Un encuentro sexual inesperado
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Un Encuentro Sexual Inesperado
Me llamo Aimée Martineau, soy una mujer de 58 años, de tez clara, que se torna morena ante la exposición solar, de cabellos largos color castaño oscuro teñido, ligeramente ondulados y de grandes ojos color café.
Contadora de profesión, casada con un médico 9 años mayor que yo.
El episodio que voy a narrarles sucedió hace poco en la ciudad de Chiclayo donde radico, durante la ausencia temporal de mi cónyuge por motivos de trabajo.
Con respecto a mi cuerpo, debo deciros, que a pesar de mi edad y de haber tenido una hija, ahora mayor de edad, luzco un cuerpo genial, pues mis senos talla 38 aún están firmes y lejos de mi ombligo; mis nalgas en forma de manzana, hacen que mi trasero se vea redondo y prominente, forma ideal de glúteos que hace armonía con mi cintura.
Todas las prendas suelen quedarme muy bien.
¡Espectacular! exclama mi marido cada vez que me las pongo.
Mantengo mi cuerpo así, gracias a una sesión diaria de quince minutos de ejercicios físi-cos a base de abdominales, sentadillas con salto y nada mejor que complementar con una caminata diaria de al menos 30 minutos, con vestimenta y calzado adecuado, ini-ciando la actividad paulatinamente, realizando calentamiento previo y luego de esta actividad me hidrato de manera correcta.
Tengo una estatura de 1.68 mts, 65 kg de peso, con unas medidas de 107, 81 y 105 con piernas bien contorneadas.
Con respecto a mi alimentación, siempre la hago de forma balanceada, carne, pescado, pollo, verduras en cantidades similares y bastante fruta, un poco de vino tinto seco y ensalada cuando consumo carne, no tabaco ni malas noches.
Debido al clima de mi ciudad me encanta vestir ropas livianas, sobre todo adoro los ves-tidos drapeados cortos con escote amplio y largos algunas veces, de colores azul, negros y a veces rojos, combinados con zapatos de taco medio, algunas veces visto jeans en colores claros bien apretados, que hacen resaltar mis redondas y firmes nalgas, que pone de vuelta y media a los hombres tanto que desvían sus miradas libidinosas hacia mi trasero en las calles de mi ciudad.
Con respecto a mi vida sexual, debo contaros que mi lívido ha aumentado en forma im-portante en estos dos últimos años, pues mi estado de ánimo es más estable y me siento triste en menos ocasiones, debido a esto, siento un mayor grado de deseo sexual y mantengo o mantenía relaciones más placenteras con mi pareja, mientras estuvo en casa antes de su partida; debo aclarar que nunca le fui infiel hasta ese día.
Debo indicar además que a raíz de la ausencia involuntaria de mi esposo, fantaseo todo el tiempo ya que mi libido se ha activado en forma importante e inesperada y no es precisamente hacía mi cónyuge.
En el trabajo, en el bus, en la oficina o mientras almuerzo, imagino lo que se sentiría acostarse con alguien distinto, hace tanto que lo hago con la misma persona y para mí, parece más mecánico que excitante.
Veo al compañero de trabajo o a un amigo guapo con un potencial sexual increíble.
Me pongo imaginativa y recreo en mi mente, cómo sería cumplir mis fantasías sexuales con otros hombres.
Desde mi punto de vista, pensarlo no hace daño en definitiva.
En pocas palabras, la naturaleza de esta infidelidad emocional es 100% sexual.
Todo empezó en la mañana de un día de abril que hacía mucho calor, cuando se me presentó un problema en la contabilidad de un cliente muy importante, relacionado con una multa por tributos omitidos, por lo que decidí ir a la sección orientación de la Administración Tributaria de mi localidad.
