Un idilio no planeado con la sobrina de mi mujer que estaba comprometida
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Debo advertir que todos los nombres son ficticios, pues no quisiera que la sobrina de mi mujer tuviera problemas por escribir esto.
Como dije, ella esta por casarse (faltaban cinco meses cuando ella llegó a estar una temporada a la casa). Ella consiguió trabajo y el entrenamiento sería en la ciudad donde vivimos con mi esposa por tres semanas. La familia de Ana Lucía vive a 10 horas en auto de donde vivimos con mi esposa. Yo en lo personal tenía más de cinco años de no verla, mi esposa si la había visto frecuentemente pues ella viaja a ver a su familia una o dos veces al año. Ella ya me había comentado sobre la estadía de su sobrina.
Cuando Ana Lucía llegó acompañada de su novio, ya era toda una señorita, no era la niña que yo había dejado de ver, ella con ahora 19 años. Ella es morena clara, con una linda sonrisa todo el tiempo, de talla pequeña y delgada, sus piernas son delgada pero muy bien torneadas, senos pequeños, pero su trasero es redondito con nalgas en forma de corazón. Toda una princesita de cuento con cintura de avispa.
Yo debo relatar que la última vez que había yo estado en casa de la familia de mi esposa, cuando Ana Lucía tenía tan solo 13 años y era muy inocente, tuve una experiencia con ella. Resulta que esa vez estuvimos casi un mes. Yo en lo personal cuido mucho mi apariencia, soy deportista y suelo ir al gym a hacer un poco de cardiovascular también. Tengo buena apariencia y desde que ví a la pequeña Ana Lucía y que ella me vió a mi, hubo una química extraordinaria, ella era una preadolescente. Al principio crei que eran cosas de la edad, que buscan experimentar o bien que su personalidad esta en pleno forjamiento.
En una de las noches, nos quedamos a ver una peli en la sala, mi esposa, Ana Lucia y su hermano menor y yo. Mi esposa se fue a dormir y se llevó en brazos a su sobrino que ya lo había vencido el sueño, me quedé solo con Ana Lucia, quien tenía una pijama de dormir que consistía en un pantaloncillo y un top que dejaba descubierto su ombligo.
Unos minutos más tarde, Ana Lucía recostó su cabeza en mi hombro, lo cual consideré que era normal, luego su carita volteo y sus lindos ojos detrás de sus anteojos me vieron, y ella comenzó a charlar, su conversación fue muy dirigida al aspecto sexual, lo primero que me dijo que me dejó sorprendido fue –tío, te puedo contar algo?-, ella a pesar que no somos parientes de sangre, me dice “tío” porque su mamá de pequeña le enseñó a decirme asi. Siguiendo el relato, yo le dije –claro que si Ana Lucía, dime!-
-Fijate que ya desarrollé!- (en este país quiere decir que ya le vino su primer periodo menstrual).
Yo me quedé atónito y me serené y le dije -ahh! Ya eres toda una mujercita!-,
ella siguió conversando. –Sii, y me salió sangre de la cuquita-,
yo otra vez tragué saliva antes de decirle -si, eso es lo normal…(hice una pausa).. y ahora tus pechitos van a empezar a crecer y tu voz va cambiar un poco- le dije
Ella me vio a los ojos -ahh no sabía eso, lo único que si me paso fue que mi cuquita se llenó de pelitos, quieres ver?- me dijo sin malicia, al menos no en ese momento.
Vi para todos lados, solo ella y yo y la oscuridad y silencio de la noche. –Vale!!- le dije.
Ella se puso de pie frente a mi, pude ver como bajaba su pantaloncillo, yo me puse nervioso y vi para todos lados, la pequeña se bajó las braguitas y me enseñó su cuquita con unos pelitos muy poco densos. Se podían ver sus labios vaginales diminutos. Ana Lucía me invitó a tocarle su cuquita, casi temblorosamente le toqué su coñito, sentí sus vellos púbicos entre mis dedos, eran finos y delgados, no pude evitar tocarle los pliegues de su cuquita, me quedé un pequeño rato haciéndolo, ella se dejaba y aún abrió más la piernas para que mis dedos tocaran toda su parte íntima, pude sentir en el tacto de mis dedos que ella se humedecía, la oí tragar saliva, ella se estaba excitando, la lujuria se apoderó de mi y seguí tocando más, incluso buscando su clítoris que debía estar por allí entre su cuquita, por un instante ella cerró sus ojitos y cuando sintió que algo no estaba bien con ella, quiso subirse su braguita, pero mi mano quedó adentro de su braguita, había ya algo viscoso entre mis dedos y era de ella.
