Un regalo sexual para mi en la playa
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
En el verano del 2017, la empresa para la que laboro, invitó a personal de confianza y socios a un fin de semana en las playas de Belice, mar, arena blanca, bellos paisajes, era un paraíso.
En esa ocasión yo asistí solo, pues mi esposa tenía siete meses y medio de embarazo y no era prudente un viaje tan largo.
Llegaríamos el jueves por la tarde y saldríamos de regreso el domingo.
A mis 41 años, soy una persona que cuida su apariencia, hago deporte, un poco de yoga, cuido mi alimentación, asi que no tengo estómago.
Mido 1.82 mt y soy muy cachondo y en ese sentido la naturaleza me obsequió un miembro de 7.5 pulgadas.
En la mañana del viernes, me levanté a las 9:00 am y salí a tomar el sol alrededor de la alberca, en una cama muy cómoda.
Levanté la vista y tuve la impresión que estaba en el cielo y veía un ángel, era una hermosa mujer joven, piel blanca, ojos celestes bellísimos, cabello dorado, unos pechos lindos en forma de volcanes, yo llevaba lentes de sol oscuros y me di cuenta que ella también me miraba con interés, pero no sabía que yo la observaba.
La chica debía ser una modelo.
Me quedé observándola, cuando se puso de pie, caderas preciosas, y al salir, no sé cómo su traje mojado de la parte inferior de su bikini dibujaba la silueta de su raja, yo estaba a unos diez metros y al acostarse me dejó la vista de su parte íntima, hasta se me paro la verga.
La chica debía tener su chuchita depilada, pues tenía la forma de sus labios vaginales se pegaban a la tela de su bikini.
Más al rato se acercó un socio, de unos sesenta y tantos años, era su marido.
Le preguntó si deseaba acompañarlo a la pesca, pues un grupo iban a ir a pescar en un yate a altamar, ella se disculpó y le dijo que prefería quedarse a tomar el sol y bañarse en la piscina, entonces se despidió.
Eso me animó a tratar de acercarme a ella.
Cuando ella se metió a la alberca, yo lo hice también y lo primero que hice fue hablarle acerca del agua, que estaba deliciosa, ella apenas contestó, insistí, le dije que tenía unos ojos muy hermosos, ahora me agradeció, yo fui haciéndole preguntas o tirándole piropos y pronto se rompió el hielo.
La chica se llamaba Isabel, su esposo era socio y venían de América del Sur.
No puedo ser preciso, no quisiera provocar un posible problema a ella.
Supe que se llamaba Daniella, salimos de la piscina, caballerosamente le llevé un helado y ella agradeció con una linda sonrisa.
Luego me invitó a sentarme con ella, yo soy extrovertido y no me costó llevar la conversación.
Me dijo que quería broncearse y aquí aproveché a decirle si quería que le echara la crema bronceadora que ella había sacado.
Ella dudó un momento, pero finalmente aceptó.
Le comencé a echar en los hombros y el cuello, luego la espalda, su piel era muy suave y con varias pecas en la espalda.
Le dije que se recostara, nuevamente dudó, pero lo hizo.
Le pasé la crema de nuevo por la espalda y luego en las piernas, desde los muslos, ella estaba boca abajo, llegué hasta los pies, eran lindos ejemplares, le unté hasta en los dedos y entre ellos, luego subí y me detuve justo llegando a sus nalgas y su rajita.
Lo hice varias veces y en algunas de ellas mis dedos tocaron justamente su rajita sobre la tela de su bañador.
Yo vi que ella quiso decir algo, pero no lo dijo.
Luego la observé cerrando los ojos, como degustando.
Yo giré mi vista alrededor, pero mucha gente se había retirado a sus bungalows, por suerte.
Seguí en lo mío y ahora me fui arriba de sus nalgas y le eché la crema, mi pene no era ajeno a todo eso y tenia una erección ya notable.
Le pedí que se voleara para seguir untándola.
Lo hizo.
De nuevo vi como su bañador se pegaba a su raja y se dibujaba, hasta creo que podía verle el botoncito de su clítoris, la crema aceitosa ayudaba más a que se le pegara su sexo.
