El negro chupete de mi mujer
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Después de satisfacer la fantasía sexual de mi güera con aquel negro, como que entro en nuestras vidas un impase, en el cual no tuvimos sexo por varios días, primero, porque mi vieja quedo bien rosada de su conchita por la tremenda verga negra que se comió y segundo, porque hubo un enfriamiento en nuestras relaciones, yo sentía que mi mujer se sentía culpable por la fantasía que vivió y yo por permitirla, por lo que tuvimos que platicar largo y tendido, para sincerarnos entre nosotros y quitarnos el dejo de culpa que nos dejó esa sesión.
Entonces fue que llegamos a la conclusión, de que una fantasía sexual bien preparada y aceptada por los dos, no nos caía nada mal, sino al contrario, nos unía más, hablamos, como se dice, al chile pelón de nuestras preferencias sexuales, por ejemplo, mi mujer, me dijo, que le hubiera encantado comerse la vergota de ese negro que se cogió, le dije, molesto, esa no me la sabia, porque en todo el tiempo que llevábamos de casados, nada más una vez me dio gusto con la boca, en un trio que realizamos con una amiga ella y eso al calor de las copas, me miro con los ojos vidriosos de deseo, me dijo, con voz melosa, bueno nunca es tarde para comenzar.
Como estábamos en la cama, dicho y hecho bajo su cabeza a mi bajo vientre y de un solo movimiento saco mi verga, que para entonces estaba bien erecta y se puso a mamarla, al principio con la inexperiencia de una mujer en su primera vez, con la voz entrecortada por el placer que me estaba dando, la empecé a guiar, para que aprendiera, la verdad me salió muy buena mamadora, porque en un rato me saco toda la leche, misma que se la eche en la cara, la agarre desprevenida, yo pensé que me la iba a ser de pedo, pero nada más se rio, después de bañarse, se durmió acurrucada pegada a mí, pensé, como hacer para cumplirle su fantasía.
Después de esa platica, fuimos más abiertos, en relación con el sexo y decidimos dar cumplimiento a la fantasía de mi güera, que era comerse una buena verga negra, fue entonces, que todos los sábados empezamos a visitar los antros de la zona rosa y de otros lugares, en donde sabíamos que acudían estas personas, todo con el fin de buscar a la persona idónea que pudiera cumplir con tal fantasía.
Un sábado, después de acudir a una reunión con unos amigos, con motivo del día del cumpleaños de uno de ellos, nos sentimos con ganas de tomar una copa, fuimos a la zona rosa, entramos al lobby bar de un hotel que se encuentra ahí, para hacerlo.
Para la ocasión, mi güera iba vestida a todo lo que daba, vestía un vestido de una sola pieza de color azul, que le caí libremente sobre el cuerpo y le quedaba bien ajustadito, el vestido dejaba ver el par de tetas que se cargaba, unas caderas amplias y sabrosas, y ese par de nalgas que me ponen como loco cuando la pongo en posición, además, únicamente traía una tanguita de color negro, que no se le notaba al agacharse.
Por esas cosas de la vida y casi por casualidad, en frente de nosotros se sentó un tipo de color, feo el cabron, de entre 30 y 35 años, era alto y un poco grueso, sin llegar a gordo, al sentarse, se le quedo viendo a mi güera.
Después de un rato, discretamente mi güera, me dijo que el negro ese se le quedaba viendo bien cachondo, yo le dije, que me dices, no era lo que andábamos buscando, le dije muy quedito, si te gusta dale entrada, paso como una hora, se notaba que el negro le encantaba el chupe, porque en el rato que les digo, se aventó sus buenos alcoholes.
Varias veces se levantó y al hacerlo, abría mucho las piernas, dejándonos ver como se le marcaba la tremenda verga que se cargaba, lo que admiro de los pinches negros, es que aparte de estar bien mamados, tienen la verga larga y gruesa.
Le dije, a mi güera, entonces que güera, te gusta el negro, si te gusta, lo invitamos a la mesa y a ver que sale, ella me dijo, con esa mirada de zorrita que pone cada vez que se ponía cachonda, me dijo que si, entonces, pues decidimos invitarlo, con un ademan llame al mesero y le dije, llévele una copa de mi parte al señor ese y dígale que lo invito a tomarse una copa con nosotros, el mesero hizo lo que le pedí, el negro se me quedo viendo y con una mueca accedió.
Le hicimos campo en medio de los dos, dijo llamarse Terence, ser de Nueva York, nosotros nos presentamos, más bien, mi mujer lo hizo por los dos, ya que ella habla inglés muy bien, empezamos a platicar de México y no sé qué madres más.
Pedimos más tragos, para esto y para tener control de la situación, yo ya no tomaba nada, nada más observaba al negro, para ver si tomaba la iniciativa para lo que íbamos hacer, en una de esas, me di cuenta, que el negro, creyendo que no lo veía, deslizaba la mano varias veces por la pierna de mi güera, al ver que las cosas iban por donde yo quería, di el siguiente paso, le dije, a mi güera, que le preguntara si no tenía un lugar intimo en donde ir, porque aquí ya se estaba acabando el ambiente.
