INSPECTOR DE TRÁNSITO 3
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por ProfeRicardo.
Segunda Semana:
Don Jaime tomó por costumbre llamar las siguientes noches de la semana entrante a Raúl.
Le había encantado este nuevo juego de fantasear con su esposa, aunque en el fondo él supiera que serían situaciones imposibles que sucedan, lo que hacían esas sesiones telefónicas más angustiantes y explosivas.
Cada vez, el intercambio de ideas eróticas era más fuerte y prohibida.
El lenguaje se hacía más vulgar y confiado.
A Jaime le estremecía la idea de ver a su mujer chupándole la verga a Raúl, quien en una posición más dominante, ya imaginaba como follaba hasta por el culo a su esposa, pero que le daría más morbo hacerlo delante de él.
Y por supuesto la tan cliché doble penetración que toda mujer ardiente necesita cuando está sumida en la más aburrida y monótona vida sexual.
Raúl no tardo en proponer a su nuevo y maduro amigo pasar de la fantasía a la realidad.
Por supuesto, esta proposición llenó de nervios a Jaime, pero también lo ponía caliente, incluso cuando no estaban al teléfono; la idea le rondaba la cabeza de día y de noche, en la casa o en la calle.
Llegó el día viernes, y Jaime sorprendió a Raúl, llamándolo mucho más temprano de lo habitual.
R: Aló, Don Jaime.
Que sorpresa que me llame tan temprano, apenas son las 7:00 pm.
J: Si, lo sé, Raúl.
Te estoy llamando desde la agencia.
Estoy viajando a Lima, mañana es cumpleaños de un primo que reside por allá, y quiero aprovechar, además, para hacer unos cobros a otras personas.
Regreso el lunes.
R: Ah ok, no hay problema.
J: Sabes, Raúl, estuve pensando en todo lo que hemos hablado durante la semana.
Y seguramente me van a dar ganas de hablarte más tarde, pero ya sabes que la señal se va en el bus.
R: Piénselo, Don Jaime.
Lo riquísimo que lo podemos pasar con esa hembra que debe estar fogosa y caliente por más verga.
Admítalo, a su mujer le hace falta que le metan harto palo caliente por esa rica concha.
Eso sí, ya le dije mi gran deseo y fantasía que tengo con su mujer ¿Recuerda?
J: Creo que sí, pero quiero escucharlo otra vez antes de subir al bus.
R: Quiero ser yo el primero en follarle el culo virginal de la perra arrecha de tu esposa.
J: Ufff… Basta.
No sigas.
Volvemos a conversar el lunes ¿te parece?
R: Claro, Don Jaime, que tenga un bonito viaje y un lindo fin de semana.
Tan solo una hora después, Raúl recibiría una llamada inesperada, pero que le alegraría ese fin de semana.
R: ¿Aló?
G: Hola Raúl, te habla Graziela.
¿Me recuerdas?
R: Jaja… Graziela.
Pensé que ya te habías olvidado de mí.
G: No.
Bueno, intenté hacerlo pero cuando te apareciste el domingo casi me da un infarto.
¿De dónde conoces a mi esposo?
R: Eso ya no tiene importancia, amor.
Te extraño.
¿No tendrás un tiempo para mí? Estoy con los porongos llenos de leche, otra vez.
G: Jaja, eres un loco.
Bueno ¿mañana podrías venir en la tarde? Voy a llevar a mi hija a su taller de danzas y tendré la casa para nosotros por un par de horas.
R: Claro, mi reina.
¿A qué hora voy?
G: A las 4:00 pm, exactamente, te quiero aquí bien bañadito, jajaja.
R: Muy bien, hasta mañana.
Te mando un beso y harta lengua en esas ricas tetas.
G: Jajaja, chao.
No crean que fue fácil para Graziela coger el teléfono y buscar a Raúl.
Toda la semana estuvo batallando en su mente por controlar sus deseos y fantasías sexuales con cualquier hombre que no fuera su marido.
Aparentemente su esposo no se había enterado de su infidelidad, a pesar de su amistad con Raúl.
Eso la tranquilizaba pero a su vez le provocaba un morbo especial, se sentía maliciosa.
Y a eso hay que sumarle una larga y aburrida semana en la que se sintió más abandonada que nunca en la cama.
No entendía porque su marido, al parecer, no quería nada con ella, y escapaba de su cama por las noches para irse a ver televisión a la sala.
