una escoba y un tendedero
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Llego andando hasta la oxidada verja metálica de la vieja ferretería donde trabajo desde hace un par de años, cada día me cuesta más levantar los cierres de los escaparates, a ver si tengo tiempo y los engraso un poco, pienso, pero enseguida se me olvida, entro hasta el centro de la tienda donde enciendo las luces, me acerco a la caja y pongo en marcha el ordenador, es tan viejo que le cuesta varios minutos arrancar, pero no importa, a primera hora casi nunca hay nadie esperando.
Lo siguiente que hago, si el suelo de la calle no está mojado, es barrer la acera, la tienda está junto a la carretera y siempre hay polvo, tengo una escoba de palma que es la que mejor saca la suciedad de los surcos de los adoquines de la calle. Me gusta que me vean barriendo, es un pueblo pequeño y todos nos conocemos, a esas horas siempre pasan los mismos vecinos, unos metros más arriba hay una panadería y los clientes habituales me saludan y a veces paran unos minutos a bromear un poco o a hablar del tiempo. Si hace buena mañana y aún no viene ningún cliente, barro el trocito de acera del local de al lado, esta vacío hace meses y se acumula mucho polvo.
Enseguida empiezan a llegar algunos clientes y se va pasando la mañana entre atender y reponer productos del almacén, también preparo el pedido de la semana, pero eso lo suelo hacer por las tardes que hay menos gente.
A pesar de la rutina me gusta mi trabajo, es entretenido y pagan bien, además esta al lado de mi casa y me llevo bien con el jefe, aunque no puedo coger las vacaciones en verano y trabajo los sábados por la mañana, pero ya me he acostumbrado, suelo salir los viernes por la noche con mis amigos pero me vuelvo pronto que al día siguiente hay faena.
Así van pasando las semanas y los meses, sin mucha novedad.
Una fría mañana de marzo escuché a varias personas en el local de al lado, salí a la calle con la excusa de fumar un cigarro para cotillear un poco. Allí estaban limpiando aquella pequeña tienda vacía Manuel y Maite, un matrimonio que conocía hace tiempo de verlos por el pueblo, además Manuel venia amenudo a la ferretería a comprar piezas de fontanería. Nos llevábamos bien.
-Hola pareja, estáis de limpieza? Pregunté.
-Si, a ver si adecentamos esto un poco. Me respondió Manuel.
-Ya me contaras, me voy dentro que hace frio.
Y me puse a limpiar el polvo de una estantería cercana a una estufa de queroseno para calentarme un poco, al rato entró Manuel y sonriendo me dijo que habían alquilado el local para montar una pequeña exposición de muebles de baño y sanitarios, se le veía contento, llevaba unos meses haciendo chapuzas de fontanería pero no tenia demasiado trabajo, con el nuevo negocio que estaban a punto de abrir, su mujer, Maite vendería los sanitarios y Manuel los montaría en casa de los clientes, no estaba mal pensado.
Antes de que acabase el mes ya habían abierto la tienda, y empecé a ver A Maite a diario, ahora al que veía menos era a su marido, se ve que tenia más trabajo y no le sobraba mucho tiempo para venir por el barrio.
Maite es una mujer de unos 40 años y tiene dos hijos, la verdad es que parece más joven, es muy coqueta y siempre va bien vestida y maquillada, aunque a mi siempre me han atraído las mujeres mayores que yo, Maite no llamaba mi atención, pero poco a poco la cosa empezó a cambiar.
Una mañana que yo estaba barriendo la acera, como de costumbre, ella salió de la tienda con una gran sonrisa y me pidió que le dejase la escoba al acabar, que con la que ella tenía no se barría muy bien, así lo hice, en cuanto terminé mi parte entré a su tienda para dejarle la escoba, ella estaba sentada en su mesa y desde mi posición elevada podía verle un generoso canalillo además la blusa trasparentaba un poco y se podía intuir un bonito sujetador de encaje, solo miré un segundo o dos pero creo que Maite se dió cuenta de mi furtiva mirada, ella sonrió y yo salí rápido y avergonzado, entré en la ferretería y me quedé un rato recordando su canalillo y su pícara sonrisa al pillarme mirando.
