La fantasía realizada de mi esposa
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por juandeldiablo57.
Quiero que sepan, que mi esposa, mi güera, como yo le digo, en cuestión de sexo siempre ha sido muy tradicional, (nada de sexo anal y nada de mamadas de verga). Aunque en la cama siempre nos damos unos buenos agarrones, siento como que nos falta ese toque lascivo y morboso que le da la sal a la vida. Como la monotonía en el sexo, le da en la madre al matrimonio, una vez se me ocurrió hacer una cosa, que después por pinche hablador tuve que acceder a hacer.
Lo que les cuento a continuación, me sucedió por andar hablando a lo pendejo. Una vez que nos fuimos a coger a un hotel de paso, relativamente cercano a mi casa, debido a que teníamos visitas, (Yo actualmente vivo por el rumbo de Azcapotzalco). Recuerdo que ese día, mientras yo entraba al baño, mi mujer encendió la televisión y como de todos es sabido, siempre pasan películas cachondas, según ellos, para poner a uno cachondo.
En lo particular a mí no me gustan, porque son muy obvias, yo prefiero las películas que tengan un erotismo fino, en fin, en gustos se rompen géneros. Cuando salí del baño, estaban pasando una película, en donde un negro, con una tremenda verga, se estaba cogiendo a una güera bien sabrosa. No me llamo la atención que pasara eso, puesto que ese tipo de relaciones en el cine porno son muy comunes, creo yo, para usarlas en beneficio de la industria del cine porno, por el efecto excitante que provoca entre las personas, sobre todo entre las mujeres, una enorme verga negra, desatando sus fantasías sexuales más recónditas.
Lo que me llamo la atención, es el efecto que esa película le daba en el ánimo de mi mujer, note que con su mano se estaba sobando su rica cosita. Me senté a un lado de ella, diciéndole ¡Mira como cogen!, le pregunte, ¿te excita ver eso?, ¿te gusta como la tiene dura y gorda?, a lo que ella me contesto muy bajito, no, sin cierta vergüenza, ¡Sí!
Queriendo jugarle una broma, le volví a preguntar ¿te gustaría estar ahí?, ¿te gusta su verga toda negra?, ella se me quedo mirando toda apenada, como una mirada de lujuria, me contesto, ¿si me gustaría mucho? Al oír eso, se me paro la verga instintivamente, el solo saber que le gustaba eso, me excito muchísimo y sin más me la empecé a coger bien rico.
Mientras me la estaba cogiendo, note que ella entre gemidos de placer, no perdía detalle de lo que pasaba en la televisión, eso me excito más y la empecé a cabalgar más y más, hasta que terminamos los dos. Yo no sé, si fue por el efecto de la cogida o por lo que estaba viendo, pero ella tuvo un largo y prolongado orgasmo.
Nos recuperamos, como veía que seguían cogiendo el negro y la güera, le seguí preguntando más pendejadas ¿Que les harías a esa vergota negra? Ella me contesto toda encendida de la cara, no te enojas si te digo, le dije, que no, me dijo, pues yo me montaría en ella y la cabalgaría como una loca, me reí nervioso, le dije ¿a poco te gustaría?, si mucho, me contesto, pero yo sé que tu no me dejarías.
Al escuchar esas palabras me volví a excitar y le empecé a meter los dedos en su conchita húmeda, mojada por mi leche, pero también por sus jugos vaginales, ella de verdad estaba empapada, yo, a todo esto, estaba cada vez más excitado, por lo que, empujaba más fuerte mis dedos dentro de su vagina, mientras le repetía, imagínate que te está cogiendo el negro, ella sin dejar de gemir, ni de ver la película, repetía ¡Que grande la tiene!, ¡cómo me coge!, que dura esta.
Mientras que el negro se venía abundantemente en la cara de la vieja que se estaba cogiendo, le dije muy quedito, mira qué cantidad de leche y es toda para ti. Ella instintivamente se pasó la lengua por sus labios, como imaginado que el pinche negro, se los había soltado a ella. Yo le seguía metiendo los dedos, cada vez más fuerte, es justo decir, que mi mano estaba chorreando por los jugos de mi güera, por la tremenda excitación que le estaba dando. Después le pregunte muy quedito y fue ahí, en donde la cague, ¿te gustaría que otro hombre te inundara de semen?
