INSPECTOR DE TRÁNSITO 2
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por ProfeRicardo.
Día 3
Esta vez, Graziela acompañó a su hija para tomar el bus, muy temprano por la mañana; ahora ya estaban más informadas de la simple ruta que hace el bus para llegar al colegio.
Demoraba mucho más, es cierto, pero entendieron que tenían que salir más temprano de lo normal.
Ambas, a propósito, acordaron no contarle nada a Jaime sobre el problema con la combi y el inspector, porque después de todo, estaba solucionado.
A las 10:00 am.
Don Jaime llegaba con sus maletas de viaje, su esposa lo recibía con un abrazo muy afectuoso, muy enamorada.
Luego de un refrescante duchazo, ambos tomaron desayuno, juntos, y conversaron de varios temas: de la casa, del colegio, del viaje, de algunos planes a corto plazo.
Se notaba mucho cariño en la pareja, mucha comunicación.
Jaime sentía mucha paz de tener a una mujer cariñosa, buena ama de casa, y sobre todo muy hermosa a su lado, aunque rápidamente se le venía a la mente las sesiones poco fogosas de sexo.
Él sentía que no complacía totalmente a su mujer, aunque ella siempre se esforzaba, con sus gemidos y sus movimientos, de hacerlo sentir un hombre pleno.
Él reconocía que no era muy complaciente; hacían pocas poses, pocos juegos previos, definitivamente había perdido la chispa que tuvo hace muchos años.
Miraba a su mujer sonreír mientras le contaba alguna anécdota de sus vecinas, y él solo pensaba: mi mujer es una bendición.
J: Te amo.
G: ¡Oh amor! Yo también te amo, te extrañé mucho.
Cada vez que Don Jaime venía de viaje, se tomaba todo el resto de la mañana para dormir y hacer algunos trámites o pagos por la tarde.
Así que su mujer aprovechó para indicarle que iba al mercado.
Solo pasaron unos 30 minutos cuando sonó el timbre varias veces, tantas que interrumpieron el sueño de Don Jaime que exaltado salió, así como estaba durmiendo en calzoncillos, a ver quién era, mas no había nadie.
Cerró la puerta con furia, y encontró un pequeño documento en el piso al lado de la puerta.
Se dispuso a leer.
No diría que se enfureció pero si fue una información que le incomodó y mucho.
Era un documento tipo foto-papeleta que estaba con la fecha del día lunes pasado.
¡No puede ser! Pensaba.
“Yo ni siquiera estuve aquí, y menos a esa hora, y mucho menos en esa zona.
Están locos esos tipos” vociferaba.
El documento informaba que además de no pagar la multa, la próxima vez de ser intervenido, el vehículo sería detenido y llevado a depósito municipal.
Eso fue todo para él.
Tomó la decisión de vestirse rápidamente e ir a solucionar un problema aparentemente producto de un error de los inspectores municipales.
Ya en las oficinas de recaudación, tuvo que esperar mucho.
Pero finalmente le tocó su turno, y esa vez, por azares del destino, fue el inspector Raúl quien lo atendió, ya que ese día no le tocó turno de campo sino de procesar datos en la oficina.
Ni siquiera era su tarea ver casos de reclamos, solo admitirlos.
Era casi hora del almuerzo, y tocaba receso, los demás empleados se iban y él puso una cara de descontento por tener que quedarse con el último contribuyente del turno mañana, Don Jaime.
R: Buenos días, buenas tardes ya.
En que le puedo ayudar.
J: Me ha llegado esta notificación, se trata de un error.
El vehículo no estuvo en esa zona en ese día, se lo aseguro.
Debe ser un error al momento de consignar la placa.
Revíselo, por favor.
Raúl, reconoció inmediatamente la placa, la combi.
Pensó que ya había solucionado el tema de la multa, pero aparecía nuevamente, ahora con fecha distinta.
