El Harem I: El Debut de Sara
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por lucius7.
Después de aquella tarde, el sexo entre Carmen y Carlos delante de Sarita y Ana era algo de casi todos los dias.
Y a Sara lo veía como parte del día a día y Ana aprovechaba para besarla y acariciarle todo el cuerpo mientras las dos veían las escenas de sexo.
Un día, mientras Ana y Sara estaban desnudas acariciándose en la cama, Carlos les hizo tercia y le pidió a Ana que le mamara el pene, acto que ella hizo sin reclamos.
Sarita al ver que Ana lo hacía solo observo, al cabo de unos minutos, Ana le tendió la mano para que le ayudara.
Carlos solo cerró los ojos y pudo sentir los labios de aquella nena de 9 años envolver su miembro.
El calor de la boquita de Sara era como un pedazo de cielo, del cual, Carlos no quería bajar.
Solo la punta entró en esa diminuta boca, pero con la ayuda de Ana, Sarita aprendió en solo unos minutos como darle placer a un hombre.
Carmen entró al cuarto y viendo el acto, solo se le ocurrió entrar al grupo y gozar junto con ellos.
Mientras la manita de Ana entraba por completo en la vagina de Carmen, esta le daba un sexo oral a Sarita quien seguía con el pene de Carlos en la boca, a su vez, Carlos metía dos de sus dedos en el ano de Anita.
Sarita hacía maravillas con su boquita llevando a Carlos al extremo, haciéndolo sentir como si una corriente eléctrica recorriera su miembro causándole un placer indescriptible.
No aguanto mucho y a los pocos minutos su semen inundó aquella diminuta boca causando que Sarita por puro instinto tragara chorros de semen.
De inmediato, Sarita saco el pene de su boca lo cual ocasionó que algunos de esos chorros de semen le dieran directo en el rostro.
Como cosa del destino, en ese preciso momento, Sarita sintió algo que nunca había sentido, la lengua de Carmen le había ocasionado su primer orgasmo.
Sus piernitas se tensaron, su mente se puso en blanco y una corriente de placer la recorrió por todo el cuerpo.
Todo su cuerpo comenzo a tensarse y unos gemidos entrecortados escaparon de su boca mientras sus ojos se ponían en blanco y un liquido salia de entre sus labios vaginales.
Tras unos segundos de placer que parecían infinitos, Sarita quedó tirada en la cama desnuda y completamente sudada de pies a cabeza.
Su respiración entrecortada y sus piernas aún temblando.
Una hermosa nena que apenas estaba por cumplir sus 10 añitos acababa de experimentar su primer orgasmo.
Mientras que Carlos y Sarita descansaban abrazados, Carmen y Ana se dedicaron a darse placer para que a los pocos minutos las dos se elevaran en un orgasmo que las dejaria agotadas sobre la cama.
Desde ese día, por lo menos dos veces por semana disfrutaban todos juntos por las noches y Carlos no podía esperar más para poder desvirgar a Sarita y poder escuchar esos gemidos de nena que a él tanto le gustaban.
Aun con la rutina de todos los dias, Carmen y Ana seguian recibiendo clientes en sus cuartos y la sala.
Muchas veces ante la mirada incrédula de Sarita quien se dedicaba solo al sexo oral con Carlos y con los clientes más atrevidos.
Solo uno o dos por día, pero Sarita ya lo veía como algo común, incluso le llegó a tomar cierto gusto al semen pues siempre lo tragaba.
En ratos, Carlos aprovechaba para hacerla gozar a ella también al practicarle una buena sesion de sexo oral a esa hermosa, lampiña y virgen vagina.
Por las noches, Carlos aprovechaba la desnudez de Carmen y las nenas para poder contemplar la belleza que tenía al alcance de sus manos.
Los cuerpos de las tres eran como si los ángeles mismos los hubieran esculpido, el cuerpo bien formado de Carmen, sus pechos redondos con esos pezones color café y su piel morena brillaba con la luz del cuarto.
El cuerpecito de Anita quien recien habia cumplido sus 12 añitos, contrastando con el de Carmen por su color blanco de su piel.
Sus pequeños senos que apenas y se asomaban por encima de su pecho con esos pezones de un color rosado.
Por último, Sarita, en tan solo dos dias mas, esa nena que dormia boca abajo cumpliria 10 años.
Carlos contempló su piel morena al igual que la de Carmen, su pelo negro cubrir parte de su espalda, una espalda tersa y brillante que terminaba en el delirio de Carlos.
