Mi marido me dijo que todo lo que había sucedido se debió al vino, y procuraremos que no vuelva a suceder.
Un matrimonio visita la casa de un conocido y terminan los tres en la cama. .
Mi esposo Jorge y yo Susana, estamos casados desde hace más de quince años, no tenemos hijos por decisión propias de los dos, pero tenemos una agenda social, muy cargadas.
Por lo que un viernes Jorge y yo nos preparamos para asistir a un festejo, en como de costumbre nos encontramos con varias de nuestro selecto grupo de amistades, al finalizar la actividad, algunos de nuestros conocidos y nosotros nos pusimos de acuerdo para seguir la fiesta en un afamado local nocturno, en el cual desde que llegamos nos han servido vino a cuerpo de Rey.
Fue cuando se sumó al grupo Eduardo, que en múltiples ocasiones habíamos compartido con él, en un sinfín de actividades. Bastante alegre y simpático Eduardo casi a la hora de retirarnos, nos invita a Jorge y a mí, para que lo acompañemos a su casa, para mostrarnos su colección privada de arte precolombino.
Aunque era algo tarde, debido a nuestro interés en dicho arte, aceptamos sin pensarlo dos veces. Ya en el hogar de Eduardo, apenas llegamos, nos atendió a las mil maravillas y hasta tubo el buen gusto de halagarnos, con un finísimo vino tinto chileno, su sabor afrutado, era algo de lo que disfrutaron nuestros paladares, pero debido a que desde muy temprano habíamos comenzado a disfrutar de varios vinos, en esos momentos no nos dimos cuenta, pero el vino había comenzado a afectar tanto a Jorge a Eduardo como a mí misma.
Cuando pasamos al salón, donde Eduardo nos comenzó a mostrar su preciada colección, me llevé una sorpresa, ya que aparte de ser arte precolombino también resultó ser la colección más completa de arte erótico precolombino, algunas de sus piezas Eduardo nos confesó que simplemente eran replicas, pero también hechas, que solo el entrenado ojo de un verdadero experto podía identificar las originales de las réplicas.
Al principio simplemente mi marido y yo a medida que seguíamos bebiendo ese delicioso vino tinto, hacíamos uno que otro ocurrente comentario, Eduardo a su vez, nos comenzó a explicar con lujo de detalles todos y cada una de las distintas figuras. Sus comentarios en ocasiones resultaban ser algo vulgar, lo que en ocasiones me hacía ruborizar.
Pero el vino y los cálidos comentarios de Eduardo hicieron que a su vez mi marido también hiciera sus propios comentarios, en particular sobre una figura en terracota compuesta por tres personajes, evidentemente una mujer, la que se encontraba entre los dos hombres, siendo penetrada al mismo tiempo por ellos, tanto por su coño como por su culo.
Yo no podía creerlo, hasta que la sostuve entre mis dedos.
Con claridad se podía apreciar todos y cada uno de los diferentes detalles, sobre todo el rostro de ella reflejaba para mí, una especie de disfrute envidiable. Era algo increíble, en mi mente por unos instantes me imaginé siendo yo la mujer a la que mantenían entre los dos hombres.
Eduardo indicó que posiblemente la escultura, fuera creación de la imaginación del autor. Pero mi marido algo bastante bebido, más de lo que usualmente acostumbraba a estar, indicaba que estaba cien por ciento en desacuerdo con Eduardo, por lo que en cierta forma entre ellos dos comenzó una tonta discusión, de lo cierto o falso de la estatuilla, hasta que no sé porque se me ocurrió preguntar, de la manera más tonta que se pueden imaginar. “¿Por qué en lugar de discutir tanto ustedes dos, no tratamos de probar si es o no posible hacer eso?”
Al decir eso, me arrepentí de inmediato de lo dicho por mí, y lo atribuí a la gran cantidad de alcohol que había consumido. Pero me quedé petrificada, al escuchar la voz de mi esposo y la de Eduardo decir al unisonó, que estaban de acuerdo.
Yo me retiré algo asustada, pero casi de inmediato mi marido me rodeó con sus brazos y mientras me daba un beso, me dijo. “Has tenido una idea estupenda.” pero al mismo tiempo que lo decía, sentí como bajó con rapidez la cremallera de mi traje, por lo que en segundos prácticamente quedé únicamente con mi ropa íntima frente a él y al dueño de la casa, quien se me acercó, diciendo. “Lo cierto es que me agradaría mucho el poder corroborar si eso es posible, pero además lo mejor de todo es que sea con una hermosa mujer como tu Susana.” Sus palabras y las que mi marido continuó diciéndome me hicieron sentir la mujer más deseada del mundo.
Eduardo volvió a servirnos ese delicioso vino chileno, mientras que mi marido me continuaba animando amorosamente a poner en práctica mi idea. No sé si fue el vino o sus palabras, que me sentí bastante desinhibida, a tal grado que cuando Jorge continuó retirando mi ropa íntima, yo misma terminé por quitarme el resto de toda mi ropa.
