FIEL A LA REALIDAD
UN RELATO REAL, UN MATRIMONIO CUCKOLD QUE ME INCLUYÓ EN SUS JUEGOS, SIENDO UN PROTAGONISTA ANONIMO A LO QUE REALMENTE ESTAB OCURRIENDO.
Fiel a la realidad, tal como ocurrió.
Todo lo que voy a relatar pasó hace años, cambiare nombres y lugares porque aunque parte de estos personajes ya no están, si gente de su entorno o que nos conoció.
Unos años después de lo ocurrido y por unas cintas de video WHS, me di cuenta que sin saberlo había ejercido de corneador de un matrimonio, no sé si para placer del marido, de la esposa o de los dos. Por aquel entonces acababa la década de los 80, España estaba de obras, Olimpiadas, Expo, me encontraba con 24 años, lleno de juventud, ganas de diversión, sexo y sin ninguna atadura.
Conocí a una señora alemana con nombre alemán, pelo rubio alemán y mentalidad alemana, la llamaré “Q”, y aunque ya éramos europeos, las mujeres norte europeas nos seguían volviendo locos, una de esas mujeres espectaculares que hacían volver la cabeza a su paso, con la que fantaseas aún más de lo habitual, era señora de “C”, y en una ciudad pequeña como la mía no pasaban desapercibidos, si lo buscabas, no era difícil coincidir con ellos en una jornada de deporte en la sierra o playa, porque como buena alemana hacia deportes de invierno y frecuentaba la playa haciendo topless, era más avanzada que las mujeres de su edad y mi entorno, ella entonces contaba con 42 años, aunque me parecía mayor, hoy veo lo joven que era, tenía un hijo pequeño de “otro marido”, un niño que vi una sola vez, ya que pasaba gran parte del tiempo con los abuelos en Alemania, esas cosas aún no estaban demasiado afianzadas en nuestra sociedad, la edad de él no la recuerdo, creo que era algo menor que ella, si tuviera que compararla con alguien diría que era la viva imagen de Ursula Andress, el cuerpo similar, los ojos y labios, pelo rubio y piel dorada, aún no había llegado esa moda de transformar a las personas en un modelo único, de misma talla de pecho, mismos labios, mismos pómulos y mismo culo. Ella entonces fumaba “More”, que le daba ese aire de sensualidad extranjera, bebía vino después de las comidas, y le gustaba el sexo como a nadie, y aquí es donde entro yo en escena.
Perdonar que insista, pero un joven como diríamos ahora “con las cinco rayas de la batería encendidas” después de haber fantaseado durante años con las “Chicas Bond”, de haber estudiado en un colegio de curas y mis conocimientos del sexo eran prácticamente nulos, creía que me podía tocar el premio gordo, por descontado me eligió ella, no jugábamos en la misma liga, yo para ella era como un partido amistosos, “se lo trabajo” a conciencia, en cada encuentro bien al azar o provocado se interesaba más por mí, y yo por ella, me dejaba pistas de donde pasaría el fin de semana o a que evento asistiría, y yo atraído por el halo que dejaba a su paso como los dibujos animados que persiguen la tarta hasta la ventana de la cocina, acababa en el concierto, playa o evento coincidiendo con ella y su marido. En una ocasión se presentó en mi lugar de trabajo con una tita alemana a la que tenía mucho interés en presentarme, mis compañeros de trabajo me idolatraban y me decían las ganas que tenía ella de mí, aunque era un interés mutuo.
