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Fantasías / Parodias, Intercambios / Trios, Sado Bondage Mujer

EL precio por ser parte… «del grupo de élite» – parte 3

Confesión final….
Hola, mis queridos lectores… aquí estoy de nuevo, ya saben que llamo Alex, y si, yo era un genio cuando tenía 18 años, pero… eso no importa. Hoy quiero sacarme del pecho, esta confesión final que tenía pendiente con ustedes. Es decir, la forma como terminó ese ritual prohibido y morboso, que viví en aquel último año de la secundaria. O sea, cuando era parte del equipo de competencias académicas. Para los que no estén familiarizados con la historia, pueden leer las dos partes anteriores. Verán, quise escribir la segunda parte, pero… deje que mamá lo hiciera, pues así… ella pudo capturar mejor lo que vivimos ese día. Pero bueno…

¿Qué les digo? Pues… tras aquel ritual que tuve que afrontar con mamá, la vida en casa se volvió intensa. Ella, que siempre había sido alguien seria, ahora exudaba un fuego que quemaba: se vestía más provocativa. Comenzó a usar unas blusas bien escotadas, que dejaban entrever esos senos exuberantes que tenía, y una faldas ajustadas que… que les cuento, le marcaban bien el culo. Pero eso no es todo, había ahora, una tensión en su mirada. Incluso, cuando me bañaba, inventaba excusas para entrar: una vez, golpeó la puerta desesperadamente gritando que necesitaba usar el baño urgentemente. Y yo, salí corriendo, envuelto en una toalla, con el corazón latiéndome a mil, y la vi allí, con una sonrisa juguetona que me dejó pensando si era casualidad o no.

Pero lo peor, era su curiosidad por mí. Notaba cómo me miraba de reojo, como si quisiera desentrañar el secreto que las otras madres alababan entre mis piernas. Hasta que un día, lo hizo a propósito: llegué a casa y oí gemidos desde su habitación. Me acerqué sigiloso, la puerta estaba entreabierta, y allí estaba ella… desnuda sobre la cama, con sus dedos danzando entre sus piernas. Al verla así, mi polla se endureció al instante y mas cuando la oí decir: «Oh, Alex…», entonces, me quede ahí de pie como hipnotizado. Y ella me vio, e inmediatamente se levantó y corrió tras de mí, mientras intentaba huir a mi habitación.

—Hijo, no huyas… hemos pasado por tanto desde aquella vez… Fue intenso, ¿verdad? –dijo con un tono travieso, mirándome con picardía. Mientras se sentaba a mi lado en la cama.

—Mamá, esto es… raro. No podemos seguir así–balbuceé.

Pero ella, se acercó más y puso su mano en mi rodilla:

—Cariño, soy tu madre, pero recuerda que también soy mujer. Solo quiero saciar mi curiosidad. Sabes… tú ya me has visto toda, y creo que es justo que yo vea como… como la tienes. Verás, desde que eras pequeño, no he visto a tu amiguito… así que ¿Qué dices? ¿Me dejarías verla?. Vamos, será nuestro secretito.

Esas palabras, me tomaron por sorpresa, y ella no dejaba de insistir. No sé cómo, pero al final, me convenció. Y yo, termine bajándome el pantalón y el bóxer frente a ella, para enseñarle mi polla: que para mi mala suerte, aún estaba erecta (ya saben, por haberla encontrado masturbándose).

Al verme así, note que sus ojos se agrandaron:

— Oh, cielos, Alex… es… es enorme. Las otras madres no exageraban. De verás esa cosa es… o sea, ni siquiera tu padre la tenía así– Y vi un deseo crudo en su cara, pero antes de que las cosas escalaran, me subí el pantalón de golpe.

— Mamá, basta. Esto no está bien. –Ella volvió en sí, sonrió y me besó la mejilla, y se fue moviendo esas nalgas provocativamente dejando mi habitación.

Los días siguientes pasaron, y con eso, la tensión en casa era inevitable. Y eso no era todo, pues en el club… la final nos tenía a todos al límite. De hecho, en una reunión, mientras estábamos estresados. Fue un alivio cuando Juan cambio el ambiente al hacer una pregunta.

— Oigan… ¿A qué madre nos follaremos en la final? – Todos le regresamos a ver, y oí:

— A Silvia… esa rubia siempre me deja seco –dijo Carlos, riendo.

— No no, yo prefiero a Carmen, es que su culo es legendario –agregó Diego.

— Mejor a Laura, ya saben, la madre de Alex… ella es una lindura con esas tetotas –soltó Pedro, guiñándome un ojo.

Con eso último, me enfurecí y cuando iba a responderle. El profe entró:

— Ah, con qué hablando de las madres? Pues… creo que Pedro tiene razón, seria lindo podernos coger otra vez a Laura.

Tras oírlo decir eso, él rio y todos al unísono. Pero luego, el profe se puso serio:

— Chicos, hay algo que no les he dicho: el equipo al que enfrentaremos, usa el mismo método que nosotros… mi Ex, lo replico cuando me divorcie de ella ¿pueden creer que hasta eso me robo la perra? No saben cuanto la odio por dejarme en la ruina, pero lo pasado, pasado… Verán, confío mucho en ustedes, y por eso… le propuse a ella, que las representantes de los perdedores serán castigadas por los vencedores. Ya saben a lo que me refiero.

