezó a humedecer aún más de lo que ya estaba y como si no supiera, le pregunté tratando de ser ignorante “¿en cuatro?, ¿cómo es eso, mi amor?, explícamelo”.
Yo sonaba ignorante pero como bien sabes, Aurelio, ya he visto películas de zoo contigo y aunque no me va esa práctica, sí me calienta ver eso y pues una nunca sabe, ji, ji, ji, ji, riéndome divertida. Enseguida, mi marido me preguntó “¿a poco si te animarías a que te cogiera un perro, amor?”, le respondí “no, claro que no pero me excita y ya no me interrumpas que viene lo mejor a relatarte”.
Robertito quiso ser muy explícito y me indicó que me pusiera en cuatro patas, en medio de esta cama matrimonial donde me has cogido muchas veces, por todos mis agujeritos, ji, ji, ji, ji y con mi trasero expuesto ante ese retrasado de Betito, le pregunté en forma sensual “¿así estaba tu mamita, bonito?”, me respondió “sí y el perro estaba atrás de ella así”, colocándose atrás de mí el muy caliente muchacho. Continuó platicándome “y puso las patas en su cadera, agarrándola fuerte para que no se le fuera”, al tiempo que el muchacho puso sus manos en mis caderas, por lo que le pregunté, con voz ronca de lujuria “¿y qué más, amorcito?”, sabiendo lo que venía a continuación y añadió “y el perro le metió su pajarote en la concha de mi mamá, asííí” y de un solo envión, me metió todo su largo pajarote en mi conchita mojada de tanta excitación, gimiendo “ouchhh, mmmhhh, bruto, me la metiste toda, aaaahhhh”.
Luego, me tomó firmemente de mis caderas y me empezó a coger en una forma rápida, igual que cuando un perro se culea a su perra, diciéndome “así tenía el perro a mi madre, así se la estaba cogiendo rápido y fuerte, aaahhh”, asimismo me estaba cogiendo este muchacho. Simultáneamente, yo gemía “aaahhh, sigue, bonito, qué bien me estás cogiendo, Robertito, mmm, tu mamita debe disfrutar mucho hacerlo con su perro, ¿verdad?”, comentándome “sí, a ella le gustaba mucho porque decía “así, así, perrito lindo, así sígueme cogiendo, soy tu perra, méteme tu verga canina, así, dame duro, perrito lindo”, afirmándole “aaahhh, disfrutaba mi madre”.
Mi excitación subió a lo máximo ante lo que el muchacho me contaba de su mami y ante las fuertes embestidas que me seguía dando, era tanta mi calentura que me imaginé siendo cogida por un perro, imaginándome que ese retrasado era el perro que me estaba cogiendo con todo y empecé a fantasear, diciendo “aaahhhh, más, más fuerte, cógeme fuerte, soy tu perra, dale duro, mi macho, coge a tu perra, aaahhh, así, métemela hasta el fondo, así, aaahhhh”. Naturalmente, Roberto se calentó tanto que me empezó a coger en verdad rápido y furioso, afianzándose fuerte a mis caderas y dándome duro en verdad hasta que sentí su verga hincharse dentro de mí y de pronto, explotó en otra tremenda corrida, sintiendo su leche calientita inundarme por dentro.
Al mismo tiempo, él gemía “aaahhh, aaahhhh, toma mi leche, perrita, aaaahhhhhh” y con este último gemido, me corrí junto con él, exclamando “aaaahhhhh, sssííí, mi macho, aaahhhh, llena a tu perra de tu lechita, aaaahhhh assiii papitoooo damemmmeeee assiii riicooooooo assiiissssiiiiiiiiiiiii”. Después que nos recuperamos de nuestro morboso orgasmo, nos quedamos abrazados, recuperando el aliento hasta que le pregunté “¿te ha gustado, mi amorcito?”, me contestó “sí, señora, me ha gustado y mucho, gracias, Maribel”.
Luego añadí “bueno, si no dices nada a nadie de esto que hemos hecho, puede que lo volvamos a repetir”, comentándome “está bien, señora bonita, no diré nada a nadie, será nuestro secreto, ya eres mi novia y te cogí por eso, ¿verdad?”, a lo que respondí “sí, así es pero solo somos novios cuando estemos solos, ¿de acuerdo?” y afirmó “sí, sólo cuando estemos solos eres mi novia, doña Mary”. De nuevo, nos abrazamos otra vez, para luego besarnos en una forma por demás apasionada, me sorprendió que ese muchachito flacucho y retrasado haya aprendido tan pronto el arte de besar y de coger, luego nos vestimos felices para despedirlo en la puerta.
Enseguida, le pregunté a mi marido “¿qué te pareció mi aventura, mi amor?”, me contestó “estupenda, amor, mira cómo me pusiste” y me mostró su erecta, gorda y dura verga y sin pedírmelo, me colocó en cuatro patas en la cama y me la metió sin contemplaciones en mi encharcada vagina, para tomarme de mis caderas y empezar a cogerme de forma frenética, dándome profundas y fuertes arremetidas, diciéndome “toma, perrita, toma verga, puta, eres ahora una perra caliente, estás en celo y te voy a llenar tu coño de mi leche, tomaaaa, aaaahhhhhasiiss siii papito asiii damellaaaaa”. Luego de unas cuantas ensartadas, se corrió pero fueron cargadas de pasión y de desenfreno, por lo que yo también me corrí junto con él, luego cayó desfallecido encima de mí y nos abrazamos, acomodándonos en medio de la cama.
Pasados unos instantes, me señaló “oye, mi amor, creo que ese muchacho no es tan retrasado como parece, creo que solo se estaba haciendo pendejo haciéndonos creer que es tonto para cogerte”, a lo que comenté “sí, mi amor, yo también lo creo pero me hizo disfrutar mucho con la cogida que me dio, voy a seguirlo tratando como retrasado para que me siga dando placer, ¿estás de acuerdo, mi amor cornudo?, ji, ji, ji, ji, ji, ji”. Al momento, me indicó “está bien, mi amor, sigue disfrutando del muchacho mientras se pueda pero me lo cuentas todo, ¿de acuerdo?”, contestándole “claro que sí, mi amor” y abrazados, cansados pero satisfechos, nos quedamos dormidos.
De nueva cuenta, mi esposa Maribel sigue dando placer a propios y más a extraños, en el siguiente relato les platicaré cómo dio y recibió placer de alguien aún más extraño…
Penélope.
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