Incluso por las mañanas ella notaba el piso manchado, pero ya no quiso darle más importancia a esa situación.
La vida sexual con su marido estaba inevitablemente rota.
Ella no se quedaría con los brazos cruzados; apenas su marido le dijo que saldría de viaje ese viernes, y su hija le informara de su taller de danzas el sábado, ella no quiso pensarlo más, y espero el momento para comunicarse con su amante.
Fin de semana
Exactamente a las 4:00 pm del día sábado, Raúl tocó el timbre de la casa de Graziela, quien demoró un poco en abrir y dejarle entrar, pero escondida detrás de la puerta.
La muy caliente mujer apenas había terminado de darse un duchazo y estaba toda envuelta en una toalla blanca.
Raúl cerró la puerta e inmediatamente la cogió entre sus brazos y la besó apasionadamente.
Mientras Graziela agarraba el bulto de su amante, este le daba unas lamidas riquísimas a sus pezones, a sus tetas, dándole pequeños mordisquillos.
Ella, con mucha habilidad pudo sacarle la verga entre el cierre del pantalón, y se arrodillo rápidamente para mamar esa vergaza morena y gorda del joven amante.
R: Ahhh… Como te gusta mamar pinga ¿verdad? (jaloneándole los cabellos húmedos)
G: Glppp… Glppp… Uhmmm sí, mi amor.
(Chupando y buscando con la mirada los ojos libidinosos de Raúl)
R: Ven aquí nomas, puta arrecha.
(Poniéndola de pie y levantándola de la cintura, para cargarla y chuparle las tetas, y caminar con ella encima dirigiéndose al mueble de la sala y descargarla boca arriba, para proceder a follar esa concha peluda)
G: Ahhhhhh… Asiii, mi rey.
Así, dame duro, la quiero toda.
¡Ufff!
R: Así, te encanta ¿verdad? ¡Vamos! (y la volvió a cargar, esta vez con su verga bien ensartada en la concha de Graziela, empezó a caminar, dirigiéndose al pasillo, y empujando un par de puertas antes de dar con la puerta de la habitación principal de la casa)
Ya en la habitación, en la cama matrimonial, Raúl se terminó de desvestir y le dio una tremenda follada a Graziela, que gozaba con cada embestida que su macho de turno le daba en cada pose que a él se le ocurriera.
En un momento en que estaban de pose de perrito, Raúl le escupía las nalgas, y masajeaba con su dedos el ano de ella, pero a ella parecía incomodarle; se quejaba de que su marido podría notar algo, ya que nunca la habían penetrado analmente, ni él ni nadie más.
Esa noticia exacerbó los ánimos de Raúl que inmediatamente exigió ser el primero en hacerlo pero su negativa fue rotunda, apenas pudo dedearla analmente un poco, descargando finalmente su leche en la cara hermosa de esa ama de casa.
Se despidieron con un simple beso y la promesa de volver a hacerlo cuando exista la mínima chance.
Fue el domingo que Raúl sorprendió a Jaime con una llamada sorpresiva, pidiéndole y exigiéndole que ya era hora de compartir a su esposa (total cinismo del joven).
J: ¡Aló! Raúl, que sorpresa muchacho.
R: Don Jaime, no aguanto.
J: ¿Qué pasa amigo? ¿Todo bien?
R: Quiero poseer a su esposa.
La pienso todo el día, sus curvas, su piel.
Ando todo el día con la verga durísima pensando en ella.
Le soy sincero.
J: Raúl, estoy con familiares al lado, no puedo hablar mucho (bajando el tono de voz)
R: Entonces dígame que si acepta, mañana mismo que usted llega a Chiclayo lo podemos hacer.
Conozco un hotel cómodo y discreto.
J: Ehmmm, no te entiendo amigo.
¿De qué hablas?
R: Mañana, llévela a pasear, a tomar algo, qué sé yo, luego la lleva al hotel Arizona que está ubicado por la salida a Pimentel, ahí voy a estar yo en otra habitación, y esperando que me mande mensaje para ir a su cuarto, de sorpresa.
J: Vaya, lo tienes todo planificado, pero tendría que conversarlo primero ¿no te parece?
R: Bueno, si usted piensa que yo me conformo con simples llamadas telefónicas, usted se equivoca.
Seré claro con usted Don Jaime.
