Aventura swinger con mi novia Camila (Parte 1)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Somos una pareja joven de Buenos Aires, Camila y yo (Diego) tenemos 25 años y hace unos meses nos fuimos de viaje para conocer España.
Teníamos a un amigo en común, Facundo, que se había radicado en Barcelona hace unos 5 años por lo que uno de nuestros principales destinos sería esa ciudad que es muy atractiva para gente joven que tiene ganas de divertirse y ofrece una amplia oferta cultural y además es muy cosmopolita.
Al llegar al departamento de Facundo y tras las primeras impresiones de la ciudad nos sentimos muy contentos.
Es realmente una ciudad fantástica, pero no es la idea dar una lección turística en este relato.
Salimos esa noche a una zona de bares a tomar algo con nuestro amigo y una pareja muy agradable que conocimos ahí también amiga de Facundo.
Entrados ya en confianza nos contaron que les gustaba frecuentar con cierta regularidad los “clubes liberales”, donde se divertían mucho y realizaban también intercambio de parejas.
Camila y yo somos una pareja de mente abierta, pero la verdad nunca habíamos hablado, más que algún chiste, sobre la posibilidad real de tener una experiencia swinger.
La verdad que estar lejos de casa hacía que la experiencia no sea tan descabellada o al menos ir a ver de qué se trataba.
Era realmente imposible cruzarse con algún conocido en un club como el que nos habían invitado ese sábado.
Obviamente no aseguráramos que pasaría nada y aceptamos con curiosidad, algo de nerviosismo y morbo.
Llegamos al lugar de las iniciales TP invitados por esta pareja y de entrada quedamos sorprendidos por el nivel que tenía, era realmente grande y elegante.
Luego de una recorrida nos fuimos a bailar un rato.
Tomamos unas copas y promediando la noche se notaba que cada vez había más gente.
La pareja que nos había invitado, que eran bastante conocidos en el lugar porque varias parejas los habían saludado, se fueron con dos parejas más de la zona bailable.
Le di un codazo a mi novia para que los viera y los seguimos por curiosidad.
Entraron a un cuarto con sillones y nosotros, al igual que otros más, nos quedamos mirando cerca de la puerta.
Había mucha tensión sexual, me estaba excitando sin que hubiera más que algunos besos lascivos y manoseos.
Su mujer se había acomodado con dos hombres en un sillón y las dos chicas en plan bisexual se besaban y manoseaban con el chico que nos había invitado.
Por mis adentros pensé “vaya suertudo!” Pasaron algunos minutos y ya la chica estaba chupándosela a uno mientras el otro le daba una lamida que no escondía en disfrutar.
Su pareja también estaba dando sexo oral a una de las chicas.
Jamás había visto tener sexo a otras personas y empezar así me había dejado felizmente boquiabierto.
De repente un chico se nos acerca al oído y nos invita una copa, al darse cuenta que éramos argentinos nos empezó a hablar de lo que conocía de nuestro país y se puso un poco obsesionado con mi novia.
El había ido acompañando a una pareja que se le había perdido de vista.
Dijo que nos había visto bailar, que veía muy atractiva a mi novia y al mostrarse muy agradable salimos para tomar algo.
Se llamaba Joaquín, por Sabina, y tenía 24 años.
Tenía muy buena pinta, flaco y alto.
Muy simpático y agradable.
Comenzamos a charlar y a tomar.
Entre chistes dijo que tenía un “gran pollon”, la palabra polla en Argentina no se utiliza, obviamente se a lo que se refiere, pero nos dio mucha gracia.
Le preguntó a mi novia si le gustaría conocer su “polla”.
Le di confianza y le dije que si quería hacerlo, no lo dudara, que estábamos para divertirnos.
Sin más se levantaron de la silla y él la llevó de la mano a un rincón un poco más oscuro.
Yo me senté con mi trago en la mano a dos metros de ellos.
Camila se puso en cuclillas y Joaquín se desabrochó el pantalón.
No tenia bóxer.
Mi novia sujetó su rosado pene y se lo metió en la boca.
Aunque medio flácido ya se notaba que tenía una verga grande.
