DE COPAS
Una noche de copas se sale de control con mi marido..
Para variar Saúl mi esposo, que le reconozco es quién siempre busca que hagamos algo juntos, me invitó a que saliéramos a escuchar música y tomar algunos tragos. Otras veces me le he negado, porque prefiero quedarme en casa, viendo alguna serie de Netflix o trabajando en mi taller en mis esculturas; pero esta vez accedí, más pensando en él, que quizá habría tenido una semana dura de trabajo y necesitaba relajarse. Nos arreglamos y nos dispusimos a ir a pasar un rato, escuchando música de los sesentas; mi marido, en jeans y camisa por fuera, oliendo rico con la loción que se puso y yo en blusa ceñida y para variar una falda larga, tobillera, que hace muchos años no me ponía. Las chicas cada una tenía su propio plan, así que nos despedimos y nos fuimos en un Uber, para no tener que llevar vehículo y no tener que conducir en caso de que yo también me animara a beber algún licor.
Nunca hemos sido una pareja de bailar, ni de rumba; a él le gusta tomarse sus tragos y a mí más bien poco, producto de mi formación deportiva en mis años de adolescencia y juventud, sumado a que el licor en general con excepción del coñac me produce sueño. Llegamos al sitio, el cual había sido remodelado desde la última vez que habíamos ido, más amplio, más oscuro, con las luces que reflejaban las proyecciones de video en las pantallas. El aire acondicionado estaba un poco más fuerte de lo usual, que me hizo cubrirme con el saco que llevaba. El lugar estaba abarrotado, y no habían mesas disponibles. Estábamos a punto de marcharnos, cuando de repente una chica se paró frente a mi y me saludó. – Señora Pamela, como está? Me alegra saludarla. Le sonreí, tratando de descifrar en mi mente quien era, y al mirar a mi esposo, que sabe que tengo mala memoria para las personas, me recuerda que es Silvia, la hija de unos vecinos que teníamos en el anterior edificio en que vivíamos. Recordé rápidamente que durante unas vacaciones, hace ya varios años, le estuve dando clases de escultura, en las que charlábamos sobre la vida, los hombres y la relación con sus padres. Ahora debería tener unos 29 años, de cara muy hermosa, de complexión delgada y una alegría desbordante. Le devolví el saludo con un beso en la mejilla, y le dije que nos íbamos al no encontrar una mesa disponible. Me replicó que porque no nos quedábamos y nos sentábamos con ella y los amigos con los que venía, que ellos tenían una mesa para ocho personas y sólo eran seis. Conociendo a mi marido que no es muy sociable que digamos, le mire y me dijo que bueno, que nos quedáramos para no ir a deambular por medio ciudad buscando otro sitio.
Fuimos con Silvia a la mesa, en un rincón oscuro del local, en donde nos presentó a sus acompañantes. Marco, quien iba con ella, de unos 35 años, con barba, delgado, buen mozo; Jonatán, un moreno de unos 25 años, que iba de pareja de Melissa, una rubia alta con grandes pechos, y más allá, estaba Sergio, alto, con anteojos, acompañado de Lady, también con anteojos, y con cola de caballo.
Saúl, se sentó en la esquina del mueble circular donde estábamos todos, yo a su lado, y en seguida, Silvia, Marco, Melissa, Jonatán, Sergio y Lady. Las chicas estaban tomando ginebra, Marco bebia Whisky, mientras que Sergio y Jonatán tomaban ron. Saúl pidió para nosotros una botella de coñac, que trajeron al cabo de unos minutos. Todos ellos eran compañeros de trabajo, y habían salido esa noche a celebrar que un proyecto que estaban adelantando había sido escogido por sus jefes en la empresa de tecnología en la que laboraban.
Saúl y yo, bien parecíamos los padres de aquella manada que compartía y cantaba a todo pulmón las canciones de José Gabriel, José José, Camilo Sesto, José Luis Perales, que alternaban con música popular de Jessi Uribe, Arelys Henao, Pipe Bueno y Paola Jara, que andan de moda.
El coñac empezó a ponerme contenta, y compartía con Saúl y con Silvia quien tenia al lado. Silvia seguía siendo esa chica extrovertida que conocí años atrás, se había graduado de ingeniera de sistemas, había realizado un postgrado en Bogotá y había regresado a la ciudad al terminarlo. Ya no vivía con sus padres, y estaba en una relación abierta, según sus palabras, con el joven que la acompañaba, Marco, aunque me confesó que a veces sentía que su relación era netamente sexual. Ante la pregunta que si le gustaría casarse, me contestó que sí, algún día, pero que ahora le gustaba su vida así, con la libertad de hacer lo que quería. Parecia tenerlo todo bajo control. La noche continuó con las canciones, los brindis, los coros, y los besos que se daban nuestras jóvenes parejas acompañantes. En un momento sentí besar a Saúl, y me voltee y le cojí la cara con mis dos manos y le besé, como hace rato no lo hacía, no porque él no quiera o no lo busque, pues sé que soy yo la que ha perdido la pasión que antes tanto disfrutábamos. Mi marido respondió mi beso, de tal manera, que sentí que me humedecía. Y no puedo negar, que me encantó volver a sentir eso, me sentí joven de nuevo. Pasaban las horas, las canciones y las botellas, y todos felices, un poco ebrios y cantando.
