Melina y sus deseos
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Melina tiene 16 añitos y las hormonas bullen en su cuerpo. Sus deditos adiestrados le proporcionan orgasmos diarios. Es relativamente alta, de pelo castaño muy claro, casi rubio, sus tetas son grandes sin ser enormes y se balancean elegantemente, sus muslos hermosos indican unos labios vaginales gorditos, continuamente hinchados por su permanente calentura, su piel clara y suave invita a acariciarla.
Vive en un estado continuo de excitación. Como vive en un departamento escucha frecuentemente a sus padres haciendo sexo y eso más la excita.
Una noche escuchó otros ruidos y jadeos desde otra habitación. Se levantó calladamente y se asomó a la habitación de su hermana Ximena ( de 20) y vió a su hermano Walter clavándola en forma incestuosa.
La excitación y los celos se clavaron en ella, excitación por el deseo y los celos porque ella deseaba tanto a su hermana como a su hermano. Hacía tiempo que en sus fantasías había comprendido que le eran deseable ambos sexos.
Corrió a su cama y se masturbó casi hasta el amanecer, pero al llegar la mañana estaba nerviosa e insatisfecha.
Cuando estaba en el colegio, por estar así, fue receptiva a las miradas de su profesora de Geografía que siempre la miraba con interés manifiesto. Le sonrió en forma pícara y se quedó en el aula al finalizar la clase.
La profesora, Laura, viendo la posibilidad se acecó deshinibida y la invitó a la tarde a su casa.
Melina aceptó, quedando sobreentendido que tendrían sexo.
A la tarde, Melina se vistió con una minifalda de Lycra, zapatos de tacón y un top de sueño. Caminó hasta la casa de la profe. Apenas entró se abrazaron y comenzaron a besar, acariciar y desnudarse.
La cama del matrimonio fue testigo de sus devaneos, Laura, más experimentada, comenzó a besar, chupar, mordisquear los duros pezones de Melina, recorrió todo su cuerpo con besos, lamidas, chupones, en esa vaginita se solazó con su lengua, mientras Melina destilaba jugos de un aroma delicioso. La lengua llegó hasta el culito, se metió sin piedad en los orificios jóvenes, con maestría se ubicó en un 69 para gozar ambas de las caricias. metió su dedo mayor en el culo de Melina, que aprendió y la imitó. Esos dedos en el culo fueron la señal de orgasmos que las hacía gemir, jadear y a Melina se le escapó algo de orina que la profe bebió con pasión.
Después de largo rato en ese 69 prodigioso, Laura se subió sobre el cuerpo de Melina, abrió los labios vaginales de ambas, hasta que los clítoris quedaron pegados y comenzó un vaiven, imitando los movimientos de un hombre.
Melina se corría un orgasmo tras otro.
Estaban así cuando apareció Rolando, el marido de Laura. Aparentó escandalizarse aunque por dentro estaba muy feliz. Laura lo invitó a sumarse a la orgía. Su pene era realmente grande, circunsidado, el glande pronunciado y rojo de la excitación.
Laura le dijo a Melina que debía ser la primera en recibir ese tremendo falo. La niña, maravillada y obediente, obedeció.
Rolando levantó sus piernas al pecho y de un solo envión, brutalmente, le enterró su verga. Melina gimió al ser desvirgada, sintió que todo su cuerpo estaba lleno de esa cosa ansiada pero feroz. Rolando bombeaba sin compasión, Melina comenzó a sentir un gozo increíble, comenzó a pedirle que siga: Cojeme!!!! Metemela!!! haceme acabar otra vez!!! Acabame adentro!!! Rolando no se hizo rogar, con un estertor llenó a Melina de su leche caliente y viscosa, que volvió a acabar, con la potencia de su juventud. Con rapidez, y antes que descendiera su erección, dio vuelta a Melina y con menos contemplación aún se metió en su culito virgen. Melina sollozaba de dolor, pero Rolando siguió golpeando con sus bolas en las nalgas hermosas de Melina. Melina comenzó a sentir placer, excitación y orgasmos casi continuos. Al fin Roilando llenó también el culo de Melina de su espesa leche.
La sacó e hizo que Melina la lamiera y chupara hasta limpiarla totalmente.
Ya era casi de noche y Melina tuvo que volver a su casa. Le costó llegar por lo maltrechos que quedaron sus agujeros, pero fue el día más feliz de su vida.
Demás está decir que siguió visitando a su profesora de Geografía.
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