Caballo
Como en una noche me volví adicta a un equino humano.
Teníamos ganas de ir a escuchar música y tomarnos unos tragos, así que terminamos yendo a Las Américas Video Bar, un sitio frente a la Torre de Cali, al que ocasionalmente íbamos. Logramos encontrar una mesa en una esquina bastante oscura en la que quedamos escondidos y además podíamos apreciar los videos que se proyectaban en una pantalla cercana. Mi esposo pidió una botella de ron, que fuimos consumiendo mientras escuchábamos música de Chayanne, Juan Gabriel, Raphael, Pandora, y todas esas baladas que nos gustaban. Charlamos sobre nuestras hijas, los negocios, el trabajo, las vacaciones que vendrían, mientras el licor nos tenia contentos y dicharacheros. En una mesa vecina, estaban en tal algarabía, hablando de política y arriándole la madre a Petro.
En una salida al baño, Raúl se encontró con Jorge, un ingeniero con el que trabajó en una firma a la que había pertenecido en el pasado y con el que trabó una buena amistad. Le apodaban «el caballo». Cuando le dijo que había ido solo, pero que se iba porque no había encontrado mesa; mi esposo lo invito a que nos acompañara en nuestra mesa. Al llegar me dijo: Amor, te presentó a caballo. Jorge, dijo él; Pamela, le respondí y se sentó. Nos contó que se había separado de su esposa, de donde estaba trabajando ahora, pero que estaba aplicando a un puesto en Medellín. Caballo pidió una botella de tequila, mientras nosotros terminábamos nuestra botella de ron. Jorge, era un hombre moreno, grande, corpulento, rondando quizá los cuarenta y tantos años, de buenos modales, carismático y buena gente, con el que congenie rápidamente. Al acabar nuestra botella de ron, íbamos a pedir otra, pero Caballo nos dijo que lo acompañáramos con el tequila, pues una botella era mucho para él solo, y así, mezclamos de ron a tequila. Ya un poco cogiditos de los tragos, Caballo nos confesó que se separó de su mujer, pues una noche llegó a su casa más temprano, y la encontró teniendo relaciones con dos hombres a la vez. Lo insólito fue que se ocultó para ver como se cogían a su esposa, mientras él en la oscuridad se masturbaba, disfrutando con lujuria de la escena que le brindaba su mujer.
Caballo se puso nostálgico con el tema, y se fue para el baño. Estando solos, comentábamos el asunto con mi esposo, a quien le pregunté, que porque a Jorge, le decían «Caballo». Me contó que, en una oportunidad, que habían participado en un torneo de futbol en la oficina, al estar en los vestidores duchándose, otro amigo lo bautizó así por el tamaño de su miembro que sin estar erecto parecía como el de un caballo. Raúl mencionó que él decía que su aparato alcanzaba los 34 centímetros, a lo que refuté que eso debía ser mentira, que no podía ser. Jorge regresó a la mesa, y continuamos charlando, mientras seguíamos tomando el tequila que se iba consumiendo. Mientras charlábamos, no dejaba de pensar en la verga de un caballo, esa tranca colgante de los equinos. La imagen no se me salía de la cabeza. Me levanté y me excusé para ir al baño.
Al regresar no me senté al lado de mi esposo, sino que lo hice entre los dos quedando en medio de ellos; dicharachera, desinhibida, y tomando más rápido que mis dos acompañantes, no podía dejar de pensar en un pene como el de un caballo. Me volteé hacia Caballo y le susurré al oído. Caballo me mira, y volteando a ver a mi marido, le dice: Vé, Pamela, me está diciendo que no me cree que yo tenga una polla como la de un caballo. Me vuelve y le digo, amor, perdóname, pero es que no creo que sea verdad. Antes que pudiera decir algo, ya Caballo se había abierto el pantalón y había sacado su verga, que aunque flácida tenia un tamaño descomunal. Mira que sí Pamela, me dice, estamos borrachos, pero tu esposo no dice mentiras, dice caballo con su voz ya un poco arrastrada de lo tomado que estaba. Yo solo me quedo estupefacta observando maravillada ese pedazo de carne negra, que se empieza a levantar. Volteo a mirar a Raúl, y le susurro pidiéndole permiso si la puedo tocar. Al asentir, con mi mano derecha, empiezo a acariciar la polla de Jorge, que se empieza convertir en la verga de un caballo. Con mi mano, masturbaba ese falo descomunal de arriba a abajo, ensimismada sin dejar de mirar el poderoso glande brillante que coronaba su polla. Esa tranca colocándose como un riel, apuntaba al cielo, donde me sentía con semejante verga en mi mano. Caballo recostado solo se dejaba hacer, diciéndome que hace rato nadie lo tocaba. Pensaba en la mujer de Jorge, que menospreciaba semejante tranca para engañarlo con otro, o que el otro, tenia una polla mucho más grande que la de Caballo. Raúl me corre hacia el borde del sillón, abriendo mis piernas y levantando mi falda, mete su mano en mi coño, cuyos fluidos ya tienen completamente emparamadas mis bragas. Apartándolas, un dedo suyo acaricia con movimientos circulares mi clítoris, que parece a punto de explotar.
