Conociendo el sexo II
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por augustopaz1960.
Regresé a Santa Cruz, donde no me metí con nadie, más bien me conseguí una cortejita y trate de desarrollarme como cualquier otro muchacho, los años setenta todavía no eran liberales como hoy , en Bolivia, la ciudad chica era peligroso que lo descubran y lo tachen de marica. Sin embargo a los hombres los miraba diferente, me agradaban y me comenzó a ocurrir otra transformación, ya en mis 14 años de pura curiosidad, buscando mis calzoncillos, que no los hallaba, encontré un calzón de mamá y me lo puse.
En esa época las mujeres no usaban tanga, ni existían, creo, eran unos calzones como calzoncillos, pero un poco más grandes. Bueno pues con los calzones de mi madre puestos, terminé de vestirme y salí a la fiesta de unos amigos. Cuando regresé tuve el cuidado de volver a ponerlos en la ropa sucia, como los había encontrado.
El otro día me puse a pensar en el tema, ese calzón me había hecho un efecto, en la fiesta que fui, miraba más a los hombres, todo el tiempo estaba en mi cabeza que tenía calzones de mujer y tomaba el pensamiento de mirarlos mejor. No pasa nada extraordinario, nadie se dio cuenta, pero me dejo un sabor agradable.
A los pocos días mi madre me dijo que iba a viajar a Buenos Aires a hacer compras para dotar una tienda de ropa femenina, en este tiempo en la Argentina todo nos resultaba muy barato, así que me propuso acompañarla, preparamos maletas y nos subimos al tren, este nos llevó hasta la frontera y después continuamos hasta Buenos Aires en bus, 3 días de viaje que para mis 14 años era toda una aventura.
En Buenos Aires, mi boca para más abierta que cerrada, admiraba todo, para mí era otro mundo, ciudad bella, hasta hoy cada vez que viajo me deleito con su calidad de ciudad.
Ya comenté que era flaco y que soy lampiño, poco vello en todo el cuerpo, con mi carita de niño bueno, muchas veces me confunden con mujer, lo que antes me molestaba, pero desde el día que usé el calzón de mi madre esta actitud cambió, pero disimulaba no haciendo caso, como si no haya escuchado, esto especialmente en la capital porteña se presentó más fuerte.
Con mi madre íbamos a distintos lugares de venta de ropa femenina, la mayoría parecían fábricas, o almacenes grandes, y ocurría que a veces mí madre probaba ropa en mi cuerpo y en más de una ocasión le comentaron:
-Que hermosa se ve la nena…
Un día mi madre salió sola, pues yo estaba cansado de caminar y entre el ocio y el mariquita que me sentía, comencé a ponerme la ropa que había comprado, fui hurgando entre los bolsones, distintas faldas y blusas, algunos zapatos, hasta que terminé por vestirme con una mini faldita rosa muy cortita, lógicamente con un calzoncito de niñita que apenas contenían mis bolas, las que nunca fueron grandes. La blusita de tejido de algodón cortita, blanca y muy livianita, las tres prendas eran de niñas o jovencitas, por el tamaño, pero para los pies me pues unos zapatos de taco alto, cuando me miré al espejo parecía… ¡una putita!, como tenía el pelo largo en una media melenita, parcia mujer, terminé en el baño con una reverenda paja.
Cuando llegó mi madre no notó nada, me encontró mirando tele (en blanco y negro en esa época) y después de salir a cenar y que el mozo le diga a mi madre:
-Que linda nena que tiene, señora.
Lo que le molestó mucho a ella pero no dijo nada, volvimos y nos dormimos.
Al día siguiente en la mañana salimos a más compras y vueltas por tiendas y almacenes, principalmente alrededor de plaza Once, lo cual fue muy agotador, volvimos y después de dejar los paquetes en el hotel fuimos a almorzar, terminado mi madre dijo que se iba directo a un almacén que quedaba bastante lejos y yo preferí quedarme y decidí volverme al hotel a repetir la experiencia.