Ella salió a barrer y yo desde dentro y tras los productos que teníamos en el escaparate me escodi a mirarla, ahora estaba seguro de que no me vería así que me quedé allí hasta que terminó de barrer. No se lo que esperaba ver, ni siquiera se por que lo hice, pero allí estaba mirándola, embobado, hasta que entró en mi tienda a devolverme la escoba y yo disimulé como pude.
-Esto es otra cosa, se barre de maravilla!! Dijo ella.
-Mañana te la dejo otra vez. Respondí.
-Cuento con ello, gracias!!
Mientras salia hacia la calle miré su culo, esta vez más cerca y sin cristales entre medio, llevaba un pantalón vaquero que dibujaba perfectamente su silueta, para su edad tenia un buen trasero, a ver si mañana vuelvo a verla el escote, pensé.
Esa noche, me masturbé pensando en Maite, imaginaba que la tenia encima y que le comía las tetas mientas ella me follaba fuerte. Yo a esa edad, me masturbaba amenudo viendo porno en Internet, pero aquel día no me hizo falta, solo mi caliente imaginación bastó para correrme.
A partir de entonces ya miraba a Maite con otros ojos, ahora si que me atraía, yo soy un poco tímido y actuaba como si nada, solo cortas miradas y siempre cuando estaba seguro de que no me vería, de vez en cuando me volvía a masturbar pensando en ella, pero nunca pasaría nada, solo era mi fantasía, además estaba felizmente casada con Manuel, y yo me llevaba muy bien con el y con sus hijos que a veces venían por la tienda.
Un día a finales de mayo, cuando ya empezaba a hacer calor y los días empezaban a ser más largos, Maite entró a la ferretería, llevaba un fino pantalón blanco y una ajustada camiseta azul, se podía ver como sus pechos querían escapar por encima del sujetador, ya le había visto alguna vez más con esa camiseta y siempre me fijaba en sus tetas, pero el pantalón no se lo había visto nunca.
-Hola Jorge, que buen día hace hoy eh?
-Si que hace bueno, si.
-Mira, quería poner un tendedero en la ventana de un patio interior, a ver que me recomiendas.
– Pasa por aquí, los tendederos están al final. Le indique con el brazo derecho hacia el fondo de la tienda para que pasase delante de mi, y así poder mirarla, me salio bien la jugada, debajo del pantalón blanco se intuía un tanga oscuro, me gustaba cómo le quedaba, le hacía aun más bonito el culo.
Estuve explicándole las diferencias entre los tendederos que vendíamos y los precios de cada uno, le dije que tenia que medir la ventana donde lo quería poner, que me lo dijera por la tarde, y así lo hizo.
Al poco de abrir por la tarde volvió a entrar, me dijo las medidas y le saqué el que mejor le venía.
-Este le montáis vosotros? Me preguntó.
-Pues si que los solemos montar pero estos días estoy yo solo en la tienda y no me puedo marchar.
-Ah, es verdad, que tienes al jefe de vacaciones… y no podrías ir al cerrar?
-Bufff, pues no, eso ya es mi tiempo libre. No puede ponértelo Manuel?
-Últimamente anda muy liado, está haciendo la fontanería en un edificio en la ciudad y vuelve siempre tarde y cansado. Si vienes te doy algo de propina.
Dudé unos instantes…
-Venga, ya te lo pongo esta tarde, solo será media hora…
No accedí por la propina, ni por qué se tardara poco tiempo, accedí únicamente para poder estar en su casa a solas con ella, me daba cierto morbo.
-Vale, muchas gracias! Vamos desde aquí cuando cerremos.
Salió de la ferretería y volví a mirarla de arriba abajo, me puse a cien yo solo imaginandome en su casa follando en la mesa de la cocina… me daban ganas de masturbarme en el lavabo del almacén, pero no era el momento, eso sí, está noche había paja, seguro.