Incluso por un momento observó al señor Jaime, recordando que tan solo un día anterior había follado muy riquísimo a su mujer, la culpable del problema original.
Entonces, se percató de la real situación.
R: Señor, la combi sí estuvo en el lugar y a esa hora.
Este documento es una foto-papeleta.
Quien conducía su vehículo no quiso atender a los inspectores, y posiblemente algún otro inspector le tomó la fotografía, reconociendo la placa y aplicando la multa.
J: Señor inspector.
Le estoy diciendo que es imposible, porque yo soy el dueño del vehículo y estuve de viaje.
Mi combi estuvo toda la semana en mi cochera.
R: Le diré algo señor Raúl.
Voy a pensar que quien manejaba el lunes la cámara se confundió de tomar la foto al vehículo indicado, pero para eso tendría que iniciar una queja formal contra ese inspector en particular, y es un proceso bien largo y tedioso.
Yo le cuento otro pequeño problema que tiene su vehículo, y me gustaría ayudarlo.
Observe la pantalla, aún tiene un registro que no está concluso.
J: Pero si ese proceso lo concluí hace años.
No puede ser tanta incompetencia de esta municipalidad.
R: Señor Jaime, me gustaría ayudarle directamente.
Depende de usted, si quiere iniciar un proceso de reclamo o solucionamos esto, borrando algunos registros, rápidamente, pero espero usted pueda comprender, es un riesgo para mí.
J: Bueno ¿cómo podemos hacer eso?
R: Aquí no, que le parece si nos vemos afuera, pero en la noche, fuera de horario.
Lo podemos conversar bonito.
Y solucionamos estos dos problemas que tiene, lo más rápido posible.
J: ¿Dónde sería?
R: Mire, por las noches estoy entrenando en el parque zonal con unos amigos.
Vaya a verme por ahí, a eso de las 9:00 pm o 9:30 pm y conversamos bonito.
J: Ya, está bien.
Si usted me promete que es más efectivo y rápido; porque yo sé cómo son de tediosos esos trámites aquí.
Quedamos así señor inspector.
R: Dígame Raúl, por favor.
Lo veo en la noche señor Jaime.
De alguna forma, a pesar de su modesto salario, Raúl sentía que tenía la situación a su favor.
Ya había gozado con Graziela, pero ahora veía la necesidad de su esposo, y sentía que podía sacar mayor provecho, aún.
Después de todo: favor con favor se paga.
Llegó la noche, y Don Jaime fue al parque zonal a las 9:15 pm, habían varias canchas en funcionamiento.
Empezó a buscar a Raúl entre la multitud de jugadores o en las pequeñas tribunas.
Y finalmente lo encontró jugando futbol en una cancha de grass artificial.
Así que se ubicó en una parte de la tribuna, alejado del resto de grupos de personas que iban a hacer deporte, obviamente.
Ese tiempo le sirvió para distraerse un poco; recordó que un amigo, ex compañero de colegio le había pedido, semanas atrás, inscribirse a su grupo de promoción ya que su colegio estaba de aniversario esa semana, y habrían actividades de confraternidad.
En fin, el partido de futbol terminó y Raúl rápidamente lo reconoció, haciéndole un gesto que lo espere ahí mismo para conversar al rato.
Pasaron los minutos, los amigos se despidieron, y entraba otro grupo de jugadores a utilizar la cancha, quedando solo Raúl y Jaime conversando en la tribuna.
Raúl estaba todo sudado, pero denotaba una figura atlética espectacular, le causaba algo de envidia a Jaime, pero él estaba más preocupado en su problema.
Aun así, Raúl se mostró como siempre muy amable y cordial, más de lo común.
R: Disculpe que me haya demorado Señor Jaime.
J: No te preocupes.
¿Siempre juegan aquí?
R: No siempre, solo este par de semanas, porque nuestro colegio está de aniversario y los muchachos de nuestra promoción se pusieron las pilas para juntarnos, y hacer un buen campeonato.