— ¿Qué? ¿Y si perdemos? –preguntó Juan tenso.

Pero Pedro sonrió:

— No, esperen, no seamos tan pesimistas, pues si ganamos… Sé de buenas fuentes que entre dos de los rivales, hay dos padres solteros, y bueno… ellos hacen que sus hijas sean castigadas cuando fallan. Uy, si vieran lo lindas que son esas universitarias… y eso, que ni les cuento como son las madres de los otros chicos. Ufff…

Con esas palabras, la tensión se aliviano un poco, pero la discordia seguía presente. Pues era algo serio, y si perdíamos? Tendríamos que resignarnos a que se cojan a nuestras madres. Y en medio de la discusión, el profe intervino:

— Ya chicos, basta… lo único que tienen que hacer es ganar y podrán fallárselas a todas, incluida mi ex, que ahora está buenísima. ¡Vamos, tenemos que estudiar!

Con esas palabras, nos calmamos y nos pusimos manos a la obra. Y yo, por primera vez, me puse a estudiar en serio en casa. Sin decírselo a mamá, pues ya era suficiente con esa tensión que había entre nosotros.

Finalmente, cuando llegó el día: el encuentro era en el auditorio del rival. El lugar era enorme. Incluso en esa ocasión, había prensa por todos lados, y se oían fuertes barras para nuestros contrincantes, pues ellos, eran los favoritos ese año, pues habían logrado mantener una excelente racha. Pero a nosotros, no nos importó eso, porque nuestras madres y algunos de nuestros compañeros, aunque eran pocos, fueron a apoyarnos.

El tiempo se fue volando… y cuando subimos al escenario y nos sentamos. El moderador ya tenía el micrófono en la mano, e inició el evento:

— ¡Bienvenidos a la final! Hoy se enfrentan en un duelo legendario, los chicos del colegio…

Tras esa presentación emotiva, las preguntas comenzaron. Al principio dimos mucha pelea, respondiendo historia y mate como máquinas, tomando la delantera. Pero ellos, nos superaron en biología, empatando con mucha dedicación. Pero nosotros, no nos dejamos, pues rápidamente nos recuperamos en física. Todo eso, era un torbellino de emociones, el público gritaba y la tensión se sentía con cada acierto y desacierto. Y así nos mantuvimos, hasta que anunciaron el puntaje final: todos sudábamos bajo las luces del escenario, esperando el veredicto final.

— Y esto es… ¡Un Empate! En estos casos, los equipos designaran a un representante, para competir en una ronda final. A modo de muerte súbita.

En nuestro equipo, ni bien el moderador dijo eso. Todos voltearon a verme, y supe que era el elegido. Así que solo me levanté, con el corazón agitado y me acerqué al centro del escenario; y me puse cara a cara con mi rival.

—Muy bien, les deseo mucha suerte a ambos. La categoría que lo definirá todo es… ¡anime! ¡para verdaderos otakus! Presten atención: ¿Cuál es el nombre del contrato que Kurama firma con Yomi en «Yu Yu Hakusho» durante la saga del Torneo de las Tres Naciones?

Al oír eso, mi rival se puso pálido y no se atrevió a tocar la campana. Pero yo sí:

—La respuesta es… contrato de subordinación espiritual.

Con esa declaración, un silencio casi eterno, dejó perplejos a todos. La tensión crecía y el moderador al fin dijo:
—Eso es…. ¡Correcto!

Entonces, el auditorio explotó, todos mis compañeros se levantaron a abrazarme. Y la victoria era nuestra.

Minutos después, la ex del profe, una morena escultural con curvas de diosa, se acercó a entregarnos el trofeo.

—Muchas felicidades chicos…. ¡Lo hicieron muy bien!

La algarabía y el festejo eran desbordantes, el público nos ovacionaba, algunas de nuestras madres tenían lágrimas en los ojos de la emoción, y la prensa, no deja de tomarnos fotos y pedirnos declaraciones. Pero en medio de eso… vi que detrás de nosotros, la Ex del profe se acercó a él, y yo disimuladamente… me esforcé para escuchar lo que ella tenía que decirle.

—Como lo acordamos, cumpliré mi palabra. En 10 minutos, aula 307 ala oeste. Trae a tus chicos; el festín estará listo.

Y el profe, con una sonrisa de satisfacción, añadió:

—Claro, y… no olvides que tú eres parte del festín.

Entonces, ella lo miró furiosa, le dio la espalda y se fue. En eso, el profe se acercó, tomó la palabra y agradeció a los medios, diciendo:

—No más preguntas… los chicos deben descansar un poco, ya saben, creo que ya fueron muchas emociones por hoy.

Los periodistas lo entendieron, y poco a poco, se empezaron a dispersar. Entonces, el profe hizo una señal para reunirnos a todos en un círculo.

—Queridas madres, y representantes de sus hijos. Su trabajo no ha sido en vano, hoy, cosechamos los frutos de su esfuerzo y dedicación hacia ellos. Pero debo anunciarles algo… Nos acaban de invitar a un pequeño homenaje, pero solo es para los maestros y los chicos. Temo que no podrán acompañarnos. Me dijeron que eso tomará una hora y media. Si desean, pueden ir a volver o esperarnos afuera.

