JUEGOS PELIGROSOS
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por dulces.placeres.
JUEGOS PELIGROSOS
Hoy se es un día especial para mí, se cumplen diez años de la última vez que vi a Joaquín, la persona que alguna vez pensé que era el hombre de mi vida, por eso, al terminar de leer mi historia comprenderán que hay juegos que tal vez es mejor no jugar.
En los años noventa habíamos formado nuestra pareja y no fue fácil, el amor nos mantenía unidos porque económicamente la pasábamos mal.
A principio de siglo la situación social en Argentina fue insostenible, así que de común acuerdo vendimos por pocos pesos nuestras pertenencias y viajamos a España, a buscar nuestro futuro, parecía una paradoja del destino, años atrás mis abuelos habían venido del viejo continente corridos por la miseria, a esta tierra floreciente, y ahora, nosotros emprendíamos el camino contrario.
Fue muy duro, estábamos solos, sin nuestros afectos, en tierra desconocida, con costumbres desconocidas, con comidas desconocidas, como extrañaba mis asados de los Domingos!.
Era todo tan raro, tan diferente, no podía dejar de sentirme una extraña, una extranjera, como sapo de otro poso, el idioma, nuestro castellano era parecido pero diferente, me causaban gracias sus modismos y ellos se sorprendían con mi lenguaje, ‘coger’ era normal para ellos, cuando para mi significaba otra cosa…
Alquilábamos un pequeño departamento, en un complejo de varios pisos, lo mejor que tenía era la vista, se levantaba frente a una gran plaza, todo el sector parquizado y todas las mañanas me despertaba el trinar de los pájaros.
Al poco tiempo conoceríamos a Victoria y Mariano, ellos vivían justo en el departamento superior al nuestro, también eran argentinos y tenían las mismas necesidades que nosotros.
Las circunstancias hicieron que nos uniéramos, en grupo era más fácil, así compartíamos largas horas, Vicky y yo nos hicimos amigas, íbamos juntas a todas partes, lo mismo por el lado de Mariano y Joaquín, y se fue tejiendo una unión que crecía día a día, era común que nosotros fuéramos a comer a su departamento o ellos vinieran al nuestro.
Recuerdo que muchas noches sentíamos crujir rítmicamente su cama, cosa que nos animaba a nosotros a comenzar una rueda de sexo…
Nuestra relación se fue haciendo cada vez más íntima, cada vez más confianza, al punto que empezamos a vernos como algo más que amigos…
No sé quien lo propuso, ni recuerdo cómo llegamos a eso, solo sé que esa maldita noche terminamos cambiando de parejas…
Esa noche hacía bastante calor, subimos a su departamento, tenía un vestido floreado, con un gran escote redondo por que qué sobresalían mis grandes pechos, con un elástico bajo los mismos y después se habría suelto y holgado hacia abajo, esto disimulaba mis pocas caderas y mi cola chata, Joaquín, informal como de costumbre, con su cabello mojado y su mirada seductora.
Mariano nos atendió, lucía apuesto, con una camisa amarilla y unos jeans negros, con una barba de unos días que me hizo cosquillas cuando besó mi mejilla, estaba muy guapo.
Por último apareció ella, con un pantalón corto, que resaltaba sus anchas caderas y su cola grandota, que culo hermoso que tenía la desgraciada, y unas piernas!!! pero bueno, ella perdía arriba, sus pechos no tenían nada que hacer frente a los míos…
Cenamos, la pasamos bien, bebimos, la suave música nos puso ‘cachondos’, a un costado mi marido estaba platicando con Victoria, en voz baja y con risas cómplices, muy cerca uno del otro, en eso Mariano viene a mi lado y me ofrece una copa mientras pasa su mano tras mi espalda
La pasan bien, no? – refiriéndose a mi marido y a su esposa
Si… parece que se llevan bien…
Y nosotros? Como crees que la pasaríamos?
Sonreí y solo respondí poniendo una mano sobre su pierna…
De ahí en adelante no sé cómo sucedió, solo tengo la imagen de ambos yendo hacia la puerta y las palabras de mi esposo diciendo:
Que la pasen lindo! Nosotros haremos lo propio…
Bajamos por las escaleras, lo deseaba pero estaba nerviosa, en años mi esposo había sido el único hombre en mi cama y las cosas estaban por cambiar.
