Mi esposa y mis dos amigos
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por aslex.
Mi mujer ya se las olía, y es que durante varios fines de semana invité a dos amigos a beber en mi casa. La pasábamos bien, éramos solamente ella, ellos dos y yo.
Ella me miraba a veces, cuando le decía que iban a visitarnos de nuevo, con cierta curiosidad fugaz, como con suspicacia pero no decía nada.
Los dos eran solteros y no se conocían hasta que los presenté. Mi mujer platicaba y bromeaba con los dos, y noté que en cada ocasión se arreglaba un poco más; y las confianzas entre ellos y ella aumentaban, ya que yo me hacía el que no veía o notaba.
Era inevitable pues que la sexta o séptima vez que nos visitaron, mi mujer se vistiera sugerente y pusiera música para bailar. Los dos estaban nerviosos ante la vista de sus piernas enfundadas en una pantimedia oscura, y de su cuerpo torneado embutido en un minivestido negro. La música y las copas volvían más denso el ambiente; ella platicaba conmigo y con ellos, tratando de dirigir su atención por igual, cruzaba sus piernas mostrando parte de su muslo. Estaba sentada a mi lado en el sillón mediano de nuestra sala, Edgar en el pequeño a nuestra derecha y Samuel en el más grande frente a nosotros y notaba que los ojos de ellos dos no dejaban de mirar la carne que mostraba su vestido corto.
Mi esposa reía y hacía bromas con nosotros, y coqueteaba, aunque no descaradamente, con mis amigos. Pensé: quizá esta vez se animé. Yo nunca le mencioné ni le sugerí que tuviera relaciones con otro hombre, ni ella a mí. Se me hacía un poco vulgar mencionar aquello, pero sí tenía deseo de que ocurriera, es por eso que comencé a invitarlos y a dejar que ella hiciera confianza. Ella quizá lo entendió así, ya que las primeras veces se mostraba recatada, incluso nos dejaba solos mucho tiempo, pero cuando notó que yo no ponía reparo en que platicara con ellos se fue "soltando" por así decirlo.
Ese día ella estaba más suelta, reía sin recato, los miraba a los dos continuamente con expresión atrevida. En cierto momento estiró la mano para tomar la mía para que la acompañe a bailar. Ella se me repegaba y me rodeaba con su mano la espalda y me atraía hacía ella, me dijo al oído: "¿No me veo muy vulgar con esta ropa?"
Te ves hermosa, le dije. "¿tus amigos qué pensaran?"
Lo mismo que yo
¿No te molesta? me pregunto respirando entrecortadamente, para nada, le dije atrayéndola con mi mano desde la cintura
"¿Y si saco a bailar a uno de ellos, tampoco te molestarías?"
"Si sacas a bailar a uno de ellos…" le contesté haciendo una pausa, tratando de provocarle cierta inquietud, "tendrás que bailar con los dos, si no, sería una descortesía para el otro"
Ella se separó para mirarme a los ojos, quizá quería saber que estaba hablando con la verdad; luego de unos momentos me dirigió al lugar donde estaba, se quitó la liga del pelo y se lo alisó por la parte de adentro hasta las puntas, luego cerró los ojos y bailó un poco mientras canturreaba casi en murmullos.
A continuación abrió los ojos y miró a mis amigos, claro que primero a uno y luego a otro, su expresión denotaba que no se decidía o que dudaba entre uno y otro, tal vez para no herir susceptibilidades.
Se decidió por Edgar, se acercó a él extendiendo su mano para que él la tomara.
Él al principio estaba como consternado, con miedo a pegarse a ella, en ciertos momentos me miraba de reojo. Yo mostraba mi mejor expresión impávida. Samuel también me miraba por momentos y luego dirigía su mirada a ellos.
Se notaba un poco incomodo, pensando que pudiera surgir alguna situación desagradable, y también por el hecho de no haber sido el elegido, eso me lo contó después, claro.
Mi esposa miraba a Edgar a los ojos y luego de u rato lo acercó a ella, después pegó su mejilla en su pecho y cerró los ojos. Pero momentos después los abrió para poder mirar a Samuel.
