El que quiera azul celeste, que se acueste (2 de 3)
Mi amante cuenta cómo estuvo el cumplimiento de la tercera condición con su ex para que ella y él hicieran un trío conmigo. [Coloco entre este tipo de paréntesis comentarios de ideas que me salieron a bote pronto cuando leí el escrito de mi amante.].
Fui el primero en llegar, Teya me recibió en bata y me comenzó a quitar la ropa después de besarme. Yo le metí las manos a la bata para magrearle las chichotas mientras ella me encueraba.
A los pocos minutos, me dio un vaso de vino y sonó el timbre llegó David, un tipo enorme y cinco o siete años menor que yo. Desde la vez que me tocó hacer el trío con él me sentí inferior, pero, ya cogiéndonos a Teya, se me quitó el complejo: yo lo hacía mejor. Pero, aun así, esta vez casi me atraganto con el vino cuando ella le bajó la ropa y saltó su vergota con más de veinte centímetros de largo, aunque está delgada y curvada. Cuando ya estaba David desnudo, Teya le dio un beso en la boca, jalándole el tronco del pito con las dos manos. Sonó otra vez el timbre y mi ex, aún con presemen en las manos, le dio a David su copa para ir a abrir.
Llegó Pablo, el más joven de todos y de verga normal, un poco menor que la mía, más de diez años menor que Teya, quien lo usa desde que éste era un chaval preuniversitario, pero la mueve muy bien, me consta. Una vez que el tercer sujeto quedó desnudo y provisto de su copa de vino, Teya tomó la suya y lanzó un brindis: “Por mis amores actuales. ¡Salud, hasta ver el fondo!”.
–Ahora fórmense, y en orden –dijo Teya, colocando primero a David.
Pablo y yo nos miramos, pero somos de la misma estatura, así que pensé que el orden era por el tamaño de verga, porque si fuese por edad o por nombre, él y yo estaríamos en los extremos, así que me quedé en segundo lugar.
–No, tú al último –dijo Teya colocándome al final.
Teya caminó un poco, volteamos los tres a verla tratando de adivinar la locura que urdiría con su putez. Se puso frente a nosotros y se puso a mamarnos la verga, comenzando por la más grande, la de David; siguió la menor, la de Pablo y por último la mía. Sólo fue poco tiempo pues en cada caso siguió con chupadas de las bolas, una a una… Al terminar se irguió mirando nuestros penes erectos.
–Ahora, en ese orden, me la van a meter sacándome muchos orgasmos, ¡pero sin venirse! –advirtió antes de darnos la espalda y agacharse para que la penetráramos–. De perrito es muy rico, ¿no creen…? –dijo acercando su grupa al falo de David.
El dueño de la verga mayor la penetró sin misericordia sacándole muchos gritos “¡Dame duro, puto!” que denotaban los orgasmos. Cuando sintió que las manos de David la apretaban más fuerte, Teya se retiró gritando “¡Te dije que sin venirte!” y la eyaculación del macho fue a dar a la alfombra. Ella tomó una servilleta y se la dio al macho, ordenándole con la vista que limpiara el piso al tiempo que se ensartó en la verga de Pablo.
Este joven, bueno, más o menos de tu edad, hermosa Mar, la aprisionó de las tetas y Teya se deshacía en orgasmos, y los jugos comenzaban a escurrir por las piernas y los huevos de Pablo, quien se detuvo de improviso para sacar la verga a tiempo y cubrirla con las manos que se llenaron de lefa. “Te toca”, me dijo al oído “Muéstrales lo que es el control, mi amor”, expresó subiendo el volumen de la voz.
La tomé de las choches y le di con gran rapidez, tratando de no venirme. Teya gritó “¡Así, cornudo, te gusta cogerme después que otros!”, “¡Qué rico me coges, eres un auténtico puto!”, ¡Dame más, más…!” decía entre otras guarradas hasta que quedó inerte en mis brazos. La senté en un sillón, le abrí las piernas y me puse a chuparle la pepa, hasta que volvió en sí.
–¿Te viniste? –me preguntó y negué con la cabeza–. Los acomodé en orden de resistencia, porque sabía que esto iba a pasar. ¡Fue bello, mis amores! Pasemos a comer.
Nos sentamos a la mesa y nos sirvió una olorosa y rica sopa de mariscos. “Empiecen, no se les vaya a enfriar”, dijo. Me levanté para ir por una cuchara, pues en mi lugar no había entre los cubiertos. “¿A dónde vas?”, preguntó. “Por una cuchara”, dije.