El destino se confabulo conmigo, una mañana de sábado en la ruta habitual de mi zona de deporte veo a “Q” junto a su coche con el motor abierto, me acerco y la saludo, le pregunto qué le pasa, y su respuesta es: “se ha parado”, ella lucía una indumentaria muy preparada de chica jovial y natural, gafas de sol sujetando su pelo rubio, blusa blanca con un botón abierto de más, pantalón corto color kaki y tenis blancas, me pide si puedo intentar algo, vivíamos en una época sin móviles y sin seguro del automóvil de presencia inmediata, se te podía ir la mañana esperando, a lo más que podías aspirar era a una cabina o un teléfono en un bar, y nada de eso a la vista, con mis escasos por no decir nulos conocimientos de mecánica, miro con interés el motor como esperando que aquello iniciara como por arte de magia, y haciendo alarde de sabiduría apunto: “lo mismo es la batería”, ella me mira y yo la miro de nuevo y repito: “va a ser de la batería”, me introduzco en el coche, percibo el olor de su perfume que impregna el interior, veo un bolso abierto sobre el asiento, un paquete de “More” y un mechero Cartier de acero y oro, muevo enérgicamente la palanca de cambio y doy el contacto, y como si una luz celestial me hubiera iluminado, el motor decide arrancar, ella sonríe desde fuera y hace palmas dando pequeños saltitos que hacen que su pecho rebote cómplice de la ley de la gravedad, se apoya desde el exterior en la ventana abierta y me ofrece una sonrisa y la vista de su canalillo en aquel sujetador de encaje blanco, mi cerebro tuvo que hacer un esfuerzo nivel 10 para ordenar a mis ojos que volvieran a mirar a la cara de “Q”, me salgo del coche y me abraza tan efusivamente como puede a lo que yo correspondo menos efusivamente, siento su cuerpo junto al mío, la presión de su pecho y mi discreto agarrar de su cintura, “Vamos te llevo”.
Me pregunta que para donde voy, yo pretendo dejar claro que he salido a correr, que no voy a ningún lugar en concreto, ahora a eso se le llama hacer “footing” , ella dice que va a dar un paseo al campo, a una zona que le encanta y que en esta fecha esta preciosa: Porque no me acompañas?, accedo sin creerme lo que me está pasando, a solas en el coche de la mujer de mis sueños, con la mujer de mis sueños y teniendo la sensación de “me debes una”, ella habla y habla, gesticula, se toca el pelo que se revuelve con el aire de la ventana abierta, me pide que le encienda un cigarrillo, me quedo un poco bloqueado y se da cuenta que no soy fumador, “Ya, tu eres deportista, no hay nada más que verte” mirándome de arriba abajo y sonriendo pícaramente, lo enciende ella, observo como a cámara lenta como sale el humo de su boca, ella me mira y se ríe, cometo el error de romper ese momento mágico y pregunto por el señor “C”, contestó que está de viaje de negocios, volverá esta noche o mañana domingo, de nuevo sonríe diciendo: Ya ves, todo el fin de semana sola.
Nos salimos de la carretera , a menos de cien metros paró el coche en un camino de tierra, una zona de hierva junto a unos pinos, realmente un sitio más solitario que bonito, nos bajamos y me preguntó: “No te parece hermoso este lugar?”, respondí afirmativamente pensando para mi, que aquello era un sitio ideal para venir a follar con ella, porque a nadie se le ocurriría venir aquí, y de eso se trataba, abrió el maletero y saco una manta de cuadros, la extendió en la zona de hierba y quitándose las tenis me invito a que la acompañara, me senté en la manta y ella junto a mí, nos tumbamos y miramos como viajaban las nubes por el cielo azul de primavera, después recostada pude ver su escote, ella se dio cuenta, me sonrió y dijo: ¿quieres verlas?, me quedé atónito,, seguidamente se abrió la blusa y se saco el sujetador, cogió mi mano y la puso sobre ellas: te gusta?, mis manos acariciaron, tocaron y casi exprimieron aquellos pechos que había imaginado y deseado. “solo quiero agradecerte lo que has hecho por mí”, beso mis labios y después mas, yo la correspondí, y eso nos llevó a acabar medio desnudos uno sobre otro, unir nuestros cuerpos desnudos bajo el sol y hacer el amor, no fue demasiado salvaje pero sí muy sensual y lleno de deseo, la primera vez nunca es lo que imaginas, después cuando olvidas la pasión, llega el verdadero sexo.
