MI MUJER INSISTIÓ EN HACER UN TRIO Y QUE YO SOLO LA VIERA
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
MI MUJER INSISTIÓ EN HACER UN TRÍO Y QUE YO LA VIERA
Acabábamos de comprar un coche nuevo y decidimos ir a Belice porque a ella le encanta comprar en aquella Zona Libre pero además, porque por allá hay hombres negros como a ella le agradan, o sea que calcen grande y vivan lejos. Desde que tuvo su primer amante, ya estando casados, un negro ilegal de origen hondureño, a ella le quedó el gusto por los hombres de color, y aunque con discreción, siempre se ha dado sus gustos en este sentido. Incluso, ha viajado a aquella zona con una comadre, Alicia se llama, que le encanta ponerle el cuerno al compadre pero que igual que mi mujer, es discreta y por lo menos en donde vivimos, ambas son damas de clase y cuidan mucho no da qué hablar. Con el coche nuevo, estábamos cogiendo muy rico una noche y al oído me dijo que tenia una “fantasía”, y debo decir que me encanta la imaginación de mi mujer me excita el saber cómo le agrada la vida sexual, así que después de haberme venido y estando ya solo acariciándonos, le pregunté en qué consistía su “fantasía” y ella, colocando su pierna encima de mi vientre, rozándome la verga aguada y mojada de sus jugos, me dijo sencillamente:
-¿Sabes, mi amor? Tengo ganas de algo pero… no sé cómo lo veas tu… jamás lo hemos hecho pero me encantaría que siquiera lo pensaras.
-¿Tan cachondo es que no me lo puedes decir? Ya sabe mi mujercita que por tenerla contenta lo que ella diga… anda cariño, dime qué se le metió a mi mujercita en esa cabecita caliente.
-Mira, ya quedamos que vamos a estrenar el coche en Belice, pero no sé… me gustaría además, hacer algo nuevo, divertido, algo que nos caliente y que nos haga gozar del sexo mi amor.
-Anda cariño, dime qué se te ocurre –le dije, sobándole la nuca y besándola con suavidad en los labios.
-Mira, tu sabes, porque no te lo he ocultado nunca, que las veces que he ido a Belice sola, sin ti quiero decir, me he acostado con algún negro… ahora me gustaría hacer lo mismo, pero no sé cómo veas que hiciera yo un trío… tu sabes que nunca lo he hecho y me gustaría probar.
-Bueno cariño, si ese es tu gusto… ¡Pues adelante mi cielo! Pero no vaya a ser que la mera hora yo te falle y solo el negro te disfrute.
Se me quedó viendo de esa manera encantadora que tiene de hacerlo y sonriendo, me dijo:
-Mira cariño… es que no te lo había dicho mi cielo, pero se me había ocurrido que estando en Belice me cogieran dos negros, cariño… y así tu podrías ver cómo me cogen… ¿No ha sido esa de verme coger con otro una de tus fantasías?
-Bueno, si, pero no es lo mismo que yo estuviera presente y otro, uno solo y no dos, te la metiera, a que te cojan dos negros por todos lados y yo, como el chinito del cuento, solo esté mirando- le dije, un poco molesto pero debo confesar que la manera de decirlo implicaba ya un gran erotismo y lógicamente, pude ver en mi imaginación a mi esposa bien empalada en dos vergas y además, del color y tamaño que a ella le agradan, gusto que le quedó desde que se la cogió aquel negro, Sergio, que fue su primer amante.
-Ay, mi amorcito… anda, no seas celoso… ¿No tu mismo dices que eso es jaboncito que no se gasta? Anda mi amor, déjame disfrutar de dos hombres a la vez… y es mas, si quieres, en ese mismo viaje tu y algún amigo de por allá me hacen sándwich… pero eso si, cariño, tu me cogerías por el culito, porque los hombres de por allá la tienen muy gruesa y larga y me pueden romper el culo.