En uno de esos momentos de efervescencia y calor, como dicen; Silvia estaba besándose con Marco, y al tratar de acomodarse, terminó colocando una mano sobre mi muslo, como apoyándose en el, y la sensación de sentir esa mano allí, me gustó, la dejé, y me volví a mi esposo y le pedí que me besara de nuevo, a lo que accedió encantado, con lo que mi cuerpo sentía una corriente de placer por el beso de mi marido y la mano sobre mí de mi vecina.
Melissa y Jonatán, salían a bailar al lado de la mesa, apretaditos a ratos, abrazados, y no podía de dejar de observar con gracia, como mi Saúl se divertía mirando esos senos que asomaban por el escote de Melissa. Te vas a quedar ciego, le susurraba, y el solo se sonrojaba. Transcurria el tiempo, y cada vez más personas se iban del local, e íbamos quedando solos, de forma que el dj prácticamente colocaba la música que pedían en nuestra mesa. Saúl que se había tomado conmigo la primera botella de Hennesy, había empezado a tomar ron con los otros de la mesa, de forma que la mezcla ya le estaba haciendo mella. Le pregunté si quería que nos fueramos, y me dijo que no, que estaba bien.
De un momento a otro, me percato que Marco se ha abierto la bragueta de su pantalón, y tiene su miembro afuera, completamente erecto y Silvia le está dando una masajeada; ella recostada sobre la mesa con su codo derecho y con la izquierda lo masturbaba mientras se miraban fijamente. Me volví a mirar a Saúl, pero éste estaba con la cabeza recostada, dormido. Y sola, en silencio, sólo miraba como mi vecina subia y bajaba su mano masajeando el pene de Marco, que ya recostado solo se dejaba hacer. Con un video que reflejó más luz, Marco aún erecto guardo su miembro, al darse cuenta que yo los había descubierto.
Con los minutos, le pregunté a Silvia, que si estaba loca, que si no le daba pena, a lo que me contestó con una sonrisa pícara que no, que a ella le gustaba y a él también; que esa sensación de hacerlo en público les daba más morbo. Me preguntó que si nosotros alguna vez lo habíamos hecho, y le dije que no; que incluso durante los 30 años de casada, nunca habia mirado otro pene que no fuera el de mi marido. Silvia soltó una carcajada, más de incredulidad que de burla. Ella me contó que llevaba tres años saliendo con Marco, pero que se daban la libertad de salir y estar con otras personas, siempre y cuando el otro estuviera de acuerdo. Que practicaban juegos de roles, con disfraces, y que había noches en que uno de los dos era esclavo del otro y tenia que hacer y acceder a lo que el otro quisiera. Que lo decidían con una moneda.
Y en medio de un brindis con coñac, que ella ya estaba tomando, sacó una moneda. Juegas? Saúl está dormido y ya casi nos tenemos que ir, le respondí. Con Saúl no, conmigo. La miré asombrada, y me dijo, si ganas, hago lo que quieras esta noche; si yo ganó, tu me obedeces. Con el corazón acelerado, pero con una enorme curiosidad asentí. Seguro? – preguntó ella. Sí, te doy mi palabra, replique. Ella pidió cara, tiró la moneda, y cayó cara!. Sonrió, tomó la copa y me dijo fondo blanco, y me tome la copa de una sola. Al colocarla sobre la mesa, se acercó y me dio un beso en la boca. Solo posó sus labios sobre los míos, y me dijo, ahora eres mía.
Intrigada por lo que pasaría, seguí escuchando la música; Silvia conversaba ahora con Marco; mientras al otro lado de la mesa Sergio y Lady se apretaban y besaban con furia. Silvia se para, y va para el baño. Al regresar, se sienta entre Marco y Melissa, de forma que Marco se corre hacia mí. Están sonando rancheras, que cantan los pocos asistentes, y de nuevo Marco saca su pene al aire, y Silvia se lo empieza a acariciar y sobar. No lo puedo creer. Silvia está juiciosa en su tarea, y me dice: Pamela, acariciala. No! – le respondo, como se te ocurre. Pamela, obedece, me dice con dulzura. Y ella toma mi mano, y la coloca sobre el pene de Marco, y lo empieza a masturbar con mi mano debajo. Un escalofrio me recorre la columna, y sólo obedezco, no me resisto. Estoy allí, masajeando ese pene, grande, gordo, largo, mientras Silvia besa a Marco. Me gusta, Marco esta rasurado, se siente rico. Siento como me voy mojando, pues ya mis fluidos corren por mis muslos. Silvia deja de besar a Marco en la boca, y se agacha y empieza a besarle el glande mientras yo aún lo masajeo. Miro de reojo a Saúl que sigue dormido. Mientras Jonatán y Melissa, también se funden en besos, mientras él le apreta los senos por encima de la blusa. En un segundo, Marco se inclina hacia mi y me muerde el labio inferior y se devuelve, Quedé con ganas de sentir su boca sobre mi. Que locura!! No me hubiera imaginado nunca que está noche terminaría así. Mientras subo y bajo mi mano sobre ese aparato que parece crecer con cada succión de Silvia, esta también me lame y me besa la mano. Después de unos minutos, siento como Marco explota y derrama su semen, parte cae sobre mi mano que me excita más y Silvia juiciosa, se chupa el resto. Empeñada en la limpieza, Silvia se come todo lo derramado sobre Marco, y luego toma mi mano y repite la operación, dejándola completamente limpia. Se levanta, y se sienta a mi lado, mientras Marco se corre hacia Melissa. Sin decir nada, solo se acerca a mi, y me besa abriendo mis labios con los suyos, y suelta en mi interior una descarga de semen de Marco. Esperaba que me besara con su lengua pero no, solo suelta su carga en mí, y me dice, no te lo tragues todo. Yo asiento y retengo lo que puedo. Con dulzura ella besa mis labios, y luego se acerca a mi oído, y después de meterme la lengua, me dice besa a Saúl y pasale lo que tenés en la boca. Lo pienso un segundo, pero la calentura puede más, y me acurruco sobre mi marido, tomo su cara y le beso, tal como lo hizo Silvia conmigo, y con mis labios abro los suyos, y mientras le paso mi carga, con mi lengua busco la suya, que reacciona despertando atacando la mía con pasión, sin percatarse a conciencia del lubricante entre nuestras lenguas. Saúl, ya despierto, se anima y sigue bebiendo ya moderadamente.
