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Infidelidad, Sexo con Madur@s, Zoofilia Mujer

Un apagón lleno de lujuria

sexo, lujuria cuando en plena lluvia se va la luz.
Me llamo Mauricio, la historia que voy a contar ocurrió algunos años atrás, familia se conformaba de mi mamá, Andrea y mi papá, Ricardo, y mi hermano mayor, Jorge.

Mi mamá siempre se había dedicado al cuidado del hogar. Era una mujer de 39 años de complexión media, con una piel clara y suave que resaltaba su belleza natural. Su cabello castaño ondulado le llegaba hasta la mitad de su espalda, y sus ojos son de un tono café oscuro.

Mide aproximadamente 1.65 metros. Su mayor atributo eran sus pechos exuberantes, firmes y perfectamente formados, que llamaban la atención de cualquiera que la mirara. Eran grandes y redondos,sus caderas son proporcionadas y curvadas, se movían con una gracia natural que era difícil de ignorar. Su trasero, redondo y voluptuoso, completaba una figura que era el sueño de cualquier hombre.

Su cintura estrecha y definida resaltaba aún más sus curvas, creando un contraste que era simplemente irresistible. A menudo, cuando se inclinaba o se agachaba, sus pechos se balanceaban de una manera que era imposible no notar, y su trasero se movía con una gracia que hacía que todos los ojos se volvieran hacia ella.

Mi madre se cuidaba mucho gracias a los hábitos que adquirió en su ex trabajo como edecán, y se notaba en cada detalle de su apariencia. Su estilo era atractivo pero casual, con una predilección por vestidos y blusas que realzaban sus atributos.

Mi papá trabajaba como soldador en plataformas petroleras, por lo cual desconocía mucho de lo que sucedía en casa cuando él no estaba. Tras completar su turno, los trabajadores son transportados de vuelta a casa y tienen un periodo de descanso equivalente o similar al tiempo trabajado, por ejemplo, 2 semanas de trabajo seguidas de 2 semanas de descanso, o 4 semanas de trabajo por 4 semanas de descanso.

En resumen, cuando mi papá estaba en casa, todos se comportaban bien; éramos una familia ejemplar. Pero cuando él se iba a trabajar, mi hermano volvía a ser el irresponsable de siempre, haragán y que se metía en problemas. Mi hermano es mayor que yo por dos años. De hecho, él fue el motivo por el cual mis padres se casaron, ya que mi madre quedó embarazada de él a los 19 años.

Por otra parte, estaba mi mamá. Se encargaba de cuidarnos a nosotros y de la casa. Debo decir que era una buena madre, pero como esposa no lo era. Tanto mi hermano como yo nos habíamos dado cuenta de que tenía sus amoríos, aunque ella trataba de ser discreta, nunca pudo ocultar del todo sus infidelidades. Salía a fiestas o reuniones con amigas por la noche, solo lo hacía si mi papá no estaba en casa. Llegaba a altas horas de la noche muy borracha, e incluso llegaba hasta el día siguiente. Más de una vez la vimos llegar a casa acompañada por desconocidos que la dejaban afuera de la casa y se marchaban, no sin antes besarla o manosearla.

Además, más de una vez la pillamos hablando con sus amantes por teléfono.
—Hola, amor. Sí, ya sabes que te veré el viernes —decía ella por teléfono.
—Sí, estuve saliendo con tu amigo, pero me gustas más tú —la escuchamos decir en otra llamada.
—Puedo estar con los dos, mi amor. Tú solo dime a qué hora y estoy ahí —respondió ella en otra llamada distinta.
—Claro que me acuerdo de ti, y de lo que hicimos en el baño de aquel bar —decía mi mamá mientras hablaba por teléfono.

Ni mi hermano ni yo nos atrevimos a contarle a papá lo que hacía mi mamá, al menos yo no lo hacía porque no quería meter en problemas a mamá. Un día, cuando papá no estaba en casa, mi hermano llegó con uno de sus amigos, Hugo, que era igual de irresponsable que mi hermano, y me atrevo a decir que era peor que mi hermano. Llegó acompañado de un perro Gran Danés, gris con blanco.
—Hey, mamá, mi amigo Hugo se quedará unos días con nosotros —dijo mi hermano.
—¿Con permiso de quién? —dijo mi mamá, algo molesta.
—Tranquila, mamá, ni cuenta te darás de que está aquí —respondió mi hermano.
—Lo corrió su papá de su casa. No puedo darle la espalda; es mi amigo —añadió mi hermano.

