Cumpleaños
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por pebetero.
La idea me pareció muy buena y allí estaba ese 9 de mayo en la dirección que me habían dado. Hice un poco de tiempo y cuando pasaban algunos minutos de menos cuarto subí por las escaleras para evitar cualquier ruido. Efectivamente la puerta no estaba del todo cerrada y la empujé muy despacio. Entré de puntillas y cerré la puerta tras de mí lo más suave que pude. Me dirigí hacia el final del pasillo y girando hacia la izquierda pude ver el dormitorio. Me acerqué con el mismo cuidado y ya pude escuchar algunos ruidos típicos que me indicaban que no me había equivocado.
Cuando llegué a la altura de la puerta me quedé paralizado contemplando la escena. Allí estaba Laura, de rodillas sobre el borde de la cama y con la única ropa de un picardías negro transparente. Cerca de ella, de pie y completamente desnudo, se encontraba su novio, quien me miró al percatarse de mi presencia y asintió sonriendo. Cuando hubo retirado su mirada de mí me fijé en la mano derecha de Laura que agarraba firmemente la polla de su novio y la masturbaba con alegría mientras su capullo iba apareciendo y desapareciendo en su boca. La venda en sus ojos y mi sigilo habían hecho que ella no hubiera notado mi presencia y seguía con su trabajo magistral como si nada.
Tenía ganas de participar pero la vista era tan buena que me desnudé muy lentamente, disfrutando de cómo esa verga aparecía y desaparecía en la boca de Laura y como cada vez generaban más saliva y más flujos que iban goteando de la polla de él y de la mano de ella. Me fijé en el cuerpo de Laura, en esas tetas que se movían alegremente dentro del picardías, y de cómo una areola primero y su pezón tremendamente enhiesto después salían por encima de la ropa íntima. Su precioso trasero descansaba sobre sus talones, con las piernas ligeramente entreabiertas. En esa posición su conejito debía estar entreabierto esperando más acción que la que ahora tenía, pero para ello habría que esperar.
Me acerqué lentamente con el asentimiento de él y me coloqué al lado de la mejilla izquierda de Laura. La verdad es que había subido con mi pene totalmente flácido, la idea era excitante pero los nervios no me habían permitido todavía excitarme. Pero una vez allí, mi polla había ido creciendo paulatinamente hasta llegar a la media asta de ese momento. Esperé mi turno. Ella estaba preciosa separándose su melena y devorando aquella polla de aquella manera. Echaba de menos su mirada penetrante y sensual pero el velo negro era parte del juego.
Al poco él agarró su mano izquierda que hasta entonces acariciaba sus testículos y la fue llevando lentamente hasta mi polla. Chocó con ella, él la soltó y ella empezó a palpar. Cuando reparó en lo que tenía ahí delante no pudo reprimir echarse para atrás y soltar una carcajada. Entonces ahí estaba más bonita que nunca: su cabeza hacia atrás, su carcajada sincera y enorme, su pecho medio asomando de su ropa, su mano izquierda intentando acallar su risotada y su mano derecha aferrada a la polla de su novio. Le susurró algo a su novio que no llegué a entender y ambos se rieron, mientras ella seguía masturbando esa polla y con la otra mano empezaba a acariciar la parte trasera de mis muslos y mi culo. Para entonces mi erección era ya total, aunque mi capullo permanecía tapado por la piel que lo recubría.
Cuando se acallaron las risas ella se puso nuevamente seria y preciosa y siguió trabajando la polla de su novio con algo más de rapidez ahora. La mano que estaba conmigo acariciaba mi trasero de una nalga a otra, a veces con las yemas de los dedos, otras con las uñas y otras apretándolas con firmeza. De vez en cuando pasaba sus dedos por la raja de mi trasero hasta rozar mis pelotas levemente, cosa que provocaba un golpecito de mi polla hacia arriba, como si quisiera empalmarse más de lo que ya estaba.
En una de esas que su mano apretaba mis nalgas hice un gesto con la cadera de aproximación hacia su cara y ella lo entendió perfectamente. Sacó la polla de su novio de la boca mientras seguía masturbándola con ese ritmo constante que a él parecía encantarle y se giró levemente hacia a mí. Levantó la cabeza como si pudiera mirarme y sonrió muy pícaramente; yo sí que pude ver cómo me sonreía y cómo pasó su mano izquierda de atrás hacia adelante hasta llegar a mi rabo, que tenía en esos momentos la dureza del diamante. Cuando lo agarró se le escapó un "guau" que me hizo sonreír orgullosamente.