Pasamos toda la mañana retozando, solo escuchamos pasar un coche y unos excursionistas con un perro que se paró a mirar, se ofreció para llevarme a casa, me negué de una forma poco convincente, entonces decidió que podíamos ir a tomar un aperitivo en la suya, allí ella se encontraba en su terreno, una casa en la parte más alta de la urbanización, con un gran muro de piedra y una balaustrada , la casa tenía una torre redonda que le hacía parecer la torre del homenaje, nos abrió una chica del servicio, nos sonrió, la miré y ella a mí, podía tener mi misma edad, esa mirada me delataba, o como si no era el primero que visitaba aquella casa en mismas condiciones, “Q” se sacó las tenis y anudó su blusa a la cintura, mientras me indicaba un sofá de loneta blanca en un porche, me dijo: siéntete como en tu casa, después de un momento me ofreció la ducha, riendo me dijo: Con tanto deporte has debido sudar mucho, me negué y ella se perdió por la casa,
la chica del servicio llegó con una bandeja para traernos unos aperitivos, le sonreí, ”Q” no tardó en volver, se había cambiado de ropa y el pelo mojado y recogido, pude ver un pequeño morado que le había quedado en el cuello, fruto del combate amoroso que habíamos mantenido, por un momento pensé que yo podía tener alguno, me inquieto pero no podía revisar mi cuerpo, más tarde en casa descubrí uno en la parte alta del pecho , se sentó junto a mí, recogió sus piernas sobre el asiento con un vestido blanco de algodón semitransparente que dejaba poco a la imaginación, sus braguitas blancas y aquellos pezones que una hora antes habían estado en mi boca, los muslos dorados que había acariciado, levanto la copa y dijo: Brindemos por todo lo bueno que nos espera.
La chica del servicio le pregunto si el caballero se quedaría a comer, yo me inmiscuí en la conversación diciendo que me tenía que marchar: Pues ya ves, nos quedamos sin él, se marcha, pero tienes que prometerme que vendrás el próximo viernes a cenar, y en un tono más bajo y con una sonrisa picarona en la boca dijo: estaré sola,
Terminé la cerveza y salí intentando poner en orden el cumulo de cosas que me habían ocurrido esa mañana, volví la vista y la vi en la balaustrada despidiéndome con una atractiva sonrisa y el vestido blanco como si estuviera tras rayos x, llegue a casa y en la ducha me masturbe recordando su cuerpo y su cara cuando gemía teniendo el orgasmo.
El domingo pasó lento, esperando iniciar la semana, no se hizo esperar su llamada telefónica el lunes en la mañana:
-Buenos días querido, que tal el fin de semana?
– Bien, le contesté, y tú?
-Sabes que muy bien, pero me faltaron horas contigo, Nos podemos ver esta semana para tomar un café?,
-Ok, cuando quieras, tengo libre la tarde del miércoles,
-De acuerdo, mejor así, te recojo y te invito a comer, conozco un tranquilo merendero en la sierra, después podemos ir a nuestra cabaña para descansar, te apetece?
-Estaré deseando que llegue el miércoles.
El tiempo paso rápido, me encontré con ella, al entrar en su coche nos besamos furtivamente, ella con pantalón ajustado y top de tirantes, acaricie su piernas, ella sonreía con los labios perfectamente pintados, condujo hacia un destino no demasiado lejos de nuestro primer encuentro, efectivamente el merendero era muy tranquilo, solo unas cuantas mesas ocupadas, después me pidió que condujera yo, lo tenía previsto, ahora era ella la que inicio los tocamientos y bromas, por un momento pensé que podíamos tener un accidente, a no más de 3 km salimos por un camino entre pinos y llegamos a una puerta de hierro que abrió, después una cabaña de madera, se encontraba todo en perfecto orden, me dijo que tenía unos guardeses que vivían cerca y vigilaban la finca, la cabaña rustica por fuera pero con todas las comodidades por dentro, no tardamos en estar desnudando el uno al otro y cayendo en la cama amándonos, el primero fue rápido y violento por ambas partes, después más tranquilos nos dedicamos a ofrecer el muestrario de conocimientos, nos acariciamos, mi mano pasaba sobre su pubis, que en aquella época se mantenía con vello, ella metía sus manos por entre mis piernas, acariciaba mis huevos y jugueteaba con mi verga, después sus labios besaron todo mi cuerpo, yo la correspondí, acabamos haciendo el “69” hasta que de nuevo hicimos el amor, ella me cabalgaba mientras yo agarraba su pecho, yo cogiéndola desde atrás, después a cuatro patas hasta que volvimos a la postura más tradicional y de nuevo descargue, esta vez dentro de ella, mi intención era haberla sacado pero ella me pidió que dentro, mientras que descargaba ella tenía un orgasmo que le hizo temblar, era la primera vez que realmente la veía disfrutar, nos quedamos abrazados, nos salimos a un porche con las vistas al valle, mientras ella preparaba un café pude ver un coche que me resultaba familiar, era el de su marido, me alarmé y la llamé, pero me dijo, No te preocupes, es igual que el de mi marido, pero es del hijo de los guardeses, la tarde cayó y comenzó a anochecer, habíamos estado haciéndonos arrumacos y descubriéndonos el uno al otro, decidimos volver, me dijo que mañana volvería para recoger la casa, su marido volvería a casa de un viaje de trabajo en una hora, y nos marchamos .
