LA FIESTA
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por dulces.placeres.
LA FIESTA
Lara pagaría caro su descuido, en una noche de borrachera perdería lo que le había llevado años construir…
Sus dos últimos años de matrimonio se habían convertido en un infierno, las discusiones con su esposo se habían transformado en moneda corriente, hasta que la situación no dio para mas y el terminó abandonándola, es que jamás había podido explicarle como siendo el un rubio descendiente de alemanes, el pequeño Matías era un morenito encantador que en nada se parecía a él.
Qué había sucedido tres años atrás que Lara jamás le había confesado a su esposo?
Retrocedamos en el tiempo, Lara llevaba en ese entonces cinco años de matrimonio con ese joven, ella lo amaba por cierto, el era ingeniero, y estaba a cargo de tareas de confiabilidad y gestión de una multinacional que tenía varias plantas de producción en el país que demandaban que él estuviera visitándolas permanentemente.
Esto hacía que el e ausentara demasiado tiempo de su hogar y su esposa se sintiera sola terriblemente sola.
Como dijimos, ella lo amaba profundamente y a pesar de su soledad la idea de ser infiel no pasaba por su cabeza.
Pero Lara era joven, bonita y estaba solita en la jungla de cemento, sus continuos reproches a su esposo por dejarla tanto tiempo sola y aburrida caían en saco roto, una y otra vez, así era su vida, y no tenía muchas ideas de cómo salir de ese laberinto.
Ella aún frecuentaba a algunas amigas y amigos de su época de soltera, solo que ahora ya no andaba de aventura en aventura, ahora recordaba los viejos tiempos con un dejo de nostalgia.
El Jueves la había llamado Agustín, un viejo conocido, nada más que eso, sabiendo que estaba sola la había invitado a una fiesta en una casa de fin de semana, no sabía bien quien la organizaba, a él también lo habían invitado.
La joven había declinado firmemente al principio, pero conforme pasaron los días fue cambiando de opinión, no había por qué preocuparse, al fin y al cabo era solo un viejo amigo y no estaba dispuesta a pasar el resto de sus días aburriéndose de no hacer nada.
El Sábado por la noche había llegado y ella se había preparado, se vistió discreta, con una falda a media pierna y unos tacones medianos, una remera con una chaqueta y un maquillaje apenas insinuante, cuando su amigo pasó a buscarla ella ya estaba lista, guardando la alianza de matrimonio en su mesa de luz.
Llegaron a la casa en cuestión, era un descontrol total, símbolo de la decadencia de la humanidad, eran una banda de jóvenes, desconocidos, a todos los había invitado alguien, todos saltando como poseídos al ritmo de la música ensordecedora, el calor era asfixiante y las luces cegaban.
El alcohol corría como agua, de mano en mano, de boca en boca.
Lara entró en ese frenesí, entró en un espiral que lentamente la fue conduciendo al mismo infierno, bebiendo y bebiendo se fue perdiendo, sin saber que tomaba, solo tomaba lo que pasara a su lado, fumaba, estaba alegre, muy alegre, se perdía, veía que era una más en el montón, al tiempo todos estaban borrachos y hasta drogados.
Habían pasado varias horas, en eso divisó a Agustín entre la gente, lo buscó y le pidió que la acompañara a tomar un poco de aire, ella lo guío sin saber en realidad donde ir, subieron las escaleras alejándose de la multitud, estaba ebria, alegre, desalineada y maloliente, ambos reían y sin darse cuenta abrieron una puerta y trastabillándose cayeron sobre una cama.
Lara comenzó a besarlo apasionadamente, desinhibida, lo enredó con sus piernas y tomando una mano de Agustín la puso sobre una de sus nalgas, quería sexo.
Su amigo, retomando el control la apartó de su lado y reflexionando le dijo:
– Estás loca! no arruinemos nuestra amistad, no es correcto…
Solo se levantó y se fue, cerrando la puerta tras sus pasos, ella se sintió de terror, en eso se dio cuenta que tras la puerta había una pareja besándose profundamente, ambos de piel morena, el estaba apoyado contra la pared.