Empezó entonces un movimiento lento de atrás hacia adelante que hizo que mi capullo quedara ahora fácilmente a la vista. Ese ritmo contagió al de la otra mano y ahora ambas se movían a la misma velocidad. Ella sonreía sin parar mientras se acercaba lascivamente hacia mi polla.
Juntó sus labios y le plantó un beso a la punta de mi capullo. Inmediatamente después sacó la lengua y recorrió la rajita de mi polla haciéndome ver las estrellas, justo antes de que abriera la boca todo lo que podía para meterse mi tranca dentro de ella, sin apenas rozarla. Una vez pensó era suficiente fue cerrando la boca, aprisionándola dentro de ella. Succionó un rato y la dejó libre, totalmente empapada en su saliva y en los flujos de su novio que estaban en su boca. Le miré a él a ver qué opinaba de todo aquello y le vi ensimismado mirando su boca y mi polla, no sólo no parecía importarle que su novia me la estuviera chupando sino que parecía que aquello le encantaba.
Ella disfrutaba como una perra en celo, chupando mi polla a un buen ritmo. Las iba alternando, aunque he de reconocer que perdía más tiempo en la mía que en la de su novia. Parecía que la dureza y la anchura que gastaba en ese momento la tenían fascinada. La de su novio era prácticamente igual de larga pero más estrecha, ideal para el sexo anal, pensé.
En un momento dado, mientras masturbaba mi rabo con su boca, la soltó y su mano desapareció inmediatamente entre sus muslos. Y ahí estaba ella, disfrutando, con dos hombres a su merced. Una polla en su boca, otra en su mano y ella masturbándose a un ritmo bastante acelerado.
– ¿Me vais a follar los dos, verdad? – preguntó agresiva imaginándose la respuesta. Y volvió a comerse mi polla, sin esperar a que contestáramos. Yo, ya me estaba volviendo medio loco y agarré su teta que estaba a medio salir para sacarla del todo y acariciarla durante un rato largo. El tamaño del pezón me tenía fascinado y mojé dos de mis dedos para jugar posteriormente con él. Su novio que me vio hizo lo mismo por el otro costado. Ella liberó nuestras pollas y se quitó el picardías, pudiendo gozar nuestros ojos de semejante cuerpo desnudo.
La visión de su culo, apoyado sobre sus talones me hizo pensar que ya estaba bien de aquella postura y, aprovechando que en ese momento estaba lubricando la polla de su novio, me tumbé boca arriba en la cama. Ella dedujo con rapidez mi idea y levantó su culo, separando las piernas de forma que mi cabeza pudiera entrar fácilmente en el hueco que dejaban.
Coloqué mi cabeza debajo de su sexo y ella se acomodó previendo que aquello iría para rato. Y así fue. Nada más sentarse sobre mi cabeza pude notar y sentir aquel olor a sexo y pude degustar esos flujos que escapan desde su vagina y desde sus labios. No había tiempo para preliminares y comencé a lamer con mi lengua su coño, desde el ano hasta el clítoris. Mi lengua plana hacía sus delicias, a juzgar por sus movimientos y por los gemidos que emitía mientras se comía a su novio por la polla, sobre todo cuando la detenía a la altura de su clítoris y la presionaba contra él. Después la afilé y la introduje todo lo que pude en su vagina, haciendo movimientos con mi cabeza para poder penetrarla todo lo que la posición me permitía. Ella se percató y colaboraba, subiendo y bajando su cuerpo sobre mi lengua. Aquello le estaba gustando pues pude notar como se había sacado la polla de su novio de la boca y la masturbaba ahora a una velocidad endiablada.
– ¡Sí, sí, sí,… así, cabrónnnnnnnnnnnnn! El orgasmo estaba llegando y yo era culpable de ello. Justo cuanto estaba a punto de correrse, hice llegar como pude mi dedo índice a la zona y lo introduje parcialmente en su ano. Y allí explotó en varios miniorgasmos que la dejaron rendida, sentada sobre mi cabeza, mientras yo recorría su ano con mi lengua.
