Me ha convertido en una puta
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Hola muchachos y muchachas. Esta noche quiero compartir con ustedes lo que ahora es parte de mi vida.
Me pueden llamar Angelica, tengo ahora 24 años, soy guerita, de cabello castaño claro, ojos verde palido, de 1.68 mt de estatura, dicen mis amigos que mi rostro es bello dicen, tengo bonitas bubis de buen tamaño y mi otro atractivo y que más le gusta a los hombres son mis nalgas llenitas y carnosas.
Me encanta el sexo, pero provengo de una familia conservadora, fui formada como ideales de servir a un solo hombre hasta la muerte. Mi madre me enseñó los oficios domésticos y a cocinar a pesar de que mi familia no sufre de problemas económicos. Nunca fui infiel con mis novios antes de casarme, mi segundo novio a mis 16 se quedó con mi virginidad y el tercero fue el primero que me inauguró mi culito a los 18.
A mis 20 me hice novia de un chico de 25, hijo de amigos de mis padres, de nombre José Ignacio, proveniente de una familia muy pudiente del norte de este país. Mis padres estaban feliz por esta relación, -viene de buena cuna y la familia tiene mucho poder económico!- decía mi madre. Fui novia de Jose Ignacio un año y medio, a pesar que en ocasiones lo veía una o dos veces al mes, porque se estaba empezando a hacer cargo de algunas empresas del padre. José Ignacio es hombre atractivo de buen ver, deportista y crei que también de buenas costumbres. A a los tres meses de noviazgo me entregué a él, era muy bueno en la cama y luego hicimos planes para casarnos. Lo cual se materializó al año y medio de nuestra relación.
Fue una boda soñada la nuestra. Vivimos en un residencial muy exclusivo y el primer año realmente fue una linda luna de miel, el me llevaba a sus viajes, sus amigos frecuentemente me daban priopos, le decían que yo era una muñeca y que lo felicitaban por su elección. Uno de sus amigos más intimos es Leonel, quien en cierta ocasión en una degustación en donde fuimos anfitriones con mi marido, en un momento me fui a la cocina y no me di cuenta que él me siguió, se pegó atrás de mi y prensó con sus brazos y me dijo que yo le gustaba mucho y que porque no nos dabamos un agasajo uno de estos días, yo inmediatamente lo retiré y le di una bofetada, luego me regresé al grupo. Esa vez no le comenté nada a mi marido por evitar un escándalo.
Una nueva situación se dio cuando al final de una fiesta, Leonel nos llevó de regreso a nuestra casa, ya que mi marido estaba ebrio y no pudo manejar, mi marido se quedó dormido en la parte posterior del auto y Leonel me empezó a tocar las piernas y diciendome si había pensado en lo que me había dicho aquel día, yo lo amenacé de decirle a mi esposo, su amigo si el insistía en eso. No pude callar más, pues Leonel seguía acosándome y le conté a mi marido de todo eso, él (mi marido) lo amenazó y lo golpeó en una ocasión, eso fue muy embarazoso. Pero bueno yo crei que allí terminaría todo.
Con respecto a mi matrimonio. El tiempo fue pasando y pude ver y sentir que mi marido había perdido el interes sexual en mi, al principio pensé que se trataba del trabajo, luego crei que existía otra mujer, pero el me juró que no era eso, sino que la rutina lo estaba matando, que debíamos introducir nuevas cosas a nuestras relaciones íntimas, pero después de charlar como amigos, mi marido me confesó que tenía el fetiche de “observar”, –como es eso??- pregunté yo. El me siguió explicando que era que se calentaba más viendo sexo, entonces probamos con videos porno en la habitación, pero solo ayudó un poco tiempo, luego el siguió confesándome que le calentaría mucho verme tener sexo a mi con otro hombre, pero que no podía pedirme eso. Al principio yo me negué, pero la situación sexual llegó a los extremos, asi que en un acto para salvaguardar mi matrimonio acepté tener sexo frente a mi esposo, yo provengo de una familia muy conservadora y para mi hacer eso era deprorable, pero tuve que aceptarlo, después de dos semanas de buscar un hombre adecuado, que fuera aceptado por ambos, por fin se hizo los arreglos.
La persona escogida fue un exjefe de mi esposo, de raza anglosajona, de origen canadiense, casi de la estatura de mi marido (1.80 mt), se veía serio, piel rosada y rubio. Sería en nuestra casa. Todo el ambiente antes de eso fue raro, Richard, que asi se llamaba, se miraba cohibido al igual que yo, luego de algunos tragos preparados por mi esposo, se apagaron algunas luces de la habitación, nos dijimos dos o tres frases con Richard, como que era solo por complacer a mi esposo y que no hay ningún compromiso. Para esa noche me había puesto una mini con una pequeña tanguita, una blusa pegada sin brazzier, mis pezones se pegaban a la tela, por algún motivo estaban erectos, tal vez por el nerviosismo, eso le gustó a mi marido.