Asombrosamente, las madres no pusieron resistencia y estuvieron de acuerdo; y empezaron a retirarse. Cuando nos quedamos a solas con el profe, el nos llevo al comedor de esa institución y pidió unos refrescos para nosotros, y si… ahí nos dio la noticia.

—Chicos, recuerdan lo que les comente? Mi Ex me acaba de decir, que todo estará listo en 10 minutos. Tomen sus bebidas, y alístense para la mejor experiencia de sus vidas.

Todos estábamos felices y motivados. El tiempo se fue volando, y cuando el profe vio su reloj, dijo que era hora. Y nosotros, lo seguimos al aula donde todo tendría lugar.

Al llegar allí, el aula era enorme y bien iluminada. Era una maravilla ese lugar, con cortinas, pupitres y pizarras hermosas, hasta había un televisor de pantalla gigante. Pero eso no era todo… pues los pupitres, ya estaban dispuestos en círculo, y en el centro, estaba la Ex del profe, esperándonos con las representantes de nuestros rivales.

Esas mujeres, eran dos Milfs (una pelirroja de piel pálida; y otra latina curvilínea) y dos universitarias despampanantes (la una, era una rubia esbelta y la otra, una asiática menudita con unas curvas explosivas). Eso es lo que puede notar, y perdón por no darles una descripción más detallada de sus rostros, porque… bueno, ese día ellas llevaban unos antifaces negros que protegían su identidad. Era algo curioso verlas así, pero en ese instante, no le dimos importancia. Pues le daba un toque misterioso y perverso, como si fuera un baile prohibido.

En fin, mientras entrabamos y el profe cerraba la puerta. Su ex nos dijo:

—Bienvenidos, campeones. Soy Victoria, la entrenadora del equipo, al que acaban de derrotar. Estamos aquí… para cumplir el acuerdo que hice con Ramírez. Ya saben a qué me refiero. Bien, para romper el hielo, quiero que conozcan a sus servidoras: chicas, preséntense!

Entonces, la primera desde la derecha, dio un paso al frente.

—Hola, chicos… soy Elena, y acepto mi castigo…

Y ella, empezó a quitarse la blusa lentamente, esa mujer… ni siquiera llevaba brassier, así que ni bien se desabrochó la blusa, nos mostró sus tetas medianas pero puntiagudas, con sus pezones rosados.

—Ups… creo que olvide ponerme el bra hoy. Pero no importa, miren todo lo que quieran, se lo merecen por ser los ganadores. Y ahora, déjenme mostrarles algo extra.

Murmuró, bajándose la falda para exponer sus caderas anchas y sus muslos atléticos, juntamente con su coño… que tenía encima, un triángulo de vello rojo como el fuego.

—Ups… tampoco me puse calzón. Soy una madre tan descuida… merezco que me castiguen. Y se volteó, mostrándonos su culo, listo para que la azotemos.

Luego de eso, la mujer que estaba a su lado, dio un paso al frente.

—Hola, soy María, y hoy les ofrezco… mis curvas para premiarlos por su triunfo.

Dijo provocativa, y empezó a desabotonar su vestido, liberando sus tetas enormes y pesadas con unas aureolas oscuras. Acompañados de unos pezones grandes y erectos.

—Yo tampoco me puse bra… quería grabarme esas miradas suyas al ver mis meloncitos. Creo que valió la pena, jiji… espero con ansias, que me chupen las tetas y me den lo que me merezco.

Y ella dejó, caer su vestido entre sus piernas, para revelar… su abdomen con curvas suaves y una tanga verde que al quitársela… reveló un coño perfectamente depilado.

—Miren, me depile solo para ustedes… este coño, ya esta listo para ordeñarlos.

Y se dio la vuelta, mostrándonos su culo. En lo que la siguiente chica, daba un paso al frente. Al fin, llegó el turno de las universitarias.

—Holis… me llamo Sofia, muchas felicidades por su victoria… esta tarde, soy toda suya.

Y ella, se empezó a quitar la camiseta para exponer un lindo brassier blanco, que una vez se lo quitó… nos permitió ver sus tetitas, con sus pezones rosaditos.

—Ojalá les gusten mis pechitos… si quieren, pueden morderme los pezones. Castíguenme como ustedes quieran.

Luego de eso, se bajo sus shorts para mostrar sus piernas largas y tonificadas, y nos mostró… su lindo cachetero de Kello Kitty que traía puesto. Ella no tenía miedo, solo nos sonrió coquetamente y se lo empezó a bajar. Hasta que al fin, vimos su coño rosadito con un poco de vello, era simplemente perfecto.

—Listo… espero que este coñito apretado sirva para complacerlos. Espero con ansias sentirlos adentro. Y miren, pueden nalguearme todo lo quieran.

Dijo volteando, y dándose una nalgada. Eso provoco, que nosotros babeáramos más por ella, pues era increíble esas nalgotas que tenía.

Y entonces, la última chica (la otra universitaria) avanzó.

—Hola muchachos… Soy Lina, y soy una chica muy traviesa. De hecho, yo tengo la culpa de que mi hermano no se preparara bien. Pues ayer en la noche, me lo cogí y el se quedó exhausto. Merezco que me castiguen, por puta y por haberlo distraído.

