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Intercambios / Trios

La amiga y su prima

Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por jeros.
Era como de costumbre un viaje a Perú, no era el primero. Había hecho saber de mi llegada a una gran amiga. Me fue a esperar al aeropuerto, y la acompañaría a su cuarto, de una sola pieza y la cocina; aunque siempre usaba hotel y ella me visitaba, en realidad no sé las verdaderas razones pero no había reservado hotel, por tanto pasaría esa primer noche en su cuarto.

La acompañaba, para mi extrañeza, una chica joven, delgada, mirada tímida, cabello reposando sobre sus hombros, observaba y se fijaba en todos los movimientos míos, que podía percibir con disimulo y sin darle importancia. Procedí como de costumbre a saludar a mi amiga Mary, le besé, en un leve roce, los labios, mientras le rodeé el cuerpito con un brazo, en actitud muy cariñosa, pero más parecido a un abrazo familiar que libidinoso, aunque por mi parte sólo pretendiese no escandalizar, transmitiendo el vibrar de mi cuerpo.

Entonces Mary me presentó a la chica, Verónica, la saludé con un beso en la mejilla, en un gesto rápido había procedido a humedecer en profundidad los labios, el contacto con su piel suave, le produjo un respingo, que noté en el brazo que le había sujetado sutilmente, además con picardía había dejado deslizar delicadamente los labios a los alrededores de la oreja en su unión con el mentón. Mary me empezó a explicar que Verónica era su prima de provincia, estaba de paso y ella le daba hospedaje, para ahorrar gastos, que hacía un mes que celebrara sus 15, con lo que ello conlleva, así es como se fue a la capital a buscar futuro.

En taxi nos dirigimos al distrito de Los Olivos, alli estaba su cuarto, sentados en un Tico los tres atrás, apretados porque el tamaño del coche no permite holguras, se le notaba a Verónica violenta, incómoda, no sabría decir, mi muslo apretaba, más que rozar el de ella, notaba el calor de su cuerpo, como supongo ella notase el mío. Ella evitaba en todo momento la mirada directa, aunque su cabeza se apreciaba no estaba de frente mirando hacía fuera por la ventanilla lateral, sino que medio lado quería seguir con la mirada y disimuladamente, todo lo que sucedía en el interior del coche. Apretados como estábamos mi mano hizo que buscaba algo en el bolsillo, que estaba de su lado, aprovechando para tocarla con fuerza y que pareciese intencionado, Mary no sospechaba nada, y la reacción de Verónica fue permanecer inmóvil, sin inmutarse y continuar con la mirada quizás más esquiva y fija al exterior.

Una vez en el cuarto procedieron tanto Mary como Verónica, a calentar la cena que previamente preparase Verónica, pues Mary me había confesado haber tenido un día muy ajetreado en el que ni siquiera tuvo tiempo a almorzar, más que una sopa ligera en la calle; mientras, yo colocaba un poco el equipaje y quitaba los zapatos y calcetines (medias en Perú), poniendo unas zapatillas amplias; aprovechando para llevar a la mesa unas botellas de sidra que tenía en la maleta. En la mesa se acomodó Verónica en la esquina, por ser el sitio menos amplio, a continuación yo y seguido Mary, en el sitio más cercano a la meseta de la cocina, fue sirviendo a todos y yo mientras abrí la primera botella de sidra, le eché un poco en un vaso, sin escanciar, para que lo probara; lo hizo rápido pues tenía hambre, ella seguía con su tarea e hice lo mismo con Verónica, que con un gesto tímido, la cabeza semiagachada me sonrió al tomar con su mano el vaso, lo bebió y al tomar el vaso de su mano, como descuido sin mirar le rocé toda la mano antes de acertar a coger (asir) el vaso, lo cual tuvo lugar cuando miré hacia ella, y pude comprobar que sólo me miraba sonriente, sabiendo que Mary estaba de espaldas a la mesa. Mary se sentó y empezamos a cenar, me percaté que se había puesto cómoda, cambiando las ropas de calle por algo más ligero, sus muslos estaban desnudos pues el short era corto y hacía calor. Hablábamos distendidamente, comíamos y bebian sidra que les gustaba, yo me retraía para dejarles a ellas que lo saborearan, ya que tenían la oportunidad Por debajo de la mesa extendía la mano y le sobaba los muslos a Mary, no se inmutaba para que no se enterase Vero. A veces sacaba el pie de las zapatillas y desnudo sin calcetines buscaba los pies de Vero, que tenía unas sandalias sin más, nuestras pieles tomaban contacto y ella no se movía ni levantaba cabeza, permaneciendo de forma sumisa.

Al cortar la carne de su plato, observé que Vero se resentía de la muñeca, hice alusión a tal circunstancia y después de explicarme como la retorciera, me ofrecí a darle un masaje con linimento, Mary hablaba con la lengua estropajosa, los efectos de la sidra se hacían notar, cuando alcanzaba sus muslos bajo la mesa ya no quedaba en la pierna, sino que por el borde del pantalón separaba con dificultad un poco su braga y llegaba a los vellos de su sexo. Si bien era consciente de la presencia de Vero e intentaba disimular, no pasaba plenamente desapercibida su excitación y su estado de receptividad; Vero se percataba sin saber con certeza de qué se trataba, pero sin duda lo intuía, y cuando Mary se delataba en sus gestos Vero me dedicaba una mirada tímida y cómplice, esbozando una leve sonrisa.

