LA SORPRESA
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Miriam y yo lo teníamos cada vez más claro, queríamos dar un paso fuera de lo típico y cuanto antes mejor, queríamos probar lo prohibido.
Yo le consulté abiertamente si le gustaría estar con otro hombre y hacer un trío a lo cual me contestó ¿y tú qué? Le contesté que sí, pero yo también lo haría contigo, disfrutaríamos los tres y más adelante buscaríamos una pareja para los dos. Me miró y me dio su confirmación para yo buscar algo, y lo primero que me acorde fue que le atraía un amigo mío, Gonzalo se llama, hablamos y quedamos que iría con ella a un pub y el pasaría por allí, le dije que me saludase delante de ella. Así lo hizo y así entablamos conversación y tomamos una cerveza juntos, ella, allí sentada hablando con él y sin saber que era el plan que le estaba preparando, era una sorpresa.
Después que él se marchara le dije, ¿Qué te parece? ¿Te calienta? Y me dijo, ¡si es amigo tuyo!, ¡no quiero desconocidos!, todo iba saliendo bien, pensé.
Venía un fin de semana largo y preparé todo minuciosamente, alquilé un en un hotel, llevé comida y bebida, velas, incienso, no pasé ningún detalle por alto, le dije a ella que nos iríamos a pasar la noche fuera de casa para tener sexo los dos sin censuras, que pudiese gemir y gritar lo que quisiese. Le encantó la idea y estaba cada vez más excitada conforme llegaba la hora de marcharnos.
Yo había quedado con Gonzalo que estuviese allí a las once, le dejaba la llave por fuera, entrara sin hacer ruido, se desnudase y observara hasta que yo le llamase y entonces se acercara a su oído y le susurrase palabras. Ella estaba con los ojos vendados, no veía nada, yo comencé a excitarla en la cama, le introduje un vibrador y la tocaba el clítoris con delicadeza hablándole suave y tocándole los pechos, enseguida se puso muy caliente, ya gemía y se movía excitadísima. Gonzalo entró y actuó según habíamos quedado, se sentó a mi lado y la miraba, se calentó al instante y en ese momento le hice una seña con la mano para que atacara.
No imaginé la cara de ella cuando oyó una voz que no era yo diciéndole muy suave, hoooola cariño, soy tu sorpresa, mientras le tomó un pecho y empezó a tocarle el clítoris ya muy húmedo.
El calentón para los tres fue descomunal, Gonzalo ya desnudo enseguida se comenzó a masturbar, mientras retiré de su vagina el vibrador para dejar paso libre, se puso en posición sobre Miriam, abrió sus piernas, tomo su grueso, blanco y largo pedazo de carne y la penetró bruscamente y sin compasión, ella se corrió casi al instante por toda la carga del momento, dando gemidos que creo que oyeron en el edificio de enfrente.
Eso fue solo el principio, comenzó a besarla por los pechos bajando despacio buscando su sexo y la segunda atacada la hizo con la lengua en su vagina, ¡como la lamía!, ella seguía gimiendo y moviéndose sin control, mientras yo la besaba en la boca y le apretaba los pechos a modo de masaje. Yo estaba disfrutando de verla gozar sin freno, ver a mi hembra penetrada, comida y tocada por otro hombre llevó mi grado de excitación a un umbral desconocido. Mientras él le comía entera toda la zorrita yo le metí mi verga en la boca, tuve que quitársela al poco porque los gritos y gemidos acompañados de mi miembro no la dejaban respirar, elevaba el culo de la cama impulsándose con las caderas y las piernas como una perra en celo, hasta tuvimos que sujetarla entre Gonzalo y yo porque pensábamos que se caía de la cama, ahí tuvo su segundo orgasmo. Yo alucinaba al ver a la hembra que tenía en mi cama todos los días y cómo se corría de gusto, cómo gemía, cómo le chorreaba la vagina de húmeda que estaba, estaba tan agotada que me susurró pidiéndome un trago de algo
Tenía mucho calor y se puso boca abajo por primera vez en esta noche mostrándonos su precioso trasero y su espalda algo sudada desprendiendo a la vez un olor perfumado y caliente que nos volvía locos a Gonzalo y a mí, manteniendo nuestros miembros erectos en todo momento, apuntando hacia ella y pensando por dónde entrarle. Gonzalo se sentó junto a ella y le hablaba suave, ella se quitó la venda pero no lo miraba, evitaba ver su rostro, le di a Gonzalo un vaso con cola light y él a su vez lo pasó a ella, dio un sorbo tras otro, pues no podía ni tragar de los nervios, y le preguntó ¿te puedo mirar?, Gonzalo y yo nos miramos y le asentí con la cabeza, él le dijo, ¡claro que sí, para que sepas que me conoces! Miriam es muy curiosa y ya con eso no pudo, era superior a ella, giró la cara y le miró a los ojos, ¡NOOOO! Exclamó, ¿eres tú? Él le dijo, ya te he culeado, te lo he mandé a guardar hasta el fondo y todavía te falta probar, apenas ha pasado una hora y ya llevas dos corridas de nota alta y la noche se presenta larga y sin sueño por ninguna parte.
