Viaje de trabajo 1
Recuerdos de mis viajes de trabajo… no todo es sufrimiento..
Este relato es 100% real, no tiene detalles escabrosos de heroísmos sexuales ni grandes detalles de tetas, culos o miembros viriles… es nada más, lo que pasó en viaje en avión entre 2 personas casadas.
Mi trabajo me ha llevado a viajar por casi toda Latinoamérica, EEUU y algunos otros países. En el caso de esta historia, estaba volviendo desde Buenos Aires a mi ciudad natal, para pasar unos días en casa, para luego volver al proyecto donde trabajaba. Eran por allá por el 2010 (yo tenía 38 años), donde no había el auge de hoy del teletrabajo. Por supuesto, dado mi actividad, yo siempre bien vestido, de traje, corbata y una pequeña maleta, más mi maletín donde llevo el computador.
Una vez ya hecho el embarque, pasé a la sala de espera, en donde al poco rato llegó una dama con una hija pequeña. La mujer rondaba ese rango delicioso entre los 40 y los 50, en donde conservan aun mucho del sex-appeal y suman el encanto de los años. Siendo verano, vestía un vestido de largo medio, muy ligero, que resaltaba sus cuervas La niña, en tanto, debía tener unos 11 o 12 años, de jeans y blusa fresca.
Con la mamá cruzamos miradas varias veces y, en un momento dado y como excusa para hablarle, les pedí a ambas me cuidaran mi maletín mientras yo hacía una consulta en el mostrador del pasillo de embarque. Luego de ello y roto el hielo inicial, vinieron las preguntas de rigor entre nosotros… los nombres, donde viajábamos, motivos, estado civil, etc, etc. El caso es que ambos viajábamos al mismo destino, así que acordamos que, si podíamos, trataríamos de quedar en asientos unidos para continuar nuestra conversación. Su nombre era Susana, y su hija se llamaba… no importa, no viene al caso y así no comprometo a nadie.
Una vez en el avión, ellas quedaron un poco más atrás que yo, así que fue fácil convencer al muchacho que quedó con ellas y cambiarse a mi asiento y yo al lado de ellas, por lo que pudimos continuar nuestra charla y, ya francamente, nuestro coqueteo. Cuando ya se inició el vuelo, yo aprovechaba cualquier situación para tomarla de la mano o rozar suavemente la pierna que tenía más cerca, mientras la miraba a los ojos y veía que ella se sonrojaba pero le gustaba… su hija, muy entretenida en una revista y luego mirando por la ventana, no se daba cuenta de nada.
A medida que avanzaba el viaje, mis caricias fueron subiendo de color, y Susana nada más me hacía señas apuntando a su hija, como diciendo «nos va a ver»… o sea, que si no fuera por ella, de seguro ya estaríamos en otra situación. Entonces aconteció lo que hizo de este viaje mi tesoro como recuerdo… en cierto momento, la niña nos indica que miremos por la ventana, por lo cual ambos nos levantamos del asiento (eran asientos de primera clase, por lo que había mucho espacio) y vimos lo que la niña nos indicaba, luego de lo cual nos volvimos a sentar, pero antes que Susana se sentara, puse mi mano en su asiento, con la palma hacia arriba… o sea, cuando ella se sentó, quedó con sus nalgas sobre la palma de mi mano.
¡Qué sensación aquella! Susana usaba una tanguita que se perdía en su raya trasera, así que sus suaves y abundantes nalgas descansaban desnudas sobre mi mano (y mi verga como piedra), y ella sólo atinó a mirarme asombrada con unos ojos abiertos como platos, y luego miró a todos lados para ver si alguien se había dado cuenta. Claro, los pasajeros iban cada uno en su mundo, así que nadie se dio cuenta de nada. Y tampoco la niña, que seguía mirando por la ventana. Si bien Susana estaba asustada, indudablemente también estaba excitada, así que aunque me pedía muy bajito que sacara la mano, yo solamente le sonreía y le contestaba «tranquila, no pasa nada… nadie se da cuenta y tu hija tampoco».
Habrían pasado unos 15 minutos, y sintiendo yo muy de cerca el calor húmedo que salía de la zona íntima de Susana, pasé a la fase siguiente… suavemente corrí la tanguita e introduje mi dedo medio en su sexo. ¡Qué momento! La verdad, hubiera pagado lo que fuera por tener una cámara en esos momentos… la cara de Susana se petrificó, mordió levemente su labio inferior, y entonces su vagina se contrajo en un orgasmo delicioso, por lo que ella cerró los ojos unos segundos pero continuó manteniendo estoicamente su cara de dama mientras los espasmos continuaban siendo detectados por mis dedos en su sexo… el que estaba en su vagina chorreante (el dedo medio) y el que acariciaba su clítoris durísimo (dedo índice). Y como yo soy un desgraciado caliente, aproveché el momento para acomodar mi dedo pulgar en su hoyito trasero y meterlo suave pero completamente.
Otra vez su cara, un poema… mucha calentura y un poco de miedo, creo yo por la gente alrededor y la cercanía de su hija. Pero no hubo ningún gesto para que sacara la mano o que dejara de hacer lo que estaba haciendo… solamente nos detuvimos cuando nos indicaron que nos preparáramos para el aterrizaje. Cuando saqué mi mano para ajustarme el cinturón, mirándola a los ojos pasé mi lengua por mis dedos… y otra vez su cara me decía todo sin palabras.
Luego de todo ese juego, retomamos nuestra conversación normal y nos pasamos los teléfonos, pues yo tenía un número local de Argentina que usaba durante mi permanencia en Buenos Aires, así que cuando volví a esa ciudad nos vimos varias veces y tuvimos sexo sin problemas y sin gente alrededor, pero lo ocurrido en ese avión nunca se me va a olvidar.
Se agradecen de antemano los comentarios y críticas constructivas. Y si alguien lo quiere hacer, me pueden escribir a mi correo ([email protected]), o a mi twitter (@sexy_verg) o a mi instagram (madurosexyvergudo).
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!