Silvia va para el baño, y me dice que la acompañe. En el baño, me dice que le haga el juego de la moneda a Saúl. Y si pierdo? – le preguntó. A quien le hago caso? a el o a ti. No vas a perder, me dice sonriendo, mientras me muestra que la moneda con que jugamos tiene dos caras!!! Eres mala, le reprendo. Arrepentida? Me pregunta. – No, para nada. Y me confiesa: Esta noche todos jugamos, y todas nosotras ganamos gracias a ésta moneda. Y allí, frente al espejo, me da un nuevo beso, esta vez si metiendo su lengua dentro de mi. Soltándonos al sentir, que alguien más iba a entrar al baño. Pero con el beso, puso en mi una pastilla, que sólo pude tragarme. Ella se tomó otra, y me dio una en la mano, para que se la diera a Saúl.
Al regresar a la mesa, Roberta esta charlando amenamente con Melissa, sin dejar de mirar su escote, que ella mueve segura de la atracción que produce en mi marido. Prácticamente, ya es hora de cerrar, pero Sergio que es amigo del administrador, le dice que si podemos seguir adentro aunque cierren al publico, que están dispuestos a dar una muy buena propina; a lo que el amigo accede y continuamos con nuestro grupo, mientras el resto de la gente empieza a abandonar el lugar.
Cada pareja, esta en lo suyo, incluyéndonos; Saúl está excitadísimo, me toca por encima de la blusa, me abraza, me besa, y yo encantada. En medio de los besos, le paso la pastilla, y sin preguntar se la toma. Le cuento sobre la relación de Silvia y Marco, sobre el juego de roles, y sobre el juego de la moneda. Y le hago el desafio. El que pierda se somete al otro. Acepta, yo escojo cara, tiramos la moneda y adivinen que salió. Mi primera orden, apenas pusieron un disco bailable, fue que sacara a bailar a Melissa. Ella, ni corta ni perezosa, y compinche mia y de Silvia, se lo bailó, y aprovechó para continuar calentándole rozándole sus pechos cada que podía. Mirándoles bailar, sólo imaginaba a mi esposo con otra mujer, y no me disgustaba, es más, quería verlo. Me sentía caliente, no sé si por la pastilla, pero me sentía excitada, y se que Saúl igual. Al regresar a la mesa, le pedí a Melissa, que se sentara en medio de los dos, a lo que accedió, mientras Jonatán vino a sentarse a mi lado. Charlabamos los cuatro amenamente; y mencionamos el tamaño de los senos de Melissa, quien dijo tener talla 34D; y le pregunté si podia tocarle uno, y ella asintió. Metí mi mano dentro de su blusa, y la acaricié mientras ella cerraba sus ojos; mi esposo me miraba asombrado, a lo que le pregunté si quería tocar. Puedo? – dijo. Por mi sí, le respondí. Por mí también, dijo Melissa, que se abrió completamente la blusa, y dejó sus senos dentro de los brassieres al aire, mientras se sumia en un beso profundo con Jonatán. Acerque mi boca a Saúl y mordiéndole un labio, lo jale hacia abajo, hasta poner su rostro frente a los senos de Melissa. Liberé esos senos de su sujetador, y quedan colgando, parados, firmes, con sus pezones igual de firmes, parados, y mi Saúl sin resistirse, empieza a chupar el seno derecho que coje con sus dos manos. Melissa empieza a gemir, con cada lamido y con cada mordisco que Saúl aprovecha para dar a su pezón. Jonatán a su vez coge el otro seno, y así Melissa tiene dos hombres succionando de sus hermosas tetas.
