La primera vez, jugando al escondite
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Hola.
Traigo aquí mi relato de la primera vez que vi un sexo masculino en su plenitud, jeje, y luego alguna consecuencia que trajo.
Intentaré relatarlo de forma que se entienda y no aburra.
Lo recuerdo bien porque se me quedó grabado en la mente.
Verano, yo tenía unos 10 años.
Un grupito de amigos en el barrio, una vez que ya no había clases, pues hacíamos distintos juegos.
Yo estaba más con las niñas y niños de mi edad, pero el grupo era amplio, desde los más pequeños a los más mayores.
Por supuesto, los mayores hacían cosas de los que los pequeños estabamos excluidos, obviamente, como ir a ciertos sitios, al cine, al polideportivo a hacer algo que costara más dinero del que disponíamos los pequeños.
Pero muchas tardes y noches estabamos todos juntos y algunas veces incluso jugabamos todos juntos a juegos de todos, como el escondite.
Un juego clásico que todo el mundo conoce y, bueno, está bien para pasar el rato por la tarde o una vez que hemos cenado y todavía no es la hora de dormir (que, en verano, siempre es tarde porque no hay que madrugar).
Aclaro antes que los mayores ya tonteaban entre ellos, chicos con chicas.
Unos estaban emparejados con chicas de su edad del grupo, otros no.
Los emparejados los habíamos visto morrearse en zonas oscuras en la discreción, y los pequeños solo nos reíamos y lo comentábamos entre los pequeños.
Nada nuevo.
Aunque, yo (y supongo que el resto de niños y niñas de mi edad) sabíamos en qué consistía el sexo, más o menos, eso era cosa casi tabú, de mayores, de risitas, de vergüencita, de comentarios picantes, pero nada, y más por parte de los niños que de las niñas.
Pero llegó el día que voy a contar.
Ya de noche, después de cenar, reunidos en la calle, alguien propone jugar al escondite, aprovechando que es de noche y más fácil esconderse.
Pues vale.
Nos escondemos.
Los pequeños somos más tontos porque no buscamos un sitio bueno y nos terminan pillando fácilmente.
Siempre nos solemos poner cerca de donde cuenta quien tiene que buscarnos y nos pilla fácil.
Pero me doy cuenta que los mayores siempre se libran porque se esconden lejos y muy bien.
Pues, caigo y en la cuenta, y en la siguiente vez sigo a un chico y una chica, que se meten en un portal y dentro una puerta que da a un cuartillo.
Pienso, "qué listos, ahí no hay quien les pille", y me meto tras ellos.
Ehhhh, dicen ellos, ¡qué haces aquí!, ¡búscate otro sitio!, me dicen, "qué por tu culpa nos van a pillar".
Yo digo que voy a estar calladita, por mi no nos pillan.
Vale, dicen, "como digas alguna palabra, te mato", me dice el chico para que esté callada y yo sonrío porque me dejen estar allí.
Y acto seguido, se empiezan a morrear, pero a lo bestia, con lengua.
Estos chicos mayores, ¿qué edad tendrían? Pues, tanto la chica como el chico tendrían sobre 16 años.
Eran bastante mayores.
Quizá 17.
Hablaban por susurros y les daba igual que yo estuviera allí sonriendo, mirándoles, nerviosa.
Ahora, con el tiempo, me doy cuenta que ellos buscaban un sitio discreto y al mismo tiempo excitante para darse besos con lengua y meneos en la entrepierna, y que yo estaba allí de intrusa.
, pero como ya no me iban a echar, se preguntaron entre ellos que si la chica iba a menearle la polla al chico delante de mi.
Y luego se dirigían a mi diciendo que no se me ocurriera decir nada, que estuviera callada, que el chico se iba a sacar la polla.
Y eso hizo.
Yo abrí los ojos como platos y puse una sonrisa de oreja a oreja.
¡Hala!, ¡qué cosas iba a ver!.
El chico abrió su bragueta, sacó su polla y la chica se la agarró y empezó a subir y bajar su mano haciendo que esa polla creciera, se ensanchara y se convirtiera en una gran morcilla.
Dijo el chico (siempre entre susurros y a mi oído): "por estar aquí, me tienes que hacer una paja como lo hace Bea (el nombre de su chica)", y Bea me explicaba como agarrarle la polla y cómo pajearle.
Fue una sensación excitante que hacía que yo me olvidara del juego del escondite (aunque los dos, el chico y la chica siempre estaban mirando de reojo y pendientes por si alguien aparecía por allí).
Pues eso, yo agarro esa polla ya tiesa y gorda y, como me dice Bea, empiezo a pajear al chico.
Qué caliente estaba ese pedazo de carne, y que tiesa.
Subía y bajaba la piel, descubriéndose el glande hinchado.
Yo nunca había visto nada parecido.
Al rato, como ellos estaban pendientes del escondite, decidieron salir del refugio (y yo tras ellos) y corriendo fuimos a salvarnos en un momento que el "buscador" había pasado de largo.
Objetivo cumplido.
Curiosamente, vi el gran paquetón que marcaba el chico bajo los pantalones.
Otras veces había visto paquetes bajo los pantalones, pero ahora me daba cuenta que era bastante prominente y yo bien sabía por qué.
Lo curioso es que otras parejitas de chicos mayores tenían el mismo paquetón prominente bajo sus pantalones, y pensé que habían estado haciendo lo mismo en otros escondites.
Así que.
, los mayores se esconden bien para hacer.