No hubo besos de entrada solo nos acostamos sobre la cama y el comenzó a hablarme de lo linda que me había puesto, e iba tocando mis piernas y metiendo sus manos debajo de mi falda en busca de mi cuquita.
Una de sus manos comenzó a masajear mi sexo por encima de mi tanguita que era una tela fina y delgada. Su otra mano acariciaba mis senos sobre mi blusa, Richard quizo besarme, pero le esquivé la boca, asi que sus labios besaron mi orejas y mi cuello. En un movimiento el tomó mi mano y la puso sobre su pene erecto sobre el pantalón, vaya que estaba excitado, su pene parecía de acero. Sus habiles dedos se metieron debajo de mi tanguita y tocaban mi cuquita, yo me sentía utilizada, quería salir corriendo de allí, pero ya era tarde para eso; mi marido que estaba frente a nosotros sentado en una silla cómoda, no se perdía detalle de lo que Richard me daba.
Richard subió mi blusa, dejando destapados mis senos que son como dos toronjas medianas y los comenzó a lamer con la lengua, cuando pasaba por mis pezones sentía toquecitos electricos en mi cuerpo, fue el primer placer que sentí esa noche.
Luego me quitó mi tanguita y mi falda, solo quedé con la blusita puesta, me abrió las piernas con delicadeza y sumergió su cabeza en mi sexo. Al principio sentí asco de su saliva, pero eso se fue perdiendo conforme su lengua examinaba mi panochita, lo hacía lentó pero con mucha técnica, sin querer emití mi primer gemido de extasis, no pensé que lo pudiera hacer frente a mi marido, sentí vergüenza por eso. Levanté la cabeza para ver la reacción de mi marido, y pude ver que mi marido sonriente tenía su pene afuera de sus pantalones y se estaba masturbando. Asi que no había problema con gemir, dando a entender que me estaba excitando. Segui gimiendo conforme Richard me jalaba y chupaba mi clitoris, para que después colocara uno de sus dedos dentro del interior de cuquita, su dedo era grueso y tosco, lo empezó a mover con mucha velocidad, era claro que él ya estaba muy excitado, ya que emitía ciertos quejidos al hacerlo.
Mientras me pajeaba con su dedo, sus labios tomaron de nuevo mis senos y mis pezones, en menos de cinco minutos yo estaba llegando a mi orgasmo, reprimí lo que pude, nuevamente senti vergüenza de tener un orgasmo con otro hombre que no fuera mi esposo, levanté de nuevo la cabeza para ver que estaba haciendo mi marido, el seguía masajeandose el pene y cerraba los ojos por placer.
A continuación, Richardo se fue quitando la ropa para quedarse desnudo, fue la primera vez que le vi su pene, estaba empalado y viendo hacia arriba, era grueso, pero casi del mismo largo que el de mi esposo. Se puso de rodillas sobre la cama frente a mi, tomó su pene con una de sus manos y me lo llevó a la boca, era obvio que quería que se lo chupara, con un poco de asco lo tomé primero con mi mano, le pasé la lengua por su cabezota varias veces y le di un par de besitos rapidos, crei que con eso bastaría, pero Richard lo empujo entre mis labios y me metío toda la cabeza de su pene, luego me agarró de la cabeza con ambas manos y lentamente comenzó a meterme su pene con un vaiven. Debo reconocer que su carne estaba dura y era excitante tenerla en mi boca, ya no le di importancia de alli estaba viendome mi esposo, asi que seguí el ritmo de sus caderas y pronto tuve la mitad de su pene en mi garganta. En algun momento senti algo salado en mi paladar, seguramente Richard dejó escapar algunas gotitas de semen mientras yo se lo chupaba.
Richard retiró su pene de mi boca, -llegó el momento pensé!- para ese instante yo ya estaba bastante excitada, mi cuquita estaba mojadita y mis penzones erectos. El me abrió de nuevo las piernas y se subió sobre mi, luego, tomó una de mis piernas y la subió, después con su mano colocó su pene en la entrada de mi cuquita, pude sentir su cabeza tocándome los labios vaginales. Luego sentí como su carne se deslizaba dentro de mi vagina, gemí y apreté sus costados con mis manos, luego, el siguió empujando con más fuerza hasta tenerla toda en mi interior, puso sus brazos como postes a los lados de mi cabeza para asirse y comenzó a taladrarme con movimientos pelvicos. En mi caso comencé a gemir sin reparos, su grueso pene me estaba volviendo loca poco a poco, pronto sus gemidos y mis gemidos entraron en un compas, los dos estabamos gozando.