Han debido se r las 3 o 4 de la tarde, el restaurante quedaba a una 4 cuadras del hotel y me distraje mirando vidrieras, en una de ellas había ropa para jovencitas y en la puerta parados un hombre de unos 30 años y una mujer algo más joven, ambos me invitaron a ver la ropa, buenos vendedores, él era Ariel y ella Liliana, ambos dueños y dependientes dela tienda, es decir eran jefes y empleados, en fin, les expliqué que solo pasaba, me preguntaron de donde era y les conté qué hacíamos con mi madre. En principio y por largos minutos pensaron que yo era mujer, y quisieron que me mida la ropa,
_No importa piba, si hoy no hay clientes, tenemos tiempo…
Les dije que me gustaba mucho la ropa de mujer, pero que yo era hombrecito, de las caritas de sorpresa de ambos, pasaron a rostros de alegría, al principio no lo entendía pero esto cambió la situación.
Ahora si querían que me mida, y que me pruebe la ropa sin compromiso, no importaba si salía con las manos vacías…
Me llevaron a un pequeño almacén trasero, escuché que cerraron la puerta y me dijeron que si venia la gente iba a tocar el timbre, así que se dedicaron a mimarme, Liliana era la más entusiasmada, y decía:
-Sabes pibe, te voy a vestir de piba y te vas a ver bellísima…
Ariel me quitó la ropa con mucho cuidado, me acariciaba los brazos primero, luego el pecho, después de quitarme la polera, cuando me quitó el pantalón y los zapatos se dedicó a acariciar las piernas, mientras Lili sacaba ropa.
Primero trajo varios calzoncitos, eran de nenitas, como ella decía, pero me explicó que tenía que usar doble para contener las bolitas, al darse cuenta del calzón que estaba usando,
-Ahhhh la nenita está usando las bragas de la mamá… no, no, no, eso es muy anticuado.
Me puso un par de calzoncitos blancos, el problema era que mi paloma ya estaba parada, entre las caricias de Ariel y los manipuleos de Lili, se había puesto muy dura:
-Ayyyyy nena, con esa pija estamos mal, está muy dura… debería doblarse hacia abajo, pero de esta forma es imposible…
Tuvieron que conformarse con lo que estaba y me pusieron las braguitas como mejor pudieron y mi palomita salía por delante de ellas, esto nos causó risa a los 3. Después vinieron las faldas, cortitas, como para mostrar las nalgas, eligieron una de jean, con botones al frente y luego me pusieron una blusita celeste con voladitos por todo lado, en esto no hubo discusión entre ellos.
Para todo esto tanto Ariel como Liliana, me acariciaban, me daban besitos y me acomodaban todo, yo estaba en el cielo, la ropa alrededor mío estaba hecha un desorden, y en medio de eso trajeron los zapatos, al igual que yo había hecho el día anterior, los zapatos no eran de nenitas, eran de mujer, taco aguja, altos, me midieron varios, en cada medida, uno a la vez me acariciaban los pies, parece que los pies eran sus fetiches, me besaban y me decían que era bella, terminaron de discutir sobre los zapatos y pasamos al último paso de mi embellecimiento.
Liliana me sentó en un silla y comenzó a maquillarme, ojos, boca, mejillas, me peinó un poco y después de esta corta labor, me llevó a un espejo, mientras me enseñaba a caminar con los tacos, labor bastante difícil, en ese momento.
Cuando me vi en el espejo, no me reconocí, era una putita deliciosa, la verdad que me gusté mucho, los silbidos de Ariel y Liliana fueron varios, me hicieron caminar, como modelando, con lo difícil que me resultaba caminar, movía más todavía las caderas y me contoneaba muy coqueta, la verdad que el papel de putita me estaba gustando y tenía el aliento de este par de degenerados adorables de la tienda.
Después de modelar un buen rato, tanto Liliana y yo, lo rondábamos a Ariel como el objeto de nuestros coqueteos, en un momento que dábamos vueltas alrededor de él ella se dio la vuelta y se me puso delante y me plantó una beso descomunal en la boca, yo quedé sorprendido o mejor dicho, sorprendida, pues en ese momento era una putita.
Como tal le eché otro beso a Liliana, nos prendimos en un beso apasionado y enseguida sentí que Ariel se ponía detrás de mí y me acariciaba las nalgas, la ropa fue saliendo más rápido de lo que me la habían puesto, quedé desnuda en un santiamén, yo seguía con un movimiento de vaivén de las caderas encantada del trato que me daban, en uno de los apretones sentí la paloma de Ariel apoyada en mi culo y las tetas de Liliana casi en mi cara, pues yo soy bajito, 1,65 y ella con tacos y su estatura resultaba bastante más alta que yo.