Sigo pajeando con fuerza a Caballo, que con una de sus manos acaricia mis tetas por encima de la blusa. Raúl quitando su mano de mi seno, la lleva a mi coño donde Caballo introduce tres dedos, masturbándome suavemente. Nos pajeamos mutuamente. Mi marido arrecho, abriéndome la blusa y liberando mis senos del sostén, se acurruca mientras chupa una de ellas, mordiéndome a la vez con fiereza mi pezón a sabiendas que me encanta y me vuelve loca. A la par, introduce su mano por debajo de la mano de Caballo, aprovechando la maniobrabilidad que le permite el que yo tenga las piernas completamente abiertas, y mientras caballo se ocupa de mi coño, Raúl me mete dos dedos en mi ano, lo que me hace estremecer y gemir. Caballo me acerca su rostro, y me besa introduciendo su lengua en mi boca, que chupo extasiada. Mientras todos mis orificios son ocupados, mi cuerpo empieza a temblar, y tengo un orgasmo, que hace que descargue un nuevo chorro de fluidos que mojan más las manos de mis amantes, y que se riegue inundando el sillón. Muerdo los labios de Caballo, que me devuelve los mordiscos, mientras Raúl muerde mi pezón, como él lo sabe hacer, lo que me excita aún más. Siento como ambos, metiendo sus dedos en mi coño tratan de abrirlo lo más que pueden, para delicia mía. Repiten la operación ahora en el ojete de mi ano, expandiéndolo a más no poder.
Caballo dice que se va a correr, y acostando un poco su polla, y tomando unos de los vasos en que tomábamos ron, con los chorros de semen que empieza a descargar lo lleno literalmente hasta el borde. El poco de leche que le queda sobre su cabezote, lo limpio con mis dedos, que luego chupo presurosa. Del vaso sirvo tres tinteros, y les ofrezco para brindar, y lo toman sin ningún escrúpulo y brindamos, pasándolo luego con un tintero con tequila. Con mis tetas al aire, cada uno se cuelga de un pezón para lamerlo, chuparlo y por supuesto, morderlos. Estamos así un buen rato, cuando un nuevo orgasmo me recorre. Me levanto, y prácticamente me recuesto sobre mi esposo, con mis piernas sobre el sillón, y me enfoco de nuevo en la verga de caballo, que aunque relajada, mantiene su grosor y su tamaño, y me la introduzco en la boca para darle una buena mamada. La recorro con mi lengua, mientras con mi mano derecha lo voy masturbando, y con la izquierda le acaricio sus testículos, grandes y majestuosos que le cuelgan. Raúl con su mano izquierda en mi coño me penetra con ella, mientras con la derecha acaricia mis tetas y pellizca mis pezones. Aprieto las guevas de Caballo, y las chupo con mi boca, me introduzco uno de sus testículos y lo halo, mientras su polla palpita de placer, sus venas la recorren por sus laterales y un video de Flans se reproduce en la pantalla. Me corro de nuevo inundando la mano de mi esposo, que me la ofrece para que chupe sus dedos, que limpio con fervor. Raúl sirve tres tinteros con el semen de Caballo, con los que brindamos por su polla, seguidos de una copa de tequila.