-tío!, tío!-, me dijo exaltada, -creo que tengo ganas de hacer pipí!-, ella se zafó de mi mano en su cuquita y salió casi corriendo hacia el sanitario. Me quedé solo un rato, me llevé los dedos a la nariz y pude oler la fragancia de los jugos vaginales de Ana Lucía, no se si fui el primer hombre en su vida en oler sus jugos íntimos, creo que si.
Al rato ella llegó, estaba exaltada, no sé si en el sanitario se daría cuenta que estaba mojadita, posiblemente por primera vez se había excitado. La invité a sentarse, ella ya no se recostó en mi hombro, terminamos de ver la peli, me dio un beso en la mejilla de buenas noches y se fue a su habitación. Esa noche nació algo adentro de mi, pero yo a partir de ese momento vi con ojos diferentes a Ana Lucía.
Eso no fue todo. Como una semana después, estábamos viendo un programa de tv, mi esposa, Ana Lucía y yo, había cierta tensión entre la pequeña y yo por lo que había pasado aquella noche, después de eso nadie había platicado sobre lo sucedido. Esa noche Ana Lucía estaba en medio de mi esposa y yo, todos metidos dentro de las sabanas. Mi esposa se había sentido enferma todo el día, y se tomó una pastilla antigripal y se quedó dormida. En eso la pequeña se pegó más a mi, yo la abracé y ella se puso en posición fetal y yo atrás abrazándola por la cintura. Mi verga se comenzó a poner dura al contacto de sus nalgas, la atmósfera se puso caliente, yo miraba a cada momento a mi mujer y ella seguía dormida.
Viendo el programa, deslice mi mano entre los muslos de Ana Lucía, ella tenía puestos los mismos pantaloncillos que la ocasión pasada. Ella no dijo ni hizo nada, con la mano acaricie sus delgados muslos, luego seguí acariciando hacia arriba y toqué el lugar de su cuquita, pero encima de su pantaloncillo, ella volteó su cabeza a donde yo estaba, como pidiéndome una explicación, entonces armado de valor le dije –puedo tocar otra vez tu cuquita??-, ella me vio a los ojos y con su cabecita dijo que si. Entonces sin perder tiempo metí una mano dentro de su pantaloncillo y adentro de su braguita, toqué de nuevo esos tersos vellos púbicos y más abajo sus finos y delicados labios vaginales, con los cuales me puse a acariciar con la yema de los dedos, de nuevo a los pocos segundos sentí la humedad en mis dedos.
Mis dedos se metían entre sus labios vaginales, llegaban a la entrada de su vagina y luego subían a su clítoris; Ana Lucía cerró sus ojos y se mordió el labio inferior. Oí la respiración aumentar de la pequeña, estaba muy excitada al igual que yo. Tomé el riesgo y le dije que mejor la llevaría a su habitación, nos pusimos de pie, dejé la tv prendida y nos fuimos con rumbo a su recamara.
Cerré la puerta con pasador, yo debía dar el primer paso, la tensión se podía cortar con cuchillo, la tomé y la besé, ella poco a poco fue respondiendo, nos acostamos en la cama yo sobre ella y le quité su top, mis labios bajaron de sus labios hacia sus pezones, los tomé entre mis labios y luego los mamé, luego le pasé la lengua por todo lo redondo de sus senos, Ana Lucía gemía con los ojos cerrados. Fui bajando por su vientre besando toda su piel, llegué hasta su tierna cuquita, lamí sus labios vaginales y usando los dedos de ambas manos abrí su pequeña fruta y divise la entrada de su vagina y su clítoris, los lamí a ambos, en ese momento ella se retorcía en la cama y con sus manos apretaba las sabanas de su cama. Me comía su cuquita como si fuera la última, yo ya goteaba de la verga, pero fui notando que su vagina era muy estrecha y cerrada, ella debía ser virgen todavía.