Luego de casi una hora hablando mi mamá y mi hermano, mi mamá accedió con la condición de que, cuando llegara mi papá, él debía irse.

El perro de Hugo se llamaba Duque. Mi mamá no lo quería dentro de casa, así que se quedó en el jardín. La primera noche, hizo un destrozo con las flores y plantas de mi mamá, lo cual provocó que mi mamá le llamara la atención a mi hermano.
—Jorge, tú vas a pagar todo lo que ese perro destruyó. ¿Escuchaste? —dijo mi mamá, con un tono firme.
—Sí, sí, mamá. Yo lo pago —respondió mi hermano, sin darle importancia.

Y no solo Duque dio problemas; Hugo también se volvió uno. Fumaba dentro de la casa, incluso se puso a tomar con mi hermano y quemaron un sillón con el cigarro. parecía que la paciencia de mi mamá llegaba a sus límites.

Por la noche, mi mamá se preparaba para salir con sus amigas. Llevaba un vestido corto ajustado con un escote muy pronunciado. Mi hermano se había quedado dormido borracho. En eso, mi mamá tomó su bolso. Hugo estaba hurgando en el refrigerador. Cuando miró a mi mamá, se quedó boquiabierto.
—Señora, se ve muy guapa —dijo Hugo con un tono de ebriedad en su voz.
—Gracias, Hugo —respondió mi mamá, sin dar importancia.
—Si vas a prepararte algo de comer, limpia cuando termines —dijo mi mamá mientras se dirigía a la puerta.

Hugo no apartaba la mirada de ella, mirando fijamente su culo, que se movía con cada paso.

Al dia siguiente vi desde la ventana de mi habitación cuando llegó mi mamá arriba de un carro, y antes de bajar, comenzó a hacer sexo oral al sujeto que venía con ella. Se inclinó sobre el regazo del tipo, y comenzó a mover su cabeza arriba y abajo con un ritmo constante, mientras el sujeto colocaba su mano sobre la cabeza de ella, guiándola con firmeza. 

El sujeto, con una expresión de éxtasis, echó la cabeza hacia atrás, mientras mi mamá continuaba su labor con dedicación. Finalmente, el tipo se corrió en su boca, y mi mamá, sin dejar de mover su cabeza, al parecer tragó cada gota con sus ojos cerrados en concentración, mi mamá, poco después, se incorporó, limpiándose los labios con su mano, con una sonrisa de satisfacción en su rostro para poco después bajar del carro y entrar a casa.

Mi mamá se dirigió a su habitación para dormir y recuperarse de su desvelada. Se despertó ya tarde, casi como a las 4 de la tarde. Se metió a dar un baño. Mi hermano había salido a ver a su novia y yo me encerré en mi habitación todo el día, así que solo estábamos Hugo, mi mamá y yo en casa. Cuando mi mamá salió del baño, llevaba solo una toalla cubriendo su cuerpo. Al verla, Hugo se acercó a ella. me acerque hasta que podía escuchar y ver mejor.
—Señora, iré directo al grano. El tipo con el que llegó en la mañana es su amante, ¿verdad? —preguntó Hugo.
—Eso no te importa —respondió mi mamá.
—Tiene razón, eso no me importa —dijo Hugo.
—Pero a su esposo sí le va a importar que su mujer le chupe el pene a otro hombre —añadió.

Mi mamá le dio una bofetada a Hugo.
—Quiero que te largues de mi casa —dijo mi mamá, molesta.

En eso, Hugo sacó su móvil y se lo enseñó a mi mamá. Mi mamá lo miró y dijo:
—Borra eso de inmediato, Hugo —ordenó.

Hugo solo guardó su móvil en su bolsillo nuevamente.
—Simplemente le diré una propuesta espontánea —dijo Hugo.
—Dependiendo de sus acciones, decidiré si lo borro —añadió.

Mi mamá se quedó callada. Hugo se colocó detrás de ella y la abrazó, pasando sus brazos por los costados. Mi mamá no hizo nada; solo se dejó abrazar.
—¿Dónde están Jorge y Mauricio? —preguntó mi mamá.
—Jorge fue con su novia y a Mau no lo he visto en todo el día. Creo que lo vi salir —respondió Hugo.

