Las travesuras de Tamy
La hija de Celia debe volver al internado, pero encuentra a alguien que la ayuda con sus aventuras .
Camine despacio por el pasillo oscuro y salí por la puerta de la cocina, prendí la linterna y me fui hacía el jardín escondida, de vez en cuando iluminaba la casa del jardinero y cuando entre al jardín puse mí manta en el banco de cemento que ahí había y me senté a esperar.
Mí corazón latía acelerado mientras escuchaba como las pisadas se acercaban hasta que una luz de linterna más grande que la mía me iluminó la cara y me dejó encandilada.
El señor Roberto bajo la linterna y me miró frunciendo e ceño.
Ya es la segunda vez que te encuentro aquí, niña. No es hora ni lugar para estar, además estamos en otoño, hace frío para que estés así de desabrigada.
Yo hice un puchero y mis ojos se llenaron de lágrimas. El hombre mayor se sentó a mí lado conmovido por mis lágrimas. Me acerque y pase mis manos por su torso, abrazándolo.
Es que extraño mucho a mí familia.
Pero no debes venir aquí.
No quiero estar en esa habitación con esas niñas tontas que se burlan de mí.
Le dije sabiendo que él me había defendido varias veces de sus burlas. Hizo sonar la lengua y me pasó la mano por la cintura por encima de la manta que se bajó llevándose el tirante de mí camisón dejando mí hombro desnudo y llegando a quedar por encima de mis tetas crecientes. Temble un poquito y me levanté.
Hace frío. — Le dije sentándome en sus piernas.
El se dejó hacer, sorprendido por mí confianza, abrí mí manta mostrándole el camisón de nena que me quedaba pequeño y me senté en sus muslos tapandolo con mí manta.
Debemos volver.
Un ratito más, don Roberto.
Le dije mientras pasaba mis brazos abrazándolo y poniendo mí cabeza debajo de su barbilla, su mano era como hierro caliente sobre mís omóplatos y la otra estaba sobre mis muslos sin tocarlos. Me arrebuje un poco más y por fin pude notar su verga en mí muslo, me volví a mover despacito, no pude evitar abrir un poco mis piernas cuando su mano se apoyó encima de mis muslos, me volví a mover haciendo que su mano ya entre mis muslos se adentrara un poquito más hasta que su pulgas rozo mí braga. Sentí como su verga se endurecía y sin poder evitarlo me volvi a mover un poquito más. Solté un gemidito suave y el reaccionó apretándome el muslo.
Señor Roberto. — Susurré mientras me movía despacito.
Si, nena. — Dijo después de un momento largo.
Creo que tengo frío porque me moje en un lado.
La mano que tenía el la espalda se cerró sobre mí cabello y agachó la cabeza para mirarme.
¿Cómo te mojaste?
No sé. — Le dije.
Abrí mis piernas y tomando su mano grande la pasé por encima de mí calzón que estaba húmedo de mis jugos. Vacilo, se quedó congelado con su mano en mí entrepierna, hasta que yo me moví un poquito. Paso los dedos por encima de mí rajita mojada y yo me abrí de piernas para que sintiera toda mí vulva.
Estás muy mojada, nena.
Si, pero me gusta lo que me está haciendo.
Le dije mientras me movia sin poder evitarlo, me corrió la braga y me metió los dedos masturbándome despacito, me apoye en el brazo que tenía en la espalda y la manta se cayó mostrándome con las piernas abiertas y la braga corrida mientras me dedeaba.
Tenés los pezonitos duros, déjame que le dé unos besitos para que se calienten.
Me bajé los tirantes y me ofrecí mostrándole mí pecho con las tetitas que aún no se habían desarrollado del todo. Me dio suaves lengüetazos mientras yo me corría en sus dedos. Su pija estaba como una roca en el costado de mí pierna.
Ahora estás mejor, nenita.
Que rico lo que me hace don Roberto. — alabe mientras de dejaba hacer.
Paso los dedos por el agujerito de mí vagina que aún era virgen y esparció mis jugos un poquito más atrás acariciando mi agujerito mientras me chupaba las tetas y me succionaba los pezones.
Que rica que estás, nena.
