NUESTRO PRIMER INTERCAMBIO
El tiempo paso volando y al mirar el reloj vi que eran las dos de la mañana y la discoteca la cerraban a las tres, entonces regresamos a nuestra mesa, pero mi esposa y Rafael aún estaban ausentes porque tampoco los vi en la pista de baile..
Después de 23 años de matrimonio con mi esposa, nuestra intimidad había caído en una rutina nada deseable, afortunadamente para esta época los temas de celos habían quedado en el pasado, ahora el asunto era revivir la fogosidad de años anteriores.
En la universidad había conocido a Rafael, el chico malo que se follaba a todas las compañeras, incluso a una chica casada llamada Ayde y desde luego le destruyo el matrimonio cuando el esposo se dio cuenta de lo que sucedía entre ella y Rafael. Con esos antecedentes durante mucho tiempo no nos volvimos a ver hasta hace un par de meses que nos encontramos en vacaciones al coincidir en el mismo hotel en Punta Cana y lo vi más calmado aparentemente con pareja establece, pero no podía olvidar lo que fue en el pasado y por supuesto no faltaron sus coqueteos con mi esposa.
Una noche ella me dijo…Tu amigo Rafael es bastante descarado. ¿Por qué? Le pregunte.
Estando a pocos metros de su esposa me estuvo coqueteando.
¿Sí? ¿Y qué te dijo?
Que, si en la noche íbamos a la discoteca le gustaría que bailáramos y sí yo quería si se presentaba la oportunidad podíamos echar una cana al aire. Ella agrego que se había sorprendido tanto que no supo que responderle y a continuación él se fue riendo como un chiquillo que hace una pilatuna.
Le dije… No le des importancia, Rafael es muy loco y dice muchas tonterías.
No hablamos más del tema y esa noche fuimos a la discoteca y allí estaba Rafael con su pareja, nos recibió con un saludó muy especial y nos invitó a compartir mesa.
A media noche me dijo mi esposa que cuando Rafael la invito a bailar le dijo nuevamente muchas tonterías, repitiendo la palabra que yo le había dicho, pero agrego que le parecía que la intención era que las tonterías se hicieran realidad, por que constantemente le pegaba su pelvis a la de ella y deslizaba su mano hasta sus nalgas y a pesar que ella le corregía su acción se repetía nuevamente, hasta que decidió dejarlo libre para ver hasta donde llegaba y con tanto manoseo en contra su voluntad, al final la había logrado excitar.
Como para mí ya no existen los celos, le dije… No le des importancia y si lo deseas diviértete hasta donde quieras, por mi parte no hay ningún problema. Después de esto compartimos un par de copas más, de manera que cuando Rafael la volvió a invitar a bailar ella estaba más extrovertida por el licor y yo sabía que ella con unas cuantas copas encima, dejaba aflorar su sexualidad con facilidad.
Por mi parte, estuve bailando con la pareja de Rafael que resulto ser una mujer sencilla, muy agradable, y desenfadada para hablar de cualquier tema sin filtros. Cuando le pregunte como iba la relación con Rafael, me dijo… Él es muy descomplicado, pero no es persona de relaciones largas, por ahora llevamos seis meses, la pasamos muy bien pero no me ilusiono mucho para el futuro. Con esta descripción pensé que coquetear con ella no era ninguna deslealtad con Rafael y si él estaba buscaba algo con mi esposa quedábamos a mano.
Entonces me olvide de mi esposa y me concentre en Mónica la pareja de Rafael y en la medida que ella lo permitió nuestros cuerpos se fueron rozando al bailar y desde luego sentí una fuerte erección y creo que ella la debió percibir, pero no dijo nada.
Al regresar a la mesa y aprovechando la poca iluminación del lugar puse mi mano sobre la pierna de Mónica, y viendo que su minifalda estaba bastante recogida me aventure a acariciársela con movimientos hacia arriba y abajo dándole un masaje que ella acepto y pronto dio sus frutos, su respiración se agito, deslice mi mano hasta su concha que se empezaba a humedecer y cuando mis dedos llegaron bajo su tanga encontré bastante lubricación permitiendo que dos de mis dedos se deslizaran dentro de ella. Su respiración subió de nivel y ella por momentos cerraba los ojos, mientras tanto yo observaba que mi esposa y Rafael no regresaran intempestivamente.