Al llegar la hora de cerrar preparé las herramientas que necesitaba y cogí el tendedero, pase a la tienda de Maite y le pedí las llaves de su coche para dejarlo, ella solía ir en coche a trabajar. Cerré la ferretería y esperé un poco fumando un cigarro mientras ella terminaba de recoger, le ayudé a bajar el pesado cierre y me eche un poco para atrás para mirarla de nuevo el culo cuando se agachó a poner la llave, esta vez el tanguita asomó un poco por encima del pantalón, era morado y negro, muy bonito. Nos montamos en su coche y fuimos a su casa.
Al entrar en su casa me llevó directo hacia una habitación, intuí que era la suya por la decoración y el tamaño de la cama, abrió las cortinas y la ventana.
-Aquí es, me dijo, te apetece una cerveza o Algo?
-No, tranquila, voy a empezar a ver que tal se da.
-Si necesitas algo me dices.
Me quedé yo solo en la habitación y me puse a montar el tendedero, cuando llevaba 10 minutos más o menos, entró Maite en la habitación con una lata de Mahou y un plato con aceitunas.
-Mira, aquí te dejo un aperitivo. Y lo apoyó en una cajonera.
-No hacia falta mujer, no haberte molestado!
-Que tal lo llevas?
-Bien, esto es fácil, en un cuarto de hora termino.
Seguí con lo mio, pero esta vez ella no salio de la habitación, escuché cómo abría el armario y un cajón, dejé lo que estaba haciendo para coger una llave que me hacía falta y la miré, estaba de espaldas a mi quitándose la camiseta azul, me gire rápido hacia la ventana, pero no quería perderme ni un detalle, además, si ella se quitaba ropa delante de un extraño será porque no la importa mucho que la vean, así que me volví de nuevo con la excusa de coger otra llave, esta vez me quedé mirando, tampoco disimulé mucho, no me importaba que ella me pillase, es más, me apetecía ver su reacción, yo no sabía por qué lo hacía, a lo mejor ella pensaba que yo no miraría o quizá quería provocarme, quien sabe.
Empezaba a bajarse el pantalón blanco cuando me di cuenta de que, aunque seguía de espaldas a mi, me estaba mirando en el reflejo de un espejo, no dejé de mirar su tanga ni un segundo, ella se volvió hacia mi, y me pregunto:
-Te gusta lo que ves? No paras de mirarme!
Me quedé mudo, no sabia que decir, a estas alturas mi polla apretaba mi pantalón tan fuerte que me dolía. Volví a girarme hacia la ventana, pero ella me volvió a preguntar.
-No me has contestado, te gusta o no?
Me giré, la recorrí de arriba a abajo con la mirada, me quedé mirando al suelo.
-Mucho, dije tímidamente.
Ella sonrió y se desabrochó con soltura el sujetador, me volvió a dar la espalda para terminar de quitárselo del todo y se puso otra camiseta más amplia, no conseguí verla los pechos ni siquiera por el reflejo del espejo, entonces comenzó a bajarse el tanga, la nueva camiseta tapaba buena parte de su culo y no podría ver nada.
-No te lo quites, dije, te queda muy bien.
Ella se subió un poco la camiseta y se miró al espejo.
-Si?, lo estreno hoy.
-El pantalón también te queda muy bien.
-Gracias, me dijo sonriendo. Vas a acabar ya con el tendedero?
-Si, perdona, que me había distraído…
Vi, como se ponía un pantaloncito corto como de pijama, pero como yo la había aconsejado se había dejado el tanga. Salió de nuevo de la habitación, yo estaba excitado al máximo y muy nervioso, se me cayó una llave al patio de luces cuando estaba terminando de montar el tendedero. Recogí mis herramientas y las guardé en su caja, le di un largo trago a la cerveza para ver si me refrescaba un poco, pero seguía caliente y con la polla bien dura.
-Pues esto ya está, dije en voz alta para que Maite me escuchase.