Mi marido se retira, supongo que para ir al baño. Mientras sigo masturbando y mamando la polla de Caballo, cobijada por la oscuridad de nuestro rincón. Raúl regresa y nos pide que lo sigamos. Caballo se mete la erecta verga en su pantalón, y yo cerrándome la blusa, le seguimos. Nos lleva hasta un salón, en el que almacenan licor, y en el que en el centro hay un escritorio. Lo consiguió a cambio de una buena propina a uno de los meseros.
Raúl me acuesta a lo ancho del escritorio, de forma que por un lado mi cabeza queda colgando y por el otro lado, mis nalgas quedan en todo el borde del escritorio. Caballo liberando su verga de nuevo, se para frente a mi coño y levantando mis piernas sobre sus hombros, me empieza a introducir su polla muy lentamente. Siento como mis labios vaginales se estiran, y mi vagina se expande para recibir su poderosa polla. Raúl despojándose de su pantalón, saca su verga, y me ofrece para que se la mame como durante tantos años, mientras él me pellizca los pezones de mis tetas que se encuentran completamente erectos. Caballo me sigue penetrando lenta pero firmemente, entrando un poco más con cada empuje. Con mi cabeza descolgando facilito que Raúl me empiece a follar mi boca, ingresando su polla hasta mi garganta, provocándome horcadas que aguanto. Caballo me empieza a bombear con fuerza, de forma que me tengo que coger del escritorio, siento como me penetra toda, llegando hasta lo mas profundo de mi, sintiendo como sus testículos golpean mis nalgas. Con mis ojos cerrados, solo siento como la verga de mi marido recorre mi cavidad bucal, mientras caballo me perfora con su verga con un movimiento constante y fuerte. Siento como mi cuerpo empieza a sudar con el ajetreo, el coño me duele, pero no quiero que paren. Un temblor me recorre, y mis amantes descubren que un nuevo orgasmo me ha poseído.
Raúl saca su polla, y deteniendo a Caballo, me baja del escritorio, pidiéndole a Caballo que se acueste boca arriba, y me pide que me monte sobre su polla para cabalgarlo, a lo que accedo gustosa. Lo cabalgo un rato, introduciéndome ese falo todo lo que podía, mientras mis tetas brincaban con cada salto sobre su polla. Con la tranca adentro mío, Raúl me deja quieta recostada sobre Caballo que aprovecha para besarme, y con mi lengua me enredo con la suya. Mientras tanto, Raúl ubicado tras de mí, me esta lamiendo el ano, abriendo mis nalgas con sus manos. Siento su lengua empujando mi ojete. y con unas lamidas que me excitan aún más. Mi marido, colocando una caja, para quedar más alto, y ensalivando su polla, pone su cabeza en la entrada de mi ano, y empuja, logrando su cometido, después de un par de intentos. Solo cuando tiene su verga completamente metida en mi, es que me dice que ya me puedo mover, pero yo quedándome quieta, dejo que Caballo y mi marido, sincronicen su metida de polla en mi ser, con una doble penetración de antología. Estando exhorta en la lujuria que me recorre, alcanzo a ver un hombre parado adentro frente a la puerta masturbándose con su polla al aire. El mesero que recibió la propina de mi marido, había venido a buscar unas botellas de licor, y se encontró con un show digno de una película porno. Mirándolo a los ojos, le hago señas de que se acerque, y sacando la lengua le pido su polla, que me acerca, para darle una mamada, ante el asombro de Raúl y de Caballo. Ellos siguen enfocados penetrándome con violencia, mientras chupo esa nueva polla, que aunque no tan grande como la de mi marido y Caballo, no es nada despreciable. Le pido que cuando vaya a acabar me avise. Y así, tengo tres pollas rellenando los orificios de mi cuerpo. El mesero no aguanta mucho, y unos minutos después me dice que ya se va a correr. Retiro mi boca, y le pido que busque el vaso que traíamos con el semen de caballo, para que se corra en el, lo que hace obediente, descargando su leche en el vaso..