Mientras Silvia y Lady, están atendiendo a Sergio, que sentado ve como entre las dos comparten su miembro; Lady esta chupándole sus testículos halándolos con su boca, mientras Silvia se introduce el tallo del pene lo más que puede, hasta sentir arcadas que no la desaniman en su propósito.
Melissa gime, y desesperada empieza a desvestir a Jonatán y a mi Saúl, que ni cortos ni perezosos, quedan desnudos en un santiamén. Allí, parados ambos con sus erectos miembros frente a Melissa, puedo ver que mi maridito con seis décadas encima, no tiene nada que envidiarle a ese mozo con poco más de la mitad de sus años, aunque ciertamente el aparato del joven es mucho mas grande y portentoso. Melissa se arrodilla y coge el pene de Jonatán, y empieza a darle una mamada apasionada. Saúl con ganas de acercarse, me voltea a buscar primero, pidiendome permiso con la mirada, a lo que asiento. El se acerca a Melissa, que de inmediato coge su pene, y con una mano en cada miembro se va turnando para chuparselas.
El administrador del bar y uno de los meseros, que se han quedado para cerrar, están sentados masturbándose mientras observan como se desarrollan las acciones en cada grupo.
Mientras suena un bolero, Marco viene y empieza a bailar conmigo, me rodea suavemente con sus brazos y me dejo llevar con la música; mientras me recuesto sobre él me dice que sigo siendo una mujer muy atractiva, mientras pienso que mis pechos y mi cuerpo ya no es el de antes. Me besa suavemente y siento devolverle el beso, y ahí, nos quedamos varios minutos en ese beso interminable, aún cuando la canción ya habia cambiado. Estoy allí abrazada a él besándolo, bailando muy suavemente, cuando siento que otro me abraza por detrás. Sólo sigo abrazada a Marco besándolo, y presiento que el que está detrás es el administrador, pues al mirar de reojo a los asientos solo veo al mesero que continua masturbándose. Siento en mis nalgas, la verga del administrador, que se mueve acompasado a nuestros cuerpos; mientras intenta romper la tela de mi falda. Solo baila, le digo. Y el administrador, se pega a mi, en silencio. Solo siento su tranca sobre mi. Mientras al frente siento el bulto del aparato de Marcos, que sigue atrapado en su pantalón. Estoy allí, como en sándwich, en medio de esos dos penes, besando a Marco , pero deseando mamarle el pene a mi marido, quien tiene los ojos volteados recibiendo la mamada de Melissa.
El mesero ya se ha levantado y ha acometido arrodillado detrás de Lady, mientras ésta sigue chupando la verga de Sergio. Lady solo gime con cada empuje del mesero. El administrador me suelta y repite la operación con Silvia, quien antes le da una buena chupada, para continuar mamando el de Sergio en compañía con Lady.
Aún besando a Marco, con una mano abro su pantalón que cae al piso, liberando su pene que ya conocía. Y vuelvo a acariciarlo, como la primera vez, despacio, lentamente, y estoy en esas, cuando es Marco quien me dice: bésalo. Lo llevo al asiento, donde sentada, lo cojo y le doy un beso en toda la punta de su verga, y ésta pareciera que se levanta aun más, reclamando más, y me la meto toda. Primera verga que siento en mi ser en 30 años que no es la de Saúl; y m encantó, grande, brillante, suave. Con mi lengua se lo lamia de arriba abajo, le chupaba todo el glande, le chupaba sus bolas, y el solo me cogia con suavidad mi cabeza. Queria probar hasta donde podía entrar ese pene que podía tener unos 20 cms de largo; y me lo empujaba hasta sentir arcadas, quería que Marco me penetrara oralmente. Y tal como la primera vez, sentí esa explosión a través de su aparato que terminó inundando mi boca con un potente chorro de su semen, salado, rico, que cayó también sobre mi blusa, que terminé quitándome junto con mi sujetador, dejando mis pequeños senos al aire. Senos que ya no son tan firmes como cuando era una sardina, y que los años y los hijos han menguado.
Silvia que ha parado su trajín con Sergio y el administrador, se viene donde yo estoy y se sienta a mi lado y me empieza a besar, no me puedo resistir, su lengua me explora toda, mientras sus manos acarician mis senos, cuyos pezones se empiezan a endurecer, me los pellizca, me duele pero me gusta. Me gusta el sabor de su boca, sabe a semen, pero diferente al de Marco. Me recuesta sobre el asiento abierta de piernas, recogiendo mi falda; con delicadeza me quita los panties, recuesta mi cabeza y llama a Sergio, al administrador, a lady y al mesero. Silvia organiza a todos, ella es la jefa. Con mi cabeza recostada echada para atrás le pide a Sergio que me penetre por la boca, pone a lady a chuparme un seno y morderme el pezón, al mesero le entrega el otro seno; mientras que Marco, al lado mío deja que le masturbe nuevamente para alcanzar otra erección, y con la otra mano masturbo al administrador, que ya está erecto. Con todos ellos sobre mi, Silvia se abalanza sobre mi. Y empieza a devorar con ternura mis labios vaginales y juega con mi clítoris. Su lengua me tortura de placer. No puedo gemir por mi boca llena del pene de Sergio, que con delicadeza me penetra lo más que puede entrando y saliendo sin cesar. La sensación de los mordiscos de Lady, aumentaban el placer de los lamidos de Silvia, el mesero es más brusco con mi otro seno, pero igual me gusta. Nunca había sentido esto. Vibraba toda. Mi mente volaba de placer. Un orgasmo. Placer, placer. Otro orgasmo.