Mientras me fornicaba Richard, voltée a ver a mi esposo y en ese momento estaba lanzado gruesos chorros de semen a la alfombra, ya había llegado a su orgasmo.
Richard intensificó sus movimientos dentro de mi, sus labios volvieron a tomar mis senos, yo estaba al borde de otro orgasmo, en unos minutos más lo sentí venir, emití un chillido más que gemido, el siguió moviendose sobre mi y lo oí quejarse, se puso erguido, casi sentado y sacó su pene de mi cuquita, se hizo una paja frente a mi y en segundos un chorro de semen cayó en mi rostro y senos, Richard lo siguió haciendo hasta que su pene dejó de emitir semen.
Apenas terminó Richard, me paré y me fui al tocador a asearme, a pesar que no la había pasado tan mal, una lagrima salió de mis ojos, me tardé adentro hasta que oí que Richard se marchó, fue entonces cuando salí y vi a mi esposo desnudo sobre la cama, diciendome que ahora le tocaba a él. A continuación hicimos el amor, el estaba excitadisimo como pocas veces lo había visto, pero yo estaba frigida, tal que tuve que fingir tener un orgasmo con el. No cabe duda que mi esposo la había gozado antes y después, pero yo no pensaba lo mismo de mi.
Pasó al menos un mes con regulares relaciones intimas con mi marido, el usaba frecuentemente la fantasia de haberme visto follar con otro para excitarse. Yo le había dicho que ya no quería otra repetición. Pero las cosas empeoraron y nuevamente me insistió que lo volviera a hacer. Nos peleamos como una semana, pero eso no evitó que el planeara otro encuentro sexual para mi; me dijo que esta vez sería muy especial.
Esa noche vi que mi esposo decoró nuestra recamara, con velas olorosas, música instrumental, inclusive vi unas esposas policiales, la cosa prometía ser interesante, aunque en mi interior no estaba de acuerdo, con este vicio de mi marido.
Le pregunté a mi marido quien sería mi pareja esta vez, él no quizo decirme, solo me dijo que sería una sorpresa. Me pidió que me acostara, esta vez yo utilizaba lencería negra, dos piezas, fina, delgada, mi cuerpo se mostraba libidinosamente, mi calzoncito esta vez era transparente, estaba hecha en pocas palabras una putita. Me acosté en la cama, mi esposo me ató cada mano con las esposas a cada esquina superior de la cama, dejándome las piernas sueltas, pero el juego no terminaba allí, sacó de no se donde un antifaz de aquellos que no tienen agujeros para los ojos, que se usan para dormir, al principio me escandalicé, pero al rato pensé que sería mejor no ver a mi amante.
Oi cuando mi esposo dejó entrar a la habitacíón a mi amante, sentí cuando se subió a la cama y cuando comenzó a besarme desde los pies, metió cada dedito de mi pie en su boca y los chupó como si fuera un dulce delicioso, nunca me habían hecho en mi vida algo parecido, aunque no lo crean, mi cuquita se humedeció solo con eso. Estaba gozandolo, cuando sentí una dura carne colocarse entre mis labios, -otro pene?, de quien?-, quise incorporarme, pero recordé que estaba atada de manos, -mi amor! Que te pasa!, era mi sorpresa!- me dijo mi marido desde cierta distancia dentro de la habitación. Entonces comprobé que era un segundo amante, esa era la sorpresita para mi, entregarme a dos machos deseosos de sexo.
Abri la boca para recibir ese pene, estaba enorme, durisimo y grueso, sentí las manos de ese hombre meterse entre mi sujetador y acariciarme los senos; me estaba apretando los pezones mientras empezaba a mover su pene dentro de mis labios, yo lo chupaba, pero apenas si me cabía la cabeza de su pene, por un momento me preocupe cuando la tuviera en mi vagina, el pene de Richard y mi marido eran pequeños en comparación a éste. El tratamiento de mis dos machos estaba surtiendo efecto, yo me estaba excitando mucho, nunca en mi vida, lo juro, hubiera pensado que algún día estaria con dos hombres en la cama. La verdad es que recordarlo me caliente la sangre, pero en ese momento me sentía la más puta.