Decidida fue a su encuentro, tomó a la otra chica del brazo y la apartó con fuerza, ocupando su lugar y besando profundamente al moreno.
Solo el alcohol que corría por sus venas le permitía tener esa actitud, ella era una chica menuda, de baja estatura, mientras que su rival de turno se veía mucho más alta y corpulenta.
La morena increpó
– Hey! Perra! Ese es mi hombre!
Pero lejos de discutir se acopló al juego apoyándose sobre la espalda de Lara, dejándola al medio de ambos y susurrándole al oído
– Maldita usurpadora, querés jugar?
Mientras decía esto Lara sentía que una mano de su amiga ocasional se colaba bajo sus faldas y rápidamente buscaban el hueco de su entrepierna, los dedos duros se introducían en su vagina acariciando las paredes de su sexo, ya no hubo vuelta atrás.
Las caricias se entrecruzaban entre los tres cuerpos, se calentaban, Lara se excitaba sintiendo el miembro duro del macho por un lado y la experiencia del mismo sexo por el otro, estaba tan perdida que poco podía hacer, sentía su concha humedece sus pezones endurecerse.
Nuestra amiga pronto comprendería que la otra mujer tenía un carácter dominante y sería quien repartiría las cartas de la baraja a su antojo, mientras el joven solo estaba fascinado y encantado compartiendo su sexo con dos mujeres.
Comenzaron a desnudarse en forma atolondrada, torpemente en medio del calor y la borrachera, Lara sintió su piel erizarse cuando la otra rozaba sus pezones y grandes pechos contra su espalda desnuda.
Luego la tomaría de los cabellos obligándola a arrodillarse.
Ambas estuvieron entonces de rodillas, frente a la verga de ese desconocido y la otra sin soltarla aun obligó a nuestra amiga a comérsela diciendo
– Dale zorra, quiero ver como se la comes toda, no es lo que querías?
A Lara se le hacía agua la boca ante semejante trozo de carne, en la penumbra del cuarto lo notó grande, duro, caliente, con una pronunciada curva hacia la derecha, abrió sus labios y se lo metió tan adentro como pudo, la otra movía su cabeza hacia atrás y hacia adelante con vehemencia no permitiéndole disfrutarlo como ella hubiera querido, pero era perfecto de todas maneras, ese sabor a hombre en su boca, sintiendo como su regordete glande topaba una y otra vez en el fondo de su garganta, jugando, dejándola entrar libremente, apretando sus labios y succionándola cuando salía, cada tanto la otra le daba un respiro y se encargaba ella misma de pegarle una lamida a la verga de su pareja, así esperaba pacientemente su turno mientras aprovechaba para acariciar las grandes tetas de la negra que se bamboleaban de un lado a otro.
El, acariciaba con ternura las cabelleras de ambas mujeres disfrutando ver como ellas competían para ver quién de las dos se la lamía mejor.
Era hora de cambiar, fueron a la cama, el moreno se recostó sobre ella y su pareja sobre el metiéndose la verga hasta el fondo de la concha, mientras que Lara se sentó con su húmeda concha sobre la cara de ese macho que comenzaba a lamerla, ambas mujeres quedaron enfrentadas cara a cara.
Lara estaba con los ojos cerrados, disfrutando una hermosa chupada de su sexo, sentía su clítoris caliente he hinchado, apretaba sus pezones, gemía, la lengua del extraño recorría su agujero caliente, sus labios y su botoncito, ella movía sus caderas con cadencia, haciendo un movimiento perfecto, dos dedos se sumaban en su concha, rasgando su mojado interior, disfrutaba la situación.
De repente fue sorprendida nuevamente por la otra mujer, tomándola por la nuca, llevando sus labios contra los suyos, metiéndole la lengua bien profundo, no sabía cómo reaccionar, invadida por una persona del mismo sexo, el sometimiento por la fuerza era solo una excusa para no apartarse, de hecho respondió con fuerzas, hasta sintió seguir mojándose.