Asi que mejor me puse a lamerle desde su vagina hasta el ojete de su culito diminuto, cuando sintió mi lengua en su ano, ella se corrió, me arañó los brazos con fuerza, sentí dolor, pero no dejé de comerle su orto. Seguí comiéndole su cuquita y su culito varios minutos más hasta oírla llegar a una segunda corrida. Alli me detuve. Mi verga ya estallaba, estaba hinchada como nunca, pero decidí no penetrarla, con el tiempo me arrepentiría de eso, asi que le pregunté si alguna vez había mamado una verga, ella me dijo que no con la cabecita, le dije como hacerlo y puse a Ana Lucía a mamarme la verga, no tenía experiencia y para ella fue su primera vez que metía una verga en su boquita, me lamió como si se tratara de un helado, chupó como si fuera una mamila mi glande, su mamada fue rica por su inexperiencia pero no fue un buen trabajo, sin embargo fue suficiente para correrme en su boca y su rostro.
Me regresé a mi habitación y aún tenía la verga erecta, mi esposa aún permanecía dormida, apagué la tv y la lámpara de noche y me acosté, aún tardé una media hora con la verga parada, hasta que me dormí.
A los pocos días, mi esposa y yo regresamos a casa. En los siguientes meses me mantuve en contacto con Ana Lucía vía correo electrónico, cada día me arrepentía de no haberla desvirgado esa noche, pero creo que sentí algo inexplicaba por ella y por eso no la penetré esa noche. Con el tiempo dejamos de escribirnos. Hasta ese día que se presentó del brazo de su novio. Como había dicho ella ya era una señorita de 19 años, muy hermosa y comprometida.
Mi suegra, la madre de mi esposa resultó con diabetes hace dos años y ha raíz de eso lleva una vida diferente, ha perdido mucho peso y en ocasiones hemos tenido que hospitalizarla algunos días. Estando Ana Lucía en casa, le dio un coma diabético y terminó hospitalizada, mi esposa se tuvo que quedar en el hospital y yo me quedé solo en casa con Ana Lucía quien tenía una jornada de capacitación bastante larga y llegaba a casa casi de noche. Nadie había hablado hasta ahora de lo acaecido hace más de cinco años.
Una noche cenamos juntos en la casa, ella había llegado un poco más temprano que otros días, al otro día era fin de semana y había planeado ir a ver a mi suegra al hospital.
Charlamos en la mesa, ella me comentó que había tenido un dia pesado, yo le dije que igual había tenido un día difícil en la oficina, entablamos conversación, lo que no había sucedido en todo una semana que Ana Lucía llevaba viviendo en la casa.
Al terminar la cena, levantamos los platos juntos y cuando iba subiendo al segundo nivel camino a su habitación, la invité a tomar una cerveza o un vino, ella se detuvo un momento, pensé que se negaría, pero me dijo que estaba bien, noté una sonrisa en su rostro, algo que no me había dado durante toda la semana, hasta llegue a pensar que había un poco de rencor en su trato hacia mi. –ahora bajo, solo voy a asearme- dijo ella.
Yo me quedé preparando las bebidas, saqué dos copas de vino, una botella y puse un poco de música clásica. Al cabo de unos veinte minutos, ella bajó, se había quitado el uniforme de capacitación y se había puesto un vestido de una pieza algo corto, además se había arreglado el cabello. Incluso se había puesto zapatos de tacón, tenía bellos pies y los estaba luciendo.
Se sentó conmigo y a la hora de brindar, le dije que brindaba porque nos habíamos vuelto a reunir, que ahora ella era toda una mujer y muy bella por cierto. Ella me sonrió y dijo que ahora a ella le tocaba brindar, dijo que “brindaba también por estar conmigo allí sentado, pues nunca pensó que la vida nos había vuelto a reunir, tal vez no lo sepas, pero me destruiste el corazón”, yo me le quedé viendo a los ojos, ella siguió diciendo, “..si tal vez tu no lo supiste, pero en esos días yo me enamoré de ti y fuiste el primer hombre en tocar mi inocente cuerpo, y cada semana pensé que llegarías a traerme y me llevarías contigo”.