Mi mamá se apartó de Hugo, fue a nuestras habitaciones, la de mi hermano y la mía, luego regresó.
—Es cierto, no están —dijo mi mamá, aún con la toalla cubriendo su cuerpo.
—¿Me prometes que lo borrarás, verdad? —preguntó mi mamá.
—Ya le dije, señora, y cumpliré mi palabra —dijo Hugo.
—De acuerdo, pero usamos condón y están prohibidos los besos —dijo mi mamá.

Hugo, impaciente, se acercó a ella nuevamente por detrás y le retiró la toalla, dejando expuesto su cuerpo desnudo.

Hugo se arrodilló frente a mi mamá, mirando directamente a su entrepierna, observando la vagina depilada de mi mamá.
—Señora, abra más las piernas —ordenó Hugo.

Mi mamá las abrió más.
—Qué linda vista —dijo Hugo mientras comenzaba a acariciar las piernas de mi mamá, que se encontraba de pie frente a él.
—Qué hermosas piernas —decía mientras sus manos subían, posándose en el trasero de ella.
—Y qué rico trasero —añadió Hugo.

Mi mamá se inclinó hacia adelante contra la pared mientras Hugo se puso detrás de ella, aún arrodillado. Acercó su cara al trasero de mi mamá. Con ambas manos, abrió sus nalgas.
—Este culo es realmente maravilloso. Con estas nalgas regordetas que excitan mucho —dijo Hugo.

Y sin perder el tiempo, metió su cara entre las nalgas de mi mamá y comenzó a lamer su vagina. Mi mamá se apoyaba en la pared mientras sus gemidos se escapaban de su boca.

—Espera un momento, no me lamas el culo —dijo mi mamá entre gemidos.

Hugo se levantó.
—Tengo que disfrutar de tu cuerpo todo lo que pueda —dijo mientras comenzaba a manosear los pechos de mi mamá.
—Se le están poniendo duros los pezones, señora —dijo Hugo.
—Estoy tan celoso de su esposo. Él puede tener estos pechos tan grandes para él solo —añadió Hugo, sin dejar de presionar los pezones de mi mamá.

Hugo comenzó a chupar uno de los senos de mi mamá mientras seguía presionando el otro. Mi mamá jadeaba y gemía.
—Es la primera vez que disfruto de unos pechos tan grandes —dijo Hugo, apartándose de ella.
—Me gustaría que me muestre cómo se siente una mamada de usted —dijo Hugo, arrodillando a mi mamá en el pasillo.

Ella se quedó mirando el pene de Hugo.
—Vamos, no dude —dijo Hugo, impaciente.

Mi mamá acercó su boca y comenzó a lamer el pene de Hugo.
—Tiene una gran habilidad con la lengua —dijo Hugo.

Mi mamá comenzó solo succionando el glande de Hugo, pero poco a poco se fue metiendo más su pene en la boca, moviendo con habilidad su cabeza.
—Como esperaba de usted, señora. Es muy buena haciendo mamadas —decía Hugo.

Mi mamá cerró los ojos sin detener su ritmo.
—Siento que mi pene va a estallar —dijo Hugo.

Hugo sacó su pene de la boca de mi mamá de un golpe, se arrodilló igual en el pasillo y tumbó a mi mamá boca arriba con las piernas abiertas.
—Espera, no te atrevas a penetrarme sin condón —dijo mi mamá.
—No creo que pueda soportarlo más. Te lo meteré así —dijo Hugo.

Y sin darle tiempo a decir algo más, Hugo la penetró. La tomó de las piernas y la jaló hacia él. Mi mamá soltó un gemido.
—Hayy —exclamó.

Hugo comenzó a meter y sacar, penetrando a mi mamá con las piernas levantadas.
—Esto se siente genial, señora. La calidez de su vagina se adhiere a mi pene —dijo Hugo, sin detenerse.

Hugo se encimó sobre ella y comenzó a besarla en la boca. Mi mamá no se opuso; le correspondió los besos, uniéndose apasionadamente.
—Sigue, sigue —comenzó a decir mi mamá entre gemidos, mientras abrazaba a Hugo con sus manos y con sus piernas.

Hugo aceleró sus movimientos.
—Me vengo, me vengo. Va a salir, señora —gritó Hugo.
—Te dejaré correrte dentro. Hazlo —dijo mi mamá.