El que besaba mis pies, subió por mi rodilla, lamió y beso mis muslos e hizo a un lado mi braguita, sentí su lengua meterse entre mis labios vaginales, no pude menos que emitir un chillido, su lengua recorrió toda mi vulva, hasta colocarse en mi clitoris, le pasó la lengua repetidas veces, eso me hizo vibrar allí en la cama, apenas pude gemir debido al pedazo de carne que se movia adentro de mi boca, lo que si es cierto que ese hombre me llegaba la lengua a lugares donde nadie más la había metido. Además después de comerse mi cuquita, puso su lengua en mi pequeño orificio del ano, nuevamente le pasó la punta de su lengua varias veces, no pensé que ese huequito me diera tanto placer, mi cuquita era una sopa en ese momento.
Al rato ellos se cambiaron de posición, quien me mamó mi panocha ahora se puso a mi lado poniendome su verga, que estaba mojada de la punta, en mi boca, yo apenas la sentí, la empecé a chupar también, su pene era de tamaño normal, este si podía casi meterlo todo dentro de mi boca y lamerlo por dentro. En el caso del hombre del pene grande me levantó las pieras casi en forma de v y hundió su cara en mi cuquita, su lengua recorría desde mi clitoris, metiendose entre mis mojados labios vaginales y terminaba lamiendome el culito, por contorno de su cabeza y su pene se notaba que era un hombre más corpulento, más tosco quizá.
Para tener mejor posición este hombre me levantó en vilo de las caderas, solo mi cabeza tocaba ahora la superficie de la cama, mi cuquita y mis nalgas eran ahora presa de su boca y sus lenguetazos fuertes, casi restregaba toda la cara en mi sexo, no pude impedir venirme en ese momento y regalarle una buena cantidad de liquidos vaginales. Emití un quejido sonoro y continuo, en el momento que él incrustó la punta de su lengua en mi dilatada panocha y bebió toda mi eyaculación. Fue un orgasmo, de verdad brutal, me quedé un poco fatigada cuando se acabó. Pero ellos siguieron dandose el banquete.
El del pene grande que me mamaba la cuquita, me bajó y se subió en mi, yo presentí que me penetraria, por lo cual le pedi que lo hiciera despació porque lo tenía “grande”, no hubo respuesta, es más, subió mis piernas y se acomodó en medio, sentí la punta de su pene meterse entre mis labios vaginales, -uhhhhhhh- fue lo único que pude decir el maldito me la hundió sin misericordía, la metió hasta que su vientre chocó con el mio, yo no podía ver nada, pero si podía sentir su enorme pene entre mis paredes vaginales, por primera vez en mi vida me sentí llena al máximo de la panocha, oi sus gemidos y quejidos que evidenciaban que estaba muy excitado este hombre, sin embargo empezó a moverse con golpes secos en mi vagina, cada vaiven me sacaba de quicio, yo gemía ya incontrolablemente, apenas podía mamar la verga del otro, ya que me movía con todo y cama, otro orgasmo me invadió, ya no podía más solo pude chillar de pasión, casi lloré de la cogida que me daba este hombre.
En esos momentos, perdí toda la vergüenza y el pudor, yo gemía y me quejaba para que mi amante supiera que me estaba dando un gran placer y que no parara de hacerlo. A quien yo le mamaba su pene, se quitó y se dirigió a mis senos y los comenzó a mamar con fuerza, sus labios jalaban mis pezones, todo eso y el duro pene en mis entrañas me estaban llevando al cielo, yo sentía emociones que nunca había sentido en mi corta vida sexual. Quien me follaba me tomaba de las piernas, me las besaba, las ponía en sus hombros, -dios hacia todo muy bien!-.
Al rato volvieron a cambiar de posiciones, ahora el del pene enorme volvio a mi lado y me puso su pene para que se lo chupara, era la primera vez que yo probaba mis propios jugos vaginales mezclados con su semen. El otro me empezó a clavar casi de la misma forma que el otro, solo que su pene era más corto, lo que me daba un placer diferente, no tan intensivo como el primero, pero se movia bien. Con todo esto se me había olvidado por un momento mi marido, yo no podía verlo, pero sabía que ya debería llevar por lo menos dos venidas.
Gimiendo estaba cuando el hombre a quien yo le mamaba el pene, le dijo algo al que me follaba, sentí que me liberaban las manos, pero me manipularon de modo que quedé boca abajo y me volvieron a poner las esposas. –que culo más bueno tiene!!- dijo alguno de ellos, uno de ellos me abrio las piernas asi boca abajo, se sumergió entre mis nalgas y comenzó a darme pequeños mordiscos a mis gluteos, era obvio que lo estaba saboreando, y no es por nada pero mis nalgas son de buena forma. Sentí como sus manos abrieron mi dos carnes y su boca y lengua se metieron en medio, lamió toda la raya de mi culito incluida una lamida soberbia de ano, mientras me lo mamaba, me metió al menos dos dedos en mi cuquita que estaba “chorreada”. No pude aguantar y otra vez me puse a gemir y chillar de gusto.