J: ¿Ah sí? ¿Cuál es tu colegio? ¿No me digas que es el colegio Manuel Pardo?
R: Si, claro.
Este domingo es el día central.
¿Usted también ha estudiado allí?
J: Si, claro.
Jajaja… que coincidencia.
Yo rara vez voy a esas actividades pero este año me está insistiendo un amigo para ir.
R: Pues vaya, con confianza.
No solo es deporte, hay actividades, hay parrilladas, polladas, sorteos.
Es muy movido el ambiente en el colegio después que lo remodelaron, las instalaciones están muy bonitas.
J: ¡Carambas! Yo no estaba enterado de todo eso.
De repente me animo a ir con mi esposa e hija.
R: Uhmmm claro.
Lo va a pasar muy bien.
Bueno, el tema central, le informo Señor Jaime que ya solucioné hoy mismo en sistema su problemita de la multa, y del registro de su vehículo.
Ahora ya aparece como particular, no hay ningún problema.
J: ¿Así de simple? ¡Caray Raúl! Que peso me quitas de encima.
Bueno y ¿cuánto me costará esta ayudita?
R: No se preocupe señor Jaime.
Somos pardistas ambos, jajaja y usted me ha caído muy bien.
J: Dime Don Jaime, todo mundo me llama así, jeje.
Pero no puedo irme sin darte nada, después de las molestias que te has tomado en tu trabajo.
R: Déjelo ahí nomás.
Guarde su billetera Don Jaime.
Mejor prométame algo.
Que va a ir al colegio este domingo, vaya con su familia a divertirse.
De repente nos cruzamos por ahí y nos tomamos un par de cervezas.
J: Suena excelente, Raúl.
Me convenciste, pero a mí me dejas mandar las chelas ¿vale?
R: ¡Excelente! Vamos por ahí, lo acompaño a la salida.
Fue una extraña reunión de tráfico de influencias y corrupción de funcionarios municipales, realmente; pero fue el inicio de una amistad entre dos personas tan distintas, pero que encontrarían algo en común, y eso lo descubrirían el día del aniversario del colegio Manuel Pardo.
Día del Aniversario del Colegio:
El día domingo a las 10:00 am, Don Jaime se apareció en su ex colegio junto a su hermosa esposa Graziela y su linda hija Keyla.
Ambas atraían miradas, lo que lo hacía sentir importante y orgulloso.
Ambas vestían faldas que apenas les tapaba las rodillas, blusas ligeras, la madre llevaba un sombrero de copa ancha, y la hija una gorra deportiva, perfectas para el día soleado.
Obviamente Don Jaime estaba con ropa deportiva, listo para el futbol.
A última hora, esa semana pudo contactarse con su ex compañero y tener todo lo necesario para asistir: tarjetas, uniformes deportivos, pases de invitación, etc.
No tardó mucho en encontrarse con algunos ex compañeros de aula de colegio, algunos estaban con sus familias, quienes se presentaron socialmente, como es común.
Todo era algarabía, risas, bromas, fuerte música bailable; en fin, el ambiente realmente era muy festivo.
Las mujeres optaron por dar un recorrido por las instalaciones, y comprar refrescos.
Después de todo, les daba curiosidad conocer como era el colegio donde había estudiado el hombre de la casa.
Pasaron las horas, Jaime jugó unos minutos junto a sus ex compañeros, ya que su físico no estaba muy en forma, y le costaba mucho adaptarse al ritmo de los demás jugadores.
Muy a pesar que muchos de ellos rondaban la misma edad que él ya que el campeonato estaba dividido en categorías: Junior, Senior y Master, para no mezclar a todas las promociones de tal manera que no se enfrenten los más jóvenes egresados con los más antiguos, jeje.
Era ya el medio día, y Don Jaime estaba dispuesto a irse con su familia.