Pinche negro, no se lo dijeron dos veces, presto y raudo, él nos invitó a pasar a la habitación que tenía rentada, con los ojos le dije a mi güera, ya estuvo, nosotros accedimos a su propuesta y subimos a su habitación, estando ahí, Terence, saco unas botellitas del servibar y no las ofreció, él se empezó a explayar.
Porque nada más nos sentamos, mi güera en la cama y yo en un sillón frente a ella, el sin sentarse, nos empezó a contar parte de su vida, entre otras cosas superficiales, nos dijo, que esperaban encontrar mucho sexo durante su estancia en México, al hacerlo se le quedo viendo a mi vieja todo excitado, viendo que los ojos del negro brillaban de lujuria cada vez que veía a mi mujer, yo le dije, güera, dile al negro lo que quieres hacer y si él está dispuesto y de acuerdo a hacerlo, era obvio que iba a querer, a leguas se veía que el pinche negro quería saltar sobre ella.
(En esa época mi ex mujer estaba super buena, era un digno ejemplar de Culiacán, Sin.
, era alta, güerita, era dueña de dos tetas grandes y respingadas, tenía una cintura breve y unas amplias caderas, coronadas con unas grandes y gordas nalgas, no era gordita, mi vieja estaba en su punto)
Ella palabras más y palabras menos le contó la fantasía que tenía, al oír esto el negro, sin dar tiempo a nada se quiso abalanzar sobre mi vieja, yo lo contuve y le hice saber por medio de mi vieja, que había reglas que cumplir, primero, que él fuera muy delicado y que al penetrarla lo hiciera con delicadeza y obviamente con condón, el accedió y en un santiamén se quitó la ropa y se quedó desnudo, quedando a la vista en toda su extensión la tremenda verga que se cargaba, que pinche envidia, me dije.
Como dije antes, el negro se tendió en la cama, colocando los brazos debajo de la cabeza, mientras lo hacía, mi güera se sacó el vestido quedando con la tanga puesta, se veía sumamente cachonda al verla así desnuda me dieron ganas de mandar a la verga al negro, me contuve y seguí con el juego, ella rápidamente se hinco a su lado, se me quedo viendo por un instante, como si me dijera ¿puedo? Yo asentí y ella empezó a sobar esa vergota desde la base hasta la cabezota, palpando su grosor y su dureza, mientras lo hacía, sonreía con una sonrisita picara.
Me pidió una toalla, con ella limpio la cabezota, para quitarle el líquido que manaba del negro agujerito, cuando termino de limpiarla, apoyo su cabeza en el regazo del negro al altura de su bajo vientre, la verga le quedo a la altura de la cara , volvió a sobarla desde la base hasta la punta y empezó a jugar con ella.
Acto seguido, se la enfilo a la boca, no sin trabajo, se introdujo la gruesa cabezota y la comenzó a mamar, lo hacía muy suavemente, como saboreando el grueso palote, se la quiso meter toda, pero solo le cabía un tercio de ella en la boca, luego muy lentamente la sacaba hasta apretar muy suavemente la cabezota con sus labios, para después volvérsela introducir, ella trataba de tragar el máximo de carne.
Al ver la tremenda mamada que le estaba dando al negro, me dije, que buena mamadora me salió mi güera, así siguió por un largo rato saboreando ese trozo de negra verga, yo para entonces estaba bien caliente.
En la habitación se oía los sabrosos chupetones que le daba, como si fuera un chupirul, me di cuenta que ella tenía hartos deseos de mamar esa vergota y eso me puso un poco celoso.
Después el negro encendió una de las lámparas, me imagino yo, para poder ver como se tragaba su verga esa boquita sabrosa, después de hartarse de verga, se limpió la boca, se levantó un instante de la cama, tomo un condón de su bolsa y con presteza se lo coloco al negro.
Se acostó en la cama y el negro se subió encima de ella y le abrió las piernas, le coloco su vergota en la entrada de su vagina, ya para entonces empapada por sus jugos, al principio no quería entrar, pero ella, prestamente con una mano la tomo y la enfilo a su conchita, que ya para entonces estaba que echaba chispas, entonces la muy cachonda, sin decir agua va, le quito el condón, quise hacerla de pedo, pero ya era tarde, porque el negro la ensarto todita, el negro se quedó un instante estático, como saboreando o acostumbrándose al suave apretón que le daba la vagina de mi mujer, esto solo duro un instante, para luego empezar el sabroso metisaca, mi mujer se comía tan tremenda verga, que a veces por los envites se salía de su sabrosa funda.