-Pues no sé; No se me había ocurrido algo así y además, como que me estas dando la sorpresa de ser demasiado caliente… ¡Esas gracias de dos vergas juntas no te las conocía!- le dije ya metido en la onda cachonda y así estuvimos, jugando con la idea por el tiempo que faltaba para irnos a Belice. El jueves siguiente nos fuimos y hasta se nos hizo corto el camino platicando de todo, y ella me narraba cómo se las había cogido una pareja de negros la vez anterior en que la comadre Alicia la acompañó dizque de compras. Llegamos a Subteniente López, la ultima población mexicana y nos hospedamos en unas cabañas de madera, muy bonitas y cómodas, algo así como búngalos y después de un rato de descanso y bañarnos, nos fuimos a Belice, distante unos cinco minutos. La llamada ZONA LIBRE está llena de comercios sobre todo de hindúes, pero hay muchos dependientes de origen beliceño, y las mujeres son hermosas y tienen unos cuerpazos que no puede uno dejar de ver. Mi esposa me dio un codazo cuando me vio contemplando un tremendo par de nalgas de una chica de unos 20 años, negra y bastante bonita, y me dijo sonriendo:
-Hummm, ya te vi viéndole el culo a la negra… ¡No me vayas a salir que quieras cogértela!
-Mi amor –le respondí- ya sabes a lo que venimos, créeme, y aunque lo debe mover muy rico, de cogérmela a ella prefiero hacerlo contigo.
-Hummm, me suenas un poco hipócrita, cariño… ¡Ya te imagino clavándole la verga entre las nalgas a esa negra! No me digas que no te la imaginaste encuerada y chupándotela –dijo riéndose mientras con la vista seguía al dependiente, un negro de unos 30 años, alto y sonriente que, al sentir la mirada de mi esposa encima… o mas bien en la entrepierna, se acercó preguntándole qué se le ofrecía, en un español con acento. Ella, coqueta, ignoró de plano mi presencia y se dedicó a preguntarle al negro sobre donde estaba el área de ropa intima femenina. El negro la invitó a seguirlo, y juntos se fueron al interior del almacén mientras yo me quedaba cerca de la negra que, debo confesarlo, al moverse dejaba ver su tremendo culo que supuse apenas alcanzarían mis dos manos juntas para acariciar una sola de sus hermosas y paraditas nalgas, pero mi esposa, aunque es liberal en cuanto a dar el culo a sus amigos, conmigo es bastante celosa y la idea era pasar dos o tres días allá y pasarlos felices, sin broncas y no iba yo a ser el que las iniciara. Estuve viendo esto y aquello hasta que vi a mi mujer acercarse, sonriendo. Llegó a mi lado y se volvió para ver al negro y le hizo una seña de que regresaría, mientras yo me hacia disimulado.
-Ya estuvo, mi amor… se llama Arturo, y es buena onda… me dice que sale a las 7, hora de Belice y lo invité a que saliera a cenar con nosotros… ¿Hice mal, cariño? Además, le dije que tu eras un amigo y que tenia yo la fantasía de sentir…eso en mi conchita, y Arturo aceptó salir con nosotros y luego ir al hotel. Le dije que si quería podía invitar a algún otro amigo… ¿Y qué crees que me preguntó, mi amor? ¡Me preguntó si el otro negro era para ti, vas a creer eso mi cielo! Naturalmente le dije que no, que tu eres muy hombrecito y que en todo caso los dos iban a ser para tu servidora!… ¡Cabrón Arturo, creer que mi marido es puto!… Mira mi cielo, tenemos que regresar por ellos a las siete… ¿Me acompañas a ver unas tanguitas de esas chiquitas que tanto nos gustan a ti y a mi?
-Claro, mi amor, tu dirás por donde las venden… porque esta ZONA LIBRE es muy grande- le dije sonriendo, pero no dejaba de molestarme el que aquel negro que se iba a coger a mi mujer en unas horas pensara que yo era homosexual. Fuimos a una tienda y mi mujer eligió un coordinado de color verde oscuro que de solo imaginármela empecé a calentarme. Fuimos a comprar otras cosas y por las dudas, compré dos paquetes de condones de los más grandes. Mi esposa me vio hacerlo y acercándose a mi oído, me dijo:
-Mi amor… compra un paquete de los reforzados, porque acuérdate de que esta noche se van a coger a tu mujercita por el culito y el condón debe aguantar, como tu dices, el duro manejo de mi fundillo… mira, compra unos de sabores también, o esos fosforescentes que están allá arriba -dijo, dirigiendo su vista hacia la parte alta del escaparate.