Volvió a la habitación y se asomó a la ventana, me di cuenta que al no llevar sujetador se le marcaban los pezones en la camiseta, eso hacía que me calentase aún más.
-Ha quedado muy bien! Pero no has probado las aceitunas!
-No me apetecían mucho.
-Al menos, acabate la cerveza.
Me ofreció la lata, la cogí y la terminé de un trago.
-Cuanto te tengo que pagar?
-Mañana me lo das en la tienda, no te preocupes.
-Al menos toma la propina que te he prometido…
En ese momento se volvió a quitar la camiseta, esta vez frente a mi, ahora si que me quedé pasmado mirando esos dos grandes pechos apuntandome con los pezones, eran hermosos y para haber tenido dos hijos los tenia muy bien puestos.
-No quiero problemas Maite, me voy. Esto no está bien.
Ella alargó su mano hasta mi entrepierna, agarro mi duro paquete y me preguntó:
-Pero te vas a ir así? Manuel no viene hasta tarde y siempre viene cansado, llevo meses sin un orgasmo.
Todavía no me había soltado el paquete, yo ya no podía más, a la mierda, cuando me voy a volver a ver en una igual? Pensé. Es lo que llevaba imaginando todo este tiempo, no podía desaprovecharlo.
-Lo tenias todo planeado verdad? Le dije.
-Desde el día que te pillé mirándome el escote.
Sonreí y me abalancé sobre sus tetas, mientras lamía con ansias uno de sus pezones acariciaba el otro, les tenía duros de excitacion, notaba como respiraba profundamente mientras con la mano que tenia en mi bragueta me desabrochaba el vaquero, nos echamos sobre la cama y ella me quitó la camiseta, yo baje su pantaloncito dejando ver de nuevo su tanga negro y morado, ella quiso quitárselo pero no la dejé, aún no.
El pantalón y los calzoncillos me apretaban mucho a pesar de que ella, ya había soltado el botón, tenia la verga más dura que nunca, le pedí que me lo quitase, y así lo hizo, obediente bajó primero mi pantalón y luego el calzón, dejando al descubierto mi pene erecto. Yo metí mi mano entre su tanga y pude tocar una fina línea de pelo bien rasurado, deslicé mis dedos hasta su vagina y los metí dentro, estaba totalmente empapada, hundir mis dedos en su húmedo y caliente coño, provocó que se retorciera de placer y de sus labios salio un fuerte gemido yo le tape la boca con la mano, la ventana seguía abierta y algún vecino podía escucharnos.
Me levanté deprisa y Cerré la ventana, puse las cortinas y volví a la cama, esta vez para quitarle de una vez por todas ese tanguita que tanto me gustaba, lo tenia mojado y ya empezaba a molestar. Ella mientras, había sacado de un cajón un paquete de toallitas húmedas y un par de condones, sin duda tenia todo bien preparado.
Le pedí una toallita y se la pasé por el coño, procuré dejarlo bien limpio y seguidamente lo abrí un poco con los dedos y metí mi lengua dentro, empecé a lamerlo delicadamente, notaba como se abultaba su húmedo clitorix con las pasadas de mi lengua, ella estaba disfrutando mucho, yo no pensaba parar. Seguí lamiéndo y empecé a meterle dos dedos, estaba chorreando flujo y no paraba de gemir, continúe un rato más, notaba como le estaba cambiando la respiración, empezó a arquear su espalda y me sujetó fuerte la cabeza apretando hacia ella. Estaba teniendo un orgasmo, le temblaban las piernas y enseguida dejó su cuerpo muerto, le miré a los ojos, y ví que estaba muy sonrojada.
-Maravilloso, dijo con una entrecortada respiración, nunca había tenido un orgasmo mientras me comían el coño.
-Y que tal es?
-Quiero más!!