Ambos gimieron, y Hugo comenzó a depositar su semen dentro de ella. Luego, se apartó de mi mamá, dejando ver cómo fluía el semen de su vagina. Ella se levantó junto con él.
—Eso fue placentero —dijo mi mamá mientras lo abrazaba por los hombros y comenzó a besarlo.

Ambos se metieron al baño. No pude ver qué sucedía ya que habían cerrado la puerta. Solo escuché cómo el agua de la regadera comenzó a caer. Más tarde, ambos salieron. Hugo se dirigió a la habitación de mi hermano y mi mamá a la suya.

Mi hermano llegó a media noche. Solo entró y se fue a dormir. Después de eso, todos nos fuimos a dormir.

Los días siguientes, mi mamá cambió su forma de ser con Hugo. Lo dejaba hacer lo que quisiera. Ya no había regaños para mi hermano. Incluso él se dio cuenta.
—Ya ves, mamá. Sabía que te terminarías llevando bien con mi amigo —dijo mi hermano.

Pero por las noches, Hugo se iba a meter a la habitación de mis padres. Hugo continuaba follando a mi mamá. Solo podía escuchar sus gemidos y sus comentarios lascivos.
—Este coño se siente también —decía Hugo.
—Aunque he tenido experiencia con otros hombres, además de mi marido, contigo es diferente. Tengo un sexo tan intenso —decía mi mamá.
—Me estás penetrando tan profundamente —decía mi mamá.
—Podría venirme dentro de ti una y otra vez —escuchaba decir a Hugo.

Así transcurre el resto de la semana. El viernes, mi hermano y Hugo se quedaron a tomar en casa, como ya era costumbre. Mi mamá había salido con uno de sus amantes, como era lo habitual. Llevaba un vestido cortito que apenas le cubría las nalgas y muy escotado, pero esa vez con la espalda descubierta.

Esa noche se fue la luz porque comenzó a llover muy fuerte. Bajé con mi hermano y con su amigo. Debo admitir que soy algo cobarde. Cuando bajé, Hugo había metido dentro de casa a Duque, el cual brincaba como loco sobre los sillones. La lluvia no parecía detenerse y la luz no regresaba.

Mi hermano me ofreció de su bebida. Terminé accediendo y tomé con ellos. No al mismo nivel, pero como no tomo mucho, enseguida sentí los efectos del alcohol. Nos dieron las 4 de la mañana cuando seguía lloviendo, pero ya no tan fuerte. Seguíamos a oscuras, solo con unas linternas que había encontrado mi hermano se había quedado dormido todo ebrio.

En eso, Hugo y yo escuchamos cómo abrieron la puerta. Era mi mamá. La traía un tipo, apoyada en los hombros. Ambos estaban muy borrachos, empapados. El tipo nos decía algo, pero ni le entendíamos; estaba muy borracho. Afortunadamente, entendí que preguntaba por el baño. Se lo señalé, y se fue a gatas hacia el baño. Cuando escuchamos, el tipo comenzó a vomitar en el inodoro.

Mi mamá apenas y se sostenía sola. Tenía las rodillas raspadas, señal de que más de una vez se había caído. Me acerqué para ayudarla, pero se fue de rodillas al suelo. Se reía como si fuera algo gracioso. Conseguí subirla al sillón y subí por toallas para que se secaran ambos. Pasé a dejarle una toalla al tipo del baño, pero cuando entré, el tipo estaba sentado en el suelo del baño, todo dormido, roncando. Lo único que pude hacer por él fue ponerle la toalla encima. Luego, me dirigí con Hugo y mi mamá.

Cuando entré a la sala con la linterna en mano, me llevé la sorpresa, al alumbrar, Hugo estaba de pie frente a ella y mi mamá ya le estaba chupando el pene. A Hugo le dio igual verme entrar, y mi mamá ni se percató de que estaba viéndolos, por lo borracha que estaba.
—Déjame, aunque sea, secarla —le dije a Hugo.
—Se puede enfermar. Está toda empapada —añadí.

Hugo asintió.
—Está bien —respondió.

Le sacó el pene de la boca y, entre los dos, le sacamos por los hombros su mini vestido, dejándola solo en ropa interior: una lencería rosa. Le quité el sujetador y la cubrí con la toalla. Con otra toalla, Hugo le secó el cabello. Ella, impaciente, se volvió a meter el pene de Hugo en la boca.
—Si te la vas a follar, mejor vamos a subirla a su habitación —le dije a Hugo, siendo consciente de que hacía mucho frío en la sala.