Un poco triste porque pensó encontrarse con su amigo Raúl, y se moría de ganas de presentarlo a su esposa.
Recogieron sus 3 parrilladas para retirarse del colegio y al girar el último corredor hacia la puerta principal, ambos vieron a Raúl quien recién llegaba al colegio.
Jaime se alegró de ver a su nuevo amigo, mientras que Graziela, estupefacta, se puso más blanca de lo que ya es.
Raúl por su cuenta, solo mostraba su risa picara y coqueta que lo caracterizaba; aproximándose más a Jaime, lo saludó dándole un fuerte abrazo.
R: ¡Don Jaime! ¡Se animó a venir!
J: Raúl.
Yo pensé que ya no venías.
Te estuve buscando, amigo.
Te presento a mi esposa, Graziela.
R: Mucho gusto Graziela.
Perdón, quise decir Señora Graziela, disculpe el exceso de confianza (esbozándole una ligera y coqueta sonrisa solo a ella)
G: Si.
Graziela (dijo ella, tan notablemente nerviosa, su esposo se incomodó al notar su nerviosismo, hasta su hija se percató de ello)
K: Yo soy Keyla (presentándose a ella misma, ya que sus padres estaban en la luna.
Era una niña muy despierta, vivaz e inteligente)
R: Hola Keyla, que exótico nombre.
Pero ¿Qué pasa? ¿Acaso ya se iban? Ya recogieron sus parrilladas, pero al menos quédense a comerlo aquí, o ¿les parece muy incómodo?
J: No, para nada, amigo.
Además, recuerda que te prometí un par de cervezas, jajaja.
R: Excelente, pero ya me toca jugar, ya estaban los horarios definidos, por eso llegué recién.
¿Qué dicen? ¿Se quedan un rato más?
R: ¡Claro! ¿verdad mujer?
G: Si, supongo.
R: Listo, allá nos vemos más tarde.
Raúl entró corriendo rápidamente hacia el área deportiva del colegio, también vestía un uniforme deportivo.
Acaso eran ideas solo de Graziela, o también de Jaime, pero el short que vestía Raúl le marcaba firmemente las nalgas, tanto que hasta parecía que la tela se le metía por la raja del culo cuando corría.
Lo que le causó algo de placer y morbo a ambos.
J: ¿Estás bien? ¿Qué te pasa?
G: Todo bien, vamos a buscar un lugar donde sentarnos para comer las parrilladas antes que se enfríen.
J: En las graderías de las canchas hay bastante espacio, si no te molesta caminar, además que allí hay sombra.
K: Si, ya vamos que tengo hambre mami.
Mientras degustaban la sabrosa carne los tres miembros de la familia, y por la hora, ya casi todos los ex estudiantes del colegio terminaban de jugar, las familias se dispersaban.
Graziela empezaba ver a su alrededor mucho más hombres que mujeres, algunos tomando mucha cerveza y todos sudados, algunos apenas en short deportivo, otros que solo se acomodaban a un costado de la tribuna, entre los amigos, para quitarse todo, quedarse en truza y ponerse otro short.
Esto ponía un poco acalorada a Graziela, se estaba excitando de ver tantos hombres, algunos maduros, otros más jóvenes, mostrando sus cuerpos.
Mientras que Jaime, quien degustaba su plato, no podía dejar de ver a Raúl, quien tenía la costumbre de secarse el sudor de la frente con su camiseta, dejando entre ver a cada momento su abdomen perfecto, su color de piel canela exquisita.
Era una sensación rara, él no se consideraba gay, e incluso no sentía ningún tipo de atracción por los hombres, recordemos que estuvo casado ya 2 veces y con hijos, pero había algo en Raúl que a él le agradaba, pero no por él o para él, ciertamente.
Tal vez una tonta admiración por la perfección de su cuerpo y juventud.
También notaba que su esposa miraba a Raúl, y que ella estaba nerviosa y acalorada, muy sacada de onda.