Se bajó el pantalón y tomo mí mano para que lo pajee, puse mí mano y seguí sus instrucciones como si nunca le hubiera chupado la verga a mí abuelo infinidad de veces.
Me acomodo abriéndome de piernas y sentándome sobre su verga con mis labios abiertos abrazando su caliente falo. Comenzó a subir y bajar mientras nos fregabamos, me encantaba lo que me hacía, lo abrace pasando mis brazos por su cuello y gemía mientras lo oia hablarme al oído.
Que linda nena, como se deja coger. Que zorrita tan chiquita.
La palabra zorrita me hacía calentar más, no podía evitar recordarme desnudita en casa con mí colita de zorra y mis orejitas, a mí mamá le encantaba chuparme así. Me levanto el camisón y me tomo de las caderas mientras me hacía fregarme con su pija. Paso las manos hacía atrás y me masajeaba las nalgas sin atreverse a tocarme, si supiera que mí abuelito me enculaba muchas veces y también me encantaba ponerme colitas en el agujerito que me lo mantenían abierto.
Me apretó las tetitas pequeñas y acabo mientras me metía la lengua en la boca. Me quedé abrazada a él mientras nos recuperabamos, el se limpió con un pañuelo que sacó de la campera y después me dio largos besos que yo respondí, me acomodo la braga y me bajo el camisón, me dio sendos besos en los pezones y me subió las tiras.
Es hora de volver, nena.
Tamy. — Le dije mientras le daba la mano como si fuera un niño de dos años.
Antes de salir de jardín, paro y me enfrentó.
Lo que acabamos de hacer…
No le diré a nadie, no quiero que la directora me rete porque sali en la noche.
Muy bien. — Le sonrei y me puse de puntitas de pie ofreciéndole mis labios que beso despacito sin dejar de mirarme.
¿Puedo venir mañana?
¿Quieres volver a sentir lo que te hice hoy?
Si. Le dije poniendo mí mano en su bragueta.
Mañana mientras jugamos un poquito me vas a contar quien te enseño.
Yo asentí y me fui rápido.
Tuve que secarme el coño antes de salir al jardín, estaba tan caliente que ya me imaginaba chupándole la verga gorda que tenia don Roberto y tragándome su lechita caliente. Le sonreí cuando lo vi sentado esperándome , me senté en sus piernas y nos besamos mientras nos tapaba con mí manta. Me quito la braga y me hizo sentarme abriendo las piernas sobre su pija que ya estaba fuera del pantalón.
Ay Tami, no sabes que ansioso estaba mientras te esperaba, no podía dejar de pensar en lo que hicimos anoche. Contame quien te enseño que se hace esto.
Nadie. — mentí con una sonrisa tranquila. — Vi a mí mamá y mí papa que se daban besos y mí papá le decía que le iba a dar leche para que durmiera bien toda la noche.
Gimió excitado y me abrazo fuerte, después me bajo los tirantes dejándome desnuda y paso los pulgares por mis pezones.
¿Y tu quieres lechita para dormir también?
¿Usted me va a dar su lechita don Roberto? — Le pregunte ilusionada.
Claro, pero para eso tienes que darme unos besitos especiales. Cómo tu mami y tu papi vamos a ser enamorado, ¿Quieres?
Asenti entusiasmada mientras el me daba besos largos y después me dejaba sentada en el banco mientras se paraba delante mío, se bajó el pantalón y se acaricio la verga frente a mí.
Chupamela para que te pueda dar la lechita. Las mamás le besan a los papás así.
Seguí sus instrucciones, la bese y le pase mí lengua como me pidió, me deje metermela y di unas arcadas para el.
Si, así bebé. Que rico que me la chupas nena. — Yo abría mis labios y me dejaba hacer mientras me acariciaba la cabeza y después me pellizcaba los pezones. — Si, muy bien bebé, así. Ahí te va mí lechita calentita, traga bebe, traga.
Me bebí toda la leche encantada y luego me beso apretándome fuerte, me acostó sobre la manta en el banco y comenzó a chupármela mientras me seguía pellizcando los pezones. Yo me abrí de piernas como me pidió.
