los vecinos
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por sayago19.
Me despierto a media noche, aburrida y sola como siempre, hace meses que mi cuerpo permanece intocado; el haberme mudado para estudiar en la Universidad ha sido menos grato de lo que imaginé.
Extraño esas fiestas de viernes con los compañeros de la preparatoria, donde después de unas copas y unos juegos sensuales (verdad o reto, strip póker, botella o alguna otra variación) terminábamos en unos deliciosos encuentros.
Imposible olvidar la noche en la cual termine penetrada por las tres vías al unísono, durante la celebración de la victoria del equipo de futbol de nuestro grupo en el torneo interno, o cuando en un castigo tuve que hacer un 69 con mi mejor amiga y terminamos bajo una lluvia de semen de los espectadores.
El deseo me devora, hace tanto que solo mi mano se dedica a atenderme, sin embargo hoy toca jugar a la voyeur.
Voy a la sala de estar y, con la luz apagada, abro tímidamente la cortina; sé que hoy los vecinos de enfrente tendrán su tradicional cópula a la luz de la luna y quiero ver sus cuerpos poseerse con movimientos frenéticos.
Dar un espectáculo erótico, a los astros y seres nocturnos, en el cual el sudor los hace brillar como seres fantásticos e irreales, dioses menores ejecutando un rito antiguo y reciente.
Para mi desconsuelo, no hay ni un alma, con paso lento y cansino voy hacia la alcoba; me detengo pues creí escuchar unos leves golpes en la puerta.
¿quién, en su sano juicio, visita a una mujer sola a media noche?, me digo a mi misma; sin embargo el sonido se repite, veo por la mirilla y ¡son los vecinos!, sin pensarlo abro y Ella me dice: “¿quieres jugar con nosotros hoy o solo deseas ver como siempre?”.
Él, vistiendo pants y sudadera, desliza el dorso de dos dedos por mi mejilla derecha alargando el movimiento para cerrar mi boca (abierta por la sorpresa).
¿podemos entrar? – me pregunta con su grave voz de barítono – la noche esta refrescando.
Doy un par de pasos hacia atrás, franqueándoles el acceso, Él la toma de la cintura (por cierto Ella lleva un abrigo largo que le cubre hasta los tobillos).
Toman asiento en el sofá y Él comienza a besarla en el cuello, Ella extiende su mano hacia mi, en una muda invitación.
Cierro la puerta y me dirijo hacia la pareja; Él ha desabotonado el abrigo descubriendo un cuerpo escultural, cubierto apenas con un sostén de ¾ de copa y una tanga (ambos de encaje negro contrastando con una piel blanca y tersa), el cual comienza a cubrir de besos.
Ella le acaricia tiernamente su cabello y mantiene su mano hacia mi, la estrecho con cierto temor y me dirige a su izquierda; soltándome en cuanto ocupo el lugar vacío junto a Ella.
Para mayor sorpresa toma a Él por el cabello y a mi por la nuca, y nos aproxima lentamente; hasta hacer que nuestros labios coincidan; cierro los ojos esperando el contacto.
Es un beso largo y dulce, inicia con timidez y poco a poco va cobrando la fuerza de la pasión; entreabro mi boca y su lengua busca acariciar a la mía, recorre mis dientes y finalmente logra su cometido.
Otros labios están en mi cuello y unas manos femeninas acarician mis senos, por encima de la playera que uso para dormir, con sabiduría pellizca mis pezones endurecidos.
La lengua de Ella se desliza hasta mi oreja y entra fugazmente en ella, sus dientes se prenden con cautela de mi lóbulo (el cual seguramente está enrojecido por la excitación).
“Quítate la playera” me ordena, Él deja de besarme y lentamente obedezco; ambos aprovechan la pausa para desnudarse también.
Ver los 18 centímetros erectos y gruesos del Él, me hacen desear sentirlo dentro de mi, saborear antes con mi lengua ese tronco salpicado de venas y acariciar sus testículos libres de vello que cuelgan llenos de leche caliente.
“Luis, quítale la tanga” lanza una orden, la cual es prontamente obedecida; mientras sus manos me despojan de la prenda con rapidez su boca se posa en mi vagina, su lengua prontamente acaricia mi clítoris, logrando humedecerme aún más.