Yo no sabía que decir, ella me dijo que “ eso era pasado”, me puse un poco incomodo, no sabía que charlar, pero Ana Lucía me calmó y me dijo que lo olvidara, me tomó de las manos, nos vimos los dos y una cosa llevo a otra, nos besamos tiernamente, apenas usamos los labios, fueron dos o tres minutos muy sensuales y deliciosos, luego nuestras bocas querían más, yo me fui despacio, ahora nuestros labios se tocaban completos entre ellos, ella sacó su lengua y yo saqué después la mia, se entrelazaron ambas, su lengua era tibia, pequeña y muy humeda.
Al rato los besos fueron más profundos y fuertes, poco a poco nos fuimos acomodando en el sofá, ella abajo y yo arriba. Mi verga pedía a gritos salir de mis pantalones, tenía un erección grosera. Le bajé uno de los tirantes del vestido y frente a mi tuve uno de sus casi perfectos senos, redonditos con un pezón carnoso, lo mamé con mucha pasión, la hice gemir con mis labios alrededor, luego hice lo mismo con su otro tirante del vestido y allí tenía sus bellas tetas para mi, las lamí y las chupé con mucha hambre, ella gemía mucho dando a entender que la estaba pasando bien.
Luego seguimos besándonos, yo bajaba a chupar sus senos y después ella empezó a quitarme la camisa, yo le bajaba el cierre de su vestido, se lo quité con fuerza, ella se quedó solo en bragas y zapatos, yo me separe un minuto para dos cosas, una para poder ver completa la belleza natural de esta linda hembrita, y segundo para quitarme la ropa hasta quedarme en bóxer. Nuevamente ella me recibió entre sus brazos y piernas, seguimos besándonos abrazados, yo arriba y ella abajo, de pronto Ana Lucía soltó mis labios y me dijo –sabes…muchas noches soñé tenerte como estamos ahora, todavía no lo puedo creer, que me perdone mi novio, pero esta noche soy solo para ti.-
Lo que me había dicho hizo hervir aún más mi sangre. Comencé a bajar por su cuello, luego mamé sus senos de nueva cuenta, luego bajé por su vientre casi plano, pasando mi lengua por toda su piel, retiré su braguita tipo bikini y me sumergí entre sus muslos, bese y chupé su entrepierna, ella gemía mucho, intentó taparse su rajita, pero yo le separé delicadamente sus manos y mi lengua empezó su trabajo, lamí sus labios vaginales, llegué a su clítoris y volví a bajar metiendo mi lengua entre sus pliegues, los separé y seguí hasta encontrar la abertura codiciada, su vagina, ella se retorció y se corrió mientras le lamía la entrada de su rajita, sentí su sabor más íntimo que bebí con ansias.
Yo estaba muy excitado, tanto que dejé su rajita y me fui subiendo encima de ella, me coloque entre sus piernas, tomé mi verga erguida y le puse mi hinchado glande entre sus labios vaginales y empujé hacia adentro, Ana Lucía emitió un quejido cuando mi verga la traspasó, la fui penetrando con firmeza, se la dejé ir a más de la mitad en primer momento, luego la saqué y la volví a ensartar en su rajita, los gemidos de ella se intensificaron cuando comencé a entrar y a salir de su vagina, ella me abrazó y buscó mis labios, sus ojos reflejaban tranquilidad, gozo y placer, como haber cumplido un anhelo. Mi cuerpo y el cuerpo de Ana Lucía encajó como si hubiéramos sido el complemento perfecto, nuestras pelvis se movían al mismo ritmo, mi dura verga le entraba bien profundo, su vagina estaba muy caliente y muy mojada.
Alli abrazados estuvimos no se cuanto tiempo, tocándonos, besándonos, gimiendo, la oí llegar a otra corrida, y pocos minutos después yo me descargué dentro de su rajita, eso no importó seguimos abrazados, pegados, moviéndonos, mi verga no se inmuto siguió tan rígida como si no hubiera eyaculado, seguimos por muchos minutos diciéndonos cosas bonitas, palabras de amor y ella se corrió por tercera vez, en mi caso me separé un poco para ensartarla con bombeos secos y profundos, hasta que eyaculé por segunda vez dentro de su vagina.