Que hermosa conchita de nena que tenés, que dulce que son tus juguitos. No tenes ni un solo pelo, bebe. Nunca había probado una conchita tan chiquita, me muero por metertela, vas a ver qué te va a gustar, vas a gozar muchísimo. — Me abrio con los dedos y me mordió los labios haciéndome jadear de la sorpresa. — te voy a llenar de leche está conchita de bebé que tenés.
Me metió un dedo y me alejé.
No. Ahí adentro no. — le dije cerrando las piernas.
El me miró sorprendido y luego sonrió.
Bueno, está bien. Vení para que pueda seguir chupándote. — me atrajo de las piernas y comenzó a comerme de nuevo.
Me levanté un poquito más y le ofrecí el culito, comenzó a besarme el agujerito y le demostré cuanto me gustaba, me metió un dedo y me deje, me metió uno más y me miró sorprendido mientras yo gozaba a más no poder.
Que hermoso culito que tenés. Date la vuelta para que el tu novio te pueda besar bien la colita.
Me di vuelta y empine el culito mientras el me abría y me metía la lengua en el agujerito, gemía despacito mientras sentía como me metía los dedos.
Muy bien como aguanta la bebé los dedos en la cola. Te voy a meter algo calentito que vas a ver qué te va a gustar mucho.
Sentí algo caliente entrando a mí agujerito, me di la vuelta vi como me metía leche en mí agujero dilatado.
Precioso, es precioso tu culito. — Me hizo ponerme en cuatro y me chupo la concha así mientras de mí culo salía la leche, cuando acabe me sentó sobre sus piernas.
No puedo dejar de tocarte bebé. — Paso las manos por mí vientre subiendo por mis pechos. — Estás tetitas nacientes que todavía no se desarrollan, tus pezonitos duros, tenés un cuerpo tan de nena pero sos toda una putita.
¿Así se tocan los papás? — Le pregunte mientras el me besaba los pezones.
Si. Se besan así y se tocan como nosotros.
Le sonreí y acepte sus dedos en mí boca mientras me hacía una felación, después se levanto y comenzó a meterme su verga hasta hacerme ahogar,.me acabo en la lengua y me trague mí segunda ración de leche esa noche.
Que preciosa que sos bebé, me hiciste acabar como nunca. Mañana a la noche me vamos a seguir jugando a los papás.
Si. — Susurré mientras me fregaba en su verga morcillona. Me dejó hacer mientras me pellizcaba los pezones y me besaba, llegué al orgasmo con un gemido.
Ve a mí casa así estaremos más cómodos.
A partir de ese momento nos encontrabamos todas las noches, nos besábamos y nos tocábamos, me hizo chupársela infinidad de veces, me la.chupo y me dedeo el culo llegando a meter la puntita en mí colita, pero como la tenía muy gorda me dolió un poquito y abandono el intento. A diferencia de mí madre y abuelo, no me trataba como putita ni me decia nena, siempre me decía mí amor, y me mostraba como hacían los padres. Después de un mes le conté que mí madre me cambiaría de escuela, solo quedaban un mes más o menos para irme. Asique me dijo que debíamos dar un paso más en la relación de novios.
La noche siguiente ya estaba esperandome, nos besamos largamente. Me hizo sentar en el sillón y comenzó a metermela en la garganta sin parar, no acabo, me hizo acostar boca abajo, levanté mí colita ya sabiendo lo que me esperaba cuando vi el bote de vaselina. Comenzó a dedearme mientras yo me dejaba hacer. Su verga parada estaba muy dura, la del abuelo jamás estaba así, está era como un hierro caliente.
¿Por qué está tan dura?
Es que me tomé una pastillita para que disfrutemos mucho.
Me la metió en la boca mientras me abría el culo y mí agujero con la vaselina, me la metía y me la sacaba sin parar, mí saliva llegaba hasta el sillón de tanto que me la metía. Se acercó y me la fue metiendo despacito en el culo, cuando finalmente estuvo todo adentro me apretó las nalgas y susurro palabras incoherentes en mí nuca, comenzó a metermela sin parar mientras me abría el culo y me pellizcaba las nalgas. Me dio una nalgada y comenzó a taladrarme, tanto y tan fuerte que mi cabeza no podía quedarse quieta. Cuando me lleno el culo de leche finalmente se quedó quieto, pero para mí sorpresa su verga no se durmió como la de mí abuelo, sino que la saco igual de dura y hizo mamarsela un buen rato, cuando me quejé de dolor en la mandíbula me sentó en sus piernas con mí espalda apoyada en su pecho, pero está vez con las piernas cerradas, me metió el falo sobre mí rajita y comenzó a simular metermela. Me encantó, acabe enseguida al sentir como su verga dura sobaba mí coñito.