Entonces, se empezó a despojar de su pupera. Eso era lo único que llevaba puesta arriba, pues a ella, le gustaba presumir su abdomen con esa prenda cortita. La cual, combinaba con una mini falda que le quedaba de maravilla. En fin, cuando se quitó esa prenda. Nos mostro sus tetas, eran más grandes que las de Sofía, pero medianas en comparación con las de María. Pero eso sí, se notaba que estaba excitada, por los pezones cafés que tenía, bien erectos.

—Les gustan? Estos pechitos asiáticos serán suyos.

Y se empezó a bajar, la mini falda conjuntamente con la tanga rosadita que traía puesta. Al terminar, no solo vimos sus caderas estrechas, si no también, su coño delicado e hinchado.

—Espero que les guste mi coñito, aunque estoy segura… que les gustara más mi culito.

Dijo, tratando de sonar humilde y modesta. Pero de eso, no tenía un pelo, pues si la hubiesen visto. Esa chica si que presumía su culote. Esa cosa era bien grande y carnosa. Con solo verlo, daban ganas de hundir la cara en esas nalgotas… o al menos, recostarse encima de ella, y no levantarse más.

Bueno, la cosa es… que así llegamos a tener a cuatro a hembrotas bien buenas y desnuditas ante nosotros. Eso nos elevó el pulso; y la tensión sexual crecía en el aula. Pues teníamos a nuestra disposición, a cuatro culos de todas las formas y tamaños. Listos para lo que sea.

Pero esperen… faltaba uno. El de Victoria. Y eso es algo que nuestro profe, no iba a pasar por alto. Así que él, se acerco a ella y antes de que pudiera decir algo, le dijo:

—Aún faltas tú Victoria… pero tranquila, no te muevas. Que de eso me encargo yo. Yo seré quién te desnude ante mis muchachos.

Y ella asintió, e inmediatamente, el profe le fue desabotonando la blusa, revelando un sostén azul… que apenas podía contener sus tetas. Y digo esto, porque cuando le quito el brassier, vimos esas tetotas. Eran más grandes que las de María. Pero no eran naturales, pues ella, las tenía operadas. Eran tal cual, las había visto en las películas porno. Estaban bien redondas, duras y erguidas, con unos lindos pezones grandes. Y eso no era todo, pues cuando el profe le quitó la falda, ella tampoco traía calzón. Esa mujer, era todo un trofeo, sus caderas eran anchas y su abdomen plano y…. y su coño lo tenía rasurado, con dos labios carnosos bien definidos, algo oscurecidos, pero muy apetecibles. Además, su culo era una obra de arte, bien redondo y tonificado.

Bueno, bueno… ya con eso, las teníamos a todas desnudas. Las cuatro apoyadas contra el espaldar de las sillas, y Victoria, a lado del profe. Entonces, Victoria, volvió a tomar el control.

—Escúchenme chicas… hora de ver como los tenemos a estos chiquillos. Quiero que se acerquen a ellos, y les bajen los pantalones!

Y así, ellas se aproximaron sensualmente a nosotros, con sus rostros llenos de curiosidad.

Elena se acercó a mí, y con sus manos me desabrochó el cinturón, me abrió el botón y me bajo el cierre. Luego, sujeto la cintura de mi pantalón y mi bóxer, y me bajo ambos, de un solo tirón hacia abajo.

—Oh, Dios… esa cosa… esa cosa enorme! Mmm, así que los rumores eran ciertos— la oí murmurar, emocionada.

Y mientras ella me manoseaba y exploraba mi miembro. Regrese a ver al resto. María estaba con Juan, despojándolo rápidamente de su ropa, e igualmente, la vi ansiosa al ver la erección de Juan. En tanto Sofía, se estaba encargando de Carlos, quitándole todo con sus manos curiosas, y gimiendo al tocar su verga dura. Lina por su parte, estaba arrodillada frente a Diego, admirando su polla y mordiéndose los labios mientras lo tocaba.

Victoria, por su parte, se estaba encargando del profe, con una sonrisa excitada al ver su miembro después de tanto tiempo. Hasta creo, que la escuche decir:

—Mmm… aun se te levanta al verme. Y creo que la tienes mas dura y grande cabrón.

Entonces, la vi ponerse en pie y dirigirse al armario. Del cual, sacó cinco reglas de madera, que nos entrego a cada uno con una actitud bien coqueta. Al terminar, dijo:

—Hora del castigo inicial: haber chicos, ya saben que hacer… nos darán tres nalgadas cada una con esas reglas. Nos lo merecemos por perdedoras, y por no asegurarnos de ser mejores que ustedes.

Ni bien ella dijo eso, todas las mujeres se inclinaron contra los respaldos de las sillas, y sacaron el culo, listas para que las nalgueáramos. Y nosotros, sincronizadamente, procedimos.

¡Zas! Resonaban los golpes, casi al unísono, como un coro morboso que llenaba el aula. ¡Zas! El segundo, más fuerte, era increíble como temblaban esas nalgas. Y ¡Zas! El tercero, con el que las dejamos marcadas. Pero lo más asombroso, era como con cada impacto, Elena gritaba «¡Sí, azótame por perdedora!»; María decía «¡Sí, así, me lo merezco por puta!»; Sofia en cambio: «¡Bien dado ese golpe, me lo merezco!»; Lina «¡Eso, dame duro, hazme temblar las nalgas!»; y Victoria «¡Sí, sí cabrón, me lo merezco por copiarte!».