Entramos y fuimos directo a la acción, pasamos al dormitorio, Mariano notó mi nerviosismo ante la indiferencia a sus besos, ni siquiera las copas de más que tenía encima lograban soltarme, pero él supo llevarme, apagó la luz para no incomodarme, apenas el brillo de la noche entraba por la ventana, sus labios se pegaron a mi piel, sus manos se deslizaron dulcemente por mis cabellos, recorrieron con respeto mi silueta, sin groserías, tiempo al tiempo, lentamente me fui entregando, cerré mis ojos, mis manos pasaron por su nuca, por su espalda, me puse en puntas de pies para que mis labios llegaran a los suyos, nuestras lenguas se juntaron, besaba muy bien.
Pronto sentí mis pezones endurecerse bajo el vestido y mi raja humedecerse, apreté mis pechos contra el pecho de mi amante, sus manos me aferraron por la cintura levantándome en el aire hasta apoyarme contra la pared, estaba prisionera en sus brazos, la locura empezaba a invadirme…
Me llevó sobre la cama, el chirrido del piso superior se hizo presente, Mariano me dijo:
Parece que estamos en desventaja, no sabía que mi cama hacía tanto ruido…
Mi esposo se cogía a mi vecina, estaba todo dicho…
Comenzamos a rodar en la cama, sus manos ahora buscaban mi intimidad, mi húmeda entrepierna recibió sus dedos, se desnudó y en la oscuridad acaricié su verga dura y sus hermosos testículos, estaba caliente, quería que me coja, el mordisqueaba mis pechos aún sin sacarlos del vestido
Qué hermosas tetas tenes!
Cogeme, quiero que me cojas…
Saqué mi bombacha, levantando mí vestido se coló al medio, levanté mis piernas llevándolas bien atrás, para recibirlo lo más abierta posible, se metió por completo en mi interior, era raro y excitante a la vez tener dentro a otro que no fuera mi esposo, su verga me llenaba y yo me mojaba, me hacía gritar de placer, trataba de acallar mis gemidos llevando sus labios contra los míos, bufaba, en mi mente veía a mi esposo cogiéndose a mi vecina y eso enloquecía mi sexo, Mariano era un buen amante y hacía todo bien, me llevaba lentamente al clímax, realmente estaba disfrutando con ese hombre, cambiamos posiciones una y otra vez y me dejé coger en todas las formas, algunas que nunca había practicado con Joaquín, fue fabuloso…
En un momento el quedó sentado sobre la cama y yo frente a él, solo que arrodillada con mis piernas a su lado, de manera que mi concha se comía toda su verga, mis pechos a la altura de su cabeza, con mis manos me apoyé en sus hombros mientras las suyas tomaron mis glúteos, empecé a subir y a bajar lentamente llevando el ritmo, sus palabras alababan a mis pechos ahora desnudos y su boca comenzaba a saborearlos, me gustaba, iba de un lado a otro, su saliva endulzaba mis pezones que estaban duros y excitados por sus labios, lo rodeaba con mis pechos, lo asfixiaba y sentí que eso le gustaba demasiado, lo sentí ponerse más duro, más tenso, y no había cosa que hiciera sentir más mujer que hacer acabar a mi hombre dentro mío y con mis movimientos.
Me concentré en lo que hacía, el gimió de placer al sentirlo explotar en lo profundo, lo torturé porque me seguí moviendo lentamente, haciendo que su semen brotara una y otra vez en lo profundo de mi argolla, fue maravilloso, fue espléndido, Mariano temblaba y perdiendo la concentración mordía mi pezón derecho haciéndome doler…
Extenuada y caliente me tiré a un lado, con mi intimidad rebalsada, agitada y transpirada.
El no me dejó descansar, a pesar que había tenido pequeños orgasmos él siguió besando mi cuerpo, me hizo poner en cuatro patas para luego recorrer toda mi intimidad con su lengua, como una daga filosa recorrió mis nalgas, mi esfínter, mi hueco lleno de leche, siguió por mis labios, se centró en mi clítoris que estaba hinchado y caliente.