Le pase la crema por su entrepierna y ella cerró sus piernas como avisándome que por allí no.
Entonces seguí en sus muslos frontales, rodillas, pantorrillas, sin embargo vi que de nuevo abrió las piernas como invitándome a untarle su entrepierna de nuevo.
Lo hice, solo que con más suavidad y más lento, mis manos llegaron a escasos centímetros de su chuchita, no hizo nada ella, luego me acerqué más y más, hasta que mis dedos tocaron su bollito encima de la tela delgada de su bañador, ella solo cerró los ojitos celestes color cielo.
Lo repetí unas tres veces más y ella tragó saliva.
Pensé que era suficiente y me pasé a echarle crema en el vientre y estómago, subí a sus senos y le unté alrededor del top de su bikini.
Nuevamente uno de mis dedos se metía debajo y en algún momento sentí la carne de su pezón, ella volvió a tragar saliva.
Luego se levantó y dijo que ya le había echado suficiente.
Charlamos un rato más y le dije que la invitaba a tomar un vino a mi bungalow, ella se disculpó varias veces, pero yo insistí e insistí, al final lo logré.
Nos fuimos hacia mi habitación.
En la habitación había una botella de vino de cortesía.
La serví y nos sentamos en un sillón que había allí.
Yo tenía una erección que no podía ocultar.
Hablamos de cosas triviales al inicio, pero luego la fui llenando de cumplidos acerca de su belleza.
Ella se sonrojaba y no hacía nada por cortarme la conversación.
Le tomé las manos y se las besé, ella sonrió, luego subí besando su piel, por su brazo y llegué a su hombro, yo la besaba por doquier, luego su cuello y finalmente su boca, ella sacó su lengua rápido, era señal que estaba excitándose.
En un instante se detuvo y quiso terminarlo, diciendo que era casada y que nunca le había fallado a su marido.
Entonces le dije, que lo que pasara aquí, aquí se quedaba, y que ella me gustaba mucho y que yo sabía que yo le gustaba a ella, me fui acercando, le tomé el rostro y la volví a besar, fue definitivo, ella correspondió y empezamos a besarnos mucho, yo le tocaba sus senos metiendo las manos debajo de su top, sus pezones se pusieron paraditos y bajé mi boca y los empecé a mamar por turnos, de un seno me pasaba al otro a mamarlo, ella gemía mucho, estaba muy excitada en ese momento.
Le quité el top de su bikini, asi pude besarle sus tetitas completas, deliciosa carne.
Poco a poco la fui acostando sobre el sillón, comencé de nuevo mamando sus tetitas, puse sus pezones entre mis labios y los apretaba delicioso, ella cerraba sus lindos ojitos cada vez que gemía de gusto.
Bajé por su vientre plano, ya sentía el olor a hembra mojada, bajé más e hice a un lado la parte inferior de su bikini y pude ver la perfección de sus labios vaginales y su clítoris, empecé lamiendo su clítoris y bajé para que mi lengua pasara entre sus labios vaginales, ella emitió un quejido, sus manos tomaron mi cabello, luego con mis dedos separé los pliegues de su sexo y pude ver la celestial entrada de su vagina, que estaba brillosa, la chica estaba muy mojadita como pensé.
Me puse a mamar y lamer su chuchita con toda la lujuria del caso, con uno de mis dedos le frotaba el clítoris y los labios vaginales, la chica daba ya gritos en vez de gemidos, y más cuando puse mi dedo dentro de su vagina, estaba empapada y caliente por dentro, al mismo tiempo que mi lengua le daba pequeños golpecitos a su clítoris, Daniella empezó a gimotear y supe que tenía un orgasmo, yo estaba satisfecho, porque sabía que empezar con un orgasmo de ella era lo mejor que podía suceder en este momento.
Sin perder tiempo, la cargué en peso y la llevé del sillón a la cama, la deposité encima, me quité la ropa de baño, hasta quedarme en cueros, mi verga estaba casi vertical, ella al verme se quitó su bañador.
