La tormenta
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por kela.
Ya se había hecho de noche y hacía unos minutos que había comenzado a llover, yo volvía del trabajo como muchas otras noches, conduciendo por esa desierta carretera comarcal que parece que no te lleva a ningún sitio. Hacía frío y la oscuridad era abrumadora, los relámpagos centelleaban en el cielo iluminándolo todo por unos segundos para luego volver a dejarme a oscuras mientras retumbaban los truenos. No me suelen dar miedo las tormentas, pero el escenario que tenía ante mí parecía sacado de la mejor película de miedo.
Intenté relajarme y subí el volumen de la música, la lluvia caía cada vez más fuerte y tenía que ir muy despacio. Me pareció oír un ruido extraño y el coche se me fue parando, quité la radio y vi un camino a la derecha, pude llegar hasta él antes de que el coche se parara del todo. Dios mío, esto era lo único que me faltaba en una noche así.
Intenté arrancar de nuevo, pero me fue imposible, no iba a ponerme nerviosa, calma, me dije a mí misma intentando tranquilizarme. Saqué el móvil dispuesta a pedir ayuda, pero en esa zona no había cobertura…¿Qué más me podía ocurrir?.
Parecía que por allí no iba a pasar nadie, y menos en una noche como esa. Ya no sabía que hacer, intentaba arrancar, miraba el móvil con la esperanza de que una rayita en la pantalla me solucionara el problema… De repente me fijé en aquel camino, al fondo se veía una luz, allí había una casa escondida entre los árboles. Era mi única opción, tenía que ir hasta allí, necesitaba llamar a una grúa. Pero también me daba un poco de miedo, ¿quién puede vivir en un lugar como ese?, es un sitio tan apartado. Estuve cinco minutos pensando qué hacer, pero al final el frío pudo conmigo y salí del coche. Eché a correr mientras la lluvia me empapaba toda la ropa, no se veía casi nada, me guiaba por la tenue luz que brillaba encima de la puerta. Llegué a la casa sin aliento y completamente mojada, sin pensármelo más, llamé al timbre.
Se abrió la puerta y apareció una mujer joven, muy guapa.
-Dios mío, ¿que haces aquí? – dijo a la vez que me metía en el interior de la casa.
-Se me ha estropeado el coche y quisiera que me dejaran hacer una llamada – contesté con la respiración entrecortada y el agua chorreándome por la cara.
-Claro, por supuesto, ahí tienes el teléfono, pero quítate el abrigo, estás empapada.
Me quité mi abrigo mientras me fijaba en la casa, la chimenea estaba encendida y hacía calor, era una casa pequeña, muy bonita, estaba decorada en plan rústico. En una mesita vi el teléfono y me acerqué a él, justo en ese momento un estruendo enorme me hizo gritar y las luces de la casa se apagaron. La estancia quedó vagamente iluminada por el fuego de la chimenea.
-Vaya, se ha ido la luz- dijo ella mientras sacaba unas velas de un cajón- y no sé si el teléfono funcionará, inténtalo.
Descolgué el auricular y comprobé que no había línea, ya no sé que más cosas me podían pasar esa noche, todo era un cúmulo de mala suerte. Al ver mi cara de decepción la mujer se me acercó.
-No te preocupes, te quedarás aquí hasta que vuelva la luz y podamos ayudarte con tu coche, pero deberías quitarte esa ropa tan mojada si no quieres resfriarte, voy a buscarte algo de ropa.
Una voz masculina llamó a la mujer desde una habitación, ella me dio un albornoz y me señaló donde estaba el baño. Entré y me quité toda la ropa, hasta la ropa interior se me había mojado, todavía tiritaba, así que abrí el grifo del agua caliente y me duché a la luz de una vela. Cuando acabé salí del baño con mi ropa mojada en la mano, y sin querer me fijé en la habitación de enfrente, la puerta estaba entreabierta y en medio de la penumbra pude ver a la mujer abrazada a un hombre que estaba completamente desnudo.
-Vamos a tener que dejarlo para otro momento, tenemos compañía- le decía ella.