–Aquí está la tuya –dijo y la sacó de entre sus piernas. ¡La puta se la había metido en la vagina!–. Tiene sabor a concha… –dijo con tono sensual.
Tomé la cuchara y me la metí a la boca para chuparla, antes de meterla al plato de la sopa. David y Pablo me vieron con envidia. Siguieron otros platillos riquísimos.
Al terminar de comer, terminamos con las tres botellas de vino que habían servido para el maridaje en tres tiempos. Muy alegres y un poco mareados, nos llevó a su cama.
–Espero que ya se hayan repuesto los que no pudieron controlarse –dijo Teya sacudiéndoles la verga a los otros dos–, porque quiero a los tres por la vagina.
–¿Juntos? ¿Al mismo tiempo? –preguntamos al unísono.
–Claro que sí, les consta que dos es fácil. Yo calculo que me caben juntas, son de grueso normal –señaló la puta que ha conocido más de un centenar de vergas.
[¡Más de cien!, me asombré al leerlo, pero sabiendo que ella se la pasa cogiendo en su tiempo libre y tiene más de sesenta años, quizá cien son muy pocos.]
–¿Cómo nos vamos a acomodar? ¿Ya lo has hecho así? –pregunté.
–No, pero creo saber cómo ponernos para que me entren los tres penes a la vez –precisó y se puso a acomodarnos
Primero acostó a David y ella se ensartó dándole la espalda. Luego, se acostó sobre él, dejando la pucha a la vista, aunque estaba penetrada pues ambos tenían bien abiertas las piernas, de tal manera que Pablo, el segundo macho, se sentó en la cama con las nalgas entre las piernas de los dos, penetrándola. Me tocó ser el tercero en acomodarme, para ello tuve que sentarme en el vientre de Pablo y lograr así la triple penetración; en mis nalgas sentí los vellos del segundo amante. Me incliné sobre el cuerpo de Teya; para ello tuve que abrir las piernas, prácticamente abrazando con ellas por la cintura al segundo. En mis huevos sentí la turgencia de Pablo.
El problema de movernos para hacerla sentir rico fue difícil. El primero, David, debía soportar el peso de ella y parte del mío, y, aunque para él fuera difícil moverse, lo hizo bien ya que es muy fuerte. Pablo se mecía tomándose de las piernas de Teya, pero después le fue más fácil hacerlo cuando me tomó de la cintura. Creo que yo tenía la mayor facilidad de movimiento, al principio mi única forma para balancearme en el mete y saca fue tomar a Teya de las tetas, pero luego pude afianzarme en las rodillas cuando Pablo la dejó libre de las piernas.
Pasaron un par de minutos hasta que alcanzamos la sincronía y Teya comenzó a gemir antes de lanzar gritos para acompañar su orgasmo. “¡Así papasitos, cójanse a su puta…!”, nos animaba Teya para seguir con el movimiento y la presión en su punto G, por demás rico asimismo para nosotros, pues una cosa es rozar las paredes de la vagina y otra más deliciosa es sentir también el pistoneo de los otros en la propia verga.
[Seguramente Bernabé se hizo una chaqueta, recordando la escena, al terminar de escribir esta parte: dos glandes tallándole el pene y deslizándose en el flujo espeso de Teya.]
¡Todos nos vinimos riquísimo! Quedamos inertes y nos acostamos como pudimos. Yo quería tomar atole cuando me repusiera. Cuando abrí los ojos, frente a mi cara tenía una verga lánguida, con el prepucio lleno de atole a todo lo largo, y los huevos también; pero se asomaba un pequeño pedazo de glande con una gota de semen. No me resistí y comencé a mamársela a Pablo y en unos segundos más sentí que la mamaban también a mí. ¡Estábamos en un 69! Se nos comenzó a parar y pasé mi lengua por los huevos llenos de atole, se veían más de dos colores de miel, seguramente una de esas hebras, por simple gravedad, era de mi semen.