El caso es que me puse a chupar las tetas de Liliana, después de bajarle la blusa que venía sin brassière y mientras agarraba la paloma de Ariel con la otra mano, pajeándolo por encima del pantalón, entonces decidí pasar a la acción, pues esto me estaba gustando mucho. Le saque la blusa y la falda a Liliana, la bajé la bombacha y le metí el dedo en su panocha peluda, que chorreaba de jugos, me dijo:
-Mamacita linda me vas a llenar de tu leche…
Me di la vuelta y cuando vi a Ariel, ya estaba desnudo, buen cuerpo flaco pero no atlético, paloma median, del tamaño de la mía, unos 14 a 15 cm, estaba paradísima, me arrodille y se la comencé a chupar,
-Ahhhh, ahhhh, ahhhh sigue… chupa, que bien lo haces… Uffff
Los tres nos acariciábamos, nos chupábamos, era un desenfreno total, no sé cuánto duró, hasta que Ariel sentado, dijo:
-Mamacita hermosa, te toca sentarte sobre mí y yo poder sentir tu culito…
Liliana sacó una crema del bolso y me untó en el culo, me hizo agacharme y entere ella y Ariel, se dedicaron a meterme los deditos, ella más que él, me acariciaba la cola y me decía mil barbaridades, él era más calmado, cuando lo veía se estaba pajeando suavemente, lo mismo que ella que me metía los dedos con una mano y con la otras se los metía ella, cuando ya entraron 3 dedos con facilidad, en mi culo, Liliana se vino por delante mío y me empujó suavemente para que me siente sobre Ariel.
Me senté y me fui acomodando sobre su paloma, era la 2ª vez que iba a ser culeada, pero ahora lo hacía yo y sabía que me iba a sentar hasta el fondo, fui entrando…. Fui metiéndola, poco a poco, el dolor y el ardor eran terribles, pero me gustaba.
Liliana, mientras estaba delante de mí me había puesto sus tetas en la boca, me turnaba para chupar cada una, con su mano me pajeaba y la otra se pajeaba ella, de esta forma fui metiéndomela la paloma en el culo, con la boca y las manos ocupadas en las tetas de Liliana y pajeado por ella.
Cuando terminó de entrar, me senté fuerte, para que la penetración sea profunda, dolía, pero me tenía loca de placer. Expresé un Ahhhh de satisfacción, todos no quedamos quietos y en silencio por unos instantes.
Ariel comenzó a bombear lentamente al principio, yo ayudaba subiendo y bajando y Liliana se había puesto de cuclillas y se dedicó a chupar mi paloma que entraba y salía, pero estaba más fuera de su boca que dentro por los movimientos de mi macho y los míos, ella seguía pajeándose.
En un determinado momento cuando mis metidas de culo eran bastante fuertes y mi nacho no aguantaba más, dijo:
-Me voy a correr… me derramo Lili, mamacita te lleno el culo…
Entonces me quedé quieto, Lili se puso a chuparme deliciosamente y sentí los sacudones de Ariel y el delicioso calor de su leche en mi culo, duró largo, el gemía muy suavecito, me apretaba fuerte el pecho y me besaba la nuca, cuando él terminó Liliana siguió con su mamada y unos segundos después comencé a eyacular toda mi leche, era un montón Liliana llegó a un orgasmo espectacular, el único que no se movía era Ariel, Lili y yo terminábamos y a ella le rebalsaba mi leche por todo lado y le caían gotas hasta las tetas.
Liliana se despatarró hacia atrás, en el suelo, exhausta, yo me levente tambaleante y me senté en el sofá de al lado, Ariel, fue increíble, se levantó, me lamió la paloma y el culo tomándose su leche y lo que quedaba de la mía, me dijo que mi culo estaba limpio y que le limpiara su paloma, así lo hice, le lamí toda mi leche, la que quedaba con un dejo al sabor de la crema, mientras yo hacía esto, Ariel le limpiaba el pan a Liliana, se imaginan, era una limpieza total.
Después nos recompusimos, al día siguiente tuve que acompañar a mi madre todo el día, pero ahora me probaba la ropa con más gusto, para desagrado de ella, después regresamos a Bolivia, por Yacuiba, con todos los problemas que significa cruzar la frontera con mercadería y al llegar a Santa Cruz me tocó recapacitar sobre la estancia en Buenos Aires, Arial, Liliana, mi retorno en tren etc., todo lo que iba definiendo mi vida sexual.
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