Silvia llama a Saúl, que suelta a Melissa y le pide que tome el lugar de Sergio. Y a Sergio le pide que la penetre a ella mientras ella sigue chupándome toda. Saúl coloca su pene en mi boca, y empieza a empujar con furia, excitadísimo de ver a su mujer en esta posición. Sergio arrodillado detrás de Silvia la embate con regularidad. Marco ya está de nuevo con una fenomenal erección a lo que Silvia le dice que se coja a Lady. Marco se ubica detrás de Lady, y empieza a empujar hasta lograr penetrarla por su ano, cada empuje de Marco, yo lo sentia en cada lamido de ella.
Cuando Silvia esta a punto de correrse, retira a Saúl, y se encarama en el cabezote del asiento, de forma que sus labios vaginales quedan prácticamente sobre mi boca, y me ordena que la bese, mientras ella a la vez, le daba una mamada a Saúl. Le pide al administrador que se acomode parado encima mio, para que pueda penetrarla analmente.
El mesero se para en frente mío, y trepándose sobre el asiento me empieza a penetrar vaginalmente, doblando lo más que puede mis piernas hacia delante; de forma que mi ano queda expuesto. Silvia me pregunta: – te han dado antes por atrás?. Sólo alcanzó a menear la cabeza indicándole que no. – Pues hoy será tu primera vez, me advierte. Sólo recordé en milésimas de segundo las tantas veces que mi marido me quizo penetrar analmente, y no lo deje, en principio porque me parecía anormal, y segundo, porque imaginaba que debía ser doloroso. Y ahora, estaba a punto de perder mi virginidad anal. Que sea lo que sea, pensé, y me enfoque en mamar con más ganas la verga de mi esposo que estaba excitadísimo.
Silvia llama a Jonatán, para que ejecute mi desfloración anal, pero Saúl enérgicamente le dice que no, que ese honor de ser el primero le corresponde a él; así que Jonatán ocupa su lugar, ofreciéndome su enorme pene que solo puedo besar y chupar por los lados. Mientras tanto, Saúl se ubica frente a mi, y agachado se acomoda como puede mientras el mesero me sigue follando, y con su lengua con saliva me lubrica mi ano; siento como la punta de su lengua me recorre mi anito, y me gusta la sensación; introduce un dedo suavemente, y durante algunos minutos juega con el en mi culito, lo saca y salivando el dedo pulgar, me lo introduce, y empieza a moverlo al compas del empuje del mesero. Mi esposo, empujando al mesero hacia delante, coloca la punta de su verga en mi ano, y empuja con suavidad, siento que me parte, pero la quiero adentro. Empuja y pasa la cabeza, y siento un ardor, aguantable, soportable. Vuelve a empujar y siento como me va llenando y ocupando mi recto. El mesero prácticamente recostado sobre mi, me besa mis pezones que están paradísimos, estruja mis senos con sus manos. Me alegra que haya sido mi esposo el primero en darme por atrás, y siento sus bolas golpeando mis nalgas con cada empuje para meter más su verga en mi culito.
El mesero y mi esposo se sincronizan, en su mete y saca. Maravilloso!!! El sabor de los flujos de Silvia me excitan más. Lady con cada empuje de Marco me muerde más duro el pezón, que crei que iba a sangrar. Melissa se acomoda de tal forma que pueda besar los testículos de mi marido mientras el me da por el ano, y a la vez Sergio la coge analmente a ella.
Y así estamos:
Yo recibiendo de mi marido, del mesero, de lady y de Silvia.
Mi marido recibiendo de Melissa.
Silvia recibiendo de mi, del administrador y de Jonatán.
Lady recibiendo de Marco.
Melissa recibiendo de Sergio.
Silvia se corre en mi boca, delicioso. Se baja y se la empieza a chupar al administrador. Jonatán tiene la verga mas grande de todas, casi no me cabe en la boca. Casi al tiempo, tanto mi marido como el mesero se corren en mi; mi marido adentro y el mesero si la alcanzo a sacar y me la echó encima.