Se le fue parando y Joaquín sujetándosela con la mano le preguntó si le gustaba.
“Me encanta.
Esta muy rica”, le dijo ella con un tono de calentura que me volvió loco.
– “Sigue comiéndomela y babéamela bien”
– “Sin las manos, abre bien la boca”, le dijo y se la metió bien profunda desfigurándole la cara.
– “Que rica boquita chiquita tenéis, me encanta.
Mírame a los ojos hermosa, no dejes de mirarme”.
Me parecía increíble estar en esa situación.
Lejos de casa viendo a mi novia tragar semejante miembro y disfrutándolo.
Estaba realmente excitado masajeándome mi propio pene, cuando el flaco la da vuelta y la apoya contra la pared.
Apretándole la cola le dice: “qué bonito culo que tiene, se nota que te gusta provocar” y le baja la pollerita hasta los tobillos, le hace a un lado la ropa interior y con una sonrisa le pregunta: “qué es este juguito que te sale?” y ella responde con un gemido mientras siente sus dedos juguetearle.
Le abre bien los cachetes y la lengüetea de abajo para arriba, se la empieza a comer de forma brusca metiendo y sacándole la lengua.
Para ese entonces yo ya estaba masturbándome con la pija afuera.
Él se paró y me miró buscando mi aprobación.
Afirme con la cabeza ya completamente entregado y al ver que ella lo estaba disfrutando tanto.
En un segundo se puso un preservativo y le frotó la verga un par de veces.
Camila estaba nerviosa porque cuando supo que la penetraría se puso un poco tensa.
Lo miro a los ojos mientras lentamente sentía como estaba entrando, Joaquín la sostenía de las caderas, la diferencia de estatura hacía que tuviera que arquearse un poco más para metérsela.
Después de un par de clavadas lentas se la sacó para escupirla.
Y volvió a metérsela con más fuerza.
Por momentos la agarraba del cuello y le daba nalgadas, Camila ya estaba cada vez más suelta, “ohh si, seguí, seguí”, le decía entre gemidos.
Intentó metérsela toda, hasta el fondo, y el cuerpito de mi novia se retorció entre el de dolor y el placer.
Ya no daba más estaba que estallaba en una sensación completamente nueva al ver a mi chica teniendo sexo fuerte con otro.
Él la tomó de la mano y se acercaron a donde yo estaba sentado, hizo que subiera una pierna en mi silla.
Ella me miró con una cara de satisfacción que nunca voy a olvidar.
“Te amo”, dije tímidamente.
El español se la volvió a meter y la tomó del cuello.
-“Te gusta así de dura”
-“Si, me encanta, no pares”
Él le metió dos dedos en la boca, nunca había visto esas expresiones en la cara de mi novia, estaba como poseída, desfigurada de placer, se miraban fijamente a los ojos.
Sentía el movimiento de cada una de las embestidas, el temblequeo de sus piernas, el bamboleo de sus tetas, sus suspiros tan cerca, el olor a sexo y un primer plano de esa verga entrando rudamente en su interior.
Su placer fue cada vez más fuerte hasta que vibró todo su cuerpito con un grito que le salió tan de adentro que me hizo acabar al instante.
Sus piernitas temblaban, pero no había terminado aún.
El español se sacó el preservativo y le dijo que se la chupara.
No tardo mucho en masturbarlo con las dos manos, chupándosela, hasta que le acabó en toda la cara.
Volví a la realidad con algún que otro aplauso de un grupo de personas alrededor que vieron la escena.
Ni me había percatado del contexto en el que estamos.
Había sido un gran espectáculo.
Camila se me acercó y por prejuicios o tal vez asco le pedí que no me besara en la boca.
La abracé muy fuerte y di un beso en la cabeza.
Hasta que su respiración volvió a la normalidad.
Joaquín se sentó a nuestro lado y nos invitó otra copa.
Camila se disculpó para ir al baño a mejorar su desalineada presencia.
Ya eran pasadas las 5 de la mañana y cuando volvió Camila nos propuso ir a dormir a su departamento y aceptamos…
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