Me fui subiendo encima, busqué su boca y nos besamos abundantemente, me fui colocándome entre sus muslos, con una mano guie mi verga hasta su chuchita, le froté con ella su sexo y empujándola se la metí dentro, su vagina estaba hirviendo y muy mojada, mi verga se fue deslizando dentro de ella, a la vez que pegaba un gemido de placer.
Fui bombeando mi verga rítmicamente, entrando y saliendo para penetrarla toda, mientras le chupaba sus bellos senos.
Ella rápido cerraba sus bellos ojos con cada bombeo, -oohhh diooss la tienes grande!!- decía Daniella gimiendo.
Estuve encima de ella administrando mis movimientos pélvicos, de pronto se lo hacía rápido y otro tanto se la metía despacio pero muy profundo en su vagina.
En otras yo metía las manos debajo de sus nalgas para levantarla un poco para metérsela ahora si todita, ella se dejaba hacer de todo, solo se limitaba a gemir y a decir más cositas como –uuyy que bien me lo haces!!-, -ayyy me se siento llena de tu verga!!-.
Aunque no soy psicólogo era muy claro que su esposo ya algo senil la tenía pequeña y que la dejaba insatisfecha en la cama.
Asi al estilo viajero (el hombre encima de la mujer), me cogí un buen rato a la bella Daniella y la hice correrse entre sollozos y quejidos, alcanzó su segundo orgasmo.
Debo confesar que Daniella estaba desinhibida completamente, yo la ponía como yo quería, no consensuaba con ella alguna posición sexual simplemente la manipulaba.
Me la cogí poniéndola de lado y yo atrás de ella con su pierna levantada.
Después la puse en cuatro, con la cabeza abajo elevando su bien formado culo, sus nalgas eran rosadas, el interior de sus labios vaginales era como color sangre; me coloqué atrás de ella y comencé a lamerle el ojete del culo, le pasé varias veces la lengua y ella se excitó muchísimo, al parecer tenía muy sensible su ano, ella quiso quitarme la boca de su culito, pero yo lo evitaba.
–ayy no! Por favor, no te comas mi culito, solo mi marido me lo hace asi!-.
Para ponerla muy caliente, le metí dos dedos en su chuchita y la masturbaba, al mismo tiempo le comía su delicado ano.
Cuando sentí que estaba otra vez muy mojada, bien lubricada su chuchita, me puse atrás y le ensarté mi verga en su raja.
Me puse a bombeársela de nuevo, la tomaba de su cintura o de sus nalgas para aferrarme y metérsela duro y profundo, pronto sus gemidos se hicieron presentes de nuevo.
–Ahora muévete tu!!!-, le dije, deje mi verga ensartada en su vagina y ella ahora movía como una diosa su bello trasero.
La chica tenía también su estilo, pues se iba adelante-atrás, daba círculos con su trasero, me estaba cogiendo rico la verga.
Tanto que me fue llevando al climax, pero presentí que ella también estaba por llegar, hice un esfuerzo por esperarla, dos minutos a lo sumo, entonces ella se detuvo y empezó como a faltarle el aire, señal de una corrida más, entonces la tome de las nalgas y le fui bombeando duro, y con eso llegué al climax, comencé a eyacular dentro de su chuchita una gran cantidad de leche caliente.
Se la mantuve bien adentro mientras me corría.
Al sacar mi verga, estaba mojadisima y un chorrito de semen salió desde muy dentro de su vagina.
Nos quedamos sobre la cama, vi sudor en la frente de Daniela.
Yo estaba casi igual.
Respirábamos como si fuéramos asmáticos, con mucha frecuencia.
Yo me recuperé antes, me levanté y fui a traer unas cervezas frías de frigobar de la habitación.
Cuando regresé pude contemplar la figura y el cuerpo de Daniela, de verdad, yo era un afortunado, era una bellísima hembra, todos sus rasgos era de una hembra ejemplar.
De aquellas que solo ves en revistas y que pocas veces tienes la oportunidad de ligar.
Ella estaba aún acostada, sus bellas tetas formaban un cono de carne, que terminaba en unos pezones entre blanco y rosa, carnudos.