Me había puesto para ese día un vestido drapeado corto cruzado color azul marino a la rodilla, con escote en V, combinado con zapatos de tacón color celeste, que daba un aire delicado a mi silueta, tenía un buen sujetador talla 38 que hacía notar perfectamente mis pechos y el vestido color azul dejaba ver mi trasero perfectamente formado y también de mis finas piernas blancas.
Mi rostro tenía un maquillaje apropiado y con el cabello suelto.
La cosa es que no encontré una solución definitiva en la institución, fue en eso que divisé a Antonio, mi colega de unos 35 años, que acababa de terminar un trámite en la mesa de parte, estaba impecablemente vestido de un terno oscuro con corbata roja y camisa color celeste, quién al percatarse de mi presencia se acercó a saludarme notando de inmediato la preocupación que denotaba mi rostro, por lo que le conté mi problema, me escuchó y se ofreció ayudarme de una forma desinteresada, pues ya había tenido el mismo problema anteriormente, por lo cual no dudé en invitarlo a mi oficina que estaba cerca de la institución tributaria, él amablemente aceptó, pues justo ya se retiraba.
Durante el trayecto conversamos sobre nuestras experiencias laborales y le comenté sobre el viaje de mi esposo y algunos temas profesionales.
Como el estudio quedaba en un segundo piso, tuve que subir primero para guiar a mi amigo y abrir la puerta, como mi vestido era corto, noté que mi acompañante me observaba las piernas muy disimuladamente lo cual me hizo sentir una sensación excitante.
Cuando entramos a la oficina me senté en mi escritorio frente a mi computadora e invité a Antonio sentarse a mi lado en una silla giratoria, procedí entonces a encender la máquina, mientras tanto, le iba explicando algunos detalles del problema, luego ya con el aplicativo listo del sistema, le indicaba dónde estaba la dificultad, entonces Antonio de pronto se pegó a mi cuerpo y comenzó a usar el teclado de manera entusiasta, como si ya se hubiera dado cuenta de la solución, a tal punto que voluntaria o casual rozaba mis senos con su antebrazo izquierdo, contacto que me dejó paralizada en ese momento, sentí como si un relámpago recorriera todo mi cuerpo hasta explotar en mi entrepierna, sentía que mis pezones experimentan una rápida erección, me quedé paralizada, mientras Antonio trabajaba asiduamente, continuando rozando sutilmente mi busto, pues el contacto con mi cuerpo era mayor, sentía el olor de su colonia, el cual me embriagaba literalmente, sentía que me invadía una excitación extraordinaria, mi pecho estaba muy agitado, mi corazón parecía que se iba a salir, haciendo que mi vagina se humedeciera rápidamente, deseaba que el tiempo se detuviera para seguir sintiendo aquel gozo que me invadía, mis pezones ahora estaban más duros y parecían garbanzos que se clavaban en el brazo de Antonio.
Mientras tanto él seguía trabajando sin inmutarse en la computadora, lo cual me producía además una sensación agradable de seguridad, de protección, sentí entonces de que estaba cerca de tener un orgasmo tan sólo con la estimulación de mis senos.
Antonio iba avanzando rápidamente, luego de unos tres minutos de cálculos y cosas así, se detiene y como dándose cuenta de lo que me estaba pasando, me mira directamente a los ojos y me dice sonriente: solucionado no tienes que pagar veinte mil soles de multa como parecía, sino dos mil soles y si quieres lo puedes fraccionar, esta respuesta me hizo sentir más relajada, a tal punto que quedé observando sus grandes ojos castaños y su sonrisa, agradeciéndole de inmediato y alabándolo diciéndole que era un gran profesional.
Sentí en ese momento el calor de su cuerpo más cerca aún, él me responde ante las muestras de agradecimiento: no hay de qué, que no era nada.