Una vez Laura se hubo repuesto de aquel primer orgasmo dejó de manosear la polla de su novio y se giró de espaldas a él. La postura era la misma, sentada sobre mi cabeza, pero ahora miraba hacia el otro lado, como para hacer conmigo un 69, pero no fue así. Ella levantó su culo para dejarlo al alcance de la polla de su novio, que se encontraba justo detrás, y bajó la cabeza, retirándose el pelo hacia un lado, para atender a mi polla que había estado un rato sin recibir mimos por su parte.
Desde mi privilegiada posición pude ver como aquella polla merodeaba la zona de entrada de ese coñito sin ninguna prisa para, una vez que se hubo posicionado, empezar a introducirse en él sin ninguna dificultad. Esa visión en primera fila de como se follaban a Laura me hizo enloquecer por unos segundos, dudando si me iba a correr en ese momento. Al final pude tranquilizarme algo y me dediqué a contemplar como aquella polla follaba el coñito de Laura cada vez más deprisa, mientras ella sacaba lustre a mi verga, ahora más dura y grande que nunca por la excitación del momento y de lo que estaba contemplando.
El coñito de Laura se veía magnífico, ten pequeñito y cerrado como siempre, pero dejando pasar sin problemas a su invitado. En ese momento ella gemía ya sin control, solamente enmudecidos sus gemidos por tener su boca ocupada. Él también gemía a cada envestida que le endosaba a su novia. Y yo disfrutaba de aquello como un enano, jugando con las tetas de Laura que en esa posición colgaban preciosísimas, siendo otro elemento más de excitación para mis sentidos. Si dejaba las tetas sin agarrar, éstas viajaban de atrás hacia adelante a una velocidad endiablada, chocando muchas veces entre ellas, pero normalmente las tenía aprisionadas entre mis manos, que disfrutaban del tacto de esas mamas y de sus erectísimos pezones.
Después de un rato en esa posición, Laura se liberó de su caramelo, el cual no podía estar más grande y lustroso, y giró su cabeza para hablar con su novio:
– Me muero por follarme esta polla. ¿Puede follarme él, verdad?
Él asintió, sacando lentamente su verga llena de fluidos de aquel coñito y ella se apresuró a girarse de modo que su cara, tapada por la venda, y la mía se enfrentaron. Me besó y me susurró:
– No sabes las veces que he soñado con este momento. No sabes las bragas que he empapado pensando que me follabas tú.
– Soy todo tuyo – le respondí. Y empezó a sentarse sobre mi verga.
Al principio sólo se introdujo apenas el glande y se quedo parada ahí, haciendo círculos con su culo. Se mordió el labio inferior, miro hacia el techo y empezó a suspirar y jadear muy fuerte; a resoplar, más bien. Aquel amago de introducción nos estaba volviendo locos a los dos y parece que también a su novio, que se había acomodado en el otro lado de la cama y masturbaba su polla mientras contemplaba la escena.
– Venga, fóllame – le dije. Y entonces empezó a sentarse sobre mi tranca. Conforme ella bajaba subía la intensidad de los bufidos, hasta volverse gritos cuando terminó de desaparecer dentro de su cuerpo.
La verdad es que después de tantos años viéndomela a diario he de confesar que jamás se me había puesto de ese grosor y de esa dureza por lo que entendía los gritos de Laura cuando se chochito consiguió tragársela por completo. Una vez logró introducírsela entera comenzó muy despacio a levantar su culo para que mi polla fuese apareciendo de nuevo, pero al llegar al capullo comenzó el movimiento de bajada de nuevo, todo ello con extrema lentitud. Aquella mujer sabía cómo follarme y me lo estaba demostrando; cuando el cuerpo nos pedía a los dos un movimiento frenético ella lo llevaba a la pausa, haciéndonos gozar a los dos como locos. Ella comenzó a gemir bastante alto de nuevo y yo, sin apenas quererlo, comencé también a gemir algo más bajito.
La visión y el sonido de su novia gozando con su amante hicieron que su novio apresurara los movimientos de su mano, masturbándose a un ritmo continuo muy ligero. Laura empezó a agilizar sus movimientos sobre mi tranca y subía y bajaba sobre ella dando botes y sentándose sobre mis huevos. Todo ello apoyada casi por completo sobre mí, de forma que sus tetas golpeaban mi pecho en un movimiento descontrolado. Cuando se percató de que su novio se la estaba sacudiendo a un ritmo fenomenal ella se erguió y se quitó la venda para contemplar mejor la escena, aunque sin dejar de cabalgarme. Le miraba a él directamente a los ojos y después a su mano derecha, se mordía el labio, gemía aún más deprisa y volvía a mirarle a la cara.