Pero mi mamá seguía obstinada, chupando el pene de Hugo. Con movimientos rítmicos y apasionados, su cabeza subía y bajaba, sus labios estirados al máximo mientras sus manos agarraban firmemente la base del pene de Hugo. Los sonidos húmedos y las succiones llenaban la habitación, mezclándose con los gemidos de placer de Hugo.
—Mmm, así, sigue así —jadeaba Hugo, con los ojos cerrados y la cabeza echada hacia atrás.

Mi mamá, completamente absorta en su tarea, no prestaba atención a nada más. Su lengua recorría cada centímetro del pene de Hugo, deteniéndose en el glande para dar vueltas alrededor, provocando escalofríos de placer en Hugo.
—Me encanta cómo me chupas, puta —susurró Hugo, pasando sus manos por el cabello de mi mamá, guiándola con firmeza.

Ella, sin dejar de mover su cabeza, emitía pequeños gemidos de satisfacción, disfrutando del poder que tenía sobre Hugo en ese momento. La toalla que la cubría se había caído, dejando su cuerpo casi completamente expuesto, resaltando sus curvas bajo la lencería rosa.

Hugo, incapaz de contenerse, comenzó a mover sus caderas al ritmo de los movimientos de mi mamá, penetrando más profundamente su boca con cada embestida.
—Voy a correrme, voy a correrme —gritó Hugo, justo antes de explotar en la boca de mi mamá, quien tragó cada gota, sin dejar escapar una sola.

Mi mamá quedó sentada en el sillón, saboreando el semen de Hugo, parándose solo para tragar. Se veía insatisfecha, incluso se comenzó a tocar los senos, metió su mano bajo su tanga y comenzó a masturbarse. Levantó la pierna y, con dificultades, se sacó la tanga, quedando con las piernas abiertas mientras se metía sus dedos dentro de su sexo.

Los movimientos de sus dedos eran rápidos y decididos, entrando y saliendo de su vagina con un ritmo constante. Su respiración se volvió más pesada, y sus gemidos llenaron la habitación. Con la otra mano, acariciaba sus pechos, pellizcando sus pezones erectos, aumentando su propio placer.
—Mmm, sí, así —gemía, con los ojos cerrados y la cabeza echada hacia atrás, completamente perdida en su propio éxtasis.

Hugo, aún recuperándose de su propio orgasmo, observaba la escena con una mezcla de asombro y deseo renovado.
—Qué puta tan deliciosa —murmuró, comenzando a acariciar su pene de nuevo, endureciéndose con cada gemido de mi mamá.

Mi mamá, ajena a todo lo demás, continuó masturbándose con fervor, sus dedos moviéndose más rápido, su respiración más acelerada. Yo alumbraba a mi mamá mientras Hugo y yo observábamos sin apartar la mirada. Me comencé a sentir muy excitado. De pronto, Duque apareció en escena. Se acercó a ella y, para sorpresa de todos, comenzó a lamer su vagina. No pensé en apartarlo; me resultó muy excitante. Mi mamá disfrutaba de la lengua de Duque, sus gemidos se volvieron más intensos y frecuentes.

—Mmm, sí, así, Duque, sí —gemía, arqueando su espalda, ofreciéndose completamente al perro.

Hugo, con una sonrisa lasciva, comenzó a masturbarse de nuevo, observando cómo Duque lamía y chupaba el sexo de mi mamá con entusiasmo.
—Qué vista más excitante, ¿verdad? —me dijo Hugo, sin dejar de mirarla.

Yo, incapaz de contenerme, me desabroché el pantalón y comencé a tocarme, sintiendo cómo mi excitación crecía con cada gemido de mi mamá y cada movimiento de la lengua de Duque.
—Sí, es… es muy excitante —respondí, con la voz entrecortada.

Mi mamá, completamente perdida en el placer, movía sus caderas al ritmo de los movimientos de Duque, sus dedos aún dentro de ella, aumentando la fricción y el placer.

Cuando menos lo esperábamos, Duque, que había estado lamiendo con entusiasmo, subió sobre ella, colocándose entre sus piernas. Con ayuda de la linterna, vi cómo el pene de Duque salía, rojo y grande, pegando y rozando contra la vagina de mi mamá. En ese momento, Duque la penetró. Mi mamá levantó ambas piernas, envolviendo su cintura con ellas, facilitando la entrada del perro. Duque se movía frenéticamente, sus embestidas rápidas y profundas, llenando la habitación con el sonido de sus cuerpos chocando.