Cerré los ojos nuevamente, la cama seguía crujiendo en el cuarto superior, acaricié mis adoloridos pezones mientras su perfecta lamida se acercaba al objetivo.
Asumí que Mariano era mejor que Joaquín practicando sexo oral, sabía el momento justo para hacer cada cosa, exploté gritando, no pude contenerlo, los espasmos y contracciones involuntarias le dejaron saber que me arrancaba un enorme orgasmo…
Al acariciar a Mariano noté que su verga estaba dura nuevamente, fui por la revancha, sin decir palabra y ya desinhibida encendí la luz para que me viera, fui entre sus piernas, tomé su pija entre mis manos para hacer mi mejor trabajo, se la pelé por completo, buscando el punto justo para que su glande luciera imponente pero sin que llegara a molestarlo, llevé mi mano a sus testículos para masajearlos con dulzura, vi sus ojos posados en mi boca así que empecé a lamerlo, pasando mi lengua por su cabezota rosada, intentando que su pija estuviera interponiéndose entre mis labios y su vista, sabía cómo excitarlo, cada tanto la metía bien profundo, tratando de llegar a su base, hasta que topara en mi garganta.
Me avisó que acabaría, que tuviera cuidado, pero contrariamente a lo que hubiera hecho la mayoría de las mujeres cuando lo sentí venir empujé su pija lo más profundo que pude, empezó a disparar en lo profundo se mi garganta, su semen era amargo, abrí la boca y lo dejé chorrear por gravedad, el líquido bajó por mi lengua y labios para luego dejarlo correr por su tronco, esto pasó varias veces, así que Mariano observaba como dejaba caer uno tras otro los chorros de leche que inundaban mi boca.
Cuando terminó mientras acariciaba mi cabello y su verga recuperaba su flacidez, jugué con mi lengua y mis labios saboreando toda la leche derramada, hasta quedarnos dormidos.
Al despertarme Mariano roncaba plácidamente, desnudo en mi cama, sentí vergüenza.
Al tiempo las cosas se normalizaron y cada marido volvió a su departamento.
Sin imaginarlo, esa noche había sido el principio del fin, las cosas cambiarían, la relación no sería la misma, con Joaquín pactamos no contar las intimidades vividas, para evitar roces innecesarios, pero los fantasmas de Mariano y Victoria estaban entre nosotros para nunca más abandonarnos, comprendimos que no estábamos preparados para afrontar lo que seguiría…
Así fue Joaquín quien comenzó a contarme como quien no quiere la cosa, lo fabuloso que era el culo de nuestra vecina, de sus anchas caderas y como había disfrutado haciéndolo, cosa ‘que yo nunca hacía’, lo dejé pasar porque era verdad, yo no practicaba sexo anal porque no me parecía natural y cuál era el problema?
Pero el poco a poco al ver mi indiferencia empezó a agredirme psicológicamente con el tema, comparándome a menudo con Victoria, hasta había cambiado en la cama y persistía con llevar sus dedos a mi culo…
Lo único que consiguió fue ponerme a la defensiva y le pegué a un hombre donde más le duele, diciéndole que Mariano tenía una verga más grande que la suya y que me había hecho sentir ‘más mujer’ que él, cosa que no era cierta, porque a Joaquín lo amaba.
Todo siguió cuesta abajo, en alguna charla de hombres Mariano le había contado que me había llenado la boca con su leche y mi esposo me atacó duramente, por habérselo ocultado.
No había retorno, me besaba con asco porque decía que no podía dejar de imaginar la pija de nuestro amigo en mi boca, acaso yo no sé la seguí chupando a pesar de habérsela pasado por el culo a Victoria?
Los pequeños problemas se hicieron grandes problemas, entre nosotros y con nuestros vecinos, en el año dos mil cuatro nos separamos, me acompañó al aeropuerto y nos despedimos con un frío beso.
Volví a Argentina, el siguió en España, y si por casualidad leyera estas líneas quisiera decirle que a pesar de todo lo sigo amando…
Si eres mayor de edad puedes escribirme con título ‘JUEGOS PELIGROSOS’ a
dulces.placeres@live.com
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!