Esas hermosas, redondas, suaves y pequeñas nalgas, Carlos las acariciaba con mucho cuidado de no despertar a la nena que las poseía.
Por alguna razón, Carlos era un fanático de las nalgas de esta nenita, pues a pesar de ser la menor, era quien mejor formado tenía el culito.
Será porque desde muy pequeña, la gimnasia era parte de su rutina diaria pero eso era lo que menos importaba, lo que importaba era que él era el dueño de ese cuerpecito.
Ese día, Carlos pasó la noche acariciando y besando el culito de Sara quien dormía profundamente, sus nalgas ya brillantes por la saliva esparcida sobre ellas por la lengua de su amante y dueño.
Esas hermosas nalguitas las cuales Carlos abría con sus manos para poder lamer aquel tesoro tan preciado.
Ese ano virgen y apretado que apenas y daba espacio para que su lengua jugara un poco.
A los pocos minutos, Anita se despertó y al ver a Carlos jugando con el cuerpo dormido de Sarita, solo se acercó para ayudarlo.
Entre los dos, besaban y lamían ese ano virgen y se turnaban para eso.
Con la ayuda de Ana, quien separaba las nalguitas de Sara para dejar ese hermoso orificio a plena vista, Carlos lleno de saliva su dedo meñique y con mucho cuidado hizo un poco de presión para que la punta del mismo entrara en aquel tierno y hermoso ano.
De inmediato, su dedo sintió el calor del interior del culito de la pequeña Sara quien entre sueños empezó a gemir.
Carlos saco su dedo y coloco la punta de su pene en la entrada de ese hermoso traserito y sin hacer presión disfruto de lo suave de la raja que separaba esos glúteos de nena que lo volvían loco.
Sin aguantar más, empezó a masturbarse y a los pocos minutos chorros de semen volaban y se esparcian por las nalgas y espalda de esa morena niña quien dormía desnuda como un hermoso angelito.
Pasado esto, Ana y Carlos se abrazaron y durmieron a la par de Sara y Carmen.
El plan de Carlos era desvirgar a Sarita en su cumpleaños número 10, para el cual solo faltaba un día más.
Así que durante ese día, se dedicó a buscarle clientes a Carmen y a Ana para que al siguiente día lo pudieran dejar solo y hacer de las suyas a su gusto.
Pero Carmen le dijo que ella quería ver como su hermanita recibia un pene por primera vez y Carlos decidió complacerla, además, el que Sarita estuviera con ella y con Ana le daría más confianza para poder entregarse a Carlos.
El día tan esperado llegó, Carmen le dio un baño profundo a Sarita para dejarla oliendo muy rico y prepararla mentalmente para lo que venía.
Salieron todos a pasear por celebración de su cumpleaños y se divirtieron bastante, una vez llegando a la casa, todos se dirigieron al cuarto principal donde había una cama muy grande.
Todos se desnudaron y empezaron a jugar acariciandose unos a otros.
Carlos le prestó mayor atención a Sarita pues era a quien deseaba en ese momento.
Mientras ella le mama el pene, el acariciaba sus labios vaginales con sus dedos llenos de saliva para lubricar con mucho cuidado.
Después de unos minutos, Carlos acostó a Sarita boca arriba y la beso en la boca muy apasionadamente.
No era raro el hecho que ella le correspondiera, pues Ana ya le había enseñado muchas cosas.
Poco a poco, Carlos fue bajando por su cuello, recorrió su pecho y tomo unos minutos para lamer y degustar esos senos que aun no se desarrollaban pero que tenían unos pezones que estaban erectos por la excitación.
Por la mente de Carlos pasaban las dudas de como una nenita de 10 añitos podía sentir placer de este modo, pero el cuerpo humano es una maravilla, y así sea de una niña o una anciana, el cuerpo siente.
Carlos siguió bajando mientras la respiración de Sarita se agitaba mas y mas, ese delicado vientre era suave como terciopelo y su pequeño ombligo era una parada casi obligatoria para cualquier viajero de ese cuerpo.
Lentamente, Carlos recorrió con su lengua el camino restante de su ombligo al tesoro puro que era la vagina de Sarita.
Rozo ese diminuto clítoris con su lengua causándole un espasmo que la hizo sentir un latigazo eléctrico por todo el cuerpo.
Instintivamente, Sarita dobló sus rodillas abriendo sus piernas dejando a la vista sus hermosos labios vaginales ya mojados tanto por la saliva de Carlos con sus propios jugos.
