Cumpleaños de Dalita
Quise festejarle el cumpleaños a mi novia y se sumaron las vergas de nuestros respectivos cónyuges. El festejo tuvo una deliciosa novedad..
El viernes de la semana pasada fue el cumpleaños de Dalita, mi amante mujer. Lo aclaro: tengo dos amantes hombres, además uso al esposo de ella, y obviamente a mi marido. Decidí hacer un pastel para festejarla. Le pedí que se viniera a mi casa con Pedro, su marido, cuando éste pasara a recoger al mío para irse a su trabajo.
En la mañana, después de despertar, al sentir en mis labios la verga de mi marido, me puse a tomar mi leche diaria a la que me ha acostumbrado mi esposo, quien se vino pronto. Él se metió a bañar y yo fui a hacer el desayuno vistiendo sólo un vaporoso neglige, sin ninguna otra prenda más que mis pantuflas.
Al concluir el desayuno, Ramón, mi marido, se fue a lavar los dientes y en ese preciso momento llegó Dalita, acompañada de Pedro. Generalmente, Pedro toca el claxon avisando que ya llegó, para que salga Ramón, pero esta vez, porque traía a Dalita, bajó con ella. Les abrí, cuidando que no me pudieran ver desde la calle otras personas. Al entrar ellos, cerré la puerta.
–¡Qué linda amaneciste, Mar! –dijo Dalita dándome un beso, metiendo su mano bajo el neglige para acariciar mi panocha.
–¡Sí, estás divina…! –la secundó Pedro sobándome las nalgas.
Sin mediar más, comenzamos el morreo Dalita y yo con un apasionado beso después de desearle “¡Feliz cumpleaños!”. Le quité la blusa y el sostén a Dalita para poder “felicitarla” mejor al quedar sus tetotas al aire. En tanto, Pedro me besaba las nalgas y se sacaba la verga. Empujé a Dalita al sofá para acostarla y Pedro se quedó con mi bata en las manos. Le levanté la falda a Dalita y mi cara fue a su pubis. Olía a sexo, seguramente su marido se la cogió unos minutos antes de salir de su casa. Le quité los calzones, lamí su raja afeitada y me acomodé, metiendo una pierna bajo la suya, la que levanté para recargarla sobre mi hombro para hacer unas tijeritas.
Pedro veía extasiado y se la jalaba con fervor. Nosotras disfrutábamos los roces de nuestros pubis lubricados por el líquido que se nos desbordaba debido a nuestros orgasmos. “¡Putas!, tortilleras putas…!” gritaba Pedro, jalándose la verga a toda velocidad, nosotros lo veíamos y nos excitábamos más aumentando la frecuencia y la presión en nuestra fricción. En ese momento, salió mi esposo de la recámara y se llevó una sorpresa que lo dejó con la boca abierta y el pito parado. Cuando el marido de Dalita estuvo a punto de venirse, se acercó a nosotras y nos echó la leche, a mí en la cara y a Dalita en las chiches. Lo que le escurrió en la mano con el jalón exprimidor se lo dio a lamer a Dalita. Ramón se sacó la verga y Dalita se la agarró, jalándolo hacia ella y le ofreció las chiches llenas de lefa “Mámamelas, papacito”, le ordenó, y mi marido obedientemente se las dejó limpias al tiempo que se descargaba en la mano de ella por la chaqueta que le hacía.
Por mi parte, me puse de pie y, limpiándome la cara con los dedos, escurrí el semen de Pedro en mi boca para darle un beso blanco a mi marido. Dalita hizo lo mismo con la lefa de mi esposo que traía en la mano y besó a su marido. Ambas parejas disfrutábamos los besos de nuestro respectivo consorte cuando escuchamos los insistentes claxonazos con los que la cuadrilla de trabajadores que esperaban afuera manifestaba la tardanza.
–Adiós muñecotes, guárdense sus herramientas antes de salir –les dijo Dalita.
–Vayan con cuidado, que no están en su sano juicio… Lo bueno es que maneja otro –señalé.
–¡Adiós preciosas!, que el pastel salga rico –dijo mi esposo, quien sabía que para eso iba Dalita, para ayudarme a batir la masa.
–Pues las tortillas les salieron muy ricas… –dijo Pedro enjuagándose las manos en el fregadero.
Cuando salieron, nosotras reímos por lo que había ocurrido. Dalita se quitó la falda, me tomó de la mano y me llevó a mi recámara, donde seguimos amándonos.
¡Mira…! ¡Qué caliente! A nosotras (Laura y yo) siempre nos miran cuando estamos enchufadas por ellos, pero aquí Pablo se la guitarreaba a gusto, en tanto que ustedes se aman.
Ya se dará la ocasión…
Los he visto jalársela muchas veces, mientras les modelo. También en «Bodas de oro» y «Festejo de cumpleaños» vi a uno de mis machos jalándosela mientras yo hacía el amor con otro, aumenta mucho la calentura ver que se masturben mientras gozan al ver cómo te coge otro.
¡Qué bien les salió el cachondeo!
Fue algo nuevo para ambas, ver que se la jalaran viéndonos, ¡fue muy lujurioso!
¡En dos meses ya dejaron a los maridos en segundo plano! Ahora, lo importante es coger entre ustedes. Yo seguiré prefiriendo a los machos.
No es así, los disfrutamos solos o acompañadas. También nos gustan los machos.
¡Cómo no se la iba a chaquetear don Pedro! Estás hermosa, mi amor. Yo también me la he jalado imaginándote de tortillera.
Bueno, construyamos esa posibilidad, Dalita ya dijo que sí…
La siguiente ocasión, será fácil que los pongas a que uno se la jale al otro o que hagan in 69. Me consta que sí lo harían, recuerda que «Caliente es caliente»… (Se me antojó hacerle una chaqueta a Cornelio la próxima vez que estemos con Stella.)
¡Te superas cada día! Quiero contigo…
Ojalá se pueda algún día.
Hace rato volví a leerlo y me pregunté si yo tendría una amante mujer. Busqué entre las amigas a las que se coge Saúl, y las esposas de mis machos y sólo me convenció Adriana, la esposa de Eduardo.. Si se da otra vez un trío, ahora sí me dejaré hacer lo que ella me pida y le corresponderé.
Eso está mejor, Tita. Ya verás que es distinto el deseo y el amor lésbico.