Él la besó suavemente en los labios mientras le tocaba las nalgas por encima de la bata de seda que llevaba.
Me aparté de allí y me dirigí a la chimenea, al momento salió ella y me ayudó a poner a secar mi ropa. Me di cuenta de que les acababa de estropear la noche.
Él salió de la habitación, ya vestido, con un pantalón negro y una camisa blanca, se me quedó mirando y la mujer comenzó a explicarle mi situación, cosa que yo agradecí porque me quedé embobada con la mirada de aquel hombre, era guapo, fuerte, con unos ojos negros que se te clavaban de una manera…No podía creerlo, con la situación en la que estaba y me estaba excitando de ver a un hombre guapo.
Él me tendió la mano para saludarme.
-Encantado….
-Kela, me llamo kela…- dije mientras apretabamos nuestras manos y yo intentaba abrochar el lazo del albornoz, que se abría continuamente.
-Yo soy Manuel y mi mujer es Sara, y te ayudaremos en lo que podamos- me dijo sonriendo mientras me observaba luchando con el albornoz- Siéntate cerca de la chimenea que vamos a preparar algo calentito para que entres en calor, has cenado?.
-No, pero de verdad, no quiero molestar.
-No te preocupes, no molestas en absoluto.
Mientras preparaban algo de cenar fuimos conversando, Manuel era el que más hablaba y me preguntaba un montón de cosas acerca de mí y de mi trabajo. Sara también era muy simpática, pronto me hicieron sentirme muy a gusto y se me fueron olvidando todos los miedos de esa noche. Nos sentamos a cenar a la luz de la velas, Manuel abrió una botella de vino y me sirvió una copa, yo intenté rechazarla alegando que más tarde tendría que conducir.
-Creo que vas a tener que pasar la noche aquí, preciosa- me dijo mientras me acariciaba la mejilla.
Me quedé un poco cortada ante aquel gesto y descubrí una mirada cómplice entre Sara y Manuel mientras se sonreían. Tampoco podía resistirme a Manuel, era uno de esos hombres embaucadores que saben decirte lo que deseas oír. Así que cenamos, bebimos, charlamos, nos reímos mucho y la conversación se fue calentando poco a poco. Empezamos a hablar de sexo sin ningún tipo de pudor y como si nos conociésemos de toda la vida, ellos eran una pareja muy liberal que les gustaba experimentar cosas nuevas y me di cuenta que estaban intentando averiguar mi manera de pensar respecto a esos temas. Llegamos a un punto en el que Sara me preguntó abiertamente:
-Kela, ¿Qué te parece Manuel? ¿te gusta?.
La pregunta me pilló por sorpresa, pero el vino y las miradas que llevaba echándole toda la noche hablaron por mí.
-Sí, me gusta, es un hombre muy atractivo.
-¿Te gustaría follartelo?
-Oh…yo,..no…
-Responde sinceramente, no te preocupes.
-Pues sí, me encantaría hacerlo.
-¿Y Sara? ¿Qué te parece?- ahora era Manuel el que preguntaba.
-Es muy guapa, tiene unos labios carnosos que invitan a besarlos.
Sara se levantó y vino hacía mí, acercó sus labios hasta los míos y me besó suavemente. Yo le respondí enseguida y comenzamos a besarnos, nuestras lenguas se entrelazaban, su boca sabía a miel y su piel era suave y delicada. Sus besos descendieron por mi cuello mientras se arrodillaba ante mí, sus manos me desabrocharon el albornoz y lo apartaron. Ahora su boca estaba a la altura de mis pechos, me separó las piernas y se colocó entre ellas para llegar con más facilidad a mis pezones. Yo estaba deseando que sus labios besaran mis tetas, y ella así lo hizo, lamió mi piel con suma delicadeza una y otra vez, succionó mis pezones hasta que se pusieron muy duros y me hizo estremecer encima de la silla cuando me mordió uno de ellos. Esa mezcla de dolor y placer me excitó muchísimo. Sara tenía sus manos en mis caderas y acariciaba mis nalgas mientras seguía mordisqueándome los pezones, poco a poco sus caricias llegaron hasta mi sexo y me abrió bien las piernas mientras su lengua iba bajando por mi ombligo muy despacio hasta llegar a mi clítoris.