Lara entonces se inclinó un tanto hacia abajo llegando a los pechos de la morena, tomándolos entre sus manos los rozó suavemente con sus labios, primero uno, ahora el otro, los dos juntos, sus pezones estaban rodeados por unas enormes aureolas, se sentía extraña, la sensación era incomparable, comenzó a acariciarlos con desesperación enterrando su cara entre ambos, que hermosos pechos, suaves como algodón, un manjar, le gustaba, como le gustaba, le mordisqueaba ahora los pezones, no aguantaba más, su clítoris seguía siendo estimulado por la lengua se su ocasional amante, comenzó a gemir, gritó, cuanto hacía que no tenía un orgasmo tan grande…
Ahora recostaban a Lara boca arriba y la morena la aprisionaba colocándose sobre ella solo que estaba invertida, nuestra amiga tenía a centímetros de su cara las enormes nalgas y la concha jugosa de la morena, casi como una orden escuchó:
– Dale maldita perra! Chúpame toda! Que estás esperando!
El exceso de alcohol le hubiera servido de excusa para decir que no sabía lo que hacía, ó tal vez con su inferioridad física hubiera podido decir que fue forzada, pero la verdad es que ella sabía lo que hacía y deseaba probar…
Arrimó su cabeza al tajo de su amiga, sintió su fuerte aroma, pasó la lengua una vez, saboreó el gusto femenino, luego otra, cerró los ojos y enterró su cara en la concha, pasando su lengua por los labios, por su clítoris, que locura! Una actitud lésbica cien por ciento…
Ahora se acoplaba el moreno, colocándose sobre ella empezaba a cogerla, así que Lara se daba un doble gusto, mientras él la cogía ella le chupaba la concha, y cuando se la sacaba le chupaba a él la verga, concha y verga, concha y verga, ó simplemente ambas al mismo tiempo recorriendo desde el clítoris, llegando al agujero, siguiendo por el tronco de la pija que entraba y salía, terminando en los testículos… La morena volvió a pedir:
– Quiero que me rompas el culo!
No le hizo falta pedirlo por segunda vez, Lara vio como el dilatado esfínter de su amiga casual, ofrecía casi nula resistencia al avance del intruso, con la sola lubricación que traía de la vagina le alcanzó para ingresar hasta el fondo, ahora se deleitaba viendo como le entraba y salía la pija del culo, disfrutaba escuchando los gritos de placer de la otra mujer y aprovechaba a meterle dos dedos en la concha, sintiendo como la carne entraba y salía por el otro orificio.
Como recompensa, ahora su propio culo recibía dos dedos de la morena haciéndola estremecer…
– Vení mi amor! Quiero ver como la coges a esta golfa…
El fue entonces por el otro lado, Lara se abrió bien para recibirlo, aún tenía los dedos en el culo cuando la verga del moreno la penetró hasta el fondo, empezó a gemir, ya no pudo seguir lamiéndole la concha, no podía concentrarse en todo al mismo tiempo, los bombazos que estaba recibiendo la enloquecían, interminables pequeños orgasmos parecían salir uno tras otro de lo profundo de su ser, clavaba las afiladas uñas en los enormes glúteos de su compañera quien empezó a gritar
– Dale! Dale! Llenale la concha de leche! Dale!
Unos segundos después, bajo interminables jadeos Lara recibía una oleada de semen en lo profundo de su vagina, quedando hastiada de placer, sin saberlo ese era el principio del fin para ella…
La luz de la mañana la sorprendió entrando por la ventana, no entendía nada, se le partía la cabeza, no recordaba nada, no sabía que hacía en esa cama, se avergonzó al encontrarse desnuda, tocó rápido su intimidad y se descubrió mojada, tenía olor y sabor a semen, maldijo, empezó a tener una vaga idea entonces de lo ocurrido, su realidad se mezclaba con su sueño, como pudo tomó su ropa, bajó las escaleras y observó un desastre, gente durmiendo por cualquier lado, desechos de bebidas por todas partes, emprendió el regreso asustada por lo que había hecho…
El tiempo pasó rápido, para su pesar comprobaría que estaba embarazada, nueve meses después nacería el morenito producto de esa noche de locura.
Nunca volvió a ver a esa pareja, no sabía quiénes eran, ni sus nombres, ni nadie parecía conocerlos, al fin y al cabo era una fiesta de extraños.
Entonces, que pudiera haberle contado a su marido?
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