Intercambio de parejas no programado
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por marinat2x.
Hola soy Marina, tengo 29 años y soy casada, mi pelo es negro, tengo muchas pecas en mi cara, delgada y contextura normal como la gran mayoría de chicas, algunos de ustedes saben otros datos de mi persona, el día 5 de marzo de 2016 recibí la grata noticia de que al día siguiente sería visitada por un matrimonio amigo con los cuales tenemos muy buenas relaciones y compartimos muchas cosas juntos. Como quiera que nos conocemos de varios años atrás, ya que él es oriundo de la misma ciudad donde nací yo, por tal motivo me dedique toda la mañana a arreglar la casa, alistar algo de comida para la atención, cerdo cocido en panela y una pizca de sal y una astilla de canela, arroz de coco, yuca frita y ensalada de aguacate, mi esposo Juan compró algo de licor, cervezas, algunas gaseosas y pasabocas también para la atención.
Mis amigos también son jóvenes, él es alto, delgado, 38 años de edad, se llama José, mi amiga se llama Jazmín, tiene 36 años, bajita, algo gordita, piel blanca, sonrisa inmediata por tener los dientes algo adelante, unos senos talla 36 y unas caderas no muy pronunciadas. El día de la visita, domingo por cierto, el almuerzo estuvo excelente, posterior nos dedicamos a ingerir licor y platicar desde el medio día en que fue servido el almuerzo hasta algo entrada la noche, serían las diez de la noche o algo más, cuando nuestro amigo no sé si algo pasó con la comida o los pasabocas ya que dijo sentirse un poco mal, echándole la culpa al dulce mezclado con la grasa de la costilla de cerdo, o algún chicharrón de pasabocas que se había comido, en fin lo cierto es que decidimos llevarlo al cuarto de huéspedes a que descansara un poco, lo llevamos con su esposa, al rato nos turnábamos entre ella y yo para visitarlo a la alcoba para saber cómo estaba, en una oportunidad ya cerca de la media noche, mi esposo y la esposa de mi amigo se quedaron en la sala conversando y yo fui en mi turno a ver como seguía.
Primero decidí entrar a la cocina para prepararle una agua aromática para que mejorara su estómago, al entrar a la habitación lo note un poco agitado, parecía retorcerse como si dolor lo estuviera atacando, se quejaba un poco, pero al tocarle la frente noté que estaba bien y fue cuando sentí su mano agarrándome la mía, la sujetaba con firmeza pero con delicadeza a la vez, al estar yo sentada en la cama de medio lado junto a él, me deje llevar, bajé la cabeza y nuestras bocas se unieron en un rápido pero delicioso beso, cuando nos separamos me pidió disculpas por lo sucedido sin embargo, una mirada de los dos, junto a un “NO PASÓ NADA”, cambio todo y volvimos a pegarnos varias veces en una complicidad sin igual, nuestras lenguas jugueteaban, nuestras bocas se abrían y cerraban con avidez, como si nunca quisieran separarse o más bien quisieran recuperar algún tiempo perdido, en un momento en que me incorporé y mirar de reojo a lo mejor accidentalmente o instintivamente noté el gran bulto de su herramienta que se erguía forzosamente debajo del pantalón y sin pensarlo 2 veces lo apreté con fuerza con mi mano por fuera del pantalón, él se apresuró a sacarlo de su prisión como si creyera que yo se lo estaba pidiendo, pero al igual, sin hacerme la del rogar, me lo llevé a la boca y le di una chupada con ternura, afán y maestría, ello junto a la adrenalina propia de saber que a unos cuantos metros nuestras respectivas parejas estaban charlando y bailando como buenos amigos, me hizo sentir de lo más putona de la vida, después nos volvimos a besar y quedamos en vernos otro día para completar eso que había quedado iniciado y que requería ser terminado fuere como fuere.
No sé cuál sería el antídoto porque mi amigo se recuperó como por arte de magia, salimos juntos de la alcoba, pero al llegar a la sala, oh sorpresa, encontramos a mi esposo besando a la esposa de mi amigo y sólo se dieron cuenta cuando ya estábamos parados al lado de ellos, así que no pudieron negar, ni ocultar nada lo que estaban haciendo, ellos quedaron perplejos, no sabían que decir, nos explicaron que era algo había pasado sin querer y que se besaban como buenos amigos, pero que no tenían nada amoroso entre ellos, que de repente todo había nacido así por así y que nos querían a nosotros como sus respectivas parejas, que los perdonáramos, nosotros con mi amigo nos hacíamos los molestos, indignados y humillados, fue tal nuestra indignación que mi esposo rogaba que no fuéramos a hacer nada de lo cual nos arrepintiéramos luego, pedían perdón los dos y se les notaba lo más asustados.