Ya me arde el ano y el coño, pero quiero que me sigan dando como a violín prestado, como a cajón que no cierra. Le pido al mesero, que sirva 4 tinteros con semen, y que nos ofrezca y el se tome uno. Nuevamente, sin chistar, obedece, dándonos a cada uno la mezcla de su semen y el de caballo, que disfrutamos. Mi marido, le pide que nos sirva tequila, que nos tomamos para bajar el espeso semen recién tomado. Habiéndose acabado la botella de tequila, Raúl le pide que traiga otra, pero le pide que también traiga la copa más grande que encuentre. El mesero acomodándose se retira, y regresa al rato con una nueva botella de tequila, y una copa mucho más grande, que parece de tamaño litro, y le pide que vierta el semen del vaso en dicha copa. Hecho esto, el mesero dice que se tiene que retirar, pues lo están llamando afuera, pues ya casi es hora de cerrar y lo necesitan.
Raúl y Caballo me siguen penetrando sincronizadamente, como si estuvieran en una batalla procurando no ser el primero en correrse. Aunque Caballo es el primero que dice que se va a correr, en seguida, siento el chorro cálido de semen de mi marido llenando mis intestinos. Que delicia. Una vez se desmonta Raúl de mi, me bajo rápidamente de caballo, y llevándole la copa le pido que descargue en ella, y un chorro espeso, aumenta el volumen del semen al interior de la copa. Me arrodillo y le chupo su verga asegurándome que no quede ni una gota de su semen. Raúl hace que Caballo se siente en el escritorio, con su polla que no decae, y me pide que sentándome sobre ella me la meta en el culo. Lubricado con la culeada de Raúl y su semen que aun cae de mi ano, la verga de Caballo me penetra con facilidad. El que no esté tan erecto facilita que me entre aún mucho más profundo que en mi vagina. Voy empujando, metiéndome cada vez más su polla, hasta que esta completamente adentro, 34 centímetros de polla al interior de mi intestino. Me quedo completamente quieta, queriendo sentir ese pedazo de carne que me llena, y que empieza a endurecerse.
Extasiada como estoy, observo como un nuevo espectador ingresa al cuarto, para toparse con nuestro espectáculo. Ella, una rubia hermosa, tetona, queda enmudecida y sorprendida, al encontrarme de frente empotrada en el falo que me satura, y ver a mi marido masturbándose sobre una silla. Ante un ademán de Raúl invitándola a acercarse, ella se aproxima y arrodillándose empieza a mamar la polla de mi marido, mientras empiezo un sube y baja en la verga de Caballo. Me excita y me llena de lujuria y lascivia ver como otra mujer saborea el pene de mi esposo, que por su cara sé que lo está disfrutando. En un rato, ya desnuda, puedo apreciar sus hermosos senos, que mi esposo esta magreando y chupando. Raúl, la coge de la mano, y la lleva frente a mi, e inclinándola hace que me bese en mi coño, que con cada culeada de Caballo abre sus labio como si estuviera conversando. Ella diligentemente empieza a lamer y saborear mi coño, lamiendo mis labios vaginales, mientras también se turnaba chupando y lamiendo los testículos de caballo. Mi marido tras ella, la empieza a culear, mientras ella se encarga con su lengua de nosotros. Ella grita con cada empuje de Raúl perforando su ano, mientras yo estoicamente soporto la polla de Caballo. Encontrándome con la mirada de mi marido, le agradezco por la velada, que estoy disfrutando.
Mi marido muge, y sacando su verga de la rubia descarga su chorro de leche en la copa, mientras cada vez que me introduzco completamente la verga de Caballo mis piernas tiemblan. Jorge retira su miembro de mi, y dirigiéndolo a la copa, suelta una gran carga de esperma, que casi llena la copa. De ella, llena dos vasos que nos ofrece a las mujeres diciéndonos fondo blanco, y ambas literalmente tragamos el espeso semen, como si fuera un vaso de avena. La rubia se me acerca y me besa introduciendo su lengua en mi boca, que saboreo con placer, advirtiéndome que es hora de irnos porque ya están a punto de cerrar.
Nos vestimos, y maltrecha como quedé, me despido con un apasionado beso con caballo., con quien nos seguiríamos viendo con frecuencia, haciendo de nuestra casa su establo. Ya en casa, y casi amaneciendo, hicimos de nuevo el amor, sintiendo que me había convertido en una mezcla de perra y yegua, y lo peor de todo, que me había fascinado.
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