Me mira entonces profundamente de arriba hacia abajo y exclama: “hoy estás tan preciosa, que haría lo que me pidieras para complacerte a cambio de nada y de repente, acercando su rostro al mío me besa apasionadamente, presionando sus labios contra los míos, dejándome sin reacción, luego los separa y vuelve a besarme, pero ahora usa la punta de su lengua para tocar la punta de la mía, entonces cogiéndome de mis nalgas y sin mucho esfuerzo me levanta en peso y me pone encima de sus genitales con mis piernas abiertas, frente a frente, rápidamente Antonio me baja la parte superior del vestido y me desabrocha el sostén en segundos, dejando libres mis turgentes tetas, totalmente erectas y comienza a besarlas febrilmente, siento que me voy a venir de una manera grandiosa, continúa estimulándome las tetas mediante caricias, suave al principio seguido de chupaditas, luego un poco más desenfrenado comienza a juguetear con mis pezones, los aprieta, los estruja, me los comienza a chupar delicadamente una y otra vez, luego con su lengua carnosa me los lame rápidamente, humedeciéndolos totalmente, con movimientos suaves y circulares primero horarios y luego anti horarios, me los chupa otra vez, intensifica la actividad, me los muerde ligeramente excitándome así de sobre manera y en los momentos finales, siento una descarga repentina de la tensión sexual acumulada por mucho tiempo, siento contracciones musculares rítmicas en la región pélvica acompañadas por un gran erotismo, experimentando inesperadamente múltiples orgasmos humedeciendo mi trusa color rojo.
En ese momento siento que Antonio preso de unas incontenibles ganas de hacerme suya por completo, me levanta la falda y me saca el diminuto calzón que uso, yo colaboro desenfrenadamente y logro sacármelo por completo, él mientras tanto se saca el pantalón y la trusa y la tira de cualquier manera al piso, dejando libre su gran miembro masculino totalmente erecto y humedecido, se sienta en la silla y me invita a montarme sobre él, yo acepto gustosamente y haciendo que la cabeza de su gran pene gordo penetre mi rosado orificio parcialmente, suavemente al principio y luego de unos segundos me lo introduce por completo sin miramientos.
Tan pronto como percibo el ardiente contacto con la dura cabeza del miembro de Antonio me estremezco perceptiblemente, y anticipándose a los placeres de los actos venéreos, dejó escapar una abundante muestra de mi susceptible naturaleza a través de un gran gemido.
En eso siento que me lo hunde aún más su instrumento hasta la raíz en mi ardiente vagina apretando fuertemente el hinchado clítoris, hasta que los dos globos que abastecían de masculinidad al varón alcanzan contacto con los firmes cachetes de mis nalgas.
No pudo avanzar más, y se entregó de lleno a recoger la cosecha de sus esfuerzos, comenzando el sube y baja desenfrenado, Antonio estaba embelesado, y se esforzaba en buscar la máxima perfección en la consumación del acto y al cabo de unos minutos comienza a rugir y yo por mi parte siento una tremenda oleada y me corro largamente con espasmos de lujuria, se apretujaba contra el objeto de su placer y, acogiéndome a los brazos de mi amado, con apagados quejidos de intensa emoción extática y grititos de sorpresa y deleite, dejo escapar una copiosa emisión que, en busca de salida, inundó los testículos de Antonio, mientras tanto él me chupaba las tetas hinchadas de tanta caricias.
De pronto siento que Antonio experimenta una eyaculación formidable, besándome en la boca desenfrenadamente e inundándome totalmente la vagina con su semen espeso y caliente.
Habíamos tenido un enorme orgasmo mutuo de una forma inesperada y para culminar, llevada por un instinto natural muy fuerte, me arrodillo ante Antonio, quién se había puesto de pié, le bajo el pantalón totalmente y comienzo a chuparle efusivamente su formidable pene, totalmente erecto lleno de semen y caliente aún, recibiendo en mi interior el líquido que aún salía de su órgano sexual.
Finalmente, mientras nos estamos vistiendo y Antonio me propone sin miramientos y llevado por una pasión poco común, “Aimée, qué te parece si vamos a un hotel más tarde”.
FIN
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