Creo que mis caricias la llevaron a disfrutar un orgasmo y quedo tan agradecida que deslizo su mano hacia mi pantalón y comenzó a acariciar mi pene por encima, pero yo estaba tan excitado que lo que deseaba en ese momento era follar con ella hasta correrme dentro de su concha.
Finalmente regresaron a la mesa Rafael y mi esposa, ella traía sus labios sin rastro de labial, lo que me indico que se había estado besando intensamente con Rafael.
Ella se sentó a mi lado y Rafael se fue al baño, entonces aproveche para preguntarle al oído como iban las cosas con Rafael y enseguida me respondió… Como tú quieres que la pase bien, y no te dan celos, creo que las cosas van camino de ser muy excitantes. Qué bueno, le respondí y deslizando mi mano por debajo de la mesa y en medio de sus piernas llegué hasta su concha la cual estaba super lubricada, lo que me indico su estado de excitación. La mire a los ojos y ella sonrió pícaramente.
Entretanto Mónica se hacia la desentendida mirando hacia la pista de baile. Aproveche el momento de excitación de ella para preguntarle si estaba lista para ir a la habitación con Rafael, ella se lo pensó un minuto y finalmente me dijo… Si.
Pero a continuación vino su pregunta ¿y tú que harás entretanto?
Yo distraeré a Mónica mientras ustedes se divierten y diciendo esto apareció Rafael, preguntando… ¿Cómo van, todos felices? Y la respuesta fue afirmativa.
Entonces sigamos la fiesta y salió a bailar con Mónica, pero pronto regresaron a la mesa.
Estando solos con mi esposa ella me pregunto si no me iba a arrepentir de lo que sucediera esa noche.
Le respondí… Para tu tranquilidad convenceré a Mónica para follarmela mientras tu disfrutas la noche con Rafael.
A continuación, Rafael volvió a la mesa e invito a mi esposa a bailar, yo ya sabía que no volverían en al menos una hora, tiempo durante el cual estaría entretenido con Mónica.
Cuando vi que por una puerta lateral de la discoteca mi esposa y Rafael salieron, esperé unos minutos y le propuse a Mónica ir a su habitación, después de enterarla que Rafael se había llevado a mi esposa para nuestra habitación porque los dos estaban esa noche deseosos de coger. Ella lo acepto, fuimos a su habitación y la pasamos de maravilla, gracias a que Mónica es una mujer con mucha iniciativa, haciendo que disfrutáramos del sexo en todas sus formas, seguramente Rafael ya la había entrenado en las batallas eróticas.
El tiempo paso volando y al mirar el reloj vi que eran las dos de la mañana y la discoteca la cerraban a las tres, entonces regresamos a nuestra mesa, pero mi esposa y Rafael aún estaban ausentes porque tampoco los vi en la pista de baile.
Serían las dos y media de la mañana cuando apareció mi esposa y detrás de ella Rafael, simulando que regresaban de bailar, pero era imposible ocultar el acaloramiento de mi esposa, su cabellera despeinada al igual que la de Rafael, lo que evidenciaba la emotiva faena que habían compartido.
A las tres de la mañana cuando acabo la música, nos despedimos y cada pareja a su habitación, desde luego nuestra cama estaba bastante revolcada, e igual quedo la de ellos. Invite a mi esposa a una última copa y mientras la bebíamos trate que compartiéramos nuestras aventuras. Ella empezó diciéndome que había sido algo extraordinario porque jamás había estado con otro hombre distinto a mí.
Pero luego agrego… Oye tu no me advertiste del tamaño de la verga de Rafael.
¿Por qué?
Es enorme, creo que si me quedaba algo de virginidad él la acabo.
Jajajaja, me reí. Pero como podía yo saber eso. Con razón el éxito con tantas mujeres que logró cuando estábamos en la universidad.
¿Pero te gusto?
Si, fue maravilloso, como te dije esta fue la primera vez que he estado con alguien diferente a ti.
Bueno, espero no te acostumbres al tamaño de la verga de Rafael y me dejes de lado.
No, jamás tu eres muy especial en la cama. Esto fue solo una aventura.
Después de esa noche nos quedaban tres días más de vacaciones y empezaron a rondar por mi cabeza ideas eróticas y creí que la oportunidad de hacerlas realidad era ahora o nunca.
Al día siguiente, nos levantamos tarde y a la hora del almuerzo nos encontramos con nuestros amigos que ya estaban sentados en una mesa para cuatro. Mónica apenas nos vio hizo señas para que compartiéramos mesa.