Más abajo su sexo depilado, labios vaginales delgados, sus piernas gruesas en los muslos y delgada en sus pantorrillas, luego sus pies con el tobillo completamente rosado, sus dedos pintados de rojo.
Me acerqué a ofrecerle una cerveza, al verla fría, ella me agradeció y me recosté en la cabecera de la cama, con una almohada en la espalda, es decir casi sentado siempre observando el cuerpo de Daniela, quien se sentó sobre la cama y bebió su cerveza, le bajó la mitad en pocos segundos.
Sin darme la cara, dijo –no puedo creer que yo esté haciendo esto!-, se refería a tener sexo fuera del matrimonio.
Le dije casi al instante –no te preocupes tanto, es solo una experiencia, míralo como una aventura, todos hemos tenido alguna y eso no te convierte en una mala mujer-.
Creo que di en el clavo, porque ella se recostó a mi lado, sobre la cabecera.
Bebimos nuestra cerveza al mismo tiempo que charlamos, entre la charla le pregunté, como una mujer tan bella, había terminado con un hombre unos 25 años mayor, me contestó que había sido un matrimonio arreglado, pues su padre y su esposo habían sido amigos de infancia, ambos socios muy fuertes de la empresa donde yo laboro.
Charlamos bastante, bebimos otra cerveza más.
Luego se colocó su traje de baño y recogió su toalla, me dijo que le había gustado la experiencia, pero que aquí se terminaba, me dio un beso en la boca y se marchó.
Algo me decía que nos volveríamos a ver pronto, en las mismas condiciones.
Al siguiente día, claro que la vi, pues la busqué, pero andaba con su marido y otras parejas, comentando la pesca del día anterior.
Ella nunca volteo a verme.
Estaba arrepentida? O su marido era muy celoso?, o tenía miedo de mi?, pronto sabría la respuesta.
En la noche fui a la disco-bar del hotel, bebí en la barra y estaba con dos amigos de la empresa, había poca gente.
Pero conforme entraba la noche, se fueron apareciendo más personas, entre ellas la bella Daniela, con su marido y otras dos parejas.
Pidieron una botella de Whisky que valía en esa discoteca unos $200.
En eso llegó un disc-jockey y puso música bailable, me di cuenta que los varones de la mesa sacaron a bailar a Daniela, menos su marido, al parecer no era amante del baile.
Entonces esperé y cuando la vi bailando con otro anciano, saqué a bailar una señora, y le dije que la iba a intercambiar, ella dijo –no hay problema-, asi que le quité a Daniela al anciano, ella se sorprendió y rápido volteo a ver a su marido, quien estaba muy lejos y fuera de vista de nosotros, pues había mucha gente en la pista de baile y las luces y todo no daba mucha visibilidad, ella se calmó.
Le dije –hola-, y ella contestó, me dijo que la había sorprendido, cambiaron de música y era un poco de merengue, cosa que yo domino, asi que la puse a bailar, a dar vueltas, y le iba enseñando cosas nuevas.
Ella de preocupada, se puso feliz, estuvimos bailando dos y tres piezas continuas.
Siempre controlando al anciano que la había sacado a bailar, pues debía regresar con él a la mesa al mismo tiempo.
Pero fui afortunado pues el estaba embelesado y entablando conversación con la señora que intercambié con él.
Pusieron canciones más tranquilas a continuación, entonces bailamos pegados.
Le dije que quería verla de nuevo.
Ella me dijo que era imposible, que ella estaría con su marido toda la noche.
Por fin el anciano se fue a la mesa y ella lo siguió.
Me quedé bebiendo con mis amigos, en eso.
Se empezó a ir gente.
Yo vi que ella habló con su esposo, las otras parejas se levantaron y ella se quedó en la mesa, me pareció extraño.
Cuando se fueron me acerqué y le pregunté que había pasado, me dijo –me quedé por ti-, -mi esposo quiere ir a jugar juegos de mesa con sus amigos, eso a mi me aburre, le dije que estaría otra hora oyendo música y que me iría a la habitación-.
Le dije –entonces tenemos una hora-.
Le di la mano y la saqué de la disco-bar.