Mañana, el culo de su esposita tiene que ser mío, sino se acaba nuestra amistad.
Lo estaré esperando desde las 10:00 pm en el Arizona.
Adiós.
J: Pero Raúl, yo…
Tercera Semana: El desenlace
Eran las 10:15 pm.
Raúl miraba televisión cómodamente recostado en una cama de alguna habitación del hotel Arizona, cuando de repente suena su celular; era un mensaje de “Don Jaime” que decía textualmente: <Ya estamos aquí, hab-305>.
Inmediatamente el joven se acomodó la ropa y salió sigiloso por los pasillos del hotel buscando la habitación indicada; cuando la encontró, abrió despacio para sorpresa de la pareja de esposos, en especial, de Graziela.
G: ¿Raúl? ¿Qué haces aquí? (observando despavorida a su amante, para luego mirar a su marido con desconcierto.
Ella pensó lo peor)
R: Tranquila, Graziela.
La vamos a pasar de lo más lindo.
¿No es cierto, Don Jaime? (acercándose lentamente hacia la estática mujer y quedando de pie frente a ella)
J: Si, querida.
Hay que intentar algo nuevo, te lo suplico (era Don Jaime desde el otro lado de la cama, quien le suplicaba a su esposa para hacer algo nuevo, sin saber, cual cornudo él, que su esposa ya había follado un par de veces con ese macho que sabía actuar muy bien su inocente calentura sexual)
El silencio se apoderó del cuarto de hotel, y fue Raúl quien volvió a irrumpir con sus palabras.
R: Bueno Don Jaime, parece que su esposa no se decide, está muy tímida.
En realidad, depende de usted, quien me invitó.
Jaime, se aproximó a ellos dos, se inclinó y no lo pensó más; fue él mismo quien le desabrochó la correa a Raúl, desabotonó su pantalón y lentamente bajó el pantalón junto al bóxer para ver por primera vez la verga morena, gorda y dura de aquel joven.
La contempló por un par de segundos.
Estaba tan excitado que la cogió con su mano derecha, para luego mirar a su mujer, rogándole una vez más con la mirada que haga lo que tenía que hacer para empezar esta nueva aventura sexual para ambos.
Con su mano izquierda jaló de la nuca de su mujer y le dio un beso muy húmedo e intenso, y luego acercó la verga de su amigo Raúl a lo que Graziela no tuvo más opción que abrir la boca y aguantar esa verga hasta la garganta, y aun así no le entraba toda.
Mmmmmm… Los gemidos de los tres personajes aparecieron automáticamente.
Aunque no lo crean, era Jaime el más entusiasmado y excitado, el que más bufaba y gemía; estaba feliz y caliente de poder vivir esa nueva experiencia de ver a su propia esposa mamándole la verga a ese joven macho y caliente.
Pero faltaba aún más por suceder.
Jaime no tardó en ponerse de pie y también empezar a desvestirse para alternar su verga con la verga de Raúl en la boca de su esposa, quien ya no oponía ningún tipo de resistencia.
Es más, ahora se notaba que ella disfrutaba tanto de mamar la verga de su marido como la de su amante, y eso enloquecía de placer a Jaime.
La hembra se dejaba manosear al antojo de sus dos machos.
Ellos la desnudaron rápidamente y la besaban por todos lados, mientras que ella se desesperaba por chupar verga.
En un momento, ella estaba otra vez de rodillas mamando la verga de Raúl, y su marido también se arrodilló para chuparle las tetas, pero el juguetón de Raúl estaba desenfrenado y también rosaba esas ricas tetas con su verga, lo cual no desagradaba para nada a Jaime, aunque esa verga morena y babosa le resbale un poco en sus mejillas.
Los tres lo estaban disfrutando al máximo, incluso Graziela gozaba cuando le pellizcaban los pezones; ella aguantaba bien.
Llegó el momento de lo mejor, ya en la cama.
Era un arte ver a Raúl levantar las piernas blancas y portentosas de Graziela para lamerle esa concha peluda, pero rápidamente ensalivaba también más abajito, es decir el culo virginal de aquella ama de casa.
Ella parecía sorprenderse de su accionar y mostraba algo de incomodidad a decir de los movimientos pélvicos que hacía, mientras tanto, Jaime se daba cuenta de lo que hacía Raúl y pensó que después de todo, parecía que nadie ni nada podría impedir a ese morocho caliente follar el culo de su esposa, así que él disimulaba, y le daba de mamar verga para que ella no pusiera ningún tiempo de resistencia.
