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Bisexual, Infidelidad, Intercambios / Trios

Tres por tres, más uno

Mi marido y su amigo Pedro, me siguieron dando servicio juntos toda la semana, pues Dalita, la esposa de Pedro seguía en un poblado cercano cuidando a su tía enferma y a mí me tocaba deslechar también a su esposo..
Como Dalita, mi amante mujer, seguía cuidando a su tía enferma, yo atendía a su marido y al mío simultáneamente, además de darle el servicio reglamentario a mis otros dos amantes. La primera semana fue de puros tríos, excepción hecha de cuando “salí a misa” el domingo, y el martes en la mañana que Amador me tuvo para él solita. Fueron tríos diariamente en la noche, más el del lunes en la mañana, un MHM con Bernabé y su exesposa Teya. El segundo domingo, después que atendí a Pedro y mi marido en su despertar, aceptando su mañanero (los dos juntos por la panocha), los dejé tirados en la cama y sólo me enfundé en mi vestido, sin calzones ni chichero, para irme “a misa”. A media cuadra de la iglesia estaba el auto de Amador y me subí de inmediato.

En cuanto entramos a la casa, Amador se comenzó a encuerar, dejando tirada la ropa en el camino. La camisa junto a la puerta de entrada hasta la recámara, donde quedó su trusa. Ahí, simplemente me quité el vestido, lo único que traía.

Como si estuviéramos jugando futbol americano, abrazado de mis piernas, me tumbó en la cama; me las abrió y se puso a degustar con mucho fervor la leche que me dieron en la noche y en el mañanero. ¡Yo me sentía en la Gloria con tantas lamidas, mamada y sorbidas de panocha! Amador se atragantaba de los flujos que me escurrían por su trabajo lingual y que arrastraban el esperma del canal vaginal. Me vine no sé cuantas veces, jalándole los cabellos para moverle la cabeza y que me tocara lengua por todas partes. Ya calmados, Amador me recorrió la parte interior de las piernas limpiándome los escurrimientos de semen y flujo que tenía con el traqueteo nocturnal.

Al terminar, ambos teníamos mucha sed y fue por un par de bebidas en lata, preparadas con ron. La tomamos, repartiendo cada trago en besos y caricias. Se me ocurrió tomarnos una selfie y enviársela a Dalita con el texto “Estoy en misa. Nuestros angelitos descansan después de la ordeña que ya adivinas quién la tomó. Al rato les iré a hacer su desayuno y bañarlos”. A los pocos minutos recibí la respuesta. “¡Te envidio, mi putita amada!”.

Apenas nos acabamos las bebidas, Amador se montó en mí y se vació; le limpié la verga a mamadas; nos vestimos; me dejó en la tienda, donde compré unas bebidas similares a las que tomamos. Al llegar a casa hice el desayuno y encuerada fui a despertarlos para que desayunáramos. Chorizo con huevo, frijoles refritos y sus botes de bebida. La mía ya estaba abierta, para justificar el aliento alcohólico en los besos con los que los fui a levantar. Desayunamos, descansamos un poco viendo la tele y luego los metí a bañar. Allí los obligué a que me culearan bajo el agua, el jabón fue lo que sirvió para deslizar suavemente las vergas. No hubo problema por los pocos excrementos que me salían con el mete y saca de esas vergas.

El día siguió como de costumbre: coger y comer. También dormimos un buen rato pues los machos se desvelaban atendiéndome. El lunes, les pedí el mañanero en la panocha, primero Pedro y luego mi marido que se resbaló divino. Después de desayunar, en cuanto se fueron a trabajar, yo me vestí y tomé un taxi para ir al estudio de Bernabé.

“¡Sorpresa!”, me dijo Amador al abrirme la puerta. “¡Otra vez HMH!”, pensé pues me quedó claro que estos machos lo planearon así. Me dejé cargar para que me llevaran a la cama donde me desnudaron y ellos hicieron lo mismo. Ya encuerada, sólo me dejé hacer lo que quisieron de mí, ¡lo disfruté muchísimo! Cuando querían eyacular por segunda vez, les pedí que cada quien eligiera por donde, pero que procuraran fuera simultáneo, y por unos segundos no ocurrió así. Bernabé me llenó la boca y Amador la vagina. En cuanto me tragué la leche, les di un beso: primero a Amador, luego a Bernabé. Les dije “Quiero ver un 69 entre ustedes” y los empujé para que se acomodaran. ¡Se veían tan lindos mamando verga! Me chorreé con las caricias que me hice en la panocha mirando la escena. Ambos se jalaban los huevos con suavidad y recorrían todo el palo con la lengua. Lo disfrutaban tanto que me sentí ignorada, pero muy caliente y me seguí dando dedo, o dedos… Tomé una foto y la mandé a mi amante mujer, con quienes ya he compartido a estos machos en MHM, El texto fue “Ahora me tocó el trío HMH con éstos”, y me quedé dormida. Me despertó el mensaje de regreso. “Todos los hombres son muy putos, les gusta el biberón con leche, como a nosotras”