Al terminar, esos culos lucían gloriosos: el de Elena que era pálido, ahora estaba rojo como un tomate; el de María, tenía las marcas de la regla; el de Sofia, apenas tenía un rojo sutil en su piel ; Lina por su parte, tenía igualmente las huellas de la regla, y Victoria, tenía una de sus nalgas bien enrojecidas. Pues el profe, se había concentrado en una sola de ellas.

Entonces, el profe nos dijo:

—Muy bien… ahora sí, cójanse a estas perras! Qué lo disfruten!

Pero Victoria, intervino:

—No no, esperen, a nosotras nos gusta que estén bien lubricados.

Y ella, corrió hacia el armario y sacó un frasco de lubricante, y nos los puso encima de las pollas, uno a uno. Y cuando termino, ella mismo dijo:

—Ahora sí… buen provecho!

Yo empecé con Victoria, pues el mismo profe me ordenó cambiar con él. Supongo que fue, por que el sabía que yo la tenía más grande, y el quería  vengarse de ella. Eso lo digo ahora que lo pienso mejor, pero en ese momento, no le di importancia. Acepte con gusto, y ella, solo se puso en cuatro frente a mí. Y yo, me puse detrás de ella y le acerqué la punta a la vagina, sintiendo al instante, su abundante humedad. Y poco a poco, empecé a meterla:

—Aaayy… ¡Cielos, es enorme!

Gritó, ni bien le hundí la mitad del glande.

—Ahhh… ¡mierda, ese cabrón lo hizo a propósito! Ayy, ay.. no importa puedo con esto, tranquilo chico… sigue metiéndola!

Y seguí empujando, dilatándola centímetro a centímetro, mientras me abría paso entre sus paredes uterinas. Que que rico me apretaban la polla.

—Ahhh… ¡aayyy, maldición! Ayy, ay..

Me decía, hasta que al fin, ya la tenía completamente adentro. Se la deje así por un momento, mientras me reclinaba sobre ella, tocándole esas tetas deliciosas que tenía. Eran tan suaves y en esa pose, se le notaban como los implantes le colgaban por efecto de la gravedad. Pero yo, solo quería mas… asi que no dude en pellizcarle los pezones y hacerla jadear.

—Ahhh… ¡chico, vamos! Quiero sentir como esa cosa entra y sale de mí!!!

Me dijo, y me aparte un poco, le agarre de la cintura y lentamente, deslice mi verga hacia afuera, sintiendo como me apretaba rico al sacarla, y cuando vi que le tenía a la mitad… de un solo golpe, se la volví a meter.

—Ayy, sí… sí, sigue así!!!

Y la fui embistiendo, cada vez más duro, chocando violentamente contra su culo, y haciendo que sus tetas rebotaran salvajemente.

— ¡Sí, fóllame así, vamos! ¡Rómpeme la cuca con esa cosa! ¡soy tu puta! –gritaba, como loca.

Y al voltear a los otros, vi que todos las tenían igualmente suplicando.

Juan, estaba penetrando a Elena de pie, con su polla deslizándose en su coño peludo, embistiéndola como una fiera.

— ¡Toma, toma, perdedora! ¡Gime por mí! –gruñía él.

— ¡Sí, dame duro, lléname! –jadeaba ella.

Carlos en cambio, tenía a María en cuatro: dándose gusto con ese culo gigante que tenía. Y ella gritaba:

— ¡Ay papi, sí, rómpeme el coño!

Diego por su parte, tenía a Sofía contra la contra la pared, levantándole la pierna con una de sus manos y embistiéndola duro.

— ¡Grita, grita puta universitaria! –ordenaba.

— ¡Oh, sí sí… me estas destrozando el coño y la pierna! –chillaba ella.

Y Pedro, bueno… el estaba tumbado sobre Lina, aprisionándola en el piso boca abajo, rozándose sobre su culo rápidamente.

— ¡Sí, siente mi polla, asiática caliente! –gruñía.

— ¡Ayyy…. sí, la siento. La siento bien profundo. Mierda, me estás partiendo el coño hijo de puta! –gritaba .

Todo eso era intenso, pues mientras me follaba a la ex del profe, tenía ese gran espectáculo a mi alrededor. Los cuerpos de esa mujeres se movían de formas muy eróticas, y por donde quiera que veía, habían culos y tetas rebotando. Y cuando menos espere, estalle dentro de Victoria. Me acerqué lo mas que pude a su trasero, y la presione lo mas que pude contra mí, y la llene de semen. Mientras la puta, gritaba y le temblaban las piernas, suplicándome que no la suelte.

Al terminar, me separe un poco y le saqué la polla, y vi curioso hacia abajo. Victoria tenía, su agujero vaginal muy dilatado, y le salían chorros de mi semen. Y entonces, escuche al profe decir:

—Bien chicos… los que ya terminaron, pueden intercambiar parejas. Compartan a sus putas- Dijo sin bromear.