El negro empujaba fuertemente, en cada empujón le clavaba toda la vergota en su húmeda concha, nada más se oían los suspiros de mi vieja y el ruido que esa verga que hacía al entrar en ella, muy a mi pesar, me dije, que el pinche negro sabia moverla muy bien, que sabroso se cogía a mi vieja, se veía que estaba bien caliente.
Me excitaban los gemidos y gritos de placer que lanzaba mi güerita a cada estocada que le daba el negro, hasta que logro que mi mujer, lanzando gritos de placer tuviera un orgasmo de tamaño monumental, ella abrió más las piernas, para recibir más profundamente las estocadas que le estaban dando.
Mi mujer quedo toda desmadejada por el orgasmo que tuvo, la desensarto y se paró a un costado de la cama y le acerco el dulce a mi vieja, ella al verla tan cerca de su boca, se prendió a ella como becerro de un año, saboreando sus jugos que apenas hacia un instante los había vertido sobre ese pedazo de gruesa carne, así estuvo un rato largo, se levantó y se fue al baño para darse un duchazo, después de un rato salió vestida con una especie de pijama de lino de color azul, cosa que me sorprendió, porque nunca se la había visto.
Mientras tanto el negro estaba tendido boca arriba jugando con su verga que estaba parada en todo lo alto por la excitación, ella se sentó a su lado, el negro empezó a juguetear con sus tetas, mientras que ella le acariciaba su pecho peludo con mucha suavidad, mientras lo hacía, se reía con él, parecía una gatita juguetona que ronroneaba junto a él, después lo empezó a besar desde el pecho hasta su entrepierna y ella golosa se empezó a comer esa verga que le gustaba tanto.
El negro se recostó en la cama con las piernas abiertas, ella volvió apoyar su cabeza en su regazo, teniendo a su alcance el objeto de sus deseos y se la empezó a chupar muy lentamente, saboreándola cachondamente, la verdad que rico se la mamaba, cosa que me dio un poco de celos, se estaba comportando como toda una puta.
Después de un rato, ella se levantó e hizo el intento de quitarse el calzón del piyama, el negro con la cabeza le dijo que no, el con los dedos le indico que se subiera, ella se subió en él, ella aparto un poco el calzoncito y se la ensarto limpiamente.
Cuando estuvo totalmente ensartada, se quedó quieta saboreando la negra tranca, entonces comenzó un tremendo metí y saca, yo veía excitado como mi mujer se comía esa verga que la hacía gritar de placer a cada sentón que se daba, así estuvieron un rato, después el negro empezó a empujar para arriba, el negro sabía lo que hacía, buscaba que cada estocada fuera muy profunda, para esto empujaba su bajo vientre al unisonó que mi mujer se sentaba en su verga, eran estocadas profundas y largas, como si quisiera atravesarla de lado a lado.
Me acerqué lo más que pude, para poder captar como se comía esa vergota negra, era excitante como aparecía toda, para después desaparecer en las profundidades de la puta de mi vieja.
Siguió cabalgándolo, ella se deleitaba con cada estocada que le daba el negro, me pareció que ella estaba jugando con esa verga, estaba disfrutándola como nunca, nunca la había visto coger así, se comportaba como una autentica puta.
Después de un rato de metí y saca, ella apretó la velocidad de los sentones, buscando que el negro se viniera, el pinche negro se retorcía de placer al recibir tan sabrosos sentones, hasta que la muy cabrona logro que se viniera entre gorgojeos de placer.
La venida del negro se dio al unisonó que ella experimentaba otro orgasmo, se detuvo un momento, sintiendo dentro de su vagina los largos lechazos y los estertores de la verga del negro, después de un instante, ella siguió con los sentones, hasta que esa verga toda flácida dejo su estuchito de amor, al ver a esta escena, la atraje hacia mí, y de perrito me la cogí, hasta que me vine dentro de ella profusamente, mezclándose la leche del negro con la mía.
Cuando termino todo, nos aseamos rápidamente en el baño, nos vestimos y sin decirle una palabra al negro salimos de la habitación, ya para entonces estaba amaneciendo, tomamos un taxi y nos fuimos a nuestra casa, al llegar le reclame bien encabronado, porque le había quitado el condón a ese tipo, ella me contesto para sentir mejor el roce de la verga en su vagina, yo le dije que eso estuvo mal, bien encabronado me fui a dormir, no nos hablamos por casi una semana, pinche vieja se fue por la libre y eso no me gustó nada, cuando se tiene este tipo de encuentros, la pareja debe estar de acuerdo en todo lo que se va hacer, sino, no funciona esto.
Esto que paso al final, fue el principio del fin de nuestro matrimonio, porque cuando uno va hacer estas cosas, debe haber reglas y se deben de respetar, mi ex mujer se desatrampo.
Seguimos experimentando muchas cosas, hasta que, hizo algo que no me gusto y me separe de ella, de esto ya tiene varios años.
Luego les cuento más recuerdos míos, saludos.
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