Al despertarme, me sentía débil, pero me arrastraron a la ducha y los cabrones me cogieron juntos por la cola. Me dolió al principio, pero después lo gocé. Nunca había tenido dos vergas por el culo. No sé si fue por desquitarse de que los puse a chupar verga o porque también lo habían previsto. Al terminar de bañarme, me secaron y me vistieron entre puros cariños y besos. Amador me dejó en el mercado y al despedirse (sin beso, claro, si no, qué diría la gente…) me advirtió “Mañana te repasaremos igual, mamita”.

En cuanto llegué, hice la comida y me fui a dormir, hasta que llegaron Pedro y mi esposo. Al terminar, lavaron los trastos y nos fuimos al cine, donde, a ratos, los caché dormidos. Sí, los he usado mucho, a la menor provocación, les paro la verga con cariños y mamadas. En la noche, me hicieron un sándwich con videollamada a mi novia Dalita, la esposa de Pedro. “La puta de Mar lo goza por todas partes!, decía Dalita dándose dedo hasta venirse. Cortó la llamada y ellos, antes de salirse de mí, se quedaron jetones. En la mañana del martes, amanecieron con la verga parada y entraron en la vagina uno a uno, ahora Pedro pidió al último y, es normal, les fascina resbalarse en la leche que dejó el otro. Mientras se bañaban juntos ¿para no tardarse?, yo preparé el desayuno. Cuando terminamos los alimentos ellos se fueron en la camioneta a recoger a los otros elementos de la cuadrilla. A los cinco minutos, salí yo y caminé una cuadra donde me esperaban en el carro de Amador, éste y Bernabé.

Fuimos a la casa de Bernabé y me abandoné nuevamente, como el día anterior, a lo que ellos quisieran hacer con mi cuerpo. “Te vamos a llenar la boca juntos, dijeron, pero con mucho trabajo sólo entraron sus glandes. Yo les acariciaba los huevos y ellos se jalaban el pellejo del tronco. ¡Dios mío, era una chaqueta cruzada! Eso los calentó tanto que sí, me entraron dos chorros de leche en la garganta y con los otros dos me llenaron la boca. Con la boca de cada uno en mis comisuras, lamieron el semen que me escurría y luego vinieron los besos. No supe si ellos se besaron o no, pero a mí me tocaron dos lenguas jugando con la mía, ¡qué putos! Dormimos empiernados un buen rato, yo sentía el aliento de ellos en mis orejas y el calor de mi vagina me exigía que pronto me usaran por allí, pero yo era la más cansada y no intenté pedirlo. Sin embargo, cuando Amador me penetró lo sentí amoroso y caliente, lo cual agradecí… Una vez que me bañó el interior, se salió y entró Bernabé diciéndome guarradas en el oído y yo sonreía diciéndole “puto”. Volvimos a dormir. Al despertar nos fuimos a dar un regaderazo y bajo el agua les pedí que me encularan “como ayer, juntos”. Seguramente tomaron viagra, porque los rifles estaban durísimos. Me dolió menos que el día anterior, y lo gocé más. Cuando salimos, les pedí que posaran acercando sus vergas una a la otra y tomé un video breve para enviárselo a Dalita. “Otro trío como ayer”.   La respuesta fue “Eres muy puta, mi amor”.

Amador me dejó en el mercado, compré lo que debía, pero al ver a Dagoberto, el ayudante del puestero, intercambiamos sonrisas, “¿Quiere que le ayude, seño?”, me dijo solícito. “Hoy no, bebé, gracias. Además, llevo poco”, contesté. “Pero se ve cansada”, insistió. “Precisamente por eso, hoy no”, conteste con una sonrisa y él lo entendió.

A la noche, otra vez el show para Dalita en la videollamada. Me dejé hacer lo que me pidieron mis machos. Yo en cuatro y Pedro me enculó mientras le mamaba el pene a mi marido. Todos nos venimos rico y, al terminar, le mostré a Dalita mi boca abierta con la lefa de mi marido e inmediatamente besé a su esposo. “¡Putos!” Dijo Dalita al venirse y suspendió la llamada. Nos acostamos y cada uno se prendió de una teta para dormir. El miércoles, otro pariente de la tía de Dalita, la reemplazo y llegó a la casa cuando nuestros esposos se habían ido. Nos bañamos  dándonos gusto con nuestros cuerpos.

