EL RINCÓN DE LAS FANTASÍAS III. *
Un cliente más buscando realizar su fantasía. .
Las tres hermanas.
Usted disculpara mi escepticismo, pero no creo que se hagan realidad las fantasías.
Decía incrédulo un hombre de edad media; 1.70 de estatura, piel trigueña, delgado.
– Amigo. Acaso no he dicho que somos expertos en CUALQUIER FANTASÍA?
Mire. Si no obtiene su fantasía, no me pague. Es más. Le regresó el doble de lo que iba a pagar. Ok?
Replicaba el vendedor con voz serena y a la vez firme.
Después de cerrar el trato, aquel hombre seguía pensando en lo imposible de tener placer con esas tres hermanas que le alzaban el libido hasta las nubes.
Zayra. La mayor. Siempre usaba vestidos a la altura de los pies. Esa prenda dejaba ver unas redondas caderas. De 168, pechos medianos y una coqueta cara, con labios carnosos.
Pamela. De 1.65 de estatura. Acostumbraba a vestir sexy y en otras ocasiones casual. Eso si. Sus jeans o faldas debían resaltar sus curvas, sus piernas esculpidas por el ejercicio, pechos grandes y una cara de diablilla, con una mirada casi cautivadora.
Violeta. La menor. Era casi una fusión de los atributos de las otras dos. Siempre usaba shorts, o minifaldas, atrapando la atención de los hombres que la vieran pasar.
Tanto. Una como la otra, le llamaba la atención de Benito; quien quería descubrir el misterio de Zayra, probar lo coqueta y sexy de Pamela, como gozar del atrevimiento de Violeta.
Al doblar la calle para llegar a su casa. Benito quedó atónito cuano oyó decir a la mayor de las hermanas.
– Hola. Espero no incomodar, mis hermanas y yo daremos una fiesta. Si gustas estas invitado.
Aquel hombre, con voz nerviosa acepto.
Se preparó con sus mejores jeans, una camisa algo casual y su mejor colonia.
Llevaba una botella del mejor tequila de la región; eso si. Rogando que sólo él estuviera sólo con aquellas hermanas.
Después de llamar a la puerta. Una sorpresa más.
Zayra. Quien le atendió, llevaba puesto un vestido a la altura de las rodillas, una blusa escotada, que dejaba ver el nacimiento de sus redondos pechos.
Al estar en la sala, pasó a saludarle Violeta, quien tenía una de sus típicas minifaldas; pudiendo así observar sus hermosas piernas torneadas.
Una playera con cuello, pero dejando a la vista sus grandes senos.
El manjar visual se completó con Pamela. Que al igual que su hermana menor, traía una minifalda negra, con top blanco.
Benito seguia rezando para que no llegase nadie más.
Al paso del tiempo charlaron, comieron y desde luego, brindaron con el tequila.
Benito se sorprendió al ver que con dos copas, las tres hermanas comenzaban a ponerse a tono.
Al tercer brindis, Zayra salió par el baño.
Benito con gran disimuló fue tras la hermana, quien ya se haya devolviendo el alcohol.
Sagazmente, ayudo a la mujer para seguir empotrada, metiendo la mano de bajo de sus ropas, sintiendo unos muslos macizos, además de su piel suave.
Con gran ímpetu y al ver a la hermana mayor casi inconsciente, la acomdo, de tal forma que no se cayera y bajando las bragas. Hundió la cara en las caderas de la chica, disfrutando así su sabor y los jugos vaginales.
Pronto se levantó, bajándose el zipper para liberar su erecta verga. Clavando a la joven de 28 años, con muchas ansias.
Luego. Paro de golpe cuando una voz dijo.
– Que Kabron eres!
Era Pamela, quien lo observaba con curiosidad.
Pronto llegó Violeta; quien le veía sin ningún asombro.
– Mira esa verga. Se ve rica y llena de ganas.
Sin mediar palabra, se acercó al hombre, se inclinó y se metió su órgano a la boca.
Benito seguia petrificado por todo lo qu stba pasano, pero la lengua de la más joven de las hermanas lo regresaron a la realidad.
– Zayra. Despabilate. Que tenemos que mostrarle a nuestro invitado lo buenas anfitrionas que somos.
Ahora. Pamela toma de la verga al hombre como si lo llevase de la mano a la recamara.
Acostandolo en la cama y colocándose la más atrevida de las tres, en la cara del hombre, haciéndole probar sus juegos íntimos.
Las otras dos, fundían sus lenguas con mucha lascivia.
Cosa que a Benito hacia que estuviera más que a mil.
Como pudo, veía a las dos hermanas, mientras aprovechaba para meterle un dedo en el culo dela más joven.
Pamela devoraba aquella ereccion con su boca, haciendo que el hombre pusiera casi los ojos en blanco. Tiempo que Violeta descargaba sus fludos en a boca de este afortunado.
Zayra fusionaba su lengua con la del invitado; en lo que la más chica devoraba con su hermana la virilidad de él.
Ahora Pamela cabalgaba a Benito con frenesí. Aguantando este unas ganas tremendas de descargar su leche.
Ahora la vagina de Zayra era succionada con muchas ganas. Violeta besaba a su hermana mayor, acariciando sus pezones rosados qu resaltaban de su piel blanca.
Volvieron a cambiar de lugar. Ahora Violeta se clavaba la verga de Benito, Pamela en su boca y Zayra metiendo la lengua entre la vagina y el miembro de aqullos dos.
– Ahora pidenos lo que quieras.
– Bueno. Siempre he soñado con atravesarles el culo a las tres.
– Bien. Pero yo se lo dilató a m dos hermanas mayores.
Pronto Violeta comenzó a mandarles el ano a las otras dos, en lo que el invitado se preparaba para penetrar a Zayra.
– Ufff. Que bien lo haces papi. Atraviesame.
Los movimientos de Benito eran rápidos y fuertes; puesto que el culo de la hermana mayor era espléndido.
Cuando sintió ganas de venirse.
Tomo unos segundos de descanso para atender a Pamela.
– Hay papi, tratame rico.
Esta vez Benito se la sacaba a la chica enculada, para que las otras dos se la mamaran.
Ahora era el turno de Violeta, quien se agarró ambas nalgas, abriéndose lo mas que pudo.
– Que suerte. Estrene el culo de las tres hermanas.
Decía el afortunado invitado.
– Papi no pares. Mmmm!
– Ahora quiero que las tres me la mamen y se traguen mi leche.
Las tres hicieron como se les ordenó.
Luego de un rato, salian borbotones de semen de el hombre, quien contemplaba complacido como las hermanas limpiaban sus bocas, cara y senos con sus lenguas.
– Papi. No queremos ser agua fiestas, pero nuestros padres están por llegar. Luego nos visitas. Verdad?
Decían las tres casi en coro.
– Claro. Solo haganme un favor.
– Cual?
– Denme otra cogida. Si?
– Bueno.
Ese día Benito fue el hombre más feliz del mundo.
Quedando muy agradecido al RINCÓN DE LAS FANTASÍAS.
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