Hasta quedar del todo desnuda, en cosa de segundos frente a mi marido y Eduardo. Quienes, sin perder tiempo, me llevaron hasta un cómodo sofá en la sala de la casa de Eduardo, tanto Jorge como el dueño de la casa, se han dedicado acariciar mi desnudo cuerpo, y besar cada centímetro de mi cuerpo. Sentía la boca de Jorge besando mi boca mientras que Eduardo, de manera suave se dedicó a chupar mis pezones, lo que, sumado a sus caricias entre mis muslos y mi coño, me hicieron suspirar profundamente.
Al punto que en cierto momento yo comencé a pedirle o más bien a rogarle a los dos que continuasen, Mi esposo se ha colocado sobre el sofá, me tomó por las caderas y dirigió mi culo sobre su verga, en cierto momento antes de que me penetrase, sentí sus humedecidos dedos mojados en saliva, acariciando mi esfínter.
Mientras éramos observados por Eduardo quien frente a mí sin vergüenza alguna se ha despojado de sus pantalones, yo observé como su erecta verga apuntaba directamente a mi coño. Mientras que yo permanecía con las piernas bien abiertas disfrutando de la manera en que Jorge me penetraba por dé tras, Eduardo se fue colocando frente a mí, vi como su miembro comenzó a desaparecer dentro de mi cuerpo, en esos momentos no podía creer lo que me estaba sucediendo, pero no había diferencia alguna entre nosotros tres y la figura de barro que tanto nos llamó la atención, pero lo mejor de todo era que yo estaba disfrutando al máximo.
Las dos vergas, entraban y salían sabrosamente de mi cuerpo, mientras que ellos me seguían lamiendo o besando por todo mi cuerpo. Fue una experiencia única, no quería que eso terminase, pero el orgasmo que disfruté en esos momentos creo que nunca se me ha de olvidar.
Tanto Jorge como Eduardo se vinieron por completo dentro de mi cuerpo, por unos instantes temí quedar embarazada por Eduardo, pero al instante me acordé de que me había tomado mis pastillas anticonceptivas antes de salir de la casa, por lo que continué disfrutando del placer de ser penetrada por ellos dos.
Yo me quedé bastante agotada, pero vi como Eduardo extraía su verga ya mustia salía de mi cuerpo, él se retiró y de inmediato Jorge sacó su verga de mi culo, al tiempo que me daba una pequeña palmada en mis nalgas.
Yo me quedé tirada sobre el sofá, con mi culo al aire, hasta que Eduardo regresó nuevamente cargando otra botella de vino entre sus manos, la que le entregó mi marido, quien se dedicó a beber a pico de botella, mientras que Eduardo, se me acercó manipulando su verga y diciéndome. “Susana tienes unos labios que provocan, y al decir eso, acercó su boca a la mí y me dio un beso que me llegó al fondo de mi cuerpo.”
Mi marido al parecer eso no le preocupo en lo más mínimo, de lo que Eduardo estaba haciendo conmigo, por lo que el dueño de la casa dejó de besarme, y con su mano dirigió su verga directamente a mi boca.
Yo que me había recuperado lo suficiente, me dediqué a chupar su verga, la que en pocos momentos volvió a ponerse dura, tanto que en lugar de yo seguir mama que mama, le propuse que me diera por el culo. La oferta le agradó tanto a Eduardo que enseguida se colocó tras de mí y dirigiendo su verga con su mano, comenzó a penetrarme divinamente.
Mientras que yo comenzaba a mover mis caderas al tiempo que Eduardo metía y sacaba su verga de mi culo, Jorge se me acercó me ofreció la botella, de la que me tomé un largo trago y de inmediato me encontré al terminar de beber su verga frente a mis ojos, por lo que, sin perder tiempo, agarré la verga de mi esposo y me la he llevado directamente a mi boca, me dediqué a mamar como loca, al tiempo que Eduardo me daba sabrosamente por el culo.
Hasta que al principio Eduardo, y después Jorge, se vinieron dentro de mi cuerpo. Quedando por completo agotada, al punto que me quedé dormida, Jorge también se quedó dormido a mi lado, y Eduardo ni tan siquiera extrajo su verga de mi culo, también quedándose dormido sobre mí.
Al despertar lo hice con un gran dolor de cabeza, pero la mayor sorpresa me la llevé al darme cuenta de que a mi lado estaba mi marido y del otro nuestro conocido. Muy avergonzada me levanté, Jorge al igual que yo aparte del dolor de cabeza, se notaba que también estaba muy avergonzado, pero cuando Eduardo se despertó, actuó como si nada hubiera pasado, nos dio los buenos días, y hasta nos preparó desayuno, luego que nos ofreciera sus baños para asearnos.
Al regresar a nuestro hogar no sabía ni que decir, Jorge mi marido me dijo que todo lo que había sucedido se debió al vino, y que procuraremos que no vuelva a suceder más nunca, pero a la semana me comentó, como quien no quiere, que habíamos recibido una invitación de parte de Eduardo a ir a degustar unos sabrosos vinos argentinos.
Además, al parecer le llegó una muestra de cine porno alemán que deseaba compartir con nosotros.
Me encantó esta historia, me gustan los detalles de como sucedió todo.
Me gustaría haber estado ahí.
Espero los relatos de lo que pasó después, saludos
JaJaJaJa , de seguro se va a repetir , excelente relato !!!