Acabamos de cenar y Vero se fue a poner el pijama para ir a la cama, quedando a solas con Mary, que estaba mareada, le metí la mano por encima del pantalón alcanzando su coño, le pasé los dedos y ya estaba húmeda, dio un pequeño suspiro, levantado como estaba, con la otra mano liberé mi pene del pantalón y se lo puse en la boca. Con una mano restregaba su vulva y la otra la alternaba entre sus pechos y la nuca, apretando su cabeza contra mí, lo que le provocaba horcajadas al sentir ocupada su boca hasta su garganta. Mary estaba bien caliente pero la tuve que dejar al oír los pasos de Vero,

Sí, al oír sus pasos, de Vero, se la saque precipitadamente de la boca, la saliva se le corrió a lo largo de los labios, instintivamente atusaba sus pechos dentro del sujetador y polo desaliñados. Colocándonos nos sorprendió Vero, que a pesar de la inocencia de obras ya tenía la picardía de pensamientos, y pretendió salir de la situación con un hasta mañana, acompañado de una sonrisa pícara. Llegó con el pijama puesto y no la dejé marchar sin recordarle el masaje con linimento, que le ofreciera.. Le indiqué a Mary que fuese al baño, se cambiase y esperase en la cama, ya que yo iría a continuación en seguida. Vero destapó la muñeca para no manchar la manga, le froté la muñeca, con cuidado y precaución de no echarlo en la mano que hurgara el sexo de Mary, para aprovechando un comentario sin importancia, le coloqué la mano en mentón, procurando que los dedos estuvieran hacia arriba para que le llegara en plenitud el olor a sexo que se había impregnado toda mi mano. Le ofrecí un poco linimento en la articulación del codo, se hizo necesario subir un poco más el pijama, le froté y le pregunté sobre si había padecido alguna luxación, ya que parecía no estar perfectamente alineado, al tiempo le mandé extender los brazos hacía delante, colocándome a sus espaldas para mirar por encima del hombro con sendas manos descansando sobre sus hombros, acerqué mi cintura a su espalda, dejé que notase como mi miembro duro presionaba su espalda y le trasmitía el calor de la excitación a través de la suave tela del pijama y del pantalón de verano. Al ponerme delante de ella reconocí que el brazo y codo estaban bien y todo podía ser debido a una mala percepción, observando como los pezones destacaban en el pijama, por estar tiesos. Ella se fue hacia la habitación, yo la seguía observando su culito que me pareció no llevaba braga, para continuar al baño a lavar los dientes, mientras ella se acomodaba en el colchón del suelo junta a la cama de Mary. De pasada vi que Mary casi dormía, encendí la tele sin voz para apagar la luz y que pudiera ver al acostarme. Ya de vuelta y como quiera que Vero estaba mirando hacia la pared, no puse en pijama y sin nada ni calzoncillos me metí rápido en la cama.

Esperando un poco, aproveché para mirar, levantando un poco la ropa, el cuerpo con camisón de Mary, la cual sin dormir estaba totalmente pasiva, efectos del cansancio y sopor de la sidra, le arremangué el camisón y su coño totalmente descubierto quedó ante mis ojos; su mano la dirigí a mi polla, la tomó y comenzó a moverla rítmicamente, despacio y con suavidad. Le saqué los brazos de los tirantes del camisón, arrugándolo todo en su cintura, así me dediqué a prodigarle sin escatimar caricias en cada centímetro de su piel. Mi deseo contenido no me permitió esperar más, me subí encima de ella, separadas sus piernas, y la penetré. Casi no me movía, entraba hasta el hondo y la sacaba muy despacio, para repetir de nuevo, notaba las paredes de su vagina abriendo paso al glande, el calor de sus entrañas; ella suspiraba y gemia, vibraba su cuerpo entre mis brazos, presionados sus pechos contra el mío. Me di cuenta que Vero con el ruido no se había dormido, se giró quedando su cara mirando a la cama, nos veía perfectamente por la claridad de la tele; a pesar de todo seguí, si acaso descubrí que me excitaba saberme observado por ella. Sentí ganas de correrme y aceleré los movimientos, Mary gemía sin pudor y sin darse cuenta seguro de la presencia su prima, esperé a percibir como se corria ella para hacerlo yo, en los momentos que Mary alcanzaba el climax, su prima incorporó un poco la cabeza, opté por echar mi semen en su vientre, ofreciendo el espectáculo a Vero, que pudo comprobar como salia de la polla y se estrellaba en su vientre.

Lo que ocurrió después es fácil de adivinar, dormimos todos, aunque una vez despertar y relajados la vida continuó, y cada cual persiguiendo lo que deseaba. Lo mio no es difícil de acertar.

2703 Lecturas/1 octubre, 2018/0 Comentarios/por sexosintabues
Etiquetas: amiga, baño, hotel, sexo, viaje
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