Su verga seguía igual de dura, aprovecho la leche que salía de mí culo y volvió a metermela, sentada en su culo se.movia despacito mientras me pellizcaba los pezones.
Ay mí amorcito que bien que te portas, tu culito es tan hermoso y caliente. Vas a ser una buena esposa, me encanta como te tragas la lechita.
Esa noche me dejó el culo abierto y llena de leche a más no poder.
La noche siguiente no aparecí, me había dejado el culo realmente abierto de las veces que me la metió. Me encontró en el jardín y me cito en su casa esa noche, encantada y con mí culito nuevamente sano me fui esa noche a su casa. Cuando entra me beso largamente y me bajo el camisón dejándome desnudita, no llevaba bragas, inútiles para lo que hacíamos. Una luz se prendió y me di vuelta sorprendida. Un señor mayor estaba sentado en el sillón.
El es Ricardo. — Me dijo mientras me tomaba de la mano y me acercaba. — está un poco triste porque perdió a su esposa. Yo le conté que tenía una noviecita que podía ayudarlo. ¿Que dices?
¿También quieres jugar a los novios? — le pregunté curiosa mientras el me comía con la mirada.
Si tu quieres. — Me dijo en un susurro.
Asentí mientras le sonreía.
Muestrale como las esposas atienden a los esposos, como prácticamos. — Dijo Roberto.
Me acerque y lo tome de las manos levantándolo del sillón, se paró a mí lado y me sorprendió su altura, era mucho más alto que mí abuelito. Le quité su chaqueta y su camisa que el me ayudó porque no llegaba y después de quitarle los zapatos le baje el pantalón y el calzoncillo finalmente viendo la monstruosa pija que tenía. Esta era todo lo que mí abuelito y Roberto juntas. Mientras que la de mí abuelo era larga y la de Robert gorda, está tenía ambas cosas. No me contuve y la tomé con mis dos manos encantada al ver qué no llegaba a cerrar mis manitos en su verga caliente.
¿Te puedo acariciar? Es que extraño tocar una piel tan suave.
Claro. Sino como juegan los esposos. — Le dije acercándome mientras el se sentaba en el sillón de dos cuerpos.
Me pasó sus enormes manos por mis pezones apretandolos, me acaricio las piernas desde abajo hasta abarcar mis nalguitas abriéndome, paso los dedos por mí rajita humeda y gimió cuando encontró mis juguitos. Acercó el sillón de un cuerpo de enfrente y me hizo recostarme poniendo mis piernas en los apoyabrazos, en esa posición estaba completamente abierta. Me dio tremenda comida, me pellizcaba los pezones mientras metía su larga lengua adentro mío hasta hacerme acabar tan fuerte que quede desmadejada en el sillón. Me reacomodo como su fuera una muñeca de trapo, con mí vientre sobre el apoyabrazos dejando mí culo empinado, comenzó a chuparme el culo mientras me dedeaba y me untaba en vaselina, yo me dejaba ansiosa por sentir tremenda verga en mí culito. Roberto aprovecho para levantarme la cabeza y metermela hasta la garganta, tomandome del cabello comenzó a cogerme la boca hasta la garganta.
Que buena esposa que es, ¿Viste Ricardo?
Este había dejado de dedearme para ver cómo me tragaba la pija de su amigo, encantado se acercó.
Déjame ver cuánto puede tragarse de mí verga.
Tomo la posición de Roberto y comenzó a metermela hasta hacerme ahogar, la arcada que me dio cuando me la metió en la garganta fue inútil, poco podía vomitar si tenía tremendo tapón de pija.
Uuuff si, bebé. Mira como la chupas y aguantas como toda una puta profesional.
Me dio verga para que tenga y guarde mientras Roberto se ocupaba de dilatarme el culo, me la metió salvajemente como le gustaba hasta que acabo llenándome de leche. Luego se puso delante mío para que se la limpiará mientras Ricardo comenzaba a metermela. Esta vez si que sentí cuando entro y gemí al sentir el glande.