Ambos quedamos tirados sobre el sofá. Ambos teníamos sudor en la frente. Asi desnudos nos abrazamos y los besos continuaron intermitentemente. La invité a ir a mi habitación a darnos una ducha, ella me dijo que mejor fueramos a su recamara, fuimos caminando desnudos con la ropa en nuestras manos. Nos metimos a la ducha, el agua tibia nos reconfortaba, seguíamos abrazados tocando nuestros cuerpos, luego hacíamos bromas, ella me enjabonó y luego yo lo hice con ella. Parecía como si el mundo exterior no importara por un momento.
Cuando salimos, buscamos nuestra ropa en el suelo, cuando me puse el bóxer Ana Lucía me tomó de la mano y me dijo que deseaba que yo pasara la noche con ella. Que nunca más me pidiría algo, pero esta noche quería pasarla conmigo.
No pude negarme, bueno, no quería negarme es más preciso. Nos acostamos, ella siguió hablando y contándome lo que sintió aquellas dos noches hace más de cinco años, a Ana Lucía se le llenaron los ojos de lágrimas relatando lo que sintió el día que me vine de la casa de mis suegros. Nos empezamos a besar, parecía que nos queríamos devorar el uno al otro.
Comenzamos la larga noche con sexo oral, hicimos una preciosa 69, yo abajo y ella arriba poniéndome su bello y redondo trasero en la cara, le chupé la raja y el culo hasta saciarme, mientras ella devoraba mi verga, me hizo recordar aquella noche cuando la hice probar mi verga y mi semen. Cuanto había pasado que ahora lo hacia muy rico, me chupaba hasta las bolas, me puse a punto muy rápido. Yo no dejaba de meter mi rostro entre sus nalgas para lamer su orto, luego bajaba a su rajita, allí le ensarte un dedo en su vagina y la pistonié un rato, luego metí un segundo dedo de la misma mano en su ano, luego también los pistonié, su esfínter me apretaba el dedo como si quisiera triturarlo.
Cuando de pronto siento la lengua de Ana Lucía en mi propio culo, ella me dio un chupada de ano que nunca había probado y que ahora recomiendo, pues me sacó varias gotas de preseminal.
Los dos estábamos muy calientes para ese momento, decidimos empezar a coger, me quedé yo siempre abajo y ella se montó para meterse mi verga en su rajita y empezar a cabalgarme, yo me puse como sentado en la cama, asi me ayudaba a tomar sus tetitas y mamarlas a placer mientras ella se movía encima de mi verga ensartándosela con enérgicos movimientos de pelvis que me sacaban gemidos de placer. Como es la vida, mientras mi esposa dormía en el hospital ese día, yo me follaba a placer a su sobrina en nuestra propia casa.
Luego de esa deliciosa cabalgada, puse a Ana Lucia en cuatro, me puse atrás y me agaché para comerle y morder sus bellas nalgas morenas, le ensarté dos dedos en su raja y uno en su culo y la pistonié hasta que sus jugos se metían entre mis dedos, luego la penetré hasta el fondo y me puse a ensartarla, mientras uno de mis dedos se metía entre su culo hasta ponerlo dilatada y listo para culearla. Saqué mi verga de su raja y poniendo mi verga en la entrada de su culito la fui cogiendo por ese rico lugar estrechito y oscuro. Ana Lucia pegaba de gritos, me decía que era rico lo que le estaba haciendo. Su culo a pesar de estar dilatado era bien estrecho y me apretaba rico la verga, pero no iba tardar mucho para eyacular adentro de su recto, y asi fue, le inundé de semen su precioso culo.
Alli hicimos otra parada, pero dos horas más tarde, ya de madrugada volvimos a coger de nuevo, al estilo misionero hasta que volví a eyacular adentro de ella. Fue una noche de lujuria y sexo.
Mi esposa fue dada de alta al dia siguiente por la tarde. Un sentimiento de culpa florecía entre Ana Lucía y yo, debo decir que en el resto de la semana y un poco que hacía falta para que terminara su capacitación, ya no volvimos a estar juntos con Ana Lucía, solo nuestros ojos nos delataban. Ella se marchó a la semana siguiente.
Un par de meses después, la noticia, Ana Lucía había desecho los planes de matrimonio con su novio, habían roto. Ella ya trabaja en esta ciudad en la empresa donde se capacitó, ella pidió su traslado y alquila un apartamento. Hemos tenido comunicación via telefónica en las últimas semanas.
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