El agarrón que me dieron los amigos del judio, parte 3
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Pasó una semana exacta depués que el judio y su amigo me emborracharon y en una sola noche me convirtieron en una perdida.
Algunos se preguntaron en la primera parte de mi relato como es que yo sabía que ese hombre maduro y aprovechado era un judio y es muy simple.
Usaba en muchas ocasiones esa especie de boina pequeña que usan los de esa religión y tenía una floreciente fábrica de ropa y un montón de esclavos que explotaba por un sueldo miserable.
Todos sabían y decían que era judio y todos lo llamabamos de esa forma.
De ahí en más no se nada de esa religión y en realidad no me importa.
Ya había cumplido 15 años y me sentía muy mal y llena de culpa.
Los dos mil pesos que me dieron el judio y el sr.
Yosef duraron bien poco, apenas un par de semanas en lo que mi mamá cobró el raquítico sueldo que le daban como afanadora en el metro.
Mi pobre mamá me rogaba e insistía que volviera a trabajar a la fábrica con quien ella llamaba "ese gran hombre".
Desde esos eventos yo ya no era la misma.
Empecé a fijarme más en mi cuerpo; pese a la pobreza en la que vivíamos yo me había desarrollado más y justamente mis pechos y nalgas habian aumentado su tamaño, mi cintura se habia afinado un poco.
Era chaparra, eso sí, pero con mi metro y medio (1.
50) los hombres no dejaban de mirarme en la calle.
Mi madre que era muy conservadora se dio cuenta y me prohibía usar ropa ajustada.
Cuando me bañaba me veía al espejo desnuda y podia ver mis pechos, tan grandes para mi edad que me avergonzaban, con esas grandes areolas sonrosadas y no podia dejar de pensar qué era lo que tanto les gustaba a esos tipos asquerosos.
A veces me tocaba y a mi mente venían todas aquellas imágenes morbosas.
Los dos viejos besandome, restregándome entre sus cuerpos y la verdad es que aunque me daba verguenza y los odiaba profundamente; sentía deseos de volver a revivir todo aquello.
Había roto el chip de mi celular porque tenía miedo del asqueroso judio.
Entré de mesera en un café algo conocido cerca de mi casa, la paga era miserable, pero obtenía algunas propinas y podía aportarle algo a mi mamá para los gastos de la casa, de momento no podía ir a la prepa; aunque en realidad cada vez me importaba menos.
Una tarde sucedió lo que tanto temía, aunque en realidad me parecía una posibilidad muy remota: el señor David entró al café, iba con otro hombre , otro viejo como de 50 ó 53 años, era canoso y muy alto.
Don David me llamó a su mesa, intenté huir, pero mi compañera no quiso cubrime.
– mira nadamás a dónde te vine a encontrar niña.
Ya ni celular tienes o qué?
– Qué se le ofrece señor, qué desea consumir.
– pregunte bastante perturbada.
– A ti.
Eso deseo- pero mientras tráeme dos capuchinos.
Anoté nerviosa la orden y me fui, esperando que se largaran .
De vez en cuando volteaba mientras atendía las otras mesas, y veía que se hacían comentarios y me observaban morbosamente.
Media hora despues el sr.
David me llamó y me pidió la cuenta.
Le di la nota, esperando que todo terminara ahí.
Cuando me acerqué me tomo discretamente,aunque con fuerza, de la mano.
– te espero afuera cuando termine tu turno mamita.
Sus palabras eran duras y frías
– No señor, yo ya no tengo nada que ver con eso, para mí se acabó.
– Ah si? Jajaja, eso crees mocosita.
– ya pregunté tu hora de salida y en cuanto salgas te voy a demostrar que de mí no te vas a zafar tan fácil.
El amigo viejo me veía burlonamente mientras fumaba su cigarro.
– Mira esto.
Me acercó su celular y pude ver, con terror, una imagen mía! Estaba desnuda en el hotel con don David y su amigo.
-.
Y te vas a subir al carro en cuanto salgas o veras de lo que soy capaz! Sentí como si me hubieran volteado todas las tripas.