Ella a punto de tener un sabroso orgasmo, gemía diciendo, ¡si me gustaría que me cogiera otro hombre!, dijo entre gemidos ¡hay madre mía!, ¡pero que sea un negro, que me coja bien rico!, esa fue las últimas palabras que dijo, antes de venirse profusamente en mi mano, quedo tendida de espaldas con las piernas abiertas, me trepe encima de ella y se la deje caer todita, nada más le di dos ensartadas y me vine como un piche loco.
Después de que se repuso, ya calmado, le pregunte ¿Te gustó?, ella me contesto que mucho entornando los ojos, no sé, si se refería a la fantasía que había tenido con el negro de la película, o por la dedeada que le acababa de dar. Después de eso nos bañamos y nos fuimos a casa.
Durante una semana estuve pensando en la fantasía que me había dicho y que yo, por andar preguntando pendejadas, provoque que me dijera. Durante esa semana, mi mujer andaba muy pensativa, por lo que decidí hablar con ella. Después de comer y al estar solos, le pregunte que le pasaba, yo ya me imaginaba que era, pero quería que fuera ella quien me lo dijera. Mi amor, me dijo, estuve pensando lo que te dije en ese hotel y estoy sumamente apenada y quiero que me perdones, soltándose a llorar, yo le dije, que no se preocupara, que solo era una fantasía que yo había provocado, al oírme decir esto, se tranquilizó.
Ahora bien, yo le pregunte, ¿ese deseo o más bien esa fantasía que tienes, es cierta en todas sus letras?, le dije, que me contestara con la verdad, le dije, que yo no me iba a enojar, ella me dijo que ¡sí!, yo me quede mirándola, le pregunte ¡deberás! ¡Deberás, estarías dispuesta a hacerlo!, ella me contestó afirmativamente, al tiempo que me decía ¡eso si tú lo quieres y me das permiso! O sea, que el balón estaba en mi cancha y yo tenía que decidir. Le dije, déjame pensarlo.
Paso otra semana más, una vez que estábamos solos en la casa, volvimos a tratar el tema del negro, yo le dije, ¡está bien!, pero lo vas hacer como yo lo diga o sea, le dije, que ella cumpliría su fantasía, con las reglas que yo iba a poner, le dije, pues si yo iba a ser el cornudo, pues lo haríamos a mi modo y entonces le enumere las siguientes reglas del juego:
Primero. La persona con la que vas tener relaciones, será necesariamente ajena a nuestras vidas o sea, que ninguno de los dos lo debe conocer, esto, para evitar rumores pendejos e innecesarios.
Segundo: A esta persona no la vas a conocer, hasta el día en que hagamos realidad tu fantasía. La conocerás poco antes de que lo hagamos, para que rompamos el hielo.
Tercero: Voy a contratar a una persona con las características adecuadas para cumplir tu fantasía.
Cuarto: Si en dado caso que yo tengo alguna fantasía que yo quiera hacer, tú la aceptaras sin celos, pata estar iguales.
Después de escuchar lo que yo le proponía, ella acepto con algo de gusto, después le dije, que yo le diría, la fecha y el lugar cuando lo haríamos. Durante las dos siguientes semanas, como un piche loco, me dedique a buscar un negro, en todos los anuncios de escort que encontré en mi camino.
Por fin lo encontré, cuando lo contacte, le dije, que quería, que le hiciera un trabajo muy especial a una persona que quería mucho. Nos quedamos de ver en el Samborn´s que se encuentra sobre la Calzada de Camarones, nos saludamos, de entrada vi que tenía buena pinta, era alto y esbelto, como me le quede viendo, el muy cabron me dijo, que no lo hacía con hombres, yo le dije que no dijera mamadas.
Nos sentamos y pasamos a nuestro asunto, le dije ¡Quiero hacerle un regalo "muy especial" a mi esposa!, le dije, que por eso estaba ahí con él. Él me pregunto, ¿quieres que me la coja?, ¡sí!, el me pregunto, ¿si ella estaba de acuerdo?, yo le dije, que sí, agregue que era una fantasía de mi mujer y que por eso lo contrataba a él, porque quería darle ese gusto.
El me pregunto en donde sería el encuentro, ¿en tu casa o en un hotel?, le dije, que por supuesto que en un hotel. Me pregunto si quería que le hiciera algo especial a ella, le dije que no, que nada más se la cogiera como ella quisiera, por supuesto que debía usar condón y le dije, terminantemente, nada de besos, nada de sexo anal y que no le diera a mamar la verga, solo que ella tomara la iniciativa en ese aspecto, esa seria elección de mi mujer.