Al rato de discutir se me ocurrió preguntarles si a ellos les gustaría que nosotros hiciéramos lo mismo, o que si los de los besos hubiésemos sido nosotros seguramente estaríamos siendo crucificados y tratados como lo peor del mundo en ese momento, se quedaron callados por un momento y de repente mi amiga dijo pues si eso contribuye a salvar mi matrimonio y que se calmen las cosas, yo permito que mi esposo la bese a usted, eso si si su marido la deja y los dos quieren hacerlo, quedamos todos fríos, pasmados con esa propuesta, nos mirábamos entre todos sin saber qué hacer o qué decir, los mirábamos a ellos como con incredulidad, de repente con una mueca de mi boca y la cara hice una seña a mi amigo y pues ni cortos ni perezosos nos encontramos en un beso profundo y apasionado en la cara de mi esposo y la esposa de mi amigo, yo pensaba que la vida era muy irónica, tan solo unos minutos antes me estaba orinando del susto por sentirme descubierta por un simple beso de infidelidad y ahora estábamos haciendo lo mismo pero con algo de una supuesta venganza que jamás tenía por qué darse.
Esa situación despertó en todos nosotros esos sentimientos lujuriosos o tal vez animalescos, les dije pues… por qué no siguen en lo que estaban haciendo ustedes?, con una mirada ellos comprendieron que también yo asentía que se besaran y en menos de lo que canta un gallo ya estábamos los cuatro besándonos en un intercambio de parejas sin el más mínimo principio de ética, resentimiento o pena por su respectivo consorte; creo que todos ardíamos en deseos de ser infieles en nuestras propias caras, el silencio reinaba por doquier, sólo la música del equipo sonaba y sonaba pero nadie parecía escucharla, mi esposo en un momento se me acercó, sin soltar a nuestra amiga a la cual tenía agarrada de una mano, me dio un beso en la cara y me susurró pacito al oído “TE AMO” yo le ofrecí mis labios en un beso fugaz y rápido, nos dedicamos cada uno a lo nuestro con la pareja del otro, es decir a disfrutar una carne nueva, una presa o trofeo que nadie parecía estar dispuesto a soltar.
Al rato estábamos todos cuatro desnudos, pero ninguno pronunciaba palabra, solo nos cruzábamos miradas pero al parecer asentíamos todo lo que estaba ocurriendo, yo por lo menos había recibido aprobación y perdón por ese momento…….
La esposa de mi amigo se sentó en el descansabrazos del sillón, mi esposo se agachó y metió de cabeza entre sus piernas, lamia su conchita con esa maestría que posee, yo me imaginaba ese coño caliente, húmedo y ávido de ser penetrado pero no acertaba a entender por cuál de esos dos machos que había ese momento en esa estancia, esa mujer se retorcía de placer y de cuando en vez aparecían las manos de mi marido tratando de alcanzar sus tetas que en ese momento se me antojó eran un poco más grandes de lo habituales y que las mías que soy talla 34, en otras oportunidades solo veía sus manos hasta su cintura o sobre sus piernas, ella gemía de placer mientras yo aún estaba de pie frente a mi amigo besándonos, mirando de reojo y con una calentura de los mil demonios, él me agarraba mis tetas, las pellizcaba, las acariciaba, las apretaba, también las besaba, las chupaba y bajaba su mano hasta mi sexo y con su dedo más largo me acariciaba y me metía la punta en mi rajita, los otros tres dedos de mi amigo parecían tratar de abrir mis labios para que el intruso se abriera paso por mi gruta caliente y ávida de ser rellenada por ese trozo de carne de mi amigo, mi esposo apenas me miraba desde esa posición de agachado como queriéndome decir que éramos unos locos o no sé qué, yo sólo pensaba, “Cómo es la vida, hace unos minutos yo esperaba la oportunidad de una infidelidad con mi amigo tras los hechos ocurridos en la alcoba, pero a los escasos minutos se estaba dando esa ocasión, pero frente a mi esposo y la mujer de mi amigo, ironías de la vida y el morbo.
Yo me aferraba al pene de mi amigo, lo apretaba, lo frotaba con ansiedad y a la vez que lo comparaba descaradamente con la verga de mi marido, parecían iguales de tamaño y grosor salvo por unas pequeñas diferencias en su cabeza, la de mi amigo tiene una piel en forma permanente cubriéndole la cabeza, es un poco más puntuda, con esa piel suavecita ya que con uno de mis dedos le acariciaba ese huequito por donde salen sus fluidos, contrario a la verga de mi marido que tiene siempre libre la cabecita ya que esa piel se recoge en su cuello, se me antojaba más gruesa y áspera esa piel y más achatada o redonda su cabecita, también es como más cabezona.