Noté que quien me mamaba el culito, tomaba mis juguitos vaginales y los untaba en mi ano, lo hizo varias veces, por un momento intuí que quería metermela por atrás, entonces se lo dije –por atrás no por favor!!-, lo repetí varias veces, pero el seguía untándome jugos lubricantes, de pronto se colocó atrás y puso su cabezota en mi ano, yo moví mis trasero para quitarlo de allí, lo logré, pero a cambio me dio un par de nalgadas fuertes, que hicieron gritar pero de dolor. Nuevamente me tomó por las nalgas y lo volvió a poner allí, luego empujó y sentí como la cabezota de su pene me atravesó el esfinter, uhhh que dolor!; yo no era virgen de allí, pero nunca con una cosota como esa. Mis gritos no influyeron en su decisión, el quería metermela por allí y yo estaba a su merced.
Me tomó de la cintura y de allí se aferró para seguirmela metiendo, yo le pedía que parara, que fuera más despacio al menos, pero ese hombre no oía razones, su enorme carne se fue metiendo conforme se movía, él pujaba en ocasiones porque mi ano aveces ya no daba de si, pero él seguía. Hubo un pequeño descanso, el tomó aire, estaba fatigado, pero yo sentía al menos la mitad de su pene en mi culito. Retomó el asunto, el otro hombre había desaparecido; volvio a empujar su pene y ahora lo hizo en pequeños vaivenes, poco a poco fui sintiendo como se deslizaba su carne en mis entrañas, -ufff- dijo mi amante cuando vio que ya me la tenía toda ensartada.
Se fue colocando para comenzarme a culiar, me puso en posición casi canina, me levantó el trasero y me sodomizó cómo quizo; yo sentía como su tranca entraba y salía de mi recto, yo me quejaba de dolor, porque al principio no tenía nada de gusto, pero debo reconocer que conforme pasaron los minutos, me dejó de doler el ano, y pude sentir como iba en aumento un placer extraño, que tampoco había sentido antes, al grado que me fue excitando de forma distinta, ahora y comencé a gemir pero de placer..
Fue entonces cuando él se acercó a mi oido, con su pene metido en mi culito y en susurros me dijo –sabia que tenías que ser mia!!-,
-quééé!!-, no era posible!!, tierra abrete y trágame!.
Era la voz del pervertido de Leonel, la persona más odiada en el mundo, era el hombre del pene grande, ya me había poseido por la cuca y ahora se daba gusto con mi ano. Empecé a moverme fuerte, tratando de zafarme de su pene, pero el me tenía sujetada de la cintura, yo parecía una yegua salvaje, le dije varios oprobios, cosa que no es mi costumbre, con el fin de que me soltara. A el le pareció todo muy excitante que yo me pusiera a mover como yegua, porque lo oí gemir y su pene creció un poco más en mi recto, él se movio tomándome con lujo de fuerza, lo oí gemir varias veces y en una de ellas gritó, él llegó a su orgasmo, una corriente caliente sentí en mi recto, era su semen caliente que se esparcía dentro de mis intestinos, eso me hizo estremecer de placer, pero no lo demostré, más bien arrecié mis oprobios en su contra. El se zafó de mi culito, sentí como un pequeño chorrito de semen salía por mi ano.
-Desátame!, desátenme, pedia yo con gritos!!-
El otro hombre que había desaparecido de escena, fue el me quitó una de las esposas y con una mano libre me quité el antifaz, -En efecto, si era Leonel!!- quien estaba agotado y estaba cerca de mi semiacostado en la cama, y se me salió -hijo de p…!!!, maldito!!-. Luego mi mirada fue hacia mi marido quien estaba como siempre en un pequeño sofá a la par de la cama. Quien se dio cuenta de mi ira y les dijo a los dos hombres que me habían cogido que se fueran que se vistieran afuera, ellos levantaron sus ropas y salieron casi corriendo de allí.
Le hice un berrinche a mi marido, tal que no dormi en la misma habitación esa noche. Me dolía mi culito, pero más me dolía mi orgullo.
Los problemas con mi marido continuaron los días posteriores, uego a los pocos días me mudé a un pequeño apartamento, mi cólera era máxima, él me había entregado a la persona menos indicada, al hombre que me insinúo tener sexo con él, siendo su amigo, al que el golpeó alguna vez, todo había sido una actuación.
FIN PRIMERA PARTE.
Ya quisiera un marido así