Y de esa forma, la orgía estalló: todos nos rotamos, era un caos de placer y morbosidad. Recuerdo, que luego de Victoria, me acerque a María: quien recostada en el piso, se llevo las manos a las nalgas y se las separó. Exponiendo sus agujeros para mí, y yo, se la metí con gusto en el coño. Ella también sufrió al principio, pero poco a poco, se dilato para mí con las embestidas que le daba. Esa puta, lucia desesperada y quería que se lo de más y más duro, y se lo daba, golpeando mis bolas y mi abdomen contra ella, tanto, que nuestros cuerpos resonaban como aplausos. Hasta que al fin, la pobre empezó a temblar, sus piernas descontroladas se movían a los lados y yo encima, apoye mis manos sobre su espalda y me vine bien rico, llenándola por dentro.

Todos estábamos como locos, y ni bien terminábamos con una, nos apartábamos y buscábamos otro agujero disponible. Pero entonces, el profe interrumpió:

—Oigan, oigan… ¡Guarden algo para el final!. Que aún nos falta castigar a Victoria entre todos.

Al oír eso, nos quedamos fríos, estábamos casi exhaustos… pero obedecimos. Hicimos las cuentas y cada uno, ya se había cogido a casi todas. Así que cuando ellas lo notaron, porque ya no nos acercábamos más. Victoria, grito:

—Ya pueden entrar!!!

Y ví… que los hijos y los hermanos de esas mujeres entraron en el aula. Con sus rostros avergonzados y unas toallas en las manos. Cada cual, busco a su chica y la envolvió, cubriendo su desnudez y llevándoselas de ahí. Y la única que se quedo con nosotros, fue Victoria.

Entonces, el Sr. Ramírez me ordenó:

—Alex, siéntate en la silla central. Y tu Victoria… siéntate sobre su miembro…

—Claro, no hay problema… ni que fuera la gran cosa.

Dijo de forma arrogante, pues ya estaba dilatada y no le dio importancia. Pero el profesor se rio, y le dijo:

—Me alegra oír eso, pero… Esta vez, quiero que te metas la polla de nuestro mejor estudiante en el ano.

Eso la dejo sin palabras, su expresión exaltada, cambió rápidamente por una de miedo y nerviosismo. Ya que ella, sabía perfectamente lo doloroso que fue meterla por la vagina, y ahora por el ano… eso la desgarraría. Pero, como había cierta fricción y resentimientos entre ellos, Victoria aceptó.

Y así fue, como yo sentado en la silla. La vi acercarse y darme la espalda, mientras retrocedía y doblaba las piernas, tratando de que su agujero anal, toque mi punta. Al sentirla, ella levantó el culo, como queriendo ponerse de pie… pero ella sonrió, diciendo que casi se cae. Y nuevamente lo intentó, comenzó a bajar, y lentamente iba entrando. Mientras el profe, se burlaba por las caras que ponía.

—¡Ay, cielos, es demasiado grande!

Decía adolorida, y no pudo bajar más, cuando ya tenía la tercera parte de mi miembro adentro. Fue entonces, cuando el profe se acercó, y puso sus manos sobre sus hombros. Pensé que era para animarla, pero en su lugar… el la presionó con fuerza, haciéndola sentarse de un solo golpe sobre mi verga. Y él, lleno de felicidad, decía que esa era su venganza, por haberlo dejado en la ruina hace años.

Pero yo, ni bien la tenía adentro. No ajunte mucho, pues la forma como me apretaban sus mucosas. Me hizo correr al instante. Y ella, con lágrimas en los ojos, gritaba desesperadamente.

—¡Aaay ímbecil! ¡Ayayay…. me acabas de romper el culo, mierda! ¡Esta cosa me llegó a los intestinos!

—Jajajaja… te lo mereces por puta. Querías replicar mi método? Pues ahora te aguantas!!

—¡Mal parido, me duele, me duele!

—Vamos Alex, embiste ya a esta puta!!!

Y me empecé a mover, y Victoria, llevó una de sus manos a mi abdomen. Tratando de presionarlo para que no me moviera, pero el profe, la agarró de las manos y la sujeto, mientras me decía que no pare. Pronto, yo me compadecí de ella, y le sujete las nalgas con fuerza para abrírselas… tratando de que así, se abriera más y sintiera menos dolor. Pero eso no basto.

Entonces, el Sr. Ramírez dijo algo más:

—¡Chicos, vengan, acérquense! Vamos a llenarle esos dos agujeros. Mientras Alex le da por el culo, aprovechen su vagina. Métansela y córranse a dentro. Es por esto, que les dije que guarden algo para el final.

Y así, uno por uno se acercaron. Juan fue el primero.

— ¡Ay, mierda, me estan metiendo dos pollas! ¡Sí, que rico, vamos… trátenme como una puta! ¡Mierda, como me duele el culo!–gritaba ella, como loca. Hasta que al fin, se vino Juan y la saco. Después, se acercó Carlos y continuo.

— ¡Sí, sí, hiiiiiiiiijos de puuuttaaaa! –gemía.

Y cuando Carlos terminó, lo relevó Diego. En ese punto, note que ella ya no sentía dolor, tenía el ano bien dilatado, y mi polla se deslizaba perfectamente. Mientras al mismo tiempo, sentía como nuestros fluidos, chorreaban por mis bolas.

— ¡Malditos cabrones, denme más! ¡Ahhh, ahhh!–gemía.

En lo que Carlos sacaba su polla y Pedro se acercaba: él, ni corto ni perezoso, le comenzó a dar con furia.