Ella se levanta sobre el sofá y aproxima su vagina a mi boca, su olor es embriagador, mi lengua se extiende con cautela y toca con la punta el licor que escurre por sus muslos.
El sabor es divino, excitante, todo un afrodisiaco natural.
Mis brazos se extienden y tomándola por las nalgas la acerco, para comenzar a darle lengua en esa celestial cueva; Ella comienza a exhalar dulces quejidos, mientras toma mi mano y la aproxima a su ano, comienza a mostrarme la forma en que le gusta que se lo acaricien, como rodear su estrecha rugosidad.
Como si estuvieran comunicados Luis introduce dos dedos en mi cueva mojada, estimulando suavemente en ella; mientras su otra mano recorre mi trasero y comienza a estimular mi culito, casi como si fuera una copia de los movimientos que ella me dirige.
Su dedo se abre paso dentro de mi ano, despacio, explorando con cautela; ¡hace tanto tiempo que solo mis dedos eran los que sentía allí! siento que estoy a punto de terminar, pero la magia termina cuando Juan se retira de mi cuerpo.
Mi hambrienta vagina también queda huérfana de caricias y, antes de que pueda preguntar algo, Luis me ordena: “Ponte de perrita”; obedezco con rapidez y el poderoso miembro viril entra en mi boca abierta.
El sabor salino de su líquido lubricante es un aderezo más, mi lengua trata de rodear el tronco mientras mis labios suben y bajan a lo largo de su gruesa y venuda extensión.
Acaricio sus testículos llenos de leche esperando a ser expulsada; mi otra mano soba sus duras y redondas nalgas, cuando unos dientes muerden suavemente las mías.
Una lengua húmeda y traviesa comienza a jugar con mi apretado culito, mientras dedos femeninos juegan con mi clítoris y entran en mi mojada panochita.
No puedo soportarlo y termino en un orgasmo fantástico, como hacía mucho no sentía, mis jugos se siguen derramando mojando la mano que me llevó al éxtasis y un quejido sale de mi garganta ocupada por la verga dura de Luis; sin embargo sigo chupando esa deliciosa lanza de carne, mi lengua la recorre sintiendo sus gruesas y palpitantes venas.
Solo un minuto después Él explota, llenándome la boca con su leche; trago lo más que puedo (hacia tanto que no la probaba) pero aun así un poco me escurre por la comisura de los labios.
Un segundo chorro de semen cálido sale de su miembro, Luis se retira y para mi sorpresa Ella me besa, bebe de mis labios; su lengua recoje la leche que escurre por mi barbilla, lame las gotas que cayeron en mis pechos.
Aprovecha para ponerme boca arriba y chupar mis duros pezones, a la par que Luis nos observa mientras se masturba para endurecer nuevamente su pene.
Nuevamente firme, su tronco busca abrigo en mi mojada vagina; poco a poco su cabeza juega con mis labios, golpea con cariño mi clítoris y comienza a introducirse poco a poco; mientras desliza su lengua por mis tobillos.
Gimo como una perrita en celo, Ella para callarme se coloca sobre mi; acercando su depilada conchita a mi boca.
Comienzo a devorarla, disfrutando su olor y sabor; Luis deja de atender mis pies para entretenerse con los preciosos pechos de Ella, chupa sus pezones, los lame en círculos, mientras me penetra cada vez más rápido y fuerte.
Siento como el néctar de Ella anuncia su orgasmo, un poco después mis paredes vaginales se contraen replicando su placer; lo cual solo logra que Él se derrame dentro de mi.
Por un momento nos quedamos los tres acostados en la alfombra de la sala; después de unos momentos Ella se pone su abrigo, guardando su ropa interior en uno de los bolsillos; Luis se viste también y toma mi tanga, después de aspirar profundamente su aroma se la guarda como recuerdo.
Ambos se despiden, Ella deja una tarjeta de visita en la mesa de centro y antes de salir me manda un beso.
Me mantenga acostada, desnuda, sudorosa y aún excitada; me incorporo y veo la tarjeta:
Se que voy a llamarlos, pero eso ya será otro día.
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