Es una situación extraña, era la primera vez que le pasaba algo así.
Una vez terminado el juego, Raúl se acercó amablemente a saludarlos, se excusó de estar todo sudado, pero estaba contento de haber ganado su partido de futbol.
Conversaron un poco, y por supuesto Jaime invitó las cervezas para conversar un poco más, pero fue Raúl quien fue a traerlas, más al regresar lo hizo sin su camiseta puesta.
R: Discúlpenme, no aguantaba el calor.
Ufff…
J: No te preocupes, jaja.
Yo también lo haría pero vayan a pensar que salió la banda de música con el tambor adelante, jajaja (todos rieron, incluida Keyla cuando su papá subió su camiseta y daba golpecitos a su barriga)
Conversaron de varios temas ligados al colegio.
Cuando había oportunidad de que Graziela intervenga en la conversación, lo hacía de manera cortante.
Aunque le gustaba apreciar a Raúl, y su cuerpo de campeonato, estaba nerviosa por sentirse expuesta al saber que su esposo y su amante eran amigos.
Mas no quería indagar en el momento, qué tan buenos amigos eran.
En total fueron 6 cervezas que tomaron entre los 2, un par de veces Graziela brindó con ellos, apurada por el calor, pero definitivamente en quien había causado más efecto había sido en Don Jaime, que al final resultó ser el más alegre en esa pequeña reunión.
Se despidieron y ya en casa, Jaime pidió comprar un par de cervezas más, para disfrutar en la cocina, quedando solo en truza, junto a su bella mujer, mientras que su hija iba a ver televisión a su cuarto.
Jaime estaba excitado, sentaba a su mujer en sus piernas, encima de su bulto, mientras seguía tomando cerveza directo del pico de la botella.
Su mujer poco a poco cedía a esas caricias y manoseos ricos.
Él le subía la falda, y le metía la mano a su concha, por encima del calzón, mientras que allá arriba amasaba sus enormes senos, los besuqueaba.
Pudo jalarle un tirante de la blusa, y hacer a un lado el sostén para lamerle el rico pezón de su teta derecha.
El olor a alcohol de su marido, la tenía adormecida, así como su excitación, pero en un sobresalto, ella reaccionó.
G: No, Jaime puede venir la niña.
Ya estas borrachito.
Vamos, date un baño, te echas en la cama y descansas un poquito ¿Está bien mi amor? (dándole un beso piquito y alejándose de la escena)
J: ¿Crees que no me di cuenta? (Jaime cambió la expresión en su rostro, se puso serio, mientras su esposa volteaba a verlo)
G: ¿De qué hablas?
J: Ya sabes de qué hablo.
De cómo te pusiste nerviosa con Raúl.
¿Tanto te gustó el muchacho? (colocándose de pie y aproximándose a ella, arrinconándola a los reposteros de la cocina)
G: ¡Tú estás loco! ¿Cómo se te ocurre? Estoy casada contigo.
¿Cómo crees que voy a estar fijándome en otros hombres?
J: No seas cínica.
Prácticamente se te caía el calzón cuando él te miraba y te hablaba (dándole una ligera bofetada)
G: No, Jaime.
¿Qué estás hablando? Ya estás borracho (recibiendo otra pequeña bofetada)
J: Dime la verdad.
¿Te gustaba mirarle el bultazo que se maneja ese pendejo entre las piernas? ¿Crees que no me di cuenta? ¿Uhmmm? ¿Tan arrecha te puso Raúl? (ahora si besándola, mordiendo sus labios suavemente y dándole un par de cachetadas, esta vez más intensas que las anteriores, para inmediatamente bajar su mano, subirle la falda y hacer a un lado el calzón de su esposa, y sobar esa rica y peluda concha.
G: ¡Ah! Jaime.
¡Basta! Uhmmm… Por favor.
J: Ufff mira, estas toda mojadita y caliente.
Tú nunca te pones así por mí.