, y me reí en mi interior.
Vaya, vaya.
Otro intento de escondite.
A contar un niño y el resto a esconderse.
Como no nos habían pillado, fuimos al mismo sitio, por supuesto, yo detrás de ellos, ya a tiro hecho.
Según llegamos al cuartillo (decir que no había mucha luz, pero suficiente para verlo todo), el chico ya se sacó la polla y dijo a la chica que empezara a chupar.
Yo, que quería pajear un poco más a Oscar (así se llamaba.
Mejor llamarles por su nombre porque si llamo chico y chica termino aburriendo), pues eso, que quería pajear a Oscar y agarrar su polla, pero solo conseguí varias sacudidas porque Oscar ya estaba muy caliente y quería que Bea se la chupase.
Ah.
, bueno.
Solté la polla y Bea acercó su cara al pollón y empezó a lamer todo el tronco de la polla, el glande le pasó bien la lengua, dejando toda la polla mojadita, y luego se la metió en la boca, chupando.
Al final, hacía saca y mete en su boca durante unos minutos hasta que Oscar excitadísimo dijo que se corria y se corrió.
No cayó el semen al suelo porque ahí estaba Bea sin sacarse la polla de la boca, chupando todo lo que saliese.
Me preguntó Oscar si quería ver la leche y, apretando su polla tiesa vi cremita salir de la punta de su glande.
Vaya.
, leche de hombre.
Mas bien, crema cremita.
Bea limpiaba la polla con su lengua y se la dejó limpia de leche.
Ya me enteré después que otros chicos mayores hacían lo mismo, jugando al escondite o cuando se iban solos por el parque a esconderse.
El caso es que luego, entre los mayores se contaban esas cosas.
Esa noche estaba yo muy excitada, no ya si sexualmente o nerviosamente.
Ahora entra en escena mi hermano: Esa noche en mi casa no dije nada, pero por la mañana le conté a mi hermano lo que vi.
Mi hermano es de edad similar, 17 años, y de hecho también forma parte del grupito, pero no tenía novia así que no podría irse con su chica a escondidas a hacer cochinadas, jaja.
Pues, la mañana siguiente se lo conté lo que hacían y mi hermano me dijo que eso contaban entre ellos, que se "beneficiaban" a sus novias, pero le parecía que hacerlo durante el escondite les podían pillar, y se reía de lo osados que eran.
Y me preguntaba que qué me parecía, y que si me había gustado agarrarle la polla a Oscar.
Yo sonreía y decía que sí.
Y, vaya, eso a mi hermano le debería poner cachondo, porque se le puso tiesa la polla.
Sí, me lo dijo y se notaba: solo estaba vestido con un calzoncillo boxer, porque estábamos recién salidos cada uno de la cama y no nos habíamos vestido todavía.
Pues eso, que no pudo disimular su erección y yo lo vi.
Recordaba la noche anterior, como los chicos estaban con el pene duro bajo los pantalones, y veía ahora a mi hermano con su polla tiesa bajo el boxer.
Joer, decía mi hermano, al ver que yo veía su polla tiesa bajo el boxer, y no sabía que decir (todo esto en pocos segundos que parecían horas), hasta que pregunto: "y tu polla?, ¿es gorda y se pone dura como la de Oscar?.
"Pues claro", me dice mi hermano.
"A ver", contesto yo que quería ver y tocar una polla como la de la noche anterior.
Como mi hermano estaba cachondo, no se negó: solo me advirtió que no hiciéramos ruido para que no se enterasen en casa.
Y liberó su polla, que era bien gorda.
Yo, sonreía de gusto, y voy y le agarro la polla.
Sí, caliente está, como ayer.
Está ancha, pero todavía le falta empinarse hacia arriba.
Eso lo consigo rápido al bajarle el pellejo, que hace que se hinche y se ponga más dura.
Empecé a pajearle como la noche anterior, pero, a diferencia de la noche anterior, mi hermano se bajó los boxer y pude verlo todo.
Mientras con Oscar en el escondite solo veía el tronco de la polla y la punta del glande, porque no se bajó los pantalones, ahora en casa a mi hermano le pude ver toda la entrepierna, por ejemplo, los huevos gordos.
Mola.
Como ya sabía cómo había que hacer, pues estuve un rato pajeándole, todo en silencio, emocionados los dos.
, hasta que me dijo "me voy a correr, que no puedo más".
Yo no soltaba la polla por nada del mundo, jeje, y el hacía con la mano como un cuenco para descargar la leche.
Y pude ver bien como se corría, y como me duchaba en semen.
Sí, algo cayó en su mano, pero lo que salía al principio disparado cayó en mi camisón.
Estaba excitadísima.
Nadie se enteró en casa porque no hicimos ruido.
Mi hermano se acomodó su polla bajo el boxer, buscó pañuelos de papel y limpió lo que pudo.
Pues esta es la primera vez que tuve un encuentro con un pene (con penes) erecto (digo penes, porque fueron dos, el de Oscar y el de mi hermano).
Por supuesto, durante un tiempo esto siguió solo con mi hermano, que le tenía más cerca, jeje.
Pero no penséis en chupaditas ni nada.
Solo le pajeaba, nada más.
Ese verano muchas pajas le hice, al acostarse o en otros momentos, y desde entonces ya sé cómo huelen las pollas y cómo huele el semen.
Recuerdos que se me han quedado grabados en alguna neurona.
Me gusta recordarlo.
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