Con cuidado, Carlos separó los labios vaginales de la nena abriendo paso para poder lamer esos jugos y darle placer a Sarita con su lengua.
La entrada rosada de aquella vagina era hermosa y Carlos pudo ver muy de cerca la entrada a la gloria.
Ella se retorcia y unos gemidos que ella no podía explicar salían de su garganta incitando a que Carlos siguiera con lo suyo.
Carlos seguía con los juegos de su lengua en la vagina de Sarita, de pronto, el cuerpo de la nena se tenso y un gemido ahogado salió de su boca.
Carlos pudo sentir como la vagina de la nena se contraía involuntariamente avisandole que su primer orgasmo de la noche estaba llegando.
Aprovechando esto, Carlos se coloco entre las piernas de su princesa y dirigió su pene a la entrada de aquella estrecha y virgen cueva que él estaba por invadir.
La punta de su pene toco la entrada de aquella cueva y haciendo un poco de presion, comenzo a entrar.
El calor de la vagina de Sarita y lo estrecho de la misma le causaba un placer enorme mientras la nena aun disfrutaba de los últimos segundos del orgasmo obtenido.
Lentamente pero seguro, Carmen, Ana, y por supuesto, Carlos, podían apreciar con claridad como su glande desaparecia entre los pliegues virginales de aquella cuevita de amor.
Por fin, la punta de su pene estaba dentro de aquella nena, y sin prisa alguna, Carlos comenzo un vaivén lento para no lastimar a Sarita y hacerla gozar al maximo.
La respiración de Sarita se agitaba cada vez más, y solo cerró los ojos y abrió mas sus piernas invitando a que Carlos entrara mas.
Ana por su parte, aprovechó para darle un beso en los labios mientras Carmen le acariciaba el diminuto clítoris para que siguiera gozando.
Poco a poco, casi la mitad del miembro de Carlos había entrado y el vaivén se hacía cada vez más rápido.
Usando un poco de saliva y lubricante, Carlos siguió empujando con mucho cuidado, Sarita solo levanto sus piernas lo mas que pudo hasta que pudo colocarlas en el pecho de Carlos quien se apoyaba sobre sus manos colocadas al lado de Sara quien aun seguía con los ojos cerrados.
Cosa que Carmen y Ana aprovecharon para alejarse y observar desde otro lugar el acto.
Sarita seguía con gemidos entrecortados que apenas y se podían escuchar, pero no cabia duda que estaba sintiendo placer pues su agitación y la cantidad de jugos emanando de su vagina la delataban.
Los movimientos de Carlos ahora eran más rápidos y largos, y no pasó mucho tiempo para que Sarita pudiera sentir como sus nalguitas eran golpeadas por los huevos de Carlos, movimiento causado por el vaivén del acto.
Aprovechando la flexibilidad de Sarita debido a su práctica de la gimnasia, Carlos tomó la tomó de las piernitas, las abrió y las empujó hasta que sus rodillas casi tocaban sus hombros.
De esta manera, Sarita estaba completamente abierta de piernas y la penetración era aún más profunda, además, Carlos podía apreciar con detalle cómo su pene entraba y salía de aquella recién estrenada vagina.
Carlos entraba y salía de aquella nena con unos movimientos ya más rápidos, y aun en su mente no podía creer como Sarita podía sentir tanto placer.
Pues su vagina esta super mojada y sus gemidos ahora eran más fuertes.
La mente de Carlos estaba en otro mundo, pero no se olvidaba que era una nenita a quien tenía con las piernas abiertas, era cuidadoso.
Después de lo que pareció una eternidad, Carlos pudo ver como Sarita empezaba a dar señales de que su segundo orgasmo de la noche estaba por llegar.
Su gemidos y los jugos que emanaban de su vagina aumentaron y el pudo sentir esa diminuta y estrecha vagina contraerse dándole descargas de placer.
Tanto Sara como Carlos lanzaron un gemido que inundó la habitación y él pudo sentir como salían chorros de semen para llenar la vagina recién estrenada de Sarita.
Los dos se unieron en un orgasmo casi interminable mientras Carmen y Ana los veían con excitación.
El placer que esa hermosura de niña le daba a Carlos lo hizo eyacular una cantidad de semen la cual lleno por completo a Sarita e incluso salía a chorros por sus labios vaginales escurriéndose por esa fina línea que separa sus nalguitas y finalmente manchando las sábanas blancas.
Una mancha de color rosado quedo en esa cama como recuerdo del inicio en el sexo de la pequeña Sara.
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