– Ven. Acércate – le dijo.
Y él, sin apenas dejar el movimiento de su mano se acercó hacia donde estábamos los dos, de forma que Laura pudo alcanzar con su mano la polla de su novio sin ningún esfuerzo y empezó a cascársela frenéticamente. Los gemidos de él se multiplicaron y los de ella se hicieron más estruendosos, sobre todo cuando vio la leche que salía de aquel surtidor y le llenaba su mano. Él empezó a dejar de gemir pero respiraba entrecortado mientras que ella seguía gimiendo, pues la escena de pajearle a su novio mientras se follaba una buena polla le estaba provocando un nuevo orgasmo. Y le vino. Lo noté perfectamente porque se quedó sentada sobre mí con la tranca totalmente clavada en ella y moviendo su culo en círculos.
Se repuso mínimamente, lo justo para inclinarse sobre la polla de su novio, que empezaba a perder vigor, y la succionó para limpiarla de los restos de leche que le quedaban. Mientras hacía este trabajo yo pude estirar mis brazos y acariciar sus pechos, me deleité un buen rato con el juego hasta que su novio se retiró con la zona ya limpia y aseada. Le dio un pico a su novia, dijo que se iba a duchar y desapareció camino del baño.
Laura recuperó la verticalidad sobre mi cuerpo, me sonrió, me miró fijamente y me susurró:
– ¡Al fin solos! Y, por cierto, eres más mono al natural que en las fotos.
La verdad es que ella también estaba más espectacular en directo que en las fotos y videos que me había ido mandando esos meses atrás, desde que la casualidad nos hizo coincidir en un chat picante de internet. Las milfs y las maduritas siempre me habían puesto un montón y Laura, 10 años mayor que yo, era la mujer que siempre había soñado poderme follar: divertida, atrevida, morbosa, voluptuosa y con un cuerpo de escándalo a sus 37 añitos.
Echó su cuerpo y su cabeza para atrás, cogiendo con sus manos mis tobillos, y empezó a cabalgar de nuevo sobre mi rabo. En esa postura sus tetas se me presentaban más espectaculares que nunca y las agarré con firmeza mientras ella miraba al techo y comenzaba a gemir muy suavecito. Algo me decía que estaba disfrutando muy mucho de su regalo de cumpleaños y que estaba teniendo los polvos más intensos de su vida.
Mi polla estaba ya a punto de estallar. En poco rato había visto a una pareja follar, a Laura comerse la polla de su novio y la mía, le había comido yo el coño a ella, me la estaba follando con intensidad y había asistido en directo a dos orgasmos suyos y a uno de él. Decidí cambiar de postura para, al menos, descansar unos segundos; de lo contrario mi corrida no tardaría en llegar y aún quería experimentar nuevas cosas y disfrutar de aquella hembra.
Ella se contrarió ligeramente cuando vio que aquella postura ya llegaba a su fin pero obedeció fielmente cuando con mis manos la fui guiando para que se pusiera a cuatro patas y me presentara su culo. Acaricié y agarré sus nalgas, disfrutando del tacto y de la visión. Acerqué mi cara y comencé a lamer su coñito y su ano por poco espacio de tiempo. Me incorporé y acerqué mi polla de nuevo a su coño; en cuanto ella notó el roce la agarró con su mano y se la metió en su chochito, esta vez sin ningún esfuerzo.
Y ahí estábamos de nuevo, follando como dos perros en celo. Yo la embestía con bastante violencia y veía como sus nalgas chocaban contra mí una y otra vez, haciendo una especie de olas.
Ella apoyo la cabeza sobre la cama, haciendo que su trasero se colocara más en pompa delante mío. Y en esa postura pude ver como su ano se presentaba perfecto ante mí. Me humedecí el dedo pulgar de mi mano derecha y apoyé ésta sobre su culo, dejando que el deod alcanzara su agujerito. A la mínima presión la primera falange desapareció por completo dentro de él, lo que le provocó un gemido de placer bastante notorio. Yo continuaba con mis embestidas mientras mi dedo pulgar se movía libremente dentro de su culo y ella cada vez disfrutaba más, a juzgar por sus movimientos.