Ufff… Como empezaba a dilatar ese ano; primero un dedo, luego dos dedos, tres dedos bien ensalivados entrándole y saliéndole de ese agujero rosado.
Pasaron los minutos y ella pudo desprenderse de la verga de su marido para empezar a quejarse de desesperación y placer.
La cachonda mujer se metía los dedos en su concha húmeda; estaba que se mojaba así misma con sus propios fluidos, producto de los masajes anales que le daba Raúl.
Miraba entonces a su marido, como pidiéndole perdón por ser tan caliente y tan sumisa con otro hombre y no con él.
G: Amor, métemela tú por el culo.
J: No, mi reina.
Ya se lo prometí.
G: Pero, Jaime, él me va a romper todita.
R: Ya estas lista perra sucia.
Este culo va a ser mío.
Jaime, trae mi celular (mientras le daba vuelta a su mujer y la colocaba en pose de perra, apoyada en sus rodillas y con la cara pegada al colchón)
J: ¿Para qué? (obedeciendo a su amigo)
R: Este va a ser un lindo recuerdo (manipulando el celular y poniéndolo en modo grabación de video, volviendo a dárselo a Jaime para que este empiece a enfocar la escena)
J: Está bien (comenzando a enfocar con el celular)
R: A ver mi linda Graziela.
Grita todo lo que quieras mi reina (mientras se acomodaba encima de ella, y le daba un beso en la cabellera)
Jaime se desplazaba alrededor de la cama cuando finalmente se desataron los gritos desgarradores de su mujer, y él, apresurado enfocó desde atrás de ella.
Él quedó sorprendido de lo que estaba viendo y grabando con el celular.
La descomunal verga gorda de Raúl se había atorado en el culo blanco y rosado de su amada esposa.
De los 21 cms.
que debía medir ese tronco, calculaba que faltaba aun la mitad por entrar, pero Raúl ya empezaba a menearse, mejor dicho, por la posición, empezaba a subir y bajar, flexionando con maestría esas piernas gruesas.
Además, sus manos gruesas las descansaba en el trasero de Graziela, tratando de aliviarla un poco pero su calentura no podría calmarla, claro que no.
Cuando él empezó a hacer más presión, ella no aguantó más y se echó, dejándose de apoyar en sus rodillas tal y como la habían acomodado, logrando zafarse de su penetrador.
En un accionar más brusco, Raúl se bajó de la cama, y la jaloneó de las piernas hasta tenerla en el borde de la cama, con sus pies apoyados en el suelo, y su barriga, sus tetas y su cara pegadas al colchón.
Entonces él volvió a colocarse tras ella, usando sus piernas logró abrir lo máximo que pudo las piernas de la mujer, que esta vez ya no tenía escapatoria.
Él, entonces, dejó caer de manera profusa hartísima saliva directo al agujero anal de Graziela, para volver a acomodar el glande en la entrada y empujarle la verga, toda, absolutamente toda, de un solo golpe.
A Graziela pareció faltarle el aire al sentir su culo totalmente invadido por ese pedazo de carne, incluso pudo sentir los huevos chocándole en sus nalgas, pero pudo volver a gemir y gritar, tanto de dolor como de placer total.
Mientras tanto Jaime, parecía ver todo en cámara lenta, por un momento pensó que la situación se le había salido de las manos.
Veía el culo de Raúl moviéndose de una manera muy frenética, para luego ver como esa tremenda barra de chocolate entraba toda y salía toda del culo de su esposa, y volvía a entrarle en su totalidad, cada vez con más facilidad.
No podía creer el tremendo hoyo que se le veía a su mujer cada vez que Raúl se la sacaba para volvérsela a empujar.
Él, entonces se posicionó a un costado para grabar de perfil, y pudo ver los ojos lagrimosos de su mujer, su rostro estaba parcialmente cubierto por sus cabellos despeinados; con su mirada le pedía ayuda, algo de compasión por lo que su culo estaba soportando, aunque cada vez gritaba menos y gemía más.
Jaime, entonces entró en un pequeño conflicto interno (debía parar o debía continuar).
Él miraba a Raúl, e incluso le asustaba las muecas en el rostro torcido del joven amante, sus ojos entrecerrados, su boca muy abierta dejando caer saliva mientras con una mano jalaba de los pelos a Graziela, parecía totalmente poseído de placer y lujuria.