Y así me convertí en el amante de “Q”, cada día nos cuidábamos menos de ser vistos, yo entraba a su casa como por la mía, conocía todos los departamentos, habíamos hecho el amor en el torreón, en la cocina sobre el mostrador del horno, en el baño bajo el agua y por descontado en su dormitorio, ella era una fetichista, amaba el sexo, no paraba de experimentar, mirábamos videos porno y copiábamos las situaciones, yo era la pieza complementaria que ella necesitaba, los días pasaban, en algunas ocasiones provocábamos vernos junto a su marido, yo lo miraba como diciendo : “Me estoy follando a tu mujer, y aquí estamos juntos tomando un vino”, él estaba demasiado de viaje, en alguna ocasión le pregunte a “Q”, No has pensado que “C” tenga una amante en otra ciudad, ella se reía diciendo que le daba igual, que lo que le importaba éramos nosotros.
Conducía hacia su casa, sabia que me esperaba una cena exquisita, vino frío y una sesión de sexo, había visto en televisión ese día que para evitar secuestros y atentados era hacer siempre la misma ruta, y aunque no esperaba que me secuestraran ni atentaran contra mi persona, decidí llegar por una de las calles paralelas a la habitual, en la oscuridad de la noche me pareció ver aparcado el coche de “C”, no le di demasiada importancia, el se encontraba a 500 km. de su casa, su sofá, su cama y esposa estarían disponibles para mi y todo siguió según lo previsto.
La llegada fue la habitual, yo llamaba a su puerta y me mantenía en un discreto segundo plano hasta que “Q” salía y abría, tardó un poco en abrir la puerta del jardín, mientras me recibía y sin esperarlo, llegó un vecino preguntando por “C”, ella contestó que se encontraba de viaje, yo me quedé pegado a la vegetación sin dejarme ver demasiado, el vecino se marchó poco convencido, cerró la puerta, reímos y nos besamos, nos abrazamos, ella estaba magnifica, con un vestido color rojo, ajustado dejando un espectacular escote por delante y por atrás, le dije, “Creo que tu vecino no se ha ido muy convencido”, parecía estar esperando a que llegara, «Q» me beso de nuevo mandándolo al carajo.