Eres una perra arrecha, mujer (un fuerte cachetadón, el más fuerte de todos, cuando de repente, ambos se dan cuenta de la presencia de su hija en el ingreso de la cocina.
Vio lo suficiente para darse cuenta de la situación: su mamá arrinconada, toda despeinada, la blusa a medio caer, su papa en truza dejando notar una terrible erección, quien a su vez desvió la mirada para no ver a los ojos de su hija).
K: ¿Papi? ¿Le estas pegando a mi mamá?
G: No hijita, solo estamos jugando.
Vamos, te acompaño a ver la televisión, Tu papá ya tiene que meterse a la ducha ¿verdad, amor?
Don Jaime no dijo nada, y solo se metió al baño sin decir una sola palabra.
Estando bajo la ducha, aun vistiendo su truza, se ponía a pensar en lo que había acabado de pasar con su esposa.
Estaba excitado, confundido, frustrado.
Trataba de enfocarse en la ducha y que se le pasen los mareos de la borrachera, pero de pronto empezó a imaginar a su mujer en la ducha totalmente desnuda contorneándose como solo ella sabría hacer con ese cuerpazo; increíblemente, en su alucinación vio a Raúl que abría las puertas transparentes y corredizas de la ducha, y entraba para empezar a chupar las tetas ricas de su esposa.
Y ésta, quitándole el short deportivo, para luego ofrecerle la concha peluda y riquísima que tenía.
Todo lo estaba imaginando muy vívidamente, solo le bastó bajarse la truza hasta los muslos para pajearse de lo más lindo.
En su alucinación, veía claramente como estando de pie Raúl follaba a su mujer delante suyo.
Jaime solo pudo salir de esta explosiva fantasía sexual al momento de descargar su leche y manchando las mismas puertas transparentes.
Pensó inmediatamente en que nunca había botado tanto semen desde hacía mucho tiempo.
Tantas ideas pasaban por su mente, solo atinó a tomar la toalla, secarse, salir del baño e ir directamente a su habitación para caer rendido de cansancio y sueño en su amplia cama.
Ya en la noche, despertó al sentir la compañía de su mujer en la cama.
La borrachera ya se le había pasado, así que pensó que tenía que decirle algo a ella.
Disculparse era lo más adecuado en ese momento; él se creía el único culpable de sentirse así tan frustrado sexualmente a pesar de estar casado con una mujer tan hermosa y caliente como la que tenía al lado; pero así es la rutina, la vida de casados no es una luna de miel constante.
J: Amor ¿ya estás dormida?
G: Estoy tratando.
¿Todo bien, amor?
J: Discúlpame por ponerme así en la tarde.
Te prometo que no volverá a pasar.
G: Prométeme que no vas a volver a desconfiar de mí.
Tú eres mi esposo, mi hombre.
J: Vamos, Graziela.
Tú sabes que en la cama no estoy cumpliéndote como sé que lo mereces.
Eres una mujer hermosa, joven y ardiente; y siento que no te satisfago como lo hacía antes.
Lo presiento así y eso me pone furioso.
G: No te desesperes.
Yo siento que cuando hacemos el amor, terminas complacido, me consta.
Y quédate tranquilo, porque yo también soy complacida por ti.
Buenas noches.
Ya es tarde, y mañana hay colegio.
Como siempre, en esas conversaciones, para ella todo estaba bien menos para él.
Nunca se iba conforme con las respuestas falsas de su mujer, así que decidió salir a la cocina a tomar agua helada, y prendió el televisor de la sala para distraerse un poco.
Vio su celular tirado en el mueble, y lo primero que salió al revisarlo fue la aplicación de la lista de contactos (claro, toda la mañana estuvo agregando a sus ex compañeros y otros nuevos amigos).
Por ahí apareció el nombre de “Raúl Inspector”.
Así que se le ocurrió llamarlo.
Eran las 11:30 pm.