Entonces, Jaime se subió a la cama y sorprendiéndose a sí mismo, tomó la mano de Raúl y la retiró con fuerza, y fue él quien cogió los pelos de su esposa para proceder a darle de mamar su verga dura y caliente; todo quedando registrado en la videograbación.
Viendo la incómoda situación para recibir una buena mamada, él dejó el celular en la cama y con las dos manos la levantó un poco más de los cabellos, liberando además sus tetas que antes estaban pegadas al colchón, situación que aprovechó Raúl para amasarlas muy rico, mientras seguía follándole el culo.
J: ¡Así! Eso es lo que querías ¿verdad, puta arrecha? (le daba ligeras cachetadas en sus mejillas mientras violaba su boca casi al mismo ritmo frenético con que Raúl violaba su culo)
R: Ahhh… Que rico culote tiene su esposa Don Jaime.
Ufff… Le entró toditita.
Luego, Raúl dejó de penetrar el culo de esa hembra, indicándole a Jaime que se echara a un costado de la cama, boca arriba, con sus pies descalzos tocando el suelo.
Inmediatamente Graziela, al sentirse liberada pero adolorida, se arrastró por la cama hacia los brazos de su esposo, para abrazarlo y besarlo, pero los planes de Raúl eran otros.
Él terminó de acomodarla encima del cuerpo de su marido, Jaime entendió rápidamente así que acomodó su verga en la concha de su esposa y comenzó a penetrarla.
Ambos sintieron un placer exquisito; por la diferencia de tallas de Jaime y Graziela, él aprovechaba en lamerle las tetas, mientras su verga entraba y salía perfectamente del orificio vaginal de su mujer.
Raúl, cogió nuevamente el celular que seguía grabando, y lo acomodó en la mesita de noche en dirección hacia la pareja.
Jaime amasaba las ricas y blancas nalgas de su mujer para lograr una penetración más profunda, pero en un momento apareció Raúl, embadurnando con harta saliva su verga, y retirando bruscamente las manos de Jaime para él posar las suyas en esas tremendas nalgas y tratar de abrirlas lo máximo posible para tener una mejor visión de ese culo recientemente estrenado; y allí entró el morocho caliente y depravado.
Los alaridos de los tres eran estremecedores, sobre todo cuando Raúl pudo empujarle nuevamente sus 21 cms.
bien adentro del ano de Graziela, y a la vez Jaime tenía sus 16 cms.
de verga gruesita en la concha peluda de ella.
Era una riquísima doble penetración, y los gritos de dolor de Graziela pasaron a convertirse en unos gritos de placer incontrolable, ella sacudía su cabeza de un lado para otro, como una mujer diabólicamente poseída.
G: Siii… Oh… Siii.
Ahhh… ¡Más! ¡Más! Ahhhhhh… Me mojo, papi.
Fueron pocas palabras que dijo ella en toda la noche, pero esto fue el éxtasis, y así lo entendió Don Jaime que no pudo controlarse y terminó por llenarle la concha con su semen espeso y caliente, lanzando además más gemidos de desesperación, alaridos y gritos de victoria.
J: Uhmmmmmm… Siii… Siii.
Mi leche, todita para ti, amor… Uffffff.
Siiiiii.
No tardó Raúl en vaciar sus estanques de leche en el culo escaldado y ahora flojo de esa hembra.
R: Ohhh… Ahí te va.
Ohhh… Puta cochina, me vacié en tu culito.
Ahhh… ¡Que rico! ¡Puta madre!
Fue él, el primero en desprenderse de ella, alejándose un poco para observar la hazaña que había logrado; casi de inmediato, veía como su leche escurría desde el ano de Graziela y bajaba mojando su concha y la verga de Don Jaime que ya perdía su dureza y se encogía.
Luego enfocó a la pareja de esposos, y pudo observar que ellos se daban besos tiernos y se decían algunas palabras en voz muy bajita.
Ellos habían comprendido que ese momento marcaba el fin de una larga temporada de aburrimiento y monotonía en la cama matrimonial, para dar paso a una nueva faceta en su vida sexual.
Raúl comprendió que era mejor dejarlos a solas para que ellos disfruten de ese pequeño pero significativo momento de felicidad.
Continuará
Atte DON PATO
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