Marco tomo el lugar del mesero. Y Jonatán el de mi esposo. Marco se acostó y yo me puse sobre él, insertando su verga en mi coño, dejando expuesto mi ano para Jonatán. Mi esposo vino y me brindo su pene que acuciosa cogí para lamerlo e intentar revivirlo. Jonatán intento, meterme su verga por el ano y no pudo. Silvia vino y se lubricó un dedo con saliva y me lo metió, luego dos, luego el tercero, y empezó a meterme los 3 dedos suavemente, mientras Marco me seguía follando. Silvia tiene manos delgadas, así que pronto tenia los cuadro dedos menos el pulgar dentro de mi culo, y de un momento a otro, ya tenia todo el puño dentro de mi. Y empezó a meterme casi hasta la mitad del antebrazo; me dolía pero me gustaba; esto es el fisting – dijo Silvia. Mientras le mamaba la verga a mi marido, masturbaba a Jonatán, a la vez que Marco continuaba con su mete y saca constante. Llegó un momento en que los tres anunciaron que se corrian, y Silvia les dijo que no acabaran adentro, sino que echaran su leche sobre mi rostro. Silvia sacó su antebrazo de mi trasero con cuidado pues ya me ardía. Primero fue Marco que lo sacó apresurado, me levantó de encima suyo. Y puesto en pie, me vacío su carga sobre mi cara, cayéndome sobre los ojos, la frente, el pelo; siguió Saúl, que igual la descargó sobre mi, pero de ésta trague un poco, quedando ya con media cara cubierta de semen. Finalmente Jonatán, que lo continue masturbando mientras le besaba y le mordia el glande, hasta que explotó con un gran chorro sobre mi rostro, quedando completamente embadurnada de semen de los tres hombres con los que estaba.
Silvia llamó a Melissa y entre las dos me limpiaron con sus lenguas mi cara, y mis pechos que estaban untados de semen. Mientras me besaban, recorriendo con sus lenguas mi piel, se besaban entre ellas.
Lady luego se subió al mesón del bar, junto con Melissa y ambas se estaban haciendo un 69 prodigioso. Melissa estaba arriba y por ende, sus voluminosos senos se posaban sobre el cuerpo de Lady. Mientras Lady le besaba su coño, el administrador le metia un dedo a Melissa en el ano, se lo sacaba y metia una y otra vez, repitiendo la operación luego con dos dedos, y luego con tres dedos, y Melissa ni se inmutaba. El administrador se retira un momento, y regresa al rato ocn un bate, que tiene guardado detrás del bar por seguridad; lo embadurno con una especie de aceite, así como sus manos, y después de meterle tres dedos y jugar con su ano un rato, le empezó a meter el bate lentamente mientras su ano se expandia, y allí sí Melissa gimió de dolor; mientras lady le succionaba y chupaba el clítoris, el administrador empezaba a meter y sacar el bate de su culo, despacio, girándolo, le entran como 15 centímetros, que entran y salen con la velocidad que impone el administrador. El mesero, que seguía la escena, se acerca a su vez por el lado de lady, y aprovechando sus piernas abiertas para la faena que le hace Melissa, empieza a acariciar su ano, y lo empieza a estimular con sus dedos que también había impregnado de aceite. Al no tener un segundo bate, el mesero hace uso de una botella de Heineken, y se lo introduce a Lady en el ano, que gime como gata en celo. Cada una mientras besa el coño de la otra, manipula el elemento que tiene empotrado en el culo, un bate la una y una cerveza la otra. Y mientras el administrador y el mesero se masturban observándolas, ellas a su vez, se concentraron en su tarea hasta que tuvieron un orgasmo simultáneo.
Silvia que tiene unos senos espectaculares, aunque no tan grandes como los de melissa, se fue a la tarima a hacer como si estuviese cantando, y Sergio llevando un asiento se paró sobre este de forma que su pene quedó a la altura de su cara, y le dije: aquí teines tu micrófono! Y mientras cantaba, Silvia lo masturbaba lentamente y de cuando en cuando le dame su lambetazo. Al terminar la canción Sergio, se sentó en un butaco que era más alto, y Silvia se sentó sobre él, metiéndose su verga hasta el fondo, y allí estaban en un vaivén mientras se abrazaban y besaban, hasta que llegó Jonatán y se les unió, levantando la cola de Silvia, y después de embadurnar la cabeza de su pene con saliva la penetró por al ano, sin que ella se quejara, y estuvieron un buen tiempo, ella penetrada por ambos, aunque el ritmo lo ponía Jonatán.
Yo estaba extenuada pero feliz, y quería más. Jonatán después de culearse a Silvia se había recostado, y tenia todavía su tranca izada, y quería probar esa verga en mi, así que me acerque y en posición de 69 me coloque sobre él para poder chupar ese enorme aparato, mientras el a la vez le daba una buena chupada a mi coño. Su lengua se posó sobre mi clítoris, y se paseaba entre mis labios, produciendo placer; y yo sobaba su tranca de más o menos 30 cms, besándola y lamiéndola por el lado, pues su cabeza era realmente grande. Saúl se sentó frente a mi, y me miraba como estaba yo embelesada con esa verga, chupándola como si fuera una paleta. Lo miré ahí, mirándome, y bajando ese oscuro pene, se lo ofrecí: Quieres probar? No dijo nada, solo se acerco y me empezó a besar, para luego coger con una mano la tranca de Jonatán y meterse el glande en su boca que si le cabia, mientras yo lamia esa verga por los lados bajando hasta sus bolas para chupárselas. Mi Saúl se engullia esa cabeza del pene de Jonatán, mientras a la vez lo masturbaba, quedando así por varios minutos antes de retirarse.