Saqué mi dedo pulgar e introduje el índice y el anular, previamente lubricados con mi saliva. A la receptora parece que aquello le gustó y seguía su movimiento de caderas, mientras que una mano suya acariciaba y refrotaba con energía su clítoris. Así estuvimos un buen rato, con sus dos orificios bien ocupados y con su mano masturbando su chochito, entonces decidí liberar su culo y me tumbé despacio sobre ella hasta que mi boca llegó hasta su oreja izquierda y le susurré al oído.
– ¿A que te gustaría que te follara tu culito?
Ella, sin dejar de gemir y jadear, acertó a responder.
– Me encantaría pero eso me duele.
– ¿Alguna vez lo has hecho? – volví a susurrarle.
– No. Lo intento y me duele. Déjalo. Sigue como hasta ahora – me susurró entrecortada.
– Eso es porque no te lo hacen bien. Déjame a mí, aunque tú vas a mandar en todo momento.
Busqué a la velocidad del rayo en el bolsillo del pantalón el botecito de lubricante que había llevado, me impregné dos dedos y comencé a masajearle con ellos el ano, primero muy exteriormente y después introduciéndolos poco a poco. Cuando hube introducido un tercer dedo y Laura parecía disfrutar con el masaje los retiré muy despacio, colocando la punta de mi polla en la entrada del glorioso agujero. Empecé a hacer una leve presión y el glande fue ocupando la entrada del culito, que fue cediendo poco a poco hasta que aquél desapareció por completo. Laura, emitió un sonido de satisfacción, mitad gemido, mitad suspiro de alivio, y ahí me detuve, sobre todo porque ella colocó una mano en mi cadera como frenando el avance.
Volví a sacarlo lentamente y de nuevo a introducirlo hasta el mismo punto. Ese pequeño juego ya era suficiente para que los dos gozáramos como locos pero en una de esas embestidas Laura se detuvo y comenzó a hacer presión con su culo hacia atrás provocando que mi polla se fuera abriendo camino por el agujerito. Ella resoplaba constantemente mientras una mano ya había alcanzado su sexo y lo masturbaba con rapidez mientras su culito iba cediendo muy lentamente pero sin detenerse a la entrada de aquel extraño. Cuando la mitad de mi tronco hubo desaparecido dentro de ella se detuvo y entendí que ése era el límite hasta dónde podía llegar. La fui sacando muy despacio hasta que empezaba a asomar el glande y volví a introducirla hasta el punto pactado, y así fui repitiendo el proceso durante varios minutos. Sin quererlo, poco a poco ella iba alojando más centímetros de mi polla hasta llegar a un momento en que casi toda ella conseguía introducirse; llegado ese momento, comencé a acelerar el ritmo y ella hizo lo propio con el de sus gritos y gemidos. La sensación era brutal: mi polla estaba absolutamente aprisionada entre esa mujer y el circular por aquel canal de entrada y salida me provocaba un cosquilleo difícilmente soportable a esas alturas y a ella se le veía gozar como nunca notando como aquel amante desvirgaba su culo con una enorme dosis de placer, infinitamente más de lo que ella había soñado.
Apenas un par de envestidas más y ella empezó a gritar como una loca en lo que era el mayor orgasmo de la sesión, mientras su mano aceleraba la velocidad sobre su sexo hasta límites difíciles de creer. Eso fue mi detonante. La saqué definitivamente para concluir mi participación en semejante follada. Ella se giró de inmediato y se arrodilló delante de mí mientras apretaba sus tetas entre sus manos y las acercaba a mi polla, esperando el regalo. Éste no tardó en llegar, en dos chorros iniciales monumentales en cuanto a potencia y cantidad que fueron a parar a su cuello y que fueron bajando lentamente por su canalillo; tras ellos, otros muchos de poca intensidad y carga.
Como hiciera con su novio, terminó de limpiar los restos de semen de mi polla con una mamada sensacional, hasta que vio que perdía vigor y comenzaba su declive. La soltó, dejándola reposar y se tumbó en la cama, jadeando, boca arriba. Yo hice lo propio y allí permanecimos los dos no sé cuánto tiempo mirando al techo, intentando recuperar la respiración.
La ducha se apagó y al minuto se abrió la puerta del baño.
pebeterozgz@hotmail.com
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!