Ya armados de todo eso, a las siete recogimos a los dos negros. Arturo besó a mi mujer en la mejilla y luego me dio la mano saludándome con una sonrisa. El otro, que dijo llamarse CARLOS, solo nos saludó a ambos y dijo hablar muy poco español. Arturo me preguntó en español si podía invitarnos unas cervezas o algo más fuerte, y le respondimos que nosotros somos de cerveza y no de licor. El mismo bajó del auto en una tienda y compró tres six… y salimos de la ZONA LIBRE hacia el hotel. Al llegar entramos directo a nuestra cabaña y aunque el portero vio que nos acompañaban dos negros ni siquiera se inmutó, por lo que deduje que en esa parte del país es frecuente que entren y salgan negros con mujeres blancas o pasen la noche con ellas. Mi esposa es alta, mide 1.65 descalza, y muy blanca. Además, tiene el cabello castaño oscuro y un cuerpo atractivo, que esa noche llevaba apenas cubierto por un ligero vestido de algodón y bajo el mismo solo un brasier discreto y una tanguita muy pequeña… peor mas grande que las que llevaba en la bolsa de la compra.
Ya en la cabaña mi esposa dispuso una cerveza para cada uno de nosotros y se excusó diciendo que se sentía acalorada y deseaba refrescarse. La vimos entrar al baño y en mal español los negros me hicieron preguntas, que de donde éramos, que si de verdad yo estaba enfermo y por eso dejaba coger a mi mujer como ella les había dicho, etc. Les dije que si, y los vi entrar en confianza. Arturo me dijo que hacia tiempo se había cogido a una mujer en presencia del esposo, también diabético, pero estando con la verga metida en la panocha de aquella dama, el tipo se había acercado para acariciarlo a el, y eso lo había sacado de onda porque el, dijo, no le hacia al sexo gay. El otro solo oía y nada decía pero cuando salió mi esposa del baño venia sol enfundada en el baby doll verde y se veía sensacional de verdad. Sonriendo se acercó al sofá y se metió entre los dos negros mientras me miraba y sonreía. Yo solo pude reír y con un gesto de mi cabeza le di a entender que adelante, que gozara de su fantasía.
Me dijo que si con un movimiento de su cabeza y comenzó a besar en los labios alternadamente a los dos negros que comenzaron a sobarle sus senos, su vientre y las piernas. Ella, con las piernas aun cerradas, solo giraba su rostro para besarlos y se dejaba hacer. La oía suspirar fuerte, indicio de que se estaba calentando. Luego Carlos se movió un poco y comenzó a besarla en el seno derecho, mientras su mano buscaba la conchita de mi esposa. Abrió las piernas y pude ver que su ponche, bien rasuradito, porque me había pedido afeitarla la noche anterior en la casa, estaba brilloso de sus jugos. Yo estaba sorprendido de la capacidad amatoria de mi mujer. Masturbaba a uno y mamaba al otro, y luego cambiaba alternándolos. Ellos estaban felices y me moví un poco para ver cómo se tragaba completita la verga de Arturo mientras no dejaba de masturbar a Carlos. Peor cuando buscaba meterse la verga de Carlos en la boca esta era insuficiente, ya que Carlos era mas grande de verga que su amigo. Mi esposa se daba vuelo con los dos, y dirigiéndose a mí, con los ojos vidriosos ya de la excitación, me dijo:
-¿Cómo me veo, mi amor? Me tienen bien caliente, pero no voy a dejar que Carlos me la meta por el culito, mi cielo, porque la tiene demasiado grande. Ayyyy, mi amor, que rico siento de que me dejes cogerme a estos dos negros… te quiero mucho mi amor… te amo por ser tan comprensivo conmigo… Mira mi cielo, tu eres parte de esta fantasía… ¿Qué quieres que me hagan mi amor? ¿O qué quieres que yo les haga? ¡Anda dímelo, tu eres parte de esta felicidad cariño! Hummm, tengo ganas de que me la meta Arturo de perrito… ¿Qué opinas, mi amor?