— ¡Aaaaahhhhh! ¡Vamos, llénenme más!

Finalmente, cuando Pedro exhausto terminó. El profese se volvió acercar, masajeando su pene, de arriba hacia abajo.

—Muy bien chicos…. y para el gran final. Escúchame Alex, ya sácala del culo, y métesela por la vagina.

Al hacerlo, el ano de Victoria palpitaba, abriéndose y cerrándose. Estaba enorme, y bien abierto. La pobre ni se podía sentar bien, pero sacó fuerzas de donde no tenía, y se la metió en la vagina.

Entonces, el profe se acercó, y el también empezó a deslizar su miembro. Como si tratara de que ambos, se la metiéramos por el coño. Me preocupe al principio, pero estaba a mil, corrompido y con ganas de más. Que cuando menos lo noté. Ya la teníamos los dos, dentro de su vagina.

— ¡Malditos locos! ¡No puedo creer que los tenga a ambos en el coño! ¡miieeerdaaaa!–gritó ella, pidiendo perdón al profe, por lo que hace años le había hecho.

El profe, se sintió complacido y se vino primero, y yo, solté un pequeño chorrito. Pues para ese punto, no se cuantas veces ya me había venido, pero esa puta… si que me dejo con los huevos vacíos. Tras terminar, el profe la saco primero, y luego yo. Y Victoria, cayo rendida al suelo, recostada de lado. Mostrándonos como por sus dos agujeros, se le salía el semen descontroladamente. Eso era de otro nivel.

Y en medio de eso, Pedro nos sorprendió. Pues había encontrado en el armario, un paquete de toallitas húmedas. Las cuales, usamos para limpiarnos. Finalmente, nos vestimos todos y salimos felices de ahí, dejando a Victoria desnuda en el piso, en un pequeño carcho de semen entre sus piernas. Y cuando estábamos por salir, ella nos dijo: «Me encanto, cuando quieran, podemos volver a repetirlo… mi coño estará esperándolos aquí».

Todos nos sorprendimos y nos fuimos, cerrando la puerta. Y al ir caminando por esa institución, entre sus pasillos silenciosos, vimos al fin la salida. Al cruzarla, nuestras madres estaban esperándonos. Nosotros, fingimos que fue un gran festín con comida y ovaciones a cada uno. Pero no les dijimos más.

Y así, queridos lectores, cierro esta confesión: contándoles estas experiencias que marcaron mi vida. Pero eso no es todo, pues la vida sí que nos da sorpresas… ¿Recuerdan a la rubia universitaria que estaba alli ese día? (O sea a la que también terminé follando, entre las demás) Quien diría que tenía una hermana menor. Ahora ella, es mi novia. Estamos a punto de casarnos y cada noche que la veo, no puedo evitar revivir el recuerdo de ese día. Pero bueno, ya veré como me las arreglo. Lo importante es que… ¿Quién diría que los genios no pecamos, eh?

Queridos lectores, soy Laura, la madre de Alex, y acabo de infiltrarme en este borrador de su relato, la tercera parte que él me hizo leer para pedirme mi opinión antes de publicarla. Me encantó todo, lo revisamos sentados juntos, sin secretos entre nosotros como ya no los hay desde hace tiempo, pero confieso… que leerlo nos encendió a ambos de una forma irresistible, y acabo de hacerle una paja a mi hijo. Aprovechando de que fue al baño a limpiarse, estoy aquí frente al computador añadiendo estas palabras a escondidas, aunque temo que las lea y descubra mi intromisión, quiero aprovechar esta ocasión para confesarles algo extra que ni siquiera él sabe.

Ese día de la final, mientras esperábamos el «homenaje» al que se fueron los chicos, me encontré por casualidad con una vieja amiga de la infancia, María, y nos reconocimos al instante; resultó que ella era la madre de uno de los rivales, específicamente del chico que enfrentó a Alex en la muerte súbita, y entre lágrimas, ella me contó la verdad del festín, temiendo lo que le esperaba como castigo por la derrota de su hijo.

Ella me reveló que todas las representantes llevarían antifaces para añadir misterio al encuentro, lo que encendió una idea loca en mi mente al notar lo parecidas que éramos. Le propuse tomar su lugar para hacerme pasar por ella en el ritual, ya que yo deseaba tanto a mi hijo que anhelaba sentirlo penetrándome en ese ambiente prohibido y salvaje. Mi amiga aceptó feliz, aliviada de escapar del castigo, e intercambiamos ropa rápidamente en un baño cercano, ajustando detalles para que nadie notara la diferencia, confiando en que el antifaz cubriría cualquier sospecha.

El plan funcionó a la perfección: entré al aula 307 como María, con el corazón latiéndome a mil por la emoción y el miedo. Cuando vi entrar a mi hijo y su equipo, sentí un nudo en la garganta, temiendo que Alex me reconociera por mi voz o mis gestos, pero el antifaz negro que llevaba ocultó mi identidad, y al presentarme como María, con la voz segura fingiendo ser otra, me alivié al ver que nadie sospechó nada, ni siquiera cuando me desnudé revelando mi cuerpo que él ya conocía bien. Quizá la depilación en mi zona, tuvo mucho ver. Mi idea era que yo le iba a dar esa sorpresa en casa, pero… no me imaginaba encontrarme ahí con María.