Quedamos en un precio, después de comprobar, que realmente era lo que buscaba. Me enseñó la verga (ojo no soy puto), era grande y eso que estaba semi erecta, Sin duda era lo que buscaba. Negro, educado, musculoso y con una buena verga.
Así que decidí que se haría el encuentro, en la fecha en que cumplía años mi güera, ese encuentro se lo daría como un regalo de cumpleaños. Lo haríamos, en un hotel ubicado por el rumbo de Tacubaya. La acción comenzaría a las ocho de la noche, previamente nos quedamos de ver en el lobby del hotel, para conocernos.
Salimos de la casa como a seis de la tarde, mi mujer llevaba una maleta, no muy grande, en donde llevaba varias cosas que usaría esa noche, se notaba que estaba nerviosa, si ella me hubiera dicho que no quería hacerlo, yo con gusto había abortado la misión, pero no fue así. Nos encontramos en el lobby del hotel, tras los saludos de rigor, (para entonces, yo ya había rentado una habitación), mi mujer subió antes, con el fin de arreglarse, después de esperar media hora, recibí un mensaje de ella, en donde me decía que subiéramos.
Subimos a la habitación y me la encontré cachondamente vestida, llevaba puestas un par de medias de malla de color negro, tenía unas botas blancas largas, con tacones puntiagudos y una especie de corset de color blanco que dejaban libres sus dos ricas chichotas. Nos quedamos viendo los tres, sin saber qué hacer, el negro, me dijo, que me saliera, yo le dije que no, que yo me quería quedar, porque en la fantasía de mi mujer yo tenía que verla coger.
Él se encogió de hombros, le indico a mi mujer que se subiera a la cama y que se colocara en cuatro patas, ella me miró fijamente para ver que decía, yo le dije adelante, con una seña. Mientras ella se acomodaba como le dijo el negro, yo le pase un condón, que había comprado para esa ocasión, termino de ponérselo, se colocó atrás de mi mujer, dándole dos cachetadas en las nalgas, a continuación la empezó a penetrar, mientras lo hacía, mi mujer arquea la espalda, al sentir la gruesa verga negra que la penetraba, después el negro la empezó a bombear bien rico.
A cada envite de la verga del negro, mi mujer lanzaba una serie de gemidos que me ponían bien cachondo, así estuvo un largo rato, nada más se oía el golpe seco de los huevos del negro cuando pegaban en sus nalgas, cuando se la metía toda.
Después el negro, se tendió de espaldas en la cama con la verga bien parada, al tiempo que mi mujer le pasaba ambas piernas por sus costados, se acomodó la verga del negro con las manos en la entrada de su vagina, después de un rico sentón se la trago toda, mientras veía como se la tragaba, me empecé a sobar la verga, tratando de contener la erección, que para entonces ya tenía.
Mi mujer se pasó un buen rato cabalgando al negro, tal como lo había deseado, después, el negro la volteo, se acomodó sobre ella y la empezó a bombear, al principio con rapidez, sacándolo un chingo de gemidos y gritos de placer, hasta que la hizo venirse profusamente entre grititos de placer.
Yo para entonces tenía muchos sentimientos encontrados, ver a mi mujer tremendamente ensartada por otro hombre me impacto, aunque este sentimiento fue pasajero, me dije, que yo tenía que entenderlo, que esto que estaba haciendo mi mujer, era un simple negocio de compra y venta, el negro le vendía su verga y ella le pagaba con cuerpo, así de sencilla era la cosa.
Ella tuvo un largo orgasmo, al tiempo que el negro, todavía la estaba bombeando muy lentamente, en deliciosas estocadas profundas, la puso en cuatro patas y se la dejo ir todita haciendo gritar de gusto a mi vieja., mientras se venía gritando como poseso, es buey bufaba cuando se estaba viniendo dentro de mi mujer, yo creo que si no hubiera tenido condón, su leche se hubiera salido de la vagina de mi vieja, como lanzo leche ese cabron.
Después de terminar su trabajo, el negro se fue a la verga, quedándonos recostados en la cama mi mujer y yo, ella se quedó bien dormida por la tremenda cogida que le dio el negro, al verla así, pensé cogérmela, pero, mejor me hice justicia por mi propia mano y la deje descansar. Después de eso, nuestra vida sexual ha sido más intensa y el recuerdo del negro para mi mujer y para mí, es solo eso, un recuerdo de una noche de placer que yo le regale a mi mujer con otro hombre. La verdad el negro ese desquito cada peso que le pague por cogerse a mi vieja. Saludos.
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