Mi hijo y su jefe
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por yamilafabregat.
Esto puede ser catalogado como descomunal o descabellado, pero e exactamente lo que me sucedió.
Soy una mujer separada hace años con un hijo ya mayor de edad, con el cual convivimos armoniosamente desde siempre.
El esta de novio hace un año, trabaja y piensa en casarse dentro de algún tiempo cuando termine sus estudios.
Yo no he vuelto a formar pareja, me dedico a mi casa, a mi hijo y mi pequeño negocio el que atiendo algunas horas.
Se que estoy en la flor de la edad de una mujer, que soy atractiva, que mi cuerpo hace poner a los hombres calientes, y que si quisiera tendría con quien encamarme. Pero he preferido tener “amiguitos” de plástico con los que juego casi a diario.
Y ahí nace el motivo de este relato.
Un medio día de caluroso verano, vine a casa a comer algo y de paso darme una buena ducha. Pero quizás la temperatura ambiente o que se yo, me hicieron ya desnuda para la ducha ponerme a jugar con un “dildito” en el sofá grande del living. Elijo ese lugar porque me resulta cómodo abrir las piernas por sobre el posa brazos mientras en cuatro me doy abastecimiento desde abajo poniendo el juguetito parado.
No me percate para nada, que mi hijo había regresado, me había estado observando y ante la evidencia de la situación perdió los estribos y se puso en pelotas.
Infinidad de veces me había insinuado cosas sobre mi cuerpo y que lo ponía frenético, pero yo entendía que era solo zalamería de hijo. Pero al verlo allí desnudo, con su verga endurecida acercándose a mi, me confundió de tal modo que no pude articular palabra y menos movimiento alguno. Quede como petrificada, clave mi cara contra el negro cuero del mullido sillón buscando desaparecer de aquella difícil situación.
Una mano de mi hijo, acaricio mi cabeza para continuar deslizándose por mi espalda, recorrer la redondez de mi trasero y llegar entre mis piernas a tomar el juguete que me había yo acondicionado. Su otra mano, acaricio mis pechos con una rapidez y destreza que me hizo estremecer en un sinsentido de sentidos que se despertaban con lujuria.
Fue su polla dura, caliente, viril lo que sentí en mi cuello, como buscando atravesar mi garganta.
Ya todo su cuerpo estaba apoyándose sobre mi humanidad, apretándome contra el respaldo del gran sillón.
Quise buscar una salida, pero estaba envuelta en el…… y sus palabras eran directas, francas, sin preámbulos.
-Estas caliente, mami, así que vas a probar una buena verga, después de chuparla un poquito…… si, calladita, calladita que vas a tener la boquita ocupada.
Pensé en resistirme, porque nuestra moral así lo exigiría, pero pensé en tanto tiempo sola, en tantos momentos en que el me había insinuado cosas que yo nunca quise creer que fueran ciertas. En la veces que le mostré mi desnudez, pensando que la confianza con un hijo estaría a salvo del deseo sexual.
No se cuanto tiempo estuvo allí, manoseándome, mas tampoco se como fue que su polla entro en mi boca, haciéndome sentir un ardor lujurioso fruto del olorcito a pija caliente, a morbo desenfrenado, a macho.
Y se la comencé a chupar, lentamente, como si saboreara un fruto prohibido, el cual me estaban regalando desde un paraíso trasgresor. Lo lamí con tantas ganas que, mi deseo fue creciendo, creciendo.
Cuando el me pidió que abrirá las piernas, lo hice obediente, cuando el me exigió que las extendiera abriéndolas al máximo, supe cuan entregada a ese juego incestuoso que me estaba el proponiendo.
Su boca lleno mi vulva, mis labios se abrieron, los labios interiores se endurecieron con su lengua y mi clítoris estallaba en frenéticos movimientos que le imprimía su boca.
– Basta, por favor….. exclame al momento que me comenzaban a brotar chorros de placer en explosiva acabada…….
– Abrírmela, dijo secamente.
Su polla comenzó a entrarme con un desparpajo brutal, que me pareció interminable, hasta el punto que mis gritos gimiendo, eran acicate para que el me la mandara a fondo.
Me cogió con vehemencia, como si hubiera aflorado años de contención sin sentido y sin vergüenza. Termine hamacándome al unísono con sus arremetidas, devolviéndole sus cogidas con una lujuria desconocida en mi.
Gozaba yo en la misma proporción que su enorme verga. Ya no tenia sentimientos encontrados, nada de que preocuparse una tiene cuando le están llenando la cuca de goce.
– En cuatro, mamita, ahora en cuatro, me exigió mi muchachito.
Obedecí al instante que el me la retiro, suponiendo bien que el me la mandaría guardar de nuevo desde atrás, cosa que a mi siempre me había gustado.
Fue al voltearme que no solo sentí que el me tomaba de las caderas para comenzar a metérmela de nuevo, vi algo inesperado……. en el otro sillón, completamente desnudo estaba Federico, el jefe de mi hijo.
Es que habían tenido asueto en el banco por el feriado y se habían venido a casa, cosa que yo no lo imaginaba.
Que hace él….. dije, a tiempo que recibí un chirlo de mi hijo y el imperativo, – Calladita nena, calladita te dije…….que ahora el te va a dar cariñito……
Federico, entendió que era su turno, pues se arrimo por el respaldo del sillón y tomando mi cara con las dos manos, me dio su grueso pollon a chupar, mientras se movia cogiéndome la boca. Federico era un amigo de mi ex marido, que le consiguió el empleado a mi Robertito cuando fue mayorcito.
– Dale que no me aguanto, le dijo a mi hijo…… avisando que se iba a acabar……
– Veni, dale, mira que linda conchita tiene esta chica para vos……..y te esta esperando…… – Verdad mamita!!!
Federico me la metió groseramente, pero estaba yo tan caliente, abierta y querendona que comencé a gozar como yegua en celo, con un orgasmo continuado que hizo acabar al macho que me ensartaba.
Federico se acabo y se fue. Roberto me hizo montarlo para gozarme mientras yo lo cabalgaba.
– Esta noche, después que descanses, la sigo, me dijo….. te voy a hacer la colita, que la temes riquísimaaaaaaaa….. y me lleno la conchita de leche….. jadeando y riendo.
Me conto que el hacia tríos con la mujer de su jefe y el jefe desde hacia largo tiempo, que ya habían hablado sobre el estado tan atractivo de mi físico, de mi devoción por los juguetitos y que era un desperdicio no darme unas buenas cogidas. Así que, si bien no lo habían programado, lo habían pensado, y yo ese medio día les había abierto las puertas a la gran posibilidad de darme fiestitas.
Supe que dentro del programa, por ellos elaborado, estaba hacerme la doble penetración, por lo que esa noche mi hijo se dedicaría a tenerme siempre abierto el culito.
Que si hacia falta, ya que ellos también tendrían que atender a la mujer de Federico, mi hijo se encargaría de seleccionar buenos machos para regalarme lo que el dijo….. lo tenés muy bien merecido.
Por supuesto que desde aquel feriado, por mi no esperado, tengo una vida sexual plena.
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