Lo hizo tan intensamente que hasta yo sentí como irradiaba la sensualidad entre ellos. Movió su mano para coger la que Edgar tenía en su cintura y la bajo unos pocos centímetros, hasta el nacimiento de sus nalgas sin dejar de mirar a Samuel.
Levantó su otra mano y con el dedo índice le hizo seña para que se acercara a ellos. Samuel obvio que se levantó, pero durante una fracción de segundo se paralizó recordando que yo estaba ahí, me miró con incertidumbre pero se tranquilizó cuando le hice la seña con la cabeza de que continuará.
No tardaron en entrelazarse los tres en caricias y besos. Al principio los dos dudaban en compartir su boca, pero ella, insistente, los terminó por convencer. Seguían de pie y le acariciaban el cuerpo y ella giraba para darle el frente a uno o al otro; estaban tan ensimismados que no notaron cuando me levanté y me retiré a la terraza pasando antes por la cocina para coger refrescos, hielo y un vaso limpio. Me senté a mirar la ciudad, me puse unos audífonos para escuchar música del reproductor y bebí imaginando lo que sucedía adentro.
Eran ya las 4 de la mañana, mi amigos estaban dormidos, uno en la recamara de huéspedes y el otro en el sillón grande. Yo me había dirigido a nuestra recamara luego que ella me despertó. Estaba ya acostado mientras ella se bañaba, el sueño me cerraba los ojos pero quise esperar a que ella me contara todo.
Ella se acostó frente a mí y me miró sonriente, mostrando enorme satisfacción: "¿La pasaste bien?" le pregunté mientras reprimía un bostezo, ella asintió en silencio sin dejar de sonreír, "tu sonrisa lo dice todo" le dije, ella la amplió, se acercó a mí y me besó en la boca: "¿tienes mucho sueño?" me preguntó, si, pero si quieres contarme me aguanto.
Me puso la mano en el pelo y me acarició suavemente "gracias" me dijo. Yo entendí que me agradecía por haberle dejado hacer el amor con ellos.
-Cuando te fuiste a la terraza, me estaban besando por todas partes, y me agarraban también, parecían lobos y te juro que tenía muchas ganas de hacerlo con los dos; pero también muchas ganas de hacerlo primero con uno y luego con el otro, pero me daba penita decidir con quién, les dije: Quiero con uno, pero yo no quiero decidir.
Edgar dijo que lo decidieran con un volado pero se me hizo muy vulgar eso, por eso les dije que uno de ellos hiciera lo caballeroso, que al cabo tendría su oportunidad.
Se quedaron muy callados pero no dejaban de tocarme y besarme, yo ya estaba cachondisima mi amor, ya quería que se decidieran, entonces los muy tontos dijeron al mismo tiempo que empezara el otro y yo "así" con cara de tonta y no pude aguantarme la risa, Entonces dijo Edgar que primero Samuel.
-Nos fuimos a la recamara de los invitados pero besé a Edgar y le dije que al rato él y yo, y él dijo que si y me sonreía y hasta me daba ganas con él primero, pero ni modo de ofender a Samuel.
Mientras ella me contaba se me empezó a poner dura la verga; ella me besaba el rostro y me repegaba sus pechos duros y yo le pasaba la mano por las nalgas y los muslos.
-¿No te enojas que te este contando, mi amor? me preguntó ella mientras me ponía una chiche en la boca, negué con la cabeza mientras se le chupaba
– Es que me cogió muy rico, parecía animal porque me besaba muy salvaje y me agarraba toda y yo ya estaba muy cachonda y me dejé que me hiciera todo lo que quiso, me metió su cosa en la boca y me meneaba la cabeza y me entraba hasta el fondo, mi amor. "¿Y te gustaba?" le pregunté -¡si!, ya quería que me la metiera, entonces vi a Edgar en la puerta mirándonos, estaba desnudo y tenía la verga muy dura. Entonces Samuel me acostó, así vestida todavía, y me levantó el vestido y me quitó el slip y fue cuando vio a Edgar y le preguntó que si quería juntarse con nosotros, pero Edgar le dijo que no, que quería ver nada más, que al rato conmigo nomás y yo pensaba: "si, que venga, con los dos" es que ya como fuera mi amor, ya quería que me cogiera uno o el otro, pero ya.