Me recosté en la silla y me acomodé todo lo que pude para facilitarle el trabajo, cerré los ojos porque quería concentrarme en sentir las caricias que Sara me estaba ofreciendo. Sentía sus labios y su lengua recorriendo todo mi sexo, mis flujos se mezclaban con su saliva y pronto adiviné el tacto de sus dedos abriéndose paso en mi vagina. Al mismo tiempo abrí los ojos al notar otros labios posándose en los míos, era Manuel, estaba de pie a mi lado, agachado hacía mí y besándome. Tenía el pantalón bajado y estaba masturbándose con una mano mientras que con la otra sujetaba mi pelo por la nuca mientras su lengua invadía mi boca. Ese hombre era extremadamente atractivo, me ponía a mil, y ahora podía ver su pene tan de cerca, era bastante grande y en ese momento tenía una enorme erección. Él pronto adivinó mi curiosidad y lo acercó hasta mi boca, enseguida lo atrapé entre mis labios y comencé a lamerlo. Sara seguía follándome con los dedos y lo estaba haciendo muy bien, si seguía así pronto tendría un orgasmo.
Agarré el culo de Manuel con mis manos mientras su polla entraba y salía una y otra vez entre mis labios, él me sujetaba la cabeza y me obligaba a comérsela cada vez más deprisa, me estaba follando la boca y a mi me encantaba la sensación de sentirme dominada por él y de verle disfrutar con lo que yo le estaba haciendo. Sara me estaba volviendo loca, me mordía el clítoris mientras sus dedos me penetraban, no pude aguantar más y me corrí de forma espectacular.
Manuel se apartó de mí y de un manotazo tiró todo lo que había encima de la mesa, Sara se tumbó en ella completamente desnuda con las piernas abiertas. Él me hizo levantar de la silla y me apoyó contra la mesa, de manera que Sara estaba a mi alcance y Manuel se sitúo detrás de mí. Entendí lo que quería, apoyé mis pechos contra la mesa y me agarré a las piernas de Sara separándoselas todo lo que pude, le iba a devolver todo el placer que ella acababa de darme. Le lamí suavemente el clítoris al tiempo que notaba la polla de Manuel presionando la entrada de mi vagina, me penetró fácilmente porque Sara me había dejado bien lubricada. Sentí perfectamente como su pene iba rozando las paredes de mi vagina y ésta se adaptaba al tamaño de semejante miembro, fue metiéndola hasta que noté sus caderas pegadas a mis nalgas y sus manos en mi cintura. Con uno de sus pies me golpeó las piernas para que las abriese más todavía y sentí una palmada fuerte en mis nalgas que me excitó terriblemente. Sara lo notó, porque me puse a comerle todo su sexo de una manera frenética, mi lengua la penetraba una y otra vez y ella se retorcía de placer encima de la mesa. Le metí tres dedos mientras le chupaba el clítoris, las embestidas de Manuel me empujaban a ella y provocaban que mis dedos entraran más adentro, ella gemía y se arqueaba, parecía que se iba a correr, pero Manuel no la dejó. Me apartó por un momento y tiró de las piernas de Sara hasta colocarla al borde de la mesa, me hizo subir encima de ella de manera que su cuerpo quedó entre mis piernas, nuestros pechos se frotaban y nuestras bocas se entrelazaban. Se me clavaban las rodillas en la dura madera de la mesa, pero ahora no podía pensar en eso. Manuel se acercó a mi espalda, me giré para ver como penetraba a Sara, ella abría sus piernas y las subía hacía arriba, lo que hacía que yo abriera más las mías.