Mi mamá, sorprendida al principio, pronto se adaptó al ritmo, sus gemidos se volvieron más intensos y guturales.
—Mmm, sí, Duque, sí, así, así —gemía, sus uñas clavándose en la espalda del perro, guiándolo más adentro.

Hugo, con los ojos muy abiertos, observaba la escena, su mano moviéndose rápidamente sobre su pene, claramente excitado por la visión.
—Esto es… esto es increíble —murmuró, sin dejar de mirarlos.

Yo, igualmente excitado, continué tocándome, sintiendo cómo mi propio placer crecía con cada movimiento de Duque y cada gemido de mi mamá.
—Sí, es… es muy excitante —respondí, mi voz apenas un susurro.

Duque, en su frenesí, aumentó la velocidad de sus embestidas, su respiración pesada y jadeante. Mi mamá, con el rostro contorsionado de placer, se movía debajo de él, encontrándose con cada una de sus embestidas, buscando más fricción, más profundidad.
—Me voy a correr, me voy a correr —gritó, justo antes de alcanzar el orgasmo, su cuerpo temblando con la intensidad del clímax, sus músculos internos apretando el pene de Duque con fuerza.

Chorros de fluidos brotaron de mi mamá, aún con el pene de Duque dentro de ella. Sus gemidos pasaron a ser gritos de placer. Giré hacia mi hermano con temor de que despertara, pero él seguía muy perdido en su ebriedad, dormido. Duque fue bajando su ritmo hasta que quedó solo jadeando sobre mi mamá. Trató de bajarse, pero se había quedado pegado a ella. Mi mamá se agarró con firmeza al sillón hasta que, luego de unos minutos, Duque salió de ella, dejando salir su corrida.

Mi mamá seguía agitada, se acodó en el sillón mientras Duque lamía su pene. Hugo se levantó y comenzó a correrse sobre los pechos de mi mamá, su semen cayendo en chorros sobre su piel, mezclándose con el sudor y los fluidos de su orgasmo anterior. Yo no pude contenerme y hice lo mismo.
—Sirveme algo de beber —dijo mi mamá, señalando la botella de la cual estábamos tomando antes de que ella llegara.

Hugo le pasó la botella y ella bebió directo de ella. Tomé la toalla del suelo y comencé a limpiar el semen de su cuerpo.
—Hugo, ayúdame —dije.

Y entre los dos, la subimos a su habitación, dejándola acostada en su cama. Hugo me ayudó a sacar al amante de mi mamá del baño. Parecía un costal de cemento. No nos quedó de otra que arrastrarlo de los pies y lo subimos con esfuerzo al mismo sillón donde Duque se había follado a mi mamá.

Hugo siguió tomando y me ofreció más bebida. Accedí.
—Esto estuvo increíble —dijo Hugo.
—Sí, lo fue —respondí, aunque con una sensación de culpa.

Al día siguiente, todos estábamos desvelados y con resaca. Mi madre salió de su habitación con su bata de dormir. Vio al tipo con el que había llegado en el sillón, aún dormido. Lo despertó y le preparó un café. Hugo y yo solo la veíamos pasar de la cocina a la sala, pero nadie decía nada.
—¿Crees que se acuerde? —me preguntó Hugo.
—No lo sé —respondí.

Hugo se levantó cuando mi mamá lo llamó. Estuvieron hablando en la cocina. Luego, Hugo regresó, se sentó a mi lado y me dijo:

—Al parecer, sí recuerda lo que pasó, pero…

—¿Pero qué? —pregunté.

—Me dijo que quiere volver a hacerlo —dijo Hugo.

Me quedé en silencio, asimilando. A medida que pasaban los días, la relación entre mi mamá y Hugo se volvió más abierta y menos discreta. Mi hermano, aunque notaba los cambios, parecía aceptar la situación con una mezcla de indiferencia y resignación. Yo, por mi parte, me encontraba en un constante estado de conflicto, atrapado entre la excitación y la culpa, pero más de una vez fui testigo de los encuentros de mi mamá con Hugo y con Duque, el cual se quedó con nosotros aunque hugo regresó a su casa pero visitaba constantemente a mi mamá y a su perro,

206 Lecturas/24 diciembre, 2025/0 Comentarios/por lordlunatico
Etiquetas: amigos, baño, follando, follar, hermano, madre, mayor, sexo
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