Cuando dejé limpio el palo de Pablo, busqué el de David, pero éste seguía debajo de Teya y aún tenía una pequeña parte dentro de ella; le sobaba las tetas a mi ex, quien, al parecer, estaba desmayada por tanto placer recibido. No lo pensé más, le tomé los huevos para presionar todo el aparato hacia el interior de la vagina y me puse a chupar el clítoris y los labios de Teya, también lamí los huevos de David completamente chorreados de la mezcla de todos nosotros. Teya reaccionó dando aullidos entrecortados por los espasmos del tren de orgasmos que le provoqué. La verga de David se puso un poco más dura por el estímulo, pero no creció lo suficiente, así que se la saqué de la panocha y me puse a mamarla. Hasta dejarla limpia. Teya cayó a la cama bocabajo dejando visible la unión de las nalgas llenas de semen y flujo que se apuró a limpiar David a pura lengua. Hasta burbujitas salían del fundillo y Teya quiso protestar, pero volvió a perder el conocimiento.
Cuando Teya volvió en sí sólo dijo “¡Putos!” Pues estábamos haciendo un triángulo de bocas y vergas: Yo se mamaba a David, éste a Pablo y Pablo a mí. Estaba delicioso, todos la teníamos a su mínima expresión y cabía completa en la boca de otro. Dormimos un rato, con el caramelo en la boca.
[Lo dicho, en los tríos afloran los deseos homosexuales.]
Teya se puso a fumar de la yerba que le gusta y nos despertaron sus risas y carcajadas. Nos compartió el humo besándonos a cada uno. “Si alguien quiere meterla en el ano de otro, mejor métanlo en el mío”, dijo con voz pastosa ofreciéndonos la grupa. Pero a ninguno se nos paró y antes de dormir, lo único que le metimos en el culo fue la lengua. Primero David, luego yo y, por último, Pablo.
[Seguramente que si se les hubiese parado la verga, no se fijarían en el hoyo de quien la meten, ¡se nota que son muy putos!]
En la noche, conforme se nos fue antojando, pues el olor de puta nos hizo reaccionar, nos la fuimos cogiendo. Varias veces lo hicimos en sándwich tradicional, a decir tuyo, “como Dios manda”. Quedé escocido del glande. Cuando nos metimos a bañar, noté que mi ex tenía muy irritada la panocha y el culo. Después de secarla con la toalla, le puse bastante crema y una pantaleta holgada para que no manchara la silla al desayuna. “Gracias, mi amor”, me dijo antes de darme un dulce beso.
–A la puta aún le faltan mamadas en las tetas, deben quedar moradas –les dije lanzándolos hacia la cama donde descansaba Teya– Se las encargo mientras hago el desayuno –concluí y me fui a la cocina.
Cuando regresé a avisarles que ya estaba listo el desayuno, ellos seguían prendidos a las ubres como becerritos, y Teya les acariciaba el cabello disfrutando del cariño.
¡Ja, ja, ja! Tu amante tiene las mismas conductas que Cornelio, el amigo de Ber, le gusta y agradece que se cojan a su ex. ¡Son divinos! También mi cornudo es atento con los sanchos.
¿No será que también a Saúl le guste mamar verga usada? ¿Le viste intención cuando los tríos? Yo creo que a los que les gusta el atole con leche de otro es porque quisieran sacarla del pene y lo agradecerán así cuando haya oportunidad…
¡Qué bien cogen! Se me antojó tu amante, amiga. También ha de ser excitante ver el 69 entre dos hombres… No me des ideas, porque me doy cuenta que mis dos parejas hombres (Miguel y Mario) no se ven mal entre ellos y se acarician cuando hacen sándwich a Laura, supongo que también cuando me penetran simultáneamente a mí, pero no puedo verlo por estar en el cielo. ¿Cómo juntarlos…?
Seguro que no será difícil que los veas así. invítalos a que te colaboren cuando estés limpiando la crea al otro, es excitante.
Si mi amante Bernabé te viera encuerada, o con una blusa pegada y sin sostén, ten por seguro que cae, es muy puto.
¡Qué bárbara esa señora! Con razón tu amante sigue conectado a ella. ¿Cómo te irá cuando estés con ellos? Se me hace que te quedarás mirando…
Pues no me quedé sólo mirando, ya se publicó lo que siguió. Sí, me di cuenta porque sigue mi amante enchufado a ella: es bonita y muy puta, añádele que se aman.
A ver si te deja esa vieja caliente que la toques, y de ser así, y se pone igual de caliente que con los machos, a ver cómo terminas…
Puedes ver en la tercera parte (ya salió) cómo termine: FELIZ
¡Vas a hacer equipo con una profesional, Mar! Demuéstrale a la ex ce Bernabé que, además de bonita y buenota, eres buena puta. ¡Cómo quisiera que me dejaras estar una noche a tu lado…!
Algún día podrás saber qué tan bonita, buenota y buena puta soy. Espero que tú no me defraudes…