Me reí un poco, ahora me toca a mi, dije. Maite ya tenía una toallita en la mano y empezó a limpiar mi pene, enseguida se lo metió en la boca y empezó a comérselo, la verdad es que lo hacía muy bien, lo llenó de saliva y no paraba de lamerlo, arriba y abajo se ayudaba con la mano, yo mientras tocaba sus tetas, y me dejaba llevar…
Enseguida la mandé parar, si seguía así me correría muy rápido, y todavía quería metersela hasta lo más profundo. Me puso muy rápido el condón, casi ni me enteré de que ya lo tenía, se subió encima de mi y empezó a cabalgarme, yo le comía las tetas y me acordaba de aquella primera paja que me hice pensando en ella, pero esta vez estaba allí encima de verdad, sentía como estaba a punto de llegarme el orgasmo y nuevamente la pedí que parase, ella también debía estar cerca porque no me hizo ni caso, siguió follandome tan fuerte que la cama se movía con cada embestida, le volvía a cambiar la respiración, empezó a hacerlo más despacio yo agarre su culo y apreté fuerte contra mi, al poco tiempo volvió a tener un placentero orgasmo, podía notar cómo contraia los músculos de su vagina con mi polla dentro, faltaba muy poco para correrme, pero ella se retiró de encima y se tumbó a mi lado.
-Follas muy bien, pero yo no he terminado.
-Yo tampoco he terminado, falta el postre. Susurró en mi oído.
Se dió la vuelta y se puso a cuatro patas sobre la cama.
-Ya puedes terminar.
No me lo pensé dos veces, me puse de rodillas detrás de ella y la agarré por la cintura, busqué su todavía húmedo coño y comencé a penetrarlo profundamente, mientras le separaba las nalgas para ver su ano, dejé caer una gota de saliva sobre el y comencé a acariciarlo con el pulgar, eso me ponía muy cachondo, a Maite también porque cada vez gemía más y más. Yo nunca había follado a lo perrito y era muy placentero, no aguanté ni dos minutos, note que me me llegaba el orgasmo, pero no quería correrme dentro y la saqué rápido, me quité el condón justo a tiempo y me corrí sobre su culo, eso pareció gustaría porque se frotaba fuerte contra mi polla, restregando mi leche por todo su trasero. Nunca había eyaculado tanta cantidad de semen.
Maite me dio un par de toallitas y me pidió que la limpiase, le pedí otra para mi y terminé de limpiar mi polla, la que por fin empezaba a relajarse. Nos tumbamos un poco boca arriba, exhaustos.
-Creo que ha sido el mejor orgasmo que he tenido nunca. Dije.
-Yo me he quedado con ganas de otro.
-Ya no hay tiempo, tengo que irme, lo siento.
Me levanté y empecé a vestirme, ella hizo lo mismo, mientras nos terminabamos de poner la ropa me preguntó:
-Que te ha parecido la propina?
-Jajajajaja, y a ti?
-Me ha encantado, lo necesitaba.
-A mi también me ha gustado mucho, tengo que irme ya, mañana nos vemos.
-No hace falta que te diga que ni una palabra a nadie verdad?
-Puedes estar tranquila, aquí no ha pasado nada.
Se acercó a mi y me besó en los labios.
-Habrá una segunda vez? Le pregunté.
-No te puedo responder.
Bajé la mirada, cogí mi caja de herramientas y me fui a casa. Esa noche me volví a masturbar, no paraba de pensar en ella y me costó mucho dormir.
A la mañana siguiente, todo era normal, Maite actuaba como si nada y yo por supuesto también, pero me costaba mucho no ponerme colorado cuando nos veíamos. Así día tras día durante todo el verano. Yo fantaseaba con volvernos a ver y a veces me hacía una paja pensando en lo que pasó aquella tarde, pero jamás le dije nada, no me atrevía, solo hacia cómo si nunca hubiera pasado.
Al final del verano, cuando ya daba por hecho que no volvería a pasar nada, Maite entró en la tienda, estaba más guapa que nunca, el sol había dorado su piel y lucía un corto vestido estampado, me miró, puso esa pícara sonrisa y me preguntó?
-Podrías colocarme esta tarde un riel para unas cortinas? Te daré propina.
FIN
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