Me la llevé a un lugar oscuro y lo primero que hice fue besarla, ella correspondió y nos dimos un riquísimo beso de lengua como por diez minutos ininterrumpidos, creo que fue solo la chispa de lo que venía.
Se me ocurrió llamar a un mesero que pasaba, le ofrecí dinero para que nos llevara a un lugar de la piscina que fuera lo más privado, la piscina había cerrado hacía varias horas, al inicio no quiso pero al ver dinero aceptó.
Nos llevó a un lugar casi oscuro, le di el dinero y me dijo que el se encargaría que no nos molestaran.
Le dije a Daniella que nos quitáramos la ropa, no debíamos mojarla.
Como estaba oscuro no necesitamos un vestidor, quedamos en cueros y nos metimos desnudos, la piscina estaba tibia, deliciosa.
Nos abrazamos nos besamos, le acaricie sus bellas curvas, luego ella se enredó en mi cintura con sus piernas y nos besamos mucho, luego bajé a mamarle sus senos y chuparle los pezones, comenzamos a calentarnos.
Luego ella me dijo que nos fueramos a lo más bajo de la alberca, nos llegaba a la cintura, me dijo que me subiera a la orilla de la piscina, me dijo que había algo que quiso hacer el día de aquel día en mi habitación.
Ella tomó mi verga y comenzó a darle largos besos de labios y luego la metió en su boquita para mamarla, la chupaba, luego la besaba y después le pasaba la lengua por todo el tronco.
Ella levantó su cabeza y me dijo –que grande es, pero me gusta asi!-.
Me la chupó rico hasta que la puso como piedra.
Entonces le dije, que teníamos poco tiempo, asi que bajé al agua y abrazados la llevé de nuevo a donde el agua nos llegaba a los codos, allí la levanté de frente a mi y la puse sobre mi verga erecta, que entró sin problema en su chuchita, nos besamos y comenzamos a coger delicioso dentro del agua.
Llegó un momento en que Daniella gemía y gritaba, como que se estaba liberando de la tensión inicial.
Ella alcanzó rápido un buen orgasmo, pero me arañó la espalda, causándome el dolor más delicioso que haya sentido en mi vida.
Vi una de esas camas de descanso, le dije que fueramos allí.
Alli la acosté, le levanté las piernas, las puse en mis hombros y la volví a penetrar en su rajita, la cogí duro y profundo, ella se mordía los puños mientras la cogía, yo se la bombeaba sin cesar, ella entre gritos se corrió otra vez.
Luego me dijo que me detuviera, -te voy a dar algo que solo mi marido se lo he dado!- y se puso en cuatro y con sus manos abrió sus nalgas, a pesar de la poca luz, pude verle la redondez de su ano arrugado y me lo estaba ofreciendo, sin pensarlo mucho, me puse atrás, coloqué mi glande en la entrada de su culito y la penetré.
Ella gritó, pero me pedía que no me detuviera que se la metiera toda.
Empujé y empuje varias veces, hasta que mi verga desapareció en su recto, era algo exquisito cogerla por allí, luego me puse a cogerla con largos bombeos.
Como su orificio estaba muy apretado, me llevó sin remedio a eyacular, lo hice todo dentro de su culito.
Estabamos sudados otra vez.
Nos metimos a la alberca, nos besamos otro rato y ella dijo que tenía que irse.
Entonces traté de detenerla.
Le dije que por qué andaba con alguien asi y que me gustaba mucho.
Ella se volteó y me dijo: -mira cariño, te lo pongo de esta manera, yo siempre tengo el auto del año, voy a Europa una o dos veces al año, me visto con ropa solo de marca y mi cuenta bancaria siempre es de seis cifras en dólares, asi que, cariño no te pongas sentimental, como tu dijiste, solo gocemos el rato, quieres?-, me dejó perplejo la contestación y ya no dije nada.
Nos fuimos y la llevé al elevador en donde nos despedimos de beso en la mejilla, pues había más personas.
Terminó mi viaje y todo regresó a la normalidad.
No la he vuelto a ver, ni a comunicarme con ella.
Pero asi es la vida.
Debemos gozar estos ratos singulares, que no son frecuentes.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!