R: ¿Buenas noches?
J: Hola Raúl, te habla Jaime.
R: Hola Don Jaime, que sorpresa.
J: Si, disculpa por llamarte tan tarde.
Ya estarás durmiendo.
R: No, para nada, aunque mañana tengo trabajo tempranito, siempre suelo dormirme a la media noche o más.
Siempre estoy con el celular, conversando con la gente.
¿Y usted? ¿Esta con insomnio? Jeje.
J: Un poco, mañana no tengo que levantarme tan temprano.
En realidad te llamaba por otro asunto.
Quería pedirte disculpas por el comportamiento de mi esposa esta mañana en el colegio.
R: ¿Cómo así? ¿No entiendo? Tuvimos una mañana muy amena, creo.
J: Sé que intentas ser amable conmigo, Raúl.
Pero ambos nos dimos cuenta que mi mujer no se sentía en buena compañía contigo, y la verdad, no sé por qué.
Te pido mil disculpas, me siento avergonzado.
R: No se preocupe Don Jaime, pero no le eche la culpa a ella, De repente yo hice algo mal, o dije algo malo que le molestó a ella.
A veces puedo ser muy confianzudo, ya me lo han dicho, así que al contrario, discúlpeme usted.
J: No digas tonterías, amigo.
Ella no debió portarse así, incluso esta tarde tuvimos una pequeña discusión al respecto.
R: ¿Ah sí? ¿Ella le ha dicho algo sobre mí?
J: No, nada amigo, son cosas de nosotros.
De pareja.
R: Bueno, pero nosotros somos amigos, ahora.
Téngame toda la confianza del mundo, de repente puedo ayudarle en algo.
J: No podría, amigo Raúl.
Es muy embarazoso.
R: Dígame, por algo me ha llamado a estas horas.
J: Bueno, Raúl, tu eres un muchacho joven, guapo.
Seguramente tienes muchas mujeres detrás de ti, aparte de que, a tu edad, estarás con las hormonas a mil por hora.
R: Ah bueno, eso sí, aquí en confianza le cuento que yo me excito con mucha facilidad, más aun si veo una linda mujer en la calle, en el trabajo, usted sabe.
J: Sí, eso mismo estaba imaginando, que eres un muchacho muy caliente con las mujeres.
Ehmmm… Caray, no sé cómo preguntar esto.
R: Solo haga la pregunta, Don Jaime.
Ya me tiene muy curioso.
¿Hay algún problema?
J: Hoy que conociste a mi esposa, a pesar de su comportamiento ¿qué tal te pareció ella? ¿Te agradó? Qué vergüenza preguntar esto.
R: ¿Quiere que sea honesto con usted, Don Jaime?
J: Si, por favor.
Totalmente.
R: Su esposa es una hembra muy rica.
J: ¿Si? ¿Tú crees? ¿Por qué lo dices?
R: Usted sabe porque lo digo.
Por muchas cosas, muchos atributos físicos, pero además usted me conoce que soy de piel morocha, imagínese como seria follar con una mujer de piel blanca, rica, tetona y culona como su mujer.
J: ¡Oh Dios! ¿Te pondrías como un toro, follando a mi esposa?
R: ¡Oh sí! ¡Le daría durísimo! Imagino que debe tener una concha peludita y bien rica que me aguante todita esta mazorca que tengo en mi mano en estos momentos.
J: Yo también estoy masturbándome, estoy desnudo en mi sala, conversando contigo.
No puedo creerlo.
R: Se me sale la leche, maestro.
Ahí le va, a nombre de Graziela.
Ahhhh… ¡¡¡Ufff que rico!!!
J: Ah pendejo, también me has hecho venir.
Te dejo, y disculpa por llamarte.
R: Al contrario, cuando usted guste.
Téngame toda la confianza del mundo, Don Jaime.
Buenas noches, que descanse.
Continuará…
Atte DON PATO
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