Mi cara se puso roja, tartamudeando no pude más que contestarle:
– Eeeestaaa bien.
Saliendo vi su lujoso carro y me acerqué, la puerta estaba abierta.
Su viejo amigo estaba atrás.
– te presento a mi amigo, se llama Guillermo.
No dije nada, solo voltee, el sr.
Guillermo me sonrió y me dijo:
– Estás hermosa chiquita, ya verás que te voy a tratar muy bien, te va a gustar, no te vas a arrepentir.
Además te voy a dar una buena lana si te portas cooperativa conmigo.
– Se sabe comportar la chamaca, – dijo don David, mirando a su viejo amigo por el espejo retrovisor, y si le das un poco de alcohol, se le quita la vergüenza, verdad muñequita? Yo no contestaba, sólo miraba por la ventanilla fingiendo ver la calle.
Esta vez no fuimos al hotel, sino a un departamento que supongo era del señor Guillermo.
Era un lugar grande, limpio y lujoso.
Me metieron a un cuarto con una cama enorme.
En este lugar también habia espejos, hasta en el techo.
Tambien había dos sillones y sillas algo raras.
Apenas entramos el sr.
David, me dijo que me tenía un regalo.
En una caja de cartón había unas prendas, las saqué y vi que era ropa interior, ropa muy sexy y atrevida que sabía que usaban las prostis.
También había unos zapatos de tacón muy altos y bonitos.
– don David, le dije timidamente, – despues de esto ya me va a dejar en paz?
– Ay niñita, no me chingues; ya viste que tengo tu video, si no haces lo que te digo se lo voy a mostrar a quien sea o de plano lo subo a internet; obviamente te voy a sacar provecho, estAs deliciosa mi amor.
Además tu te vas a ganar tu dinero y te va a gustar.
Mira, no te hagas, ya los has disfrutado, o no? .
Empecé a llorar, me hinqué, le dije que me dejara ir, que trabajaría en la fabrica.
– No señor, por favor, se lo suplico, yo sólo quiero ir a la escuela, yo no quiero ser asi, por favor déjeme.
Mientras estaba hincada el señor Guillermo se me puso por detrás y empezó a tocarme las nalgas y la cintura arriba de la ropa.
– ay chiquita, que culote, mmmmmm y asi lloriqueando y diciendo que no, te ves mas antojable.
– Déjeme, asqueroso! Le grite, pero no me hizo caso.
Me dio una nalgada y le dijo al sr David.
– Dile que se meta a bañar cabrón, y que se arregle y ahorita le seguimos, total no tengo prisa.
Mandaron llamar a una mujer algo mayor, que al parecer era su sirvienta y estaba al tanto de todas sus porquerías, porque sin mostrar ninguna sorpresa me llevó al baño.
Cuando terminé de bañarme me ayudó a secarme el cabello.
Mi cabello era largo y negro un poco ondulado.
Me llegaba casi hasta las nalgas, mi piel era clara.
La señora me dijo que era bonita, me maquilló un poco, sólo un poco, dijo, porque a don Guillermo no le gustaban las mujeres muy maquilladas.
Me puse la lenceria.
Era un traje negro con rojo, me dejaba casi al descubierto las tetas, parecía que se iban a salir en cualquier momento.
Se me veía parte de la areola.
Era apretado como un corse con tiras rojas por atras y tenía una especie de falda super corta de tela transparente que apenas y cubría menos de la mitad de mis nalgas.
Tambien me puse un liguero, una mini tanga y unas medias negras de red.
Me vi al espejo.
Parecia toda una golfa, una puta teibolera, con los zapatos altos me veía muy diferente.
Casi no me reconocía.
-mmmm, dijo la mujer, te ves muy bien.
Seguro al señor le gustará mucho.
Me llevó de nuevo a la habitación, apenas y podía caminar con esos zapatotes.
Había de nuevo unas bebidas, algunas preparadas.
yo no sabía nada de eso.
Así que no sabía sus nombres ni si era vodka o whisky o lo que fuera.