Cuando Miriam calmó su sed, Gonzalo le dijo, ¿lo has hecho alguna vez por atrás? Ella contestó que solo conmigo, que le podía doler, él le dijo, verás cómo te gusta, con otro hombre es distinto y la puso o más bien se puso ella a cuatro patas con ese hermoso trasero paradito que incitaba a cometer pecado, sin dudarlo Gonzalo agarró su verga y la llevó al ano de Miriam, apenas le introdujo la cabeza de su miembro, ella gritó ¡Me estas partiendo! Por lo que yo me acerqué corriendo, él me dijo con el brazo que estuviera tranquilo, que era temporal a la vez que con la otra mano le acariciaba el clítoris, en cuestión de segundos ya se lo había metido hasta las bolas y Miriam pasó de un dolor controlado a un inmenso placer, culeada por el culo y con su zorra súper húmeda.
Lo que disfrutó analmente fue bestial, gemía y le decía ¡No pares! ¡sigue! Le temblaba todo el cuerpo se movía sin control, Gonzalo la bombeaba cada vez mas fuerte mientras le decía ¡que culito mas rico! y su tercer orgasmo le sobrevino al momento. Ella quedó sudada y exhausta en la cama, y Gonzalo también bañado en sudor sobre ella, aún la tenía ensartada con su pico, todavía latiendo y duro como piedra, se la sacó, se puso boca arriba y le dijo ¡ven! Descansa encima de mí, ella como pudo a gatas y chorreando con algún esfuerzo se puso encima aplastando sus tetas contra su pecho con idea de descansar un poco sobre él, el comenzó entonces a meterle la pichula en su vagina, entraba sola por lo bien lubricada que estaba ella, Miriam era incansable, al notar el fierro comenzó a gemir suavemente y volvió a entonarse en segundos, antes de cinco minutos se había corrido de nuevo.
En ese momento decidimos comer algo e hidratarnos un poco, nos sentamos Gonzalo frente a mí en la mesa y ella presidiendo la mesa. Tomamos algo y sin demorar más el tema para el que estábamos allí, Gonzalo se levantó y la tomó por atrás con sus manos agarrando sus pechos, la invitó a levantarse y se sentó de nuevo en la silla, le pidió que se sentará encima y aprovechó para clavarla allí mismo, él frente a mí, con ella sentada encima y clavada entera, le dijo ¡dile a David qué sientes!, ella me miró con voz temblorosa y me dijo muy suave, ¡David, la noto, la tengo dentro, que gusto siento! ¡¡¡No me puedo mover de lo dentro que está!!!! Yo me puse como un río de lava al ver a mi hembra decirme esas palabras a la cara con otra verga dentro de su zorra. La miré y le dije ¡Disfruta tu regalo al máximo! Es solo para tí. Haz lo que te apetezca en cada momento, entonces ella, con mi permiso ya concedido se desclavó y lo llevó al sofá, lo sentó y se puso de rodillas y comenzó a comerle toda la verga con una suavidad y elegancia que por poco me corro de verlo. Le repasó desde las bolas hasta la cabeza, su lengua recorría su tronco como una puta.
En ese momento aproveché para recoger las cosas de la mesa y llevarlas a la cocina, no tardé nada, desde allí empecé a oírla gemir de nuevo y cuando volví estaba ella acostada en el sofá boca arriba y él encima pisándola de nuevo, no perdían ocasión los calientes, pensé, ¡¡¡ cómo se lo está pasando!!!!
Sinceramente yo gozaba de ver a mi amor disfrutar y gemir como lo estaba haciendo esa noche, no quise intervenir mucho, pues tenía que aprovechar su “regalo”.
Ya no sé las veces que se había corrido, por lo menos seis y a cual más intensa, se levantaron de nuevo y fuimos todos a la cama, allí Miriam le pidió que la culeara de nuevo por el culo, él no dudó, la puso como perrita en la cama, el de pie tras ella y la clavó con fuerzas, con una mano en la cadera y otra tirando de su pelo la hizo gritar como puta, sus bolas golpeaban su vagina y el culito de mi esposa hacía un rico sonido al chocar contra el sudado cuerpo de Gonzalo, mientras tanto yo le tocaba el clítoris y sobaba las tetas.
Ya habían llegado al séptimo orgasmo cuando Gonzalo propuso ir al baño y ducharse juntos, apenas se mojaron con el agua, corrieron a la cama aún mojados y se taparon con una sábana completamente, ella se puso encima y lo culeó con una energía tremenda, gimiendo y saltando sobre él, clavada por su verga de nuevo.
Descansamos unos veinte minutos y ya pensábamos terminar cuando ella le dijo a Gonzalo, ¡aún no te has corrido! Eso no vale, hazlo y échame tu leche caliente en mis tetas y ¡tú David! ¡Cómeme mi zorrita como sabes hacerlo!, empecé a lamer, después a chupar y por último la clavé, ahí nos corrimos los tres a la vez, Gonzalo en sus tetas, yo dentro de su vagina y Miriam con ambos.
Después Gonzalo se marchó como vino, sin hacer ruido y nosotros nos quedamos exhaustos en la cama, eran las cinco de la mañana, nos despertamos sobre las diez y aún tenía energía para que yo la pisara dos veces. Alucinante.
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