Me levanté de encima de Jonatán y me acomodé en el piso en cuatro patas, a la vez que Silvia adoptaba la misma posición frente a mi; mientras Jonatán estaba dispuesto a perforar mi culo, mi Saúl también lo quería hacer con Silvia. Saúl enculó rápidamente a Silvia, que empezó a gemir con cada embestida de mi esposo. Jonatán tuvo mayor dificultad para penetrarme, aunque ya la mano de Silvia había aflojado el orificio. Sentía dolor con su empuje, pero lo quería adentro, el empujaba hacia delante y yo empujaba hacia atrás; de pronto sentí que la cabeza ya había ingresado perfectamente, y empezamos a movernos suavemente primero y después con furia, quería que me lo metiera todo, quería sentir esa tranca en mi vientre y sentir que sus bolas me golpeaban. Silvia y yo estábamos agarradas de las manos, mientras nos cabalgaban como si se fuera a acabar el mundo; nos acercamos y nos besamos suavemente mientras seguían dándonos por detrás. Llegó un momento en que no aguante más y le pedí a Jonatán que la sacara, lo cual hizo, no sin antes descargar su semen en mi interior con un tremendo bufido. Silvio llamó a Melissa, quien vino y se acostó boca arriba, y recibió en su boca todo el semen que salía de mi culo. Luego yo mientras besaba a Silvia, fue soltando el semen de su boca sobre nuestras bocas de forma que podíamos besarnos y jugar con el salado elixir de Jonatán.
A estas alturas de la noche ya le había mamado la verga a mi marido, a Marco, a Sergio, y a Jonatán; me habían penetrado Marco y el mesero, y analmente mi esposo y Jonatán.
Descansamos un rato, y nos tomamos una cerveza bien fría cada uno.
Colocaron cuatro mesas redondas una al lado de la otra, y sobre cada una nos subimos cada una de las chicas: Silvia, Melissa, lady y yo. Con Silvia se hizo Marco, con Melissa, mi Saúl; con lady, Jonatán y Sergio y conmigo, el mesero y el administrador. La tarea era darles una buena mamada para volver a dejarlas listas para la faena. El mesero y el administrador, colocaron sus vergas frente a mi cara, y empecé a turnarme para darles una buena mamada, llegando a meter ambos penes a la vez en mi boca. Me recosté sobre la mesa, permitiendo que el administrador me follará mientras que con mi boca se la mamaba al mesero. El administrador, que entonces me dijo que se llamaba Andrés, se empezó a turnar metiéndola en mi coño, sacándola y metiéndola en mi ano, y así sucesivamente, mientras yo continuaba chupando la verga del mesero, que dijo llamarse Daniel.
Marco penetraba analmente a Silvia, mientras que mi Saúl se pajeaba con los senos de Melissa y Jonatán cabalgaba a Lady mientras esta se la mamaba a Sergio. Cuando Daniel el mesero acabo en mi boca, me levanté dejando a Andrés y me fui a la mesa de mi marido, y quise probar la cuca de Melissa, peluda, rubia; apenas puse mis labios sobre su clítoris, vibro, abrió sus piernas y se dejó hacer; mientras yo estaba inmersa en el sexo de Melissa, Sergio se vino a colocar detrás de mí, y me empezó a penetrar, puso su cabeza sobre mi ano y empujó; subí una pierna sobre una silla, y me dejé hacer mientras me concentraba en lamer el coño de Melissa; Sergio empezó a turnarse en mis orificios, y así siguió hasta que cuando anunció que iba a acabar, le pedí que lo hiciera sobre el coño de Melissa, para terminar de empalagarme con sus fluidos y con el semen de Sergio.
Al sonar otro bolero, Marco vino a buscarme para que bailará con él, a lo que accedí; baile apretada a él, sintiendo su pene sobre mi pubis, y para terminar lo que había querido iniciar antes, daniel vino a hacerse detrás mío, apoyando su parado pene sobre mis nalgas. Marco de nuevo me besó con dulzura, y mientras ponía su mano sobre mi cuello atrás, yo saboreaba con mi lengua la suya; que delicia sentirlo, su ternura, su cariño. De pronto me levanta con sus fornidos brazos, levanto mis piernas, y dejó entonces que me penetre, deja caer el peso de mi cuerpo y siento que estoy totalmente empalada en su miembro, mientras me sigue besando con sus labios de los que no me quiero despegar. Daniel aprovecha la posición y dirige su pene hacia mi ano, introduciéndolo totalmente. Les pido que se queden quietos un rato, que solo quiere sentirme llena por ellos, sentir su presión, sentir sus vergas presionando mis paredes, y me siento plena. Empiezan a moverse, uno y luego el otro, mientras Marco me levanta un poco, cogen un ritmo frenético, hasta que Daniel eyacula dentro de mi y se retira; y esta vez es lady quien se apresura a venir a comer del semen que empieza a salir de mi ano, mientras que Marco continuaba con su faena. Cuando para aún sin acabar, viene Jonatán a reemplazarlo, de forma que quedé colgada de los brazos de Jonatán, mientras su mástil me empieza a taladrar, y a la vez que marco, se concentra en follarme por atrás. Jonatán lo hace lentamente pues por su tamaño me lastima, mientras que Marco juiciosamente y con ritmo me penetra deliciosamente. Después de varios minutos, ambos estallan en mi interior, inundándome de su semen, y a ambos agradecida les doy sendos besos en la boca.
