DISFRUTANDO EL PERMISO DE MI ESPOSO
Mi nombre es Mary tengo treinta y ocho años y desde que me desarrollé como mujer mis deseos sexuales fueron muy fuertes, pero siempre reprimidos por los prejuicios, valores religiosos y el qué dirán, nunca realicé todo lo que deseaba, a pesar que nunca me faltaron ganas y oportunidades. Recientement.
Mi nombre es Mary tengo treinta y ocho años y desde que me desarrollé como mujer mis deseos sexuales fueron muy fuertes, pero siempre reprimidos por los prejuicios, valores religiosos y el qué dirán, nunca realicé todo lo que deseaba, a pesar que nunca me faltaron ganas y oportunidades.
Recientemente después de más de veinte años de casada, porque me case muy joven y también fui madre recién casada, mis deseos que siempre estuvieron reprimidos llegó una vez que estando sola con mi esposo, habiendo regresado de una fiesta donde bebimos más de la cuenta y él tenía el libido alborotado así que puso un video para adultos y viéndolo en medio de caricias y besos me preguntó si me gustaría hacerlo con otro hombre, me sorprendió la pregunta, pero tratando de cuidar mi dignidad le respondí… me sorprende tu pregunta porque no lo había pensado, pero ahora que estamos disfrutando del sexo y me encuentro muy excitada con tu caricias, te respondería que lo podría pensar.
Mas adelante cuando volvimos a tener relaciones habiendo consumido los dos solos en casa unas buenas copas de licor, me reitero su pregunta agregando que nuestra relación era tan fuerte, que el tema del sexo lo debíamos tomar como diversión y además por su parte, él no le veía inconvenientes a eso.
Ante esa libertad que mi esposo me estaba ofreciendo un día navegando en internet, conocí una persona y comenzamos una aventura por correo, luego por teléfono, hasta que convinimos conocernos. Nos citamos en un centro comercial abierto, porque tenía temor sobre el desconocido. Acordamos la forma de vestir para identificarnos y cuando apareció en el lugar, lo encontré bastante atractivo. De todo esto mi marido estuvo al tanto, tomamos un par de cocteles y durante el tiempo que hablamos me dio confianza. Me conto donde trabajaba, en un cargo directivo, que estaba soltero y deseaba conocerme advirtiendo que siendo yo una mujer casada no quería tener problemas con mi esposo. Esa fue nuestra primera cita, de la cual a mi regreso me llevo en su auto a mi casa y al despedirnos me dijo… Si quieres que nos volvamos a ver me avisas y pasare a recogerte para ir donde desees.
Al encontrarme con mi esposo en la noche le conté con detalle lo sucedido y su pregunta fue… ¿estas decidida a una segunda cita? Le respondí… Andrés, ese es su nombre, me ha dado confianza para una segunda cita. Mi esposo me dijo no hay más que hablar si lo decides yo estoy de acuerdo.
Llegado el día y la hora de la segunda cita, muy puntual Andrés paso a recogerme y mientras viajábamos conversamos distintos temas, me contó que había quedado gratamente impresionado al conocerme en persona y mirándome me dijo lo bella que yo era, e intentó tocarme las piernas que estaban muy a la vista gracias a mi minifalda, pero como iba manejando le dije… No seas ansioso, ten paciencia.
Pasaron unos 15 minutos, llegamos al motel y antes de entrar a la habitación, aún dentro del vehículo nos besamos, me acarició las piernas, yo me sentí excitada, era la primera vez que un hombre diferente a mi esposo tocaba mi cuerpo.
Entramos a la habitación nos empezamos a besar, él levantó mi falda acarició mis nalgas, luego pasó sus manos sobre mi tanga, yo sentí como se humedecía mi concha y eso me excito tremendamente, yo le bajé el cierre de su pantalón, metí mi mano y acaricié su miembro grande y duro.
Él me acostó boca arriba en el centro de la cama, aún vestida y acarició mi cuerpo por debajo de mi falda y mi blusa, besó mis labios, mis senos, siguió bajando por mi torso y yo sentía un placer incontrolado. Llego con sus labios hasta mi entrepierna, movió mi tanga hacia un lado y empezó a lamer mi concha, me besaba, me apretaba y mordisqueaba mi clítoris, me excité tanto que le pedí que parara, pero él continuó bebiendo el líquido que fluía de mi interior, sentía como crecía mi clítoris y pronto disfrute mi primer orgasmo, de verdad estaba muy excitada y tenía ganas locas que me penetrara.
Empezamos a despojarnos de la ropa y él me dejó en ropa interior, porque dijo que lo excitaba mucho. Y así nos besamos y acariciamos hasta que el decidió desnudarme totalmente. Yo me acosté de espalda, abrí mis piernas, lo único que quería era ser penetrada por su dura y enorme verga, sentí su cuerpo sobre el mío, su calor, su respiración agitada, nos besamos con desesperación, sentí como su miembro duro y erecto comenzó a invadir mi concha, más tarde empezó a embestirme con velocidad y fuerza, yo me sentí muy bien al saber que no lo estaba haciendo con mi marido, era mi fantasía hecha realidad, me dejé llevar por la pasión, la lujuria, el deseo, vinieron los gemidos, los apretones mutuos, yo lo besaba, lo rasguñaba suavemente en la espalda hasta que vino mi segundo orgasmo.
Mi amante fugaz me dio vuelta boca abajo, me besó la espalda, las nalgas, era demasiado caliente, me puso de rodillas, me siguió besando y cuando supo que yo estaba lista me penetró en esa posición, yo empecé a excitarme nuevamente, sentía su miembro duro dentro de mi concha caliente, y como es una posición que me gusta, la sentí toda adentro, me embestía con fuerza al mismo tiempo que yo gozaba y gemía de placer, y nuevamente tuve otro orgasmo en el que él se corrió dentro de mí y sentí su leche caliente invadir mi interior, fue una mezcla de placer y agotamiento, pero no tenía deseo que esto terminara, quería seguir gozando.
Reposamos un rato, él se fumó un cigarrillo y nos tomamos unos wiskys, necesitábamos recuperar fuerzas, pero al rato lo estábamos haciendo de nuevo, lo hicimos dos veces más con la misma pasión de la primera vez, era lo mejor que me había pasado hasta entonces.
Mas tarde Andrés me llevo a casa, en el camino nos pusimos de acuerdo de vernos al día siguiente y lo hicimos en su oficina a puerta cerrada.
Mi aventura se prolongó por unas seis o siete veces más, pero hace algún tiempo no sé nada de él, no obstante, en mi matrimonio la pasamos súper bien, creo que me inyectó fuerzas para disfrutar el sexo sin tapujos, de hecho, sigo con permiso abierto de mi esposo para experimentar otra aventura, eso sí cuidando mi imagen de esposa fiel.
En la última vez que estuve con Andrés, mi esposo me pidió que lo invitara a nuestro departamento y así lo hice, él grabo el encuentro pero como yo no lo sabía, di rienda suelta a mis deseos sexuales y ahora cuando mi esposo quiere excitarse pone el video y me dice que me veo maravillosa.
Terminaré contándoles que en cada encuentro que tuve con Andrés, llegué a mi casa y lo hice con mi marido, con la misma pasión, entonces imaginaran cuantas veces tuve relaciones desde mi primer encuentro… uhmmmmmmmmm.
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