Me puso el otro pecho en la boca y tomó mi pene con su mano
-ay, estas muy duro, me dijo, -¿te pones cachondito amor?
"Mucho" le dije, "cuéntame, qué más"
-Samuel me la metió, ¡y yo sentí muy rico! ¡ay! nomás de acordarme como me iba entrando su cosa dura y caliente ¡ah!, ¡aprieta mi amor!
Me decía que le apretara la chiche con la boca, "muérdeme" dijo con voz muy cachonda "ya estoy muy caliente otra vez, ¡ay!, creo que me estoy volviendo muy puta, ¿no me vas a odiar si me vuelvo putita, mi amor?"
Le dije que no y le atrape el rostro para besarla con fuerza me gustas así, cachonda, le dije
-Mientras Samuel me cogía yo me fijaba en la verga de Edgar y ya la quería tener adentro, ¿te fijas que me estoy volviendo bien puta? pues si, mientras me la metían ya quería otra verga, pero al mismo tiempo disfrutaba la de Samuel, ¡mh! qué rica, mi amor, me llenó toda y me cogió muy rico y me decía: me gustas Maritza, estas muy buena, muy rica y yo me venía, estaba chorreando mis juguitos y me vine varias veces y solo de pensar que seguía con otro, o sea, con Edgar ¡ay! me ponía más cachonda.
¿Te viniste muchas veces? le pregunté, ¡si!, muchas y hasta me daba como desesperación, así como que ya no aguantaba pero al mismo tiempo quería más.
¿Y se vino dentro de ti?
-¡Si!, me echó unos chorrotes… ni te imaginas, ¡ay amor! a lo mejor quedo embarazada, me dijo ella fingiendo temor y a la vez usando un tono de niña consentida
No importa le dije.
¿De veras no te importa que quede embarazada? ¡ay! es que sería así como muy cachondo, ¿no crees? quedarme embarazada…¡ah!
Tuvo algo así como un espasmo cuando decía eso de quedarse embarazada, yo aproveché para subirme encima de ella y metérsela, ella gimió de placer echando la cabeza hacia atrás y cerrando los ojos ¡ay mi cielo! estas muy rico.
¿Y te cogió Edgar?
¡Si!, me dijo, cuando se levantó Samuel: vamos a la regadera Maritza y yo le dije que si, me le quedé viendo y él me cargó y me llevó a la regadera, abrimos la llave y nos bañamos muy bien, y tenía su verga parada, muy dura ¡ay mi cielo, que rico me coges!
-Y se la mamé, me hinqué y se le chupé toda, ¡ay! está muy rica su verga y después me cargó otra vez, y Samuel estaba sentado en la orilla de la cama y Edgar me acostó y se subió también, me abrió las piernas y me la metió así nomas, yo ya estaba muy cachonda y se me resbaló todita de un golpe, ¡mh! rico.
Alargó la palabra con tono de placer, yo ya le estaba dando con fuerza y apenas podía respirar de tanto placer que me causaba lo que me contaba ¿y te viniste otra vez?
-¡si!, varias veces y Samuel me agarraba las chiches y la nalga ¡y me ponía la mano en su verga que se estaba poniendo dura otra vez! Y Edgar me daba y me daba y yo le apretaba la verga con la mano y pensaba que…vas a decir que estoy loca, que sería rico que me la metieran los dos al mismo tiempo… tu sabes, uno normal y el otro…
Te entiendo mi amor, le dije, estaba ya a punto de venirme, "quieres por atrás y por delante, ¿verdad?"
¡Si! me dijo y luego tuvo un orgasmo -¡ay mi amor! hoy me vine como veinte veces, no te exagero, porque luego que Edgar se vino, ¿pues no creerás que Samuel me la metió otra vez?
"¿De verdad?" me asombró lo que me dijo realmente, -¡si!, me cogió un buen rato, aunque ya me sentía cansadita mi amor, ya quería venir contigo y que me cogieras tu…y contarte…¡ah!…
Nos vinimos al mismo tiempo, muy rico la verdad
Mis amigos vienen constantemente a la casa, estando yo o no, ya que les di carta abierta y mi esposa los recibe feliz, claro.
Ella me cuenta lo que hace y la verdad me asombra las cosas que se les ocurren, pero eso ya será para otro relato.
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