La esposa de mi amigo se levantó e hizo que mi marido se parara y se besaron largo y cariñosamente, el le besaba las tetas y mamaba con ansiedad, avaricia siempre pegado a la misma, ella le agarraba su verga, parecía toda una experta, en un momento ella miró a su esposo como interrogando por sus pensamientos, pero él hizo un gesto con sus manos como diciéndole que no había problema, con eso selló su consentimiento y aprobación de la situación que estaba rodando en la sala de mi casa, de repente como que nos sincronizamos con mi amiga, las dos nos arrodillamos y empezamos a chupar las vergas de nuestros machos ella de mi esposo y yo la del de ella, de reojo nos mirábamos con ella como apostando quién lo hacía mejor,
al rato nos paramos y mi amigo me tendió de espaldas en el sillón, se me echó encima y me empezó a bombearme con su verga por mi raja húmeda, muy caliente, pero a la vez muy ansiosa de terminar aquello que había empezado en la alcoba, seguimos besándonos, yo lo acariciaba sin parar, él sólo podía agarrarse como podía para sostener el equilibrio y martillar con su verga dentro de mi raja, mientras tanto mi esposo se acostó boca arriba y ella se le sentó encima metiéndosela de un solo golpe, eso la hizo gemir de dolor y placer, al ratico o no se el tiempo real que haya pasado, mi esposo hizo que ella se lo volviera a llevar a su boca, para mis adentros pensé que se le había agachado, ella se metía la totalidad de esa verga entre su boca y sus labios lamían el miembro, por los gemidos y la respiración que escuchaba de él, sabía que lo disfrutaba, ella le succionaba hasta sus testículos y más abajo, hasta ese momento ninguno de los cuatro parecíamos preocuparnos de ninguna de nuestras parejas pues sin querer habíamos consentido una infidelidad y sin reglas.
Yo atraje hacia mí a mi amigo y él me besaba en la boca, en las orejas, por donde su arrechera le permitía y jadeaba como un loco desesperado yo no sé cuánto tiempo duro aquel momento pero fue el más hermoso de mi vida, eso de oír los gemidos de la esposa de mi amigo mamando verga atendiendo a mi marido, mi marido que le gritaba que así, así, agghhhh, mi amigo bombeándome incansablemente fue fenomenal, algo que le hace erizar la piel a cualquiera, mi vagina se auto-lubricaba con una gran cantidad de jugos que emanaban a chorros aunados a los que producía la verga de mi amigo y me producían un orgasmo tras de otro, lo que me llevaba a estremecerme y retorcerme de pasión pura, como dinamita estallando dentro de mí.
Mi amiga se puso en cuatro patas arrodillada, yo la imité y quedamos hombro con hombro como atadas, sudorosas y templadas por un par de machos que estaban dando la talla en ese momento para hacernos sentir verdaderas putas y mujeres plenas de satisfacción, nos miramos de reojo y sin pensarlo atraídas como por un imán, nuestros labios se juntaron pero estaban un tanto secos por la sed, el licor o el desgaste del flujo de nuestro sexo que ahí terminó eso, o a lo mejor no nos nacía echar más leña al fuego, en esa posición mi marido fue el primero en gritar que se venía, yo le grité “rápido écheselo encima”, mi amigo le gritó “échelo por fuera”, en la espalda de mi amiga cayó la que hasta ese momento era mi leche exclusiva, mi esposo se la untó con la mano por toda la cintura y nalgas de ella, mi amiga agradecida se volteó quedando sentada en el piso y se lo empezó a mamar hasta dejarlo limpiecito, sin una sola gota de semen, cuando mi amigo gritó “me vengo” yo me senté en el piso y me volteé, mi amigo se empezó a pajear hasta que un chorro de leche caliente se estrelló en mi cara, mi pecho, tetas, otra parte cayó al piso, yo sin pensarlo, alentada a lo mejor por lo que vi hacer a mi amiga, me lo llevé a mi boca y lo chupé, tragando todo lo que pude ese fluido de mi amigo, cuando sentí que se paraba de nuevo me lo saqué y dije, no más.
Nos acomodamos nos tomamos otros tragos de whisky, llegando al acuerdo que eso jamás volvería a pasar, pero creo que en el fondo todos sabíamos que era una mentira piadosa. Nos vestimos rápidamente y cuando miré el reloj marcaban las dos de la madrugada, no me podía creer haber estado casi tres horas en una faena de sexo desenfrenado, realizando una infidelidad en la nariz de mi esposo, y lo mismo pensaba de ellos. Hoy en día seguimos siendo amigos, compartimos muchas actividades juntas, yo por mi parte trato de verme con mi amigo lo más seguido que puedo, en cuanto a mi esposo y mi amiga, sé que se hablan a diario y en por lo menos un par de oportunidad han salido escapados a tener un encuentro amoroso, pero hasta ahora no ha habido reclamo de ninguno de nosotros.
Esta historia es totalmente real, puede tener deficiencia de morbo o de pasajes incompletos y ruego disculpas por ello, son mis primeros relatos y es lo que mi mente recuerda. Cualquier comentario favor dejarlo al final o enviarlo a marinat2x@gmail.com allí trataré de contestar o complementar cualquier cosas que queráis.
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