Entre ambos me mantienen levantada, mientras que Silvia y Melissa, la una por delante y la otra por detrás, me limpian con sus lenguas además de tragarse el semen que fluye por mis orificios,
A estas alturas de la noche ya le había mamado la verga a mi marido, a Marco, a Sergio, a Jonatán, a Daniel y a Andrés; me habían penetrado Marco, Daniel, Andrés, Sergio, Jonatán y mi Saúl y analmente mi esposo, Marco, Daniel, Sergio, Andrés y Jonatán. Silvia, Lady y Melissa me habían besado mis partes, y yo había probado las de Melissa y de Silvia. Con todos había probado de todo.
Recostada, extenuada, viene Saúl y me pide que hagamos un 69, pero que mientras el me besa quiere ver como me penetran analmente; nos acomodamos, yo abajo y el arriba, y mientras yo le mamaba su verga, y el me lamia mi coño, marco me follaba lentamente por el ano, mientras mi marido veía en primera fila dicha acción. Mientras yo le besaba su pene y se lo masturbaba con una mano, con la otra untada de saliva, le metí un dedo en el culo, el apretó pero se lo metí, y le debió gustar porque su pene se empalmó más. Silvia advirtió el asunto y se acercó, y ella previamente ensalivados le metió hasta tres dedos, mi marido se quejaba pero no ponía resistencia. Silvia llamó a Melissa y a Jonatán. A Melissa la hizo recostar sobre la espalda de Saúl, a quien le gusto sentir esas enormes tetas sobre él, pero el objetivo del cuerpo de Melissa era hacer peso sobre él para evitar que se levantara; pues mientras yo le seguía dando una mamada profunda, ella seguía jugando con sus dedos en su culo, mojándolo con saliva, y cuando menos Saúl se lo esperó, Silvia le dijo a Jonatán que clavara su verga en el culo de mi marido. El primer envión de Jonatán casi lo hace saltar al techo con un madrazo, pero el peso de Melissa no lo permitió; con la verga adentro Jonatán se quedó quieto mientras el ano de Saúl se acostumbraba a dicho volumen. Silvia acurrucada adelante besaba a Saúl en la boca y ñle decía que aguantara que estuviera tranquilo, que supiera lo que sentía yo cuando el me daba por le culo. Al rato, Jonatán empezó a penetrar el culo de mi Saúl, entraba y salía, entraba y salía; Saúl solo gemía, mientras yo le chupaba su verga que se creció con la enculada que le daban. Silvia lo besaba apasionadamente, metiéndole su lengua hasta lo profundo, Jonatán ya tenia su ritmo de penetración, así como Marco en mi culo. Silvia de un momento a otro, sacó el pene de Marco, le dio una mamada y de inmediato se lo ofreció a Saúl, que empujada su cabeza por Silvia no tuvo sino más que abrir su boca y empezar a dar también una mamada a marco. Marco se corrió a un lado mientras mi esposo le mamaba la verga, y dejó el espacio que ocupó Sergio que empezó a culearme con fuerza. Mientras que Melissa que ya se había bajado de encima de Saúl, metia su cabeza entre mi cuerpo y el de Sergio, para chupar mi coño. Al otro lado, se acurruco Lady a mi lado, y ella siguió chupando el pene de mi marido, mientras que Andrés acercándose también, me ofrecio su verga que empecé a chupar con ganas.
Este matrimonio estaba siendo culeado literalmente hablando. Mientras a mi me daba por el culo Sergio, se la mamaba a Andrés y Meliisa me chupaba; Saúl es culeado por Jonatán, se lo mamaba a Marco y a él se lo mamaba Lady.
Terminamos inundados de semen, mi culo del semen de Sergio, mi boca con el semen de Andrés, el culo de mi marido con semen de Jonatán y su boca con semen de Marco. La boca de Lady con semen de Saúl.
Aún con mi boca llena del semen de Andrés que no me había tragado, me hice entender para que Melissa se tragara el semen de mi culo, y me echara luego en mi boca; que Saúl pusiera su culo sobre mi para que el semen que le salía cayera en mi boca, así mismo el semen de su boca en mi boca, y el semen de la boca de Lady cayera también en mi boca. Con mi boca abierta, pude recibir todo eso, aunque parte se me salía por las comisuras de mis labios y caian sobre mis senos. Con mi boca llena del semen de todos ellos, me acerque a Silvia y dándole un beso, trate de pasarle mi carga mientras buscaba su lengua con la mía, y el semen se regaba por nuestras caras y pechos. Le dije que ese era mi regalo de agradecimiento por esta noche. Apunta de besos nos limpiamos la una a la otra. Puso empeño en cada beso que medio, para sentir su ternura, finalizando con una maravillosa chupada de mis pezones erectos.
Iban a ser las cuatro de la mañana, y ya era hora de irnos. Por alguna razón, Andrés, el administrador no nos cobro propina alguna. Ni el mesero tampoco. Tomé el contacto de Silvia, y le dije que le llamaría, y que entonces no necesitaría de ninguna moneda. Ya era ella mi jefa.
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