–Extrañé a los tres, mi amor –declaró Dalita enjabonándome las nalgas– ¿Te usaron rico nuestros maridos y tus machos?

–¡Riquísimo, mi amor!, además, ayer y antier, mis machos me encularon juntos –confesé.

–¡Qué abusivos! ¿Te dolió? –preguntó pasándome la esponja por el ano.

–Efectivamente, yo no me lo esperaba, pero ya lo habían acordado entre ellos –“¡Cabrones y aprovechados!” interrumpió Dalita poniendo el semblante duro–. El lunes, al principio me dolió, pero luego estuvo delicioso, tan rico, que ayer yo lo pedí…

–Bueno, si es rico, ya tengo dos para probarlo esta noche… –dijo y me quedé pensando en que quizá le dolería, pero yo le aminoraría el dolor inicial mamándole las chichotas que tanto me gustan.

Al salir del baño, nos secamos mutuamente y nos dimos lengua en un riquísimo 69. “¡Cómo te extrañé, mi nenita puta! Le decía y ella sacaba más flujo. “Yo también, mi amorcito, y a las vergotas que te metiste cada noche”, me contestaba, pero seguíamos en los mimos linguales soltando jugos al por mayor. Cuando terminamos, ambas nos dimos un beso para compartir nuestras excreciones. Nuestros labios y clítoris estaban hinchados de tanto que nos chupamos. Ello era más notorio en Dalita pues se depila.

Nos vestimos con falda rabona y sin sostén para ir al mercado. Decidimos comprar barbacoa, consomé y cecina. Desde lejos le mostré a Dagoberto, el jovencito que me tiré.

–¡No presumas de pinche asaltacunas! Ese rorro tiene más de 20 años, ya tiene pelos por todas partes –dijo.

–Pues él me dijo que apenas iba a cumplir los 18, aunque su verga era del tamaño de la de mi marido y tan gruesa como la del tuyo –le dije y tuve que darle un codazo para que dejara de verlo.

Como de costumbre, cuando vamos vestidas de putitas, nos llueven los piropos y algunos nos invitan “a ver cómo está la luna”. “¿Cuál Luna? ¡Ahora no hay luna!”, le dijo Dalita a un tipo. “Pos cuál ha de ser, nena, la del espejo en el hotel”, le contestó el tipo y yo me reí. “¿Tú sí te animas, mi reina?”, me dijo, “¿Creen que no me alcanza la lana?”, “¡Vete a coger a tu abuela, no somos putas!”, le gritó Dalita y todos voltearon a vernos y algunos se carcajearon.

Cuando regresábamos a casa, le hice notar a Dalita cómo habíamos decidido vestirnos, por eso la confusión del sujeto. Aunque, pensándolo bien, sí somos muy putas…

–¿Con qué prefieren empezar: con ubre o con la comida? –pregunté, pero fue ocioso: se llevaron a Dalita a la recámara.

Ganó la ubre, luego siguió lo demás, incluido el sándwich. Lo bueno fue que yo me la había fornicado antes.

–Nuestras viejas ya estaban esperándonos, no traían brasier ni calzones –dijo uno de ellos después de quitarle la blusa y la falda a mi novia.

Lo que trajimos para la comida fue para la cena. A la que se comieron los calenturientos fue a Dalita. Yo me senté cómodamente a verlos y grabé video con una mano y me pajeaba con la otra. Les mandé el video a mis amantes “Para que me acompañen con mis pajas. Me dejaron de mirona”. Más tarde recibí dos videos de sus masturbaciones: “Para las chiches de tu novia”, decía el de Bernabé; “Ya llevo tres deslechadas como ésta”. Más tarde, todos seguimos encuerados y, cuando calentábamos la cena, le enseñé los tres videos a Dalita.

–¡Qué cabrona eres! –me espetó.

–¿Qué te hizo mi hermosa nalgona, chichoncita? –preguntó mi marido.

–“Nos hizo”, la puta grabó un buen de la bienvenida que me dieron –me acusó, pero nada dijo de los otros dos videos que recibí.

–Pásalo Mar –exigieron, y yo se los mandé a los tres, para su uso posterior…

–¡Hey, pásamelo completo! –reclamó Dalita.