Para mi era simplemente alcohol y ya.
Apenas entré, los viejos se quedaron como hechizados, pude ver sus ojos morbosos y sus expresiones como perros jadeantes.
– no mames wey, qué hermosa! Dijo el sr.
Guillermo
– Está deliciosa la perrita, – ya te pusiste mas rica chiquita, – me dijo.
Sólo atiné a ver al piso, pero los viejos me obligaron a caminar frente a ellos.
– Qué ricura cabrón, no seas ojete, deja que me la coja yo primero! total tú ya le diste dos veces- dijo el sr.
Guillermo.
– Ta bien cabrón, te voy a dar chance, pero aqui voy a estar viendo como te la cojes y si no aguanto más, pues no respondo.
El sr Guillermo me atrajo hacia él y me beso suavemente en el cuello, en el escote y luego en la boca, lo hacía asin prisas.
Me sentó en sus piernas Le dió una larga chupada a su cigarro y tomó una de las bebidas, le tomó y luego me besó y me la pasó en mi boca, – esta rica no muñequita?
Me disgustó que hiciera eso, pero el viejo ni se dio cuenta o no le importó.
Me daba besos muy largos y profundos.
No tenia mal aliento, ni nada A pesar de su piel arrugada y sus orejas grandes y de viejo; empezó a gustarme como me trataba.
Me sentó en sus piernas y me sobaba las tetas sin quitarme la ropa, las lamía y gozaba con ello.
– estás buenísima escuincla, quiero desnudarte de a poco- decía, mientras con sus dedos expertos empezaba a tocarme por encima de la tanga y me frotaba el clítoris muy suavemente.
Seguía dándome tragos de la bebida y me seguía besuqueando y manoseando.
Me quitó los zapatos y de pronto me subió en la cama .
Apenas parada yo en la cama estaba un poco a su altura.
El señor Guillermo me abrazó de la cintura y me siguió besando largamente en la boca.
Me restregaba su pene aún vestido.
Mientras acariciaba mi trasero y decía.
– qué ricas nalgas tienes, mira nadamás y me obligaba a verme en el espejo.
Que rica se te ve la tanga metida entre esas nalgotas.
El viejo no pudo más y me volteó y comenzó a comerme a besos las nalgas.
Metía su nariz entre ellas; las mordía y aunque ya empezaba a conocer lo desgraciados y perros qué eran los hombres, me sentía apenada e incómoda.
– Ya sr.
, no por favor, no haga eso.
– Como chingados no.
Voy a hacer lo que quiera contigo, eres una puta, ya te han pagado por esto y yo también te voy a pagar.
O no David? volteó y miró al judio.
Casi habia olvidado que estaba ahí.
Estaba sentado en uni de los sillones y ya tenía la verga de fuera y se la estaba acariciando.
– Empédala más cabrón, para que no se te ponga rejega, jajaja, jajaja- Ambos se rieron festejando las palabras de Dn David.
Dicho y hecho, el señor Guillermo tomó otra bebida, pero esta vez le puso algo, una especie de polvo.
Me la dio a beber y yo sentí un mareo más fuerte, pero también me sentí más alegre y deshinibida.
– ya estás mejor putita, te vas a dejar cojer y culiar como yo quiera?- me dijo el señor Guillermo.
Me sentía tan mareada que sólo atiné a decir:
– Ajaaa
El viejo empezó a meterme los dedos en la vagina aún sin quitarme la tanga.
Me había bajado el corsé y Al mismo tiempo me besaba las tetas.
Me di cuenta que cuando me besaban, manoseaban y mamaban los pechos empezaba a sentir algo muy rico, me excitaba.
– que buenas chiches tienes chaparrita, con ganas de mamártelas toda la noche.
Volteó a ver al judio- tenías razón David, ya se mojó la chamaca.
Está bien sabrosa.
– A huevo, cabrón, yo te lo dije.
– Ya te pusiste bien caliente, mami.
Dijo el señor Guillermo.
– Ahora vas a ver lo rico que es cojer.
El señor Guillermo empezó a desvestirse.