Pero bueno, no me arrepiento de nada, pues… fue una satisfacción indescriptible cuando Alex me cogió salvajemente ese día, al fin pude… sentir ese enorme miembro en mí, dilatándome sin piedad, y sin que él supiera que era yo, su propia madre, la que gemía bajo sus embestidas.

Espero que esta confesión se publique con el relato de mi hijo, ojalá no se dé cuenta de que añadí esto. Intentaré persuadirlo para que lo suba así tal cual; disculpen queridos traviesos, pero copiare y repetiré algunos de sus últimos párrafos. A fin de que cuando vuelva, no note nada extraño y lo publique sin sospechas. Deséenme suerte. Y ya saben, si esto llega a publicarse, es porque tuve éxito. Por cierto, lo siento mucho Alex, por haberte ocultado todo esto, pero… qué rico me cogiste ese día. No olvides que mamá te quiere mucho.

Entonces, el Sr. Ramírez dijo algo más:

—¡Chicos, vengan, acérquense! Vamos a llenarle esos dos agujeros. Mientras Alex le da por el culo, aprovechen su vagina. Métansela y córranse a dentro. Es por esto, que les dije que guarden algo para el final.

Y así, uno por uno se acercaron. Juan fue el primero.

— ¡Ay, mierda, me estan metiendo dos pollas! ¡Sí, que rico, vamos… trátenme como una puta! ¡Mierda, como me duele el culo!–gritaba ella, como loca. Hasta que al fin, se vino Juan y la saco. Después, se acercó Carlos y continuo.

— ¡Sí, sí, hiiiiiiiiijos de puuuttaaaa! –gemía.

Y cuando Carlos terminó, lo relevó Diego. En ese punto, note que ella ya no sentía dolor, tenía el ano bien dilatado, y mi polla se deslizaba perfectamente. Mientras al mismo tiempo, sentía como nuestros fluidos, chorreaban por mis bolas.

— ¡Malditos cabrones, denme más! ¡Ahhh, ahhh!–gemía.

En lo que Carlos sacaba su polla y Pedro se acercaba: él, ni corto ni perezoso, le comenzó a dar con furia.

— ¡Aaaaahhhhh! ¡Vamos, llénenme más!

Finalmente, cuando Pedro exhausto terminó. El profese se volvió acercar, masajeando su pene, de arriba hacia abajo.

—Muy bien chicos…. y para el gran final. Escúchame Alex, ya sácala del culo, y métesela por la vagina.

Al hacerlo, el ano de Victoria palpitaba, abriéndose y cerrándose. Estaba enorme, y bien abierto. La pobre ni se podía sentar bien, pero sacó fuerzas de donde no tenía, y se la metió en la vagina.

Entonces, el profe se acercó, y el también empezó a deslizar su miembro. Como si tratara de que ambos, se la metiéramos por el coño. Me preocupe al principio, pero estaba a mil, corrompido y con ganas de más. Que cuando menos lo noté. Ya la teníamos los dos, dentro de su vagina.

— ¡Malditos locos! ¡No puedo creer que los tenga a ambos en el coño! ¡miieeerdaaaa!–gritó ella, pidiendo perdón al profe, por lo que hace años le había hecho.

El profe, se sintió complacido y se vino primero, y yo, solté un pequeño chorrito. Pues para ese punto, no se cuantas veces ya me había venido, pero esa puta… si que me dejo con los huevos vacíos. Tras terminar, el profe la saco primero, y luego yo. Y Victoria, cayo rendida al suelo, recostada de lado. Mostrándonos como por sus dos agujeros, se le salía el semen descontroladamente. Eso era de otro nivel.

Y en medio de eso, Pedro nos sorprendió. Pues había encontrado en el armario, un paquete de toallitas húmedas. Las cuales, usamos para limpiarnos. Finalmente, nos vestimos todos y salimos felices de ahí, dejando a Victoria desnuda en el piso, en un pequeño carcho de semen entre sus piernas. Y cuando estábamos por salir, ella nos dijo: «Me encanto, cuando quieran, podemos volver a repetirlo… mi coño estará esperándolos aquí».

Todos nos sorprendimos y nos fuimos, cerrando la puerta. Y al ir caminando por esa institución, entre sus pasillos silenciosos, vimos al fin la salida. Al cruzarla, nuestras madres estaban esperándonos. Nosotros, fingimos que fue un gran festín con comida y ovaciones a cada uno. Pero no les dijimos más.

Y así, queridos lectores, cierro esta confesión: contándoles estas experiencias que marcaron mi vida. Pero eso no es todo, pues la vida sí que nos da sorpresas… ¿Recuerdan a la rubia universitaria que estaba alli ese día? (O sea a la que también terminé follando, entre las demás) Quien diría que tenía una hermana menor. Ahora ella, es mi novia. Estamos a punto de casarnos y cada noche que la veo, no puedo evitar revivir el recuerdo de ese día. Pero bueno, ya veré como me las arreglo. Lo importante es que… ¿Quién diría que los genios no pecamos, eh?

—(Fin)—

 

63 Lecturas/4 octubre, 2025/0 Comentarios/por PetterG
Etiquetas: anal, colegio, hermana, hermano, hermanos, hijo, madre, padre
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