Despedida y Agradecimiento
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Manuel, hoy hice el último intento por persuadir a Bertita de que repitiéramos la agradable velada que una vez tuvimos aquí en casa, ella, vos y yo. No conseguí convencerla.
Este fue el último de una serie de intentos que he venido haciendo desde hace mucho tiempo. El primer intento lo hice a los pocos meses de que tuvimos la increíble noche aquella, y lo he venido intentando periódicamente por estos seis o siete años que han transcurrido desde aquel maravilloso suceso. Creo pues, que definitivamente aquello no se repetirá y he optado por abandonar la lucha que por demás es inútil.
Sin embargo, no quiero cerrar este capítulo de mi vida sin agradecerte por tu agradable participación en aquella memorable velada. ¡Gracias Manuel! Te portaste como un autentico caballero y como un magnifico amante, yo que fui testigo de aquello lo puedo asegurar.
Conservo aun muy claro en mi memoria aquel recuerdo, nosotros como principiantes inexpertos y vos con gran experiencia, no solo en lo puramente sexual, sino en el comportamiento gentil con ella.
Recuerdo la forma tan natural en que rompiste el hielo sin que siquiera lo notáramos, recuerdo el primer beso y la forma suave y tan natural en que comenzaste a despojarla de su ropa y luego la forma en que la llevaste a la cama para volver a besarla ya acostada, para luego ir bajando a sus pechos.
Cuando ya todo se daba de una forma tan fluida, te quitaste la ropa y dejaste al descubierto la erección de tu generoso pene, ligeramente curvado hacia un lado, a ella le debe haber sorprendido tanto su tamaño como la forma pues, estando el tuyo circuncidado y ligeramente curvado, le ha de haber despertado el morbo por ser diferente a lo que siempre ha acostumbrado, el mío: recto incircunciso y de menor tamaño.
Después, abriste ligeramente sus piernas y empezaste a besar su sexo, lentamente, con gentileza pero con energía. Chupaste y lamiste su clítoris, sus labios vaginales por varios minutos con gran destreza haciéndola sentir sensaciones maravillosas, nunca me contó cuantos orgasmos alcanzó durante el prolongado y magistral cunnilingus, pero estoy seguro que fueron varios.
Después de esa intensa sesión de placer intenso, te levantaste y acercaste tu erecto y, casi a punto de explotar, enorme pene a su boca. Yo pensé que no lo iba a aceptar, pero ella se lo metió en la boca y por unos momentos te lo mamó, no fue mucho tiempo, pero a mí me excito muchísimo ver que te lo mamaba pues pensé que no lo haría.
Luego te acercaste a tu ropa y sacaste un condón y te pusiste, acto seguido te colocaste sobre ella que ya te esperaba con las piernas abiertas. Yo, desde un ángulo en que se apreciaba perfectamente la acción, vi como tu verga se acercaba a su vagina que se encontraba totalmente abierta y lubricada, pero a pesar de ello, me asaltó un poco el temor cuando vi el tamaño de tu herramienta, pensé que la lastimarías o que le iba a ser incomoda la penetración, pero no fue así, entró con gran facilidad. Yo me volví loco de placer, fue uno de los momentos más excitantes de la noche. Siempre soñé con un trío, pero llegado el momento, ni siquiera intervine en la acción, el solo ver se convirtió en un placer enorme, quizás el más grande que yo había sentido nunca.
Después de un par de puyones sobre ella y besándola, dijiste algo así como “mejor cambio de posición para tener mejor control” obviamente estabas muy caliente y no querías acabar tan pronto. Te paraste, la tomate de la mano, la levantaste de la cama y la colocaste parada en el suelo con sus dos manos apoyadas en la cama. Te pusiste parado atrás de ella y, tomándole los pechos con tus dos manos, abrazándola desde atrás, con gran maestría le metiste la verga en la vagina y comenzaste un bombeo frenético.
Me impresionó el tiempo que duraste en la faena tomando en cuenta lo caliente que estabas. Casi inmediatamente que empezaron la frenética cogida, empezaste a gemir, casi inmediatamente empezó ella también a hacerlo, nunca la había oído gemir de esa manera, era obvio que estaba alcanzando un magnifico orgasmo, sin pena ni vergüenza te aseguro que nunca había llegado a ese nivel de placer conmigo, lo que estaba viendo y oyendo nunca lo había visto antes, no me apena confesarlo. Yo sentí una mezcla de gran excitación y ternura por ella en ese momento. Después, cuando los dos acabaron, fuiste al baño, te quitaste el condón, te vestiste y con mucha discreción te despediste, tengo aun presente como terminaste de anudarte la corbata. En seguida te acompañé a tu carro abrí el portón para que salieras, te dije adiós y cuando saliste cerré y volví a la alcoba; ahí metida en la cama estaba Bertita, yo rápidamente me desvestí y me metí a la cama con ella.
Cuando los dos estábamos en la cama, la abrace y la besé con mucha pasión y con gran amor, sentí una enorme ternura que no recordaba haber sentido desde la adolescencia o de la más temprana juventud. Hicimos el amor de una forma que hacía mucho tiempo que no lo hacíamos. En seguida, desnudos y abrazados, nos quedamos dormidos.
Como ves, por esta razón es que pasé tantos años tratándola de persuadir para repetir esta experiencia única y exquisita, pero como te cuento, no logré convencerla. Dado que es imposible repetirla y además yo ya estoy resignado a ello, no me queda más que recordar con algo de placer y mucho de nostalgia, aquella noche sacada del más hermoso cuento de hadas y darte las gracias por haberle propinado tanto placer a Bertita.
Gracias por tu discreción, por tu amistad, tu excelente ejecución sexual y por el respeto y placer, mezcla difícil de lograr, que le diste a Bertita.
Tu amigo
Ramiro.
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