Subimos hacia el porche donde tenía preparada una exquisita cena con vino muy frio y el postre me lo daría dentro o en el jardín, eso dependía del antojo de ella , a mi llegada el torreón estaba iluminado, veía los ventanales con luz, ella se internó en la casa mientras yo disfrutaba de los olores del jardín en la noche, no había mas ruido que el de los grillos, cuando volvió, vi que la luz del torreón se apagaba, le pregunté si había alguien en casa y me dijo: “ deben ser los fantasmas”, cenamos y nos quedamos sentados en un gran sofá, no tardamos en iniciar un rápido cortejo, ella me cogió de la mano, yo pensé que nos dirigiríamos al dormitorio, pero ella decidió hacerlo en el salón, había cambiado el orden del mobiliario, era un espacio abierto hacia arriba, con una balaustrada de madera alrededor que daba acceso a los dormitorios que tan bien conocía, había situado el sofá justo en este espacio, comenzamos besándonos, mis manos se perdieron buscando el cuerpo totalmente desnudo bajo el vestido, baje sus tirantes y quedó al desnudo su pecho dorado por el sol, los pezones grandes no demasiado oscuros, los besé, los lamí y chupe, ella gemía mientras que las manos de las dos buscaban el sexo del otro, subí su vestido, y cuando la quise tumbar en el sofá, me dijo: ”Espera, mas despacio, tenemos toda la noche, deja que te chupe», y medio desnuda comenzó a chupar sobre actuadamente, me pidió que me corriera en su boca, me parecía pronto para el tiempo que esperaba pasar en esa casa, cambio de opinión y se tumbo en el sofá mirando hacia arriba, se sacó el vestido y abrió las piernas, mi boca se llevo todo el jugo que humedecía su sexo, me desnude con su ayuda ,monté sobre ella y la penetré, hoy gemía mas que otros días, insistía, córrete en mi boca, cambio la posición de su cuerpo y acabo poniéndose de rodillas ante mi, tras una breve mamada acabe en su cara, aún recuerdo su cara sonriente.
Por mi edad y la estimulación que me había dado hizo que descargara de una forma que aun hoy recuerdo, la bella señora se había convertido en una puta, desde su cara y boca caía la leche hacia su pecho y sobre sus muslos, con sus dedos llevó semen a la boca mientras sonreía de la forma más lasciva, tenía la pintura de los ojos corrida, y sus labiosque perfectamente perfilados al comienzo, eran ahora lo más vulgar de podía ser, me cogió de la mano diciendo, “Vamos a la piscina, quiero otro allí”.
Salimos desnudos al jardín , nos sumergimos y dejamos parte de nuestros fluidos en el agua, nos besamos, de nuevo me sorprendió que el interior de la piscina ahora estaba iluminada, no lo había percibido cuando llegué, de nuevo “Habrán sido los fantasmas”, besos y mas besos, tocamientos y abrazos, la llevé hacia la pared y ella se ocupó de guiar mi verga, comencé empujando, y más hasta de nuevo venirme dentro, me pidió que no la sacara y abrazándome con sus piernas consiguió llegar al orgasmo, me dejo el cuello y hombros marcado de moratones.
Se fue acabando el verano y la pasión, comenzamos a enfriarnos y cada vez había más excusas por ambas partes para no vernos, yo conocí una chica y a ella la vi con su marido en alguna ocasión, solo una vez follamos en el baño del hall de un hotel en pleno centro de la ciudad, fue fruto de un desenfreno mutuo, después poco más.
La volví a ver con chico joven en el coche, pienso que había un relevo de amante, yo me quedé con lo disfrutado en aquella aventura, unos meses después me encontré en un hipermercado cercano a mi nueva casa con la chica del servicio, nos saludamos amigablemente, me preguntó que cuando volvería por la casa, le sonreí y ella lo entendió, ella era la que verdaderamente sabia todas las aventuras amorosas de su señora, en otra ocasión volví a verla le indique donde vivía solo, me dijo que “Q” se había marchado a Alemania, que no sabía si volvería puesto que le habían encargado empaquetar lo que había quedado en aquella magnifica casa, después de que viniera un camión de mudanzas ella había dejado la casa para siempre, dos días después ya en la noche sonó el timbre, cuando abrí para ver quién era, no había nadie, en la puerta del jardín a la calle encontré una bolsa con un colgante que di por perdido no sé dónde y tres cintas de video VHS con una nota que ponía: “Las encontré en la mudanza”.
Después de preguntar a los amigos si alguien disponía aun de un reproductor de video VHS, encontré uno y pude ver todo lo que os he relatado anteriormente, faltaba alguna vez en casa, y me sorprendió bastante la grabación en una escapada a un hotel de la playa y otra cerca de una playa salvaje, junto a la vegetación, parece que no era tan salvaje, fui el corneador de aquel matrimonio, ellos gozaron a su manera y yo a la mía, no sé si hubiera sido capaz de hacerlo sabiendo en que situación me encontraba, las cinta ya no existen, todo ha quedado en la memoria.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!