Leah! la perra de mi amigo 2
La fortuna que he tenido de encontrar a mi amigo Javier y a Leah! Es lo mejor que me ha pasado..
Los días siguientes después de esa vez cuando nos cogimos a Leah fueron cada vez mejores! Siempre teníamos la rutina de salir a correr porque nos gustaba llegar algo sudaditos y así darle duro entre los dos a Leah! Muchas de las veces los dos teníamos una erección mientras corríamos y se nos notaba mucho en nuestros deportivos pero a quien no, sabiendo que estábamos próximos a comernos a Leah! Cada vez ella tenía más confianza conmigo y estaba desarrollando un vínculo con ella. A veces no follabamos con mi esposa en las mañanas porque yo me quería descargar en Leah solamente.
Recuerdo una mañana sábado que salimos a correr con Javier y Leah, estamos más calientes de lo normal o ver la vulva hinchadita y mojadita de Leah nos hacia tenerla dura en todo el camino, pero no nos aguantamos. Pasamos por una cuadra donde había una casa en construcción pero abandonada, entramos de tal manera que nadie nos viera, y nos fuimos al fondo.
Mi amigo Javier me dice- la verdad siempre he querido darle así en un lugar no tan público pero que sea fuera de la casa , y hoy es cuando amor- se dirige a Leah.
Le hace cariñitos mientras nos bajamos nuestro deportivo y nuestras dos pijas quedan al aire, acomodamos a Leah en una tarima y me dice que si puede comenzar él ya que no aguanta darle rico a Leah, a lo que yo respondo- tu eres su dueño jaja así que sirvete. Él ya tenía de practica de meter su pija en la vulva de Leah sin agarrarsela, a puro pulso.
Vi como la vulva de Leah se abre para dar paso a semejante pija de Javier y comenzando las embestidas, yo colaboraba con psar mi mano en el lomo de Leah y ayudándola con los movimientos, ella ya jadeaba mientras seguia dándole. Luego cambiamos y fue mi turno, quise hacer lo mismo y torpemente no podía y él me dió el secreto. Javier- solo coloca la cabeza en la entrada y ella te guiará. Lo hice así, coloque la cabeza y ella al sentirla se hizo para atrás y se hundió toda mi verga en su coño bien mojado. Sentí la gloria dándole rico, mientras le daba Javier comenzó a echarle saliva en su culito y lo frotaba, lo mire y ambos pensamos lo mismo. Javier – nunca he intentado por allí, y yo le respondo- pues ya es tiempo de probar. Ambos estuvimos de acuerdo de probar en una próxima vez pero primero con condón para abrirle ese orificio.
Nos turnabamos dandole duro a ese coñito, la volteo y la puso acostadita hacia arriba, yo le agarraba sus patitas mientras se la dejaba ir toda. Fue casi 45 minutos dándole con muchas ganas hasta que cada uno depósito su lechita adentro de ella.
Dimos tiempo para que ella se limpiará y le saliera toda la leche posible de su coñito. Salimos de la construcción y seguimos nuestro camino a casa de Javier. Los 20 minutos de marcha nos sirvió para recuperar las ganas. Al llegar a la casa solo tomamos un poco de jugo y le dimos agua a Leah para que también se repusiera. Mientras platicábamos Javier me cuenta que por medio de telegram ha encontrado a un amigo que también ha tenido experiencia zoo y que no vive muy lejos.
Javier- que dices si le damos otro amiguito a Leah, yo volteo a verla y me la imagino a ella, con tres pijas a su alrededor, eso me la puso dura al instante y le respondo- ella puede con muchos amigos estoy seguro- y los dos nos reímos. Javier- sabes que quiero probar algo con Leah, una pose que no es nueva pero diferente. Que pose le pregunté- vamos te muestro. Nos levantamos y nos dirigimos a la habitación, puso a Leah, acostada con sus piernas como que fuera una posición que utilizan las gatas cuando las cogen, el se la deja ir y su peso recae en Leah, yo veo como los huevos de Javier se ven solamente ya que la tenía bien empalmada y comenzó a darle, la agarro y la abrazó debajo de él y le daba fuerte que la cama tronaba estrepitosamente. Era tan rico ver cómo ella levantaba la colita para recibir a su macho. Luego fue mi turno y la verdad era una pose donde el mismo peso hacia darle más cómodamente, su coño no dejaba salir mi pija, y nuevamente nos dimos el gustito de cogerla como lo que era, una perrita caliente, Leah no era muy expresiva, solo jadeaba y algunas veces cuando las embestidas eran fuertísimas se escuchaba su gemido agudo, era señal que debíamos seguir hasta hacerla venir.
Esa mañana terminamos agotados los tres de darnos mucho cariño.
Espero sus comentarios y saber si les gustaría saber la continuación con nuestro nuevo amigo.
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