Era algo delgado con la piel un poco flácida.
Tenía el pecho velludo, pero con canas.
Se quitó toda la ropa y pude ver que tenía un miembro grande y venoso que curiosamente se inclinaba hacia abajo.
– antes que nada me la vas a mamar, ok.
Me metio su vergota en la boca.
Con lo que me habia dado de tomar yo ya no sentía ni vergüenza, ni asco.
Al contrario empezaba a gustarme.
La mamé y sentí un sabor un poco salado.
El viejo me daba instrucciones.
– – imagínate que es una paleta de tu sabor favorito y chúpala con ganas, dale vueltas con tu lengua.
Mamame todo el tronco y luego la punta.
Yo seguía las instrucciones.
Estaba hincada en la cama.
Mientras tanto el señor David parecía perro, estaba casi, babeando.
– ya encuerala toda cabrón, se ve bien pinche riquísima, pero quiero ver como se le mueven las tetas y el culote tan rico que tiene mientras te la está mamando.
– Tranquilo wey, todo a su tiempo.
Pero el maldito viejo no se aguantó y fue directo a empezar a quitarme las pocas prendas que en realidad tenía.
Sólo me dejó el liguero y las medias.
– Ahora si mamasota, te ves súper puta, ah que rica! Yo ya no me aguanto- dijo y se fue diecto a besarme el culo y amasarmelo con ambas manos, me metía la lengua en el ano y decia cosas asquerosas como era su costumbre.
– Mmmmmm.
Ñññmñmñm.
Lo sorbía y me llenaba de saliva ¡ ah que ricura de culo, que nalguísimas se te ven con ese pinche ligero! Su viejo amigo, Don Guillermo le dijo:
– Wey, me la quería cojer primero yo solo.
– Mmmmmmmm, pero ya no aguanto cabrón, está bien rica decía, mientras yo seguía mamando la verga de don Guillermo y el viejo David se me ponía por detras me agarraba la cintura,me agarraba de las tetas y me seguía manoseando las nalgas.
– Ufffff, si que está rica la mocasa, pero dame chance, hazte para allá que no quiero que me la dejes toda llena de tus babas.
– Ok, wey, pero apúrate que ya me la quiero cojer yo.
Dijo don David y se alejo resoplando y dándole un trago a su bebida.
El señor Guillermo, se acostó, me dio unos besotes en la boca, decía que le gustaba probar el sabor de su verga en mi boca.
Despué me empezó a hacer sexo oral.
Yo no estaba acostumbrada, pero el viejo era todo un experto y lo hizo muy suavemente, con muchos besos y caricias previas.
Empece a sentir algo rico.
– qué puchita mas rica, tienes pura miel adentro.
– Yo sólo gemía, mientras el experto viejo apretaba mis pechos.
– Te gusta que te mamen la panocha, verdad? El viejo experto empezó a meterme los dedos y a moverlos muy rápido.
Empecé a sentir algo delicioso y a la vez como si fuera a orinarme, un líquido salió disparado hacia arriba Me quedé sorprendida, pero sobre todo agitada y extasiada.
– Ya viste David? Qué tan puta es? El señor David, tenía los ojos inyectados de deseo,
– ay escuincla, cada vez me pones más caliente.
Don Guillermo ya no aguantó más y me preguntó murmurando:
– quieres verga mamacita? Ya quieres que te la meta? La tenía súper dura.
Yo contesté que sí
– Dilo como dios manda: quiero verga, a ver dilo.
Me dio pena, pero lo dije.
– Quiero verga
– Más fuerte! Dijo- O no te la meto.
Estaba súper apenada de decir esas palabras, pero la verdad es que ya deseaba mucho ser penetrada
– Quiero verga, señor Guillermo, ya quiero que me la meta.
– Eso, putita! Así se dice, ya poco a poco aprenderás a hablar como lo que eres, como la puta en la que te estamos convirtiendo.
Después de ese breve discurso, el viejo empezó a tallarme durante varios minutos con ese gran pene entre los labios vaginales hasta el ano, se resbalaba deliciosamente y se sentía exquisito.