Auch. Ay, ay me duele. — dije removiendome.
Me dio una nalgada que me cosquilleo hasta la cabeza.
Calla, puta. Ya vamos la mitad mí amor, solo un poquito más.
Me duele, esposo mío. — le dije lastimera.
Me tomo de los hombros y me levanto, su pija entro hasta el fondo haciéndome dar un un grito que fue silenciado por su manota que puso sobre mí boca. Ricardo bajo la otra mano sobandome la rajita mientras Roberto me chupaba las tetas.
Que bien como te la tragaste toda,.sentí como tenés toda la pija adentro, bebé. Mira que he enculado a muchas eh, pero jamás un culito de nena como el tuyo. Uuuff mí amor, voy a llenarte de leche.
Comenzó a entrar y salir despacio, de verdad es que había abierto mí culo al máximo, ni siquiera con los juguetes que mamá me metía la sentía tanto como este.
Si mí abuelito estaría aquí nos habría sacado una foto, mí pequeño cuerpo ni siquiera le llegaba debajo de la barbilla a Ricardo, mí cuerpito menudo y moreno contrastaba con su pecho enorme, sus manos blancas se perdían en mis pliegues mojados y Ricardo me besaba los pezones erectos. Decir que tenía pecho era una mentira, al contrario de mí madre aún no tenía n siquiera protuberancia todavía, solo unos pezones morenos y parados, habían cambiado así desde que mí mamá y el abuelito comenzaron a chuparlos.
Pero esa era lo maravilloso de mí, me decía mí abuelo y mamá, mientras me chupaba la conchita lampiña. Yo era la nenita, la putita de casa y ahora era la bebé de estos maridos míos que me había hecho.
Después de llenarme de leche, Roberto me alzó y poniendo sus manos debajo de mis rodillas me sentó sobre su verga. Acostumbrada como estaba a qué tenga la pija siempre dura me deje hacer. Roberto se acercó y me insto a soltar el cuello de Ricardo y apoyarme en su pecho mientras me sostenía entre los dos y me acariciaba la rajita y las tetas mientras me taladraban el culo. Después de un rato me sorprendí cuando Ricardo salió y Roberto me la metió, comencé a gemir al sentir como se turnaban para metermela hasta que Roberto acabo primero y luego quedé colgada de espalda con la pija de Ricardo hasta el fondo. La sentí hincharse para llenarme de leche mientras me dedeaba y así acabe también. Se sentó en el sofá conmigo todavía prendida de su pija. Nos quedamos asi los tres en el sillón, desnudos y agotados.
Sabía que aún no había terminado, la pija de Ricardo seguía dura debido a sus pastillas y después de un rato la morcillona verga de Roberto se iba despertando mientras me acariciaba.
Que piel tan suave que tenes, tu culito es tan chiquito y hermoso, tiene mí pija guardada y calentita tan bien. Es como estar en la gloria, me encantan tus pezonitos. Nunca me había dado cuenta de cuánto aguante pueden tener las nenitas como vos. Mí nietita tiene tu edad, cuando llegue a casa voy a enseñarle también a ser una buena esposa como tu.
Imaginarse a su nieta claramente lo puso calientes porque su pija despertó y me volvió a encular durante mucho rato hasta que finalmente me volvió a llenar de leche. Roberto me alzó poniendo sus manos debajo de los brazos y me atrajo a su pecho.
Una última vez, mí querida esposa. Y después podras volver a tu camita a descansar. Estuviste tan bien atendiendo a tus dos maridos. ¿La pasaste bien?
Su verga en el culo despues de tanto ya lo la sentía, asentí y disfrute del último orgasmo que me dieron sus gordos dedos. Me fui a mí habitación con el culo abierto y lleno de leche.
Después de eso, no pude salir en la noche, trate de darme una escapada pero la directora había aumentado la vigilancia, pero tampoco hizo la diferencia porque esa misma semana no volví más, mí madre finalmente había logrado cambiarme de colegio y volvía a estar todos los días en casa, con mí abuelito y mí mamá.
Mí conchita se humedeció al pensar en todas los juegos que jugaríamos con mami y el abuelo.
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