Obviamente pidiendo los de las ordeñas de mis amantes. “El mío sí se ve bien”, dijo mi marido.  “También yo lo puedo ver, es de 4 minutos y 12 segundos. ¿Falta algo?”. Preguntó Pedro. “No, a ustedes sí les llegó completo”, contesté.

Después de la cena, reposamos en las piernas de nuestros respectivos maridos. Hoy se nos ha ocurrido hacer algo que no hemos hecho antes. Lo primero es tomar el café exprés con leche, es decir, tomar café cortado.

–¡Ah, el café tendrá leche! –dijo el sabiondo de Pedro.

–Sí, pero en esta taza pondrán la ordeña que le saquen al sancho –dijo Mar dándole una taza a cada uno–. Ustedes van a ordeñar al otro, pero, mientras se calienta la cafetera, les vamos a dar una ayudadita: nos van a coger sin venirse, Ramón a Dalita y Pedro a mí. Es sólo para que se pongan “al tiro”. Luego se hacen una chaqueta cruzada poniendo la ordeña en la taza.

Tal cual, nos pusimos en cuatro patas y cada quién se parchó a la que no era su esposa. Cuando estaban con el pito reluciente, se quitaron las mujeres y entraron en acción las manos los maridos. Se veían hermosos jalándosela uno al otro, hasta que, casi al mismo tiempo, soltaron la leche en la taza. Cada mujer tomó la taza con la ordeña que su maride le hizo al amigo y se fueron a vaciarle el café.

Cada una regresó con el marido y cada pareja tomó el café con la leche que había ordeñado. ¡Calentona que nos pusimos! Cada matrimonio compartió los sorbitos de café con la leche del corneador.

–¿Verdad que esta leche le da buen sabor a nuestro café? –le pregunté a mi marido.

–Sí, mi esposa puta… –contestó Ramón sonriendo.

–Estuvo muy rico el café –dijo Pedro–. ¿A quién se le ocurrió?

–Me lo contó Gloria, una amiga mía, como algo que hizo con su esposo y otro matrimonio, los cuales se llevan así como nosotros –expliqué–. Desde que me lo contó, en abril, quise hacerlo.

–¿Y cuál es la otra cosa que quieren hacer con nosotros? –preguntó Pedro.

–La otra será en el baño. Vamos a la ducha, quiero ver si aguanto dos vergas por el culo –dijo Dalita.

–¿Tú también quieres dos? –me preguntó Ramón.

–Sí, mi amor y no me rajaré aunque me duela. Si ven que protestamos, no nos suelten, ¡métanla más adentro! –expresé, dando a entender que no sabía lo que era eso.

–Primero a Mar –dijo Dalita cuando ya estábamos en la regadera–. Ponle jabón en la raja del culo.

–¡Ja, ja, ja! Si fuiste tú quien lo propuso, mi amor –expresó Pedro.

–Sí, pero quiero ver si no hace muchos gestos de dolor –se justificó Dalita.

–Primero me la mete Pedro, para sentir su rica salchichota como otras veces, y ya que pueda entrar y salir, entra la de Ramón –sugerí.

Todo se dio tal como lo preví, no me dolió tanto cuando entró la segunda y me vine sabroso con el chaca. Chaca doble. Luego le tocó a mi amanta, quien estaba muy nerviosa. “La primera es la que usas diario, mi mor, no duele”, le dije. Pero cuando le trataron de meter las dos juntas, empezó a hacer gestos. “Encájensela despacio, para que no le duela tanto”, les pedí. Al rato, Dalita lo estaba disfrutando al máximo, lo mismo que los machos. Yo me refocilaba con las chichotas de Dalita, que jadeaba muy musicalmente.

Al terminar de bañarnos nos fuimos a dormir a la cama. Dalita entre los dos machos, pues querían dormir mamando teta como bebés. Al día siguiente, despertamos tarde, a nadie se le ocurrió poner la alarma del reloj. No hubo mañanero ni biberón. Se vistieron y se fueron, dejándonos acostadas. Nos abrazamos y dormimos con las bocas pegadas.

Despertamos, jugamos con los consoladores, nos besamos, nos abrazamos, nos chupamos y, como a las doce nos levantamos a desayunar. Echamos ropa a la lavadora, nos acostamos encueraditas para asolearnos un poco, hicimos la comida y esperamos la llegada de los maridos, como las mujercitas puras castas y abnegadas que somos…

A la noche, cada pareja durmió y cogió en su casa.

61 Lecturas/14 agosto, 2025/0 Comentarios/por Mar1803
Etiquetas: amiga, baño, culo, hotel, mamada, mayor, semen, vagina
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