– mmmmm qué rico!
– Sí mi amor, así es de rico.
Ahora verás cuando te la meta, estos cabrones casi te violaron, pero yo te voy a hacer gozar.
El señor Guillermo por fin me la metió.
Ufff, estaba grande y deliciosa, me llenaba por completo; ya no pensaba, sólo disfrutaba.
El viejo era todo un experto y la movía muy bien.
Me sentó sobre él.
Me chupo las tetas muy duro y al mismo tiempo me hacía subir y bajar por esa enorme verga.
No sabía si era el polvo que me habían puesto en la bebida o era mi propio deseo.
Me sentía llena de placer culposo.
Me miraba en los espejos y veía como ese vejete arrugado y canoso hacía de mí lo que se le daba la gana.
Las medias y el liguero me hacian ver muy voluptuosa y por qué no decirlo: muy puta.
De tan sólo verme y sentir ese pene gigante cogiéndome, me empece a venir
– ahhh, ahhhh, ahhh qué rico, ahhh que delicia, qué rica verga! Me movía al ritmo del viejo y sus ojos estaban llenos de lujuria.
El viejo espero a que terminara y rápidamente me volteó.
Se acostó sobre mi y de nuevo empezó a deslizar su pene entre mis nalgas, me la metió asi como estaba.
– Qué ricas se te ven así las nalgas mamita, ahorita verás.
Empezó a metérmela con furia una y otra vez hasta que se vino.
Me echó toda su leche en la espalda y en las nalgas.
De reojo volteé a ver al judio.
Se estaba masturbando muy duro con los ojos casi en blanco.
– mmmmmm que rico te cogieron chamaca.
Dijo, casi sin aliento
El señor Guillermo Se quedó un rato sobre mi, estremeciéndose.
Luego se paró y fue al baño.
Yo estaba descansando en la cama.
– Ahora sí cabrón, le dijo al judio, ya pueden hacerle lo que se les antoje- ¿hacerle? Pensé dentro de mí.
De pronto vi y el sr.
Yosef y otro señor que alguna vez había visto en la fábrica, salieron detrás de lo que parecía ser un closet grande, lleno de espejos.
– Ay mamacita, estás bien sabrosa y eres muy caliente.
Ahorita te vamos a llenar tambien de lechita, dijo el otro señor que era un viejo muy calvo y panzón.
-No sé como me aguanté y no me la jalé, Yosef tampoco, verdad cabrón?
– No wey, hasta que nos toque tener ese rico cuerpo para nosotros solos.
Me quedé perpleja, no quería eso, en ese momento no se me antojaba en abosluto, pero podia evitarlo? No.
La señora entró de repente y me llevó al baño.
Me ordenó bañarme.
Estaba confusa, por el alcohol y la droga que habían puesto en mi bebida.
Me sentía como si no fuera yo.
Me peinó y perfumó de nuevo.
Me maquilló un poco más y me puso un nuevo atuendo: una minifalda muy corta y una blusa super escotada.
Con solo unas delgadas tiras en la espalda.
Salí y los tres: don David, el sr.
Yosef y el otro viejo calvo y panzón, me esperaban ya algo tomados.
El señor Guillermo ya no se encontraba ahí.
Voltee a la puerta y en una silla arriba de mi ropa habia dos mil pesos.
Los otros viejos dijeron que me darían lo mismo si me portaba bien con ellos.
El viejo panzón y calvo se me acercó tenía mal aliento, me sentí arrepentida, quería irme.
Intentó besarme en la boca y me volteé.
Me dio una bofetada.
– Ahora eres una puta y serás tratada como tal.
Asi que dejate de mamadas.
– Me quedé triste y arrepentida, pero pensé en el dinero.
Serían ocho mil pesos! Quizá hasta podria entrar a una prepa de paga! Me fui directo al tocador y empecé a tomarme una de las bebidas.
Los viejos se arrojaron contra mí y empezaron a acariciarme libidinosamente y a quitarme la ropa.
FIN
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