Manuel jugueteaba con mi vagina y untaba sus dedos en mis flujos, yo besaba a Sara en el cuello, pronto noté un dedo en mi culito, unas manos que separaban mis nalgas, una lengua que lo lamía. Manuel se estaba excitando mucho pero sabía controlarse y nos estaba haciendo disfrutar mucho a las dos. Sus embistes eran cada vez más brutales, hacían que ella se moviese, se frotara contra mis pechos y nuestros pezones se rozaran y se endurecieran de la excitación .
Manuel me metió uno de sus dedos completamente en el culo, me dolió y mi cuerpo se tensó pero él no lo retiró. Me dio unas cachetadas en las nalgas hasta que éstas se pusieron rojas y comenzó a mover el dedo hasta que lo metía y sacaba con la misma fuerza con la que se estaba follando a Sara. Ella estaba al límite y enseguida notamos como un orgasmo la invadía y su cuerpo se estremecía bajo el mío.
Pero Manuel no se había corrido todavía, y se le veía completamente excitado. Me hizo bajar de la mesa y me apoyó otra vez contra ella, estaba echada encima da Sara que todavía se recuperaba de su tremendo orgasmo. Sin muchos miramientos Manuel me penetró el culito, dolor, placer, excitación, miles de sensaciones se mezclaban dentro de mí. Él ya no podía aguantar más y me follaba brutalmente, toda la fuerza que había logrado contener antes se desató en ese momento y yo sentía como iba a correrme sin remedio, ese hombre provocaba en mí deseos incontrolados. Grité, no pude evitarlo, grité con todas mis fuerzas mientras me corría y notaba las convulsiones del orgasmo de Manuel dentro de mí. Por mis muslos resbalaban mis flujos y la leche que salía de mi culito. Sara se arrodilló detrás de mí y me lamió, lleno su boca y fue a besar a Manuel, quien la recibió con uno de los mejores besos que he visto en la vida.
En ese momento, y como queriendo devolvernos a la realidad, se encendieron las luces.
La tormenta se estaba calmando, ya había luz y ya había línea de teléfono, llamamos a una grúa mientras nos vestíamos y Sara recogía un poco todo el salón. Al cabo de media hora, la grúa estaba allí, me despedí de Sara y Manuel me acompañó hasta el camino, mientras subían mi coche, me besó, me dio un beso como el que le acababa de dar a su esposa, de esos besos que te hacen temblar, de esos besos que no se olvidan.
Subí a la parte delantera de la grúa, con el conductor, saqué el móvil, la cobertura estaba a tope, ¿mala suerte? ,¿buena suerte?……Quien sabe.
Al cabo de unos días, volví a pasar por allí y paré. Les había comprado una botella de vino para agradecerles lo de aquella noche, así que bajé del coche y caminé hasta la casa. Llamé pero nadie contestó, todo se veía muy cerrado. Un hombre mayor pasó por el camino con una bicicleta y me dijo que no había nadie, que los dueños venían muy poco, que vivían en Madrid. Volví a mi coche pensando…quizá otra noche….otra tormenta….
Woowww…Que exquisito trío SW tan exitante y lleno de todos los sentimientos por sentir las hizo sentir el tipo tanto a ti, como a Sara y llevarlas a los extremos de las más bajas relaciones concensuadas por ambas y por ti a llevarte a tener una gran penetración brutal anal que te hizo sentir como lo describes, dolor, placer, exitación, deseos depravación, lujuría, degeneración y deseos de volver avivir otro gran encuentro SW en trío con Sara y Manuel por ese gran placer nunca antes vivido ni sentido por ti y deseando una pronta tormenta y se de otro gran encuentro en un exquisito trío bixes y dominadas por Mamnuel el macho tan deseado desde que lo vidste se te hicieron agua las nalgas, las cuales les dierón su deseada penetrada, haciendote sentir mil cosas y placeres inesperados que no sabes como explicarlos, más que volverlos a llevar a cabo lo más prionto posible y que sea y fuera con esa misma pareja que conoce muy bien el Sw.
Espero cuentes ,más experiencias que hayas tenido o estés teniendo y seán de tu gran morbo y deseos satifacidos. Gracias y muy buen relato!!!