-Pues si tú así lo quieres, mi amor, adelante… ¡Nada más no te vaya desfondar el culo!
-No, todavía no quiero que me cojan por el culito sino por el ponche pero de a perrito… Mira, y mientras Arturo me la mete así, que Carlos me la de en la boca- dijo mi esposa con voz entrecortada de lo caliente que ya estaba. Mi verga respondía al espectáculo y no podía dejar de ver cómo aquellas manos negras acariciaban su cuerpo. Mentalmente sentí mucho coraje de estar enfermo, de tener que soportar ver que otro se cogiera a mi mujer, pero la verdad es que al hacerlo con esos negros, casi podía ver cómos e la había cogido Sergio el hondureño ilegal que había sido su primer amante desde que nos casamos. Michas veces, al estar cogiendo con ella, le llegué a preguntar si así se la cogía Sergio hasta que, una noche, después de que cogimos y me vine, hablamos mucho tiempo, y de plano me dijo que ella había sido franca al confesarme lo de Sergio pero que no le agradaba que aun estando cogiéndomela le preguntara sobre el. Que si ella realmente había hecho el propósito de olvidarlo, yo mismo, al recordarlo y mas en esos momentos, evitaba que Sergio se fuera de nuestras vidas… Eso me decía, pero la verdad es que al cruzar en la calle o en coche con un hombre negro, mi esposa volteaba a verlo en automático, y eso era un problema muy serio para nosotros, o mas bien, para mí. Ahora, al verla cogiendo con dos negros, y que uno de ellos le daba por la panocha mientras le mamaba la verga al otro, me la imaginé cogiendo con Sergio… algo que no podía evitar.
Estuvieron cambiando posiciones y yo, fascinado, veía a mi mujer como una amante perfecta, haciéndolos gozar, mamándoselas, sobándoles los huevos, besándolos en todo el cuerpo, y dejando que ellos hicieran y deshicieran en su cuerpo. Vi cuando se pusieron los condones, cómo ella se los puso mirándolos a los ojos. Luego, vi cómo CARLOS se la cogía estando el en el sofá y ella montada ofreciéndole sus pechos, y cómo mi mujer se inclinó para así poder ofrecerle el culo a ARTURO que lubricó el ano de mi esposa para que pudiera recibir su verga.
Se la metió muy lentamente pero al final ahí estaba mi mujer con dos vergas negras, enormes, una en la vagina y otra en el culo, y ella besaba a Carlos y luego giraba su cabeza para besar en los labios a Arturo mientras Carlos besaba sus senos y succionaba sus hermosos pezones, y la oía gritar no de dolor sino de lo caliente que estaba, y podía ver los chorros de jugos vaginales de mi esposa que empapaban la verga de Carlos… hasta que ambos se vinieron abundantemente dentro e sus condones… y luego los vi sacarle a mi mujer su penes y quitarse los condones llenos de semen que mi mujer, con una sonrisa triunfal en los labios, tomó y ella misma los anudó para, luego, botarlos a un lado del sofá.
Esa fue la primera noche en Belice, pero los negros se la cogieron las tres noches, y además, al final, mi esposa aceptó intentar coger por el culo con CARLOS, el de la verga mas gruesa y con cierta dificultad, pero pude ver a mi esposa empalada del culo… Le dolió bastante y de regreso ella bromeaba diciendo que con trabajos podía estar sentada aun en el cómodo asiento del auto. Mi esposa es muy caliente y yo, como diabético, lo más que puedo hacer es facilitarle su satisfacción sexual. Vivimos en Acayucan, Veracruz, y deseamos tener amigos de todas partes…Ojalá puedan escribir dándome sus comentarios.
Hola también soy de Veracruz, que rico relato