El momento fue divertido, una conversación jocosa y picante y terminamos cerca de las cuatro de la tarde cuando nos avisaron que cerraban el servicio, después de disfrutar unas deliciosas copas de vino.
El vino nos motivó bastante y Rafael propuso fuéramos a la habitación de ellos para continuar la tertulia y allí el licor continúo rodando.
Estando en intimidad, los comentarios eróticos afloraron, se destaparon las cartas de lo acontecido en la noche anterior, de lo cual todos estábamos enterados, y Rafael como siempre muy intrépido invito a que hiciéramos un intercambio de parejas. Todos nos miramos y mi esposa busco mi aprobación, le hice seña si ella quería seguir adelante y con esto cambiamos de sofá con Rafael.
Vinieron las primeras caricias sin afán y muy delicadas, luego besos apasionados, lo cual dio lugar a que se comenzaran a escucharse respiraciones agitadas. Las manos de los cuatro exploraban los cuerpos bajo la ropa y las caricias hicieron cambiar las respiraciones agitadas por gemidos deseosos de sexo.
Uno de los secretos que deseaba descubrir era el tamaño de la verga de Rafael, tal como me lo había contado mi esposa y llego el momento cuando ella saco de su encierro el enorme miembro y efectivamente me sorprendió por lo grueso y largo.
Las acciones se fueron desarrollando y pronto todos estábamos totalmente desnudos y al ver a mi esposa y a Rafael disfrutando de un sesenta y nueve, me di cuenta que ella apenas lograba dejar entrar en su boca una tercera parte de la verga de Rafael, mientras él se esmeraba en motivarla masajeándole con su lengua el clítoris.
Yo hacía lo propio con Mónica, pero lo que más me motivo fue ver y escuchar lo que acontecía con mi esposa, sus gemidos incentivaban mi excitación y llegado el momento de la penetración de parte de Rafael, fue épico ver como su verga se fue perdiendo dentro de la concha de mi esposa hasta tocar fondo y escuchar de ella un ayyyy, él se detuvo, pero no saco ni un ápice de su verga y a continuación mientras acariciaba sus senos inicio un mete y saca lento que fue en aumento de su velocidad y fuerza al punto que se escuchaba claramente el choque de la pelvis de Rafael contra las nalgas de mi esposa.
Con la misma velocidad de sus cuerpos los gemidos de mi esposa comenzaron a resonar en la habitación… aghhh, aghhh, aghhh, aghhh, aghhh, aghhh, uhmmm, que rico, sigue, sigue, eso, eso, hasta el fondo, uhmmm, dame duro, duro, y así siguió hasta el punto de excitarme tanto que comencé a follar con ferocidad a Mónica y ella al parecer lo disfrutaba porque también comenzó a gemir como una gata en celo. El ambiente en la habitación era de sexo total, cuerpos brillantes por la transpiración, pero nadie paraba, de pronto escuche a mi esposa decir, ya, ya, no puedo más, auuchhh, que rico orgasmo, uhmmm, Rafa, Rafa, para, para y él se detuvo.
Pasaron talvez un par de minutos mientras mi esposa se recuperó, entretanto yo estaba a tope y no quería perder mi impulso, ni el de Mónica, de manera que continue moviéndome dentro de ella y pronto la escuché gemir anunciando la llegada de su orgasmo y así di rienda suelta a correrme dentro de ella, y finalmente quedarnos pegados disfrutando de esa maravillosa follada.
Rafael por su parte no se había corrido, entonces escuche que le dijo a mi esposa… voy a follarte el culo como te gusto anoche. Y saco su verga de la concha de mi esposa y lentamente la fue penetrando por el culo. Al tocar fondo permaneció inmóvil y luego empezó con movimientos suaves, los cuales fue acelerando y para terminar tomo a mi esposa por las caderas para un mete y saca que creí la iba a desbaratar, pero ella por el contrario comenzó a gemir increíblemente al tiempo que Rafael se corría, ella disfrutaba de un segundo orgasmo. Jamás imagine que una mujer pudiera disfrutar de un orgasmo al follarla por el culo. Claro que nunca en el pasado tuve sexo anal con ella, Rafael fue quien la había desvirgado la noche anterior.
Después de aquella espectacular faena todo volvió a la calma, Rafael sirvió las copas para reanimarnos y estábamos tan cansados que decidimos dormir todos en la misma habitación.
Dos días después regresamos a casa y mi esposa ha estado más activa en el sexo, incluso me invita a que exploremos en internet nuevas opciones. Hasta aquí mi relato.
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