OCURRIO EN 1987
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Lujuriosa.
Hola a todos, me llamo Marta y tengo 62 años, mi marido se llama José y tiene 65 años; somos de Buenos Aires y nos iniciamos al mundo swinger o intercambios en el año 1985, cuando el destape argentino empezó a dar los primeros pasos luego del fin de la dictadura militar.
Ahora estoy en compañía de mi marido sentada frente al computador para relatar una experiencia que tuvimos hace muchos años, espero que sea del agrado de todos.
En aquellos tiempos era muy difícil hacer los contactos, no teníamos teléfono celular ni Internet, había pocas publicaciones dedicado al mundo swinger y las pocas revistas disponibles eran difíciles de encontrar.
Con mi marido ya teníamos pensado condimentar nuestra vida sexual, soy madre de tres hijos (un varón y dos nenas) y con una suegra maravillosa quien se encargaba de cuidar mis niños cuando teníamos algún encuentro (aún vive y claro que ella no sabe de nuestras andanzas).
Fue en el año 1985 que decidimos salir de vacaciones con mi marido, fuimos a Florianópolis (Brasil) donde tuvimos nuestra primera experiencia swing con un matrimonio brasilero; también conocimos una pareja de argentinos de Mar del Plata que casualmente estaban hospedados en el mismo hotel que el nuestro, ellos también eran nuevos en el mundo swinger.
Debo decir que este matrimonio argentino nos ayudó mucho para hacer contactos y encuentros con otras parejas afín, cuando regresamos a la Argentina continuamos en contacto con ellos.
Aclaro que cuando era soltera ya practicaba el sexo anal, todos los hombres que me hicieron la colita tenían el pene tamaño normal, entre 14 y 15 cm. Este argentino que conocimos en Florianópolis tenía el pene de 18 cm. Y era lo más grande que pude aguantar en la colita, me hizo ver estrellas con mucho placer, y su esposa le hizo un buen trabajo a mi marido.
Y cada vez que iba a tener un encuentro yo me hacía un lavado anal, con manguera y agua tibia, la higiene es muy importante para este tipo de sexo.
Luego de casada mi marido también me hacía la colita, el tamaño del pene de mi marido es de 15 cm., mi ano estaba acostumbrada a la penetración de José.
Como dije al inicio, en aquellos años eran muy difíciles los contactos con parejas de intercambio, las revistas dedicadas al ramo eran muy escasas; además los anuncios publicados eran sin fotos, y los anunciantes que publicaban apenas daban una breve descripción de sí mismos y de lo que querían.
Recuerdo que las revistas que eran del ramo eran SexVip, Intimidades y Adultos; los lectores interesados en contactar con los anunciantes enviaban las cartas a la redacción de la revista, y estos re-direccionaban las cartas a los anunciantes; era una manera de preservar la identidad de los anunciantes y así evitar momentos desagradables.
Fue en el año 1987 que mi marido y yo decidimos anunciar en una de esas revistas, ya teníamos experiencia y deseábamos aumentar nuestro círculo de amigos; luego de dos meses de la publicación de nuestro anuncio recibimos tres cartas (y bueno, siempre se empieza con lo poco), la primera carta no nos ha gustado, tenía muchos errores de ortografía además de usar palabrotas groseras, ni le respondimos.
La segunda carta era de un matrimonio de Resistencia, Chaco; con este matrimonio sí tuvimos una linda experiencia, les respondimos y quedamos en vernos cuando ellos vengan a Buenos Aires, esta aventura les contaré en otra oportunidad.
La tercera carta era de un joven de 25 años que se llamaba Roberto y vivía en Florencio Varela, esta carta nos llamó la atención porque nuestro anuncio pedía parejas o matrimonios para intercambio, sin embargo este joven se ofreció para hacer un trío.
Mandó una foto donde se lo ve de cuerpo entero, de tez trigueño y cabellos castaños, cuerpo atlético y una sonrisa encantadora, sin dudas era muy apuesto.
Pero lo que me llamó la atención es que dice tener un pene de 23 cm., hablamos con mi marido al respecto, pues nuestro anuncio era para parejas y matrimonios para intercambios y no para tríos, pero la carta de Roberto y el tamaño de su pene hizo que cambiáramos de idea, nunca hicimos un trío y yo nunca había probado una pija de 23 cm., eso me dejó con la vagina húmeda.
En la carta nos dejó un número de un teléfono público, esta cabina estaba en un bar cerca del edificio de su departamento; y él va esperar nuestra llamada todos los días miércoles a las 19:00 hs.
Como dije, en esos años no había celulares y tampoco había facilidades para tener una línea telefónica.
Un miércoles hicimos la llamada, el primero en hablar con él fue mi marido y luego yo; Roberto era de hablar pausado y muy educado, al instante sentí confianza en él; cuando le pregunté si realmente tiene una pija de 23 cm. me confirmó que sí, nuevamente mi conchita se mojó, me excité tanto que dije: – Esa pija debo cogerlo.
Pasaron algunas semanas y varias llamadas hasta que decidimos marcar la fecha del encuentro, y quedamos en vernos en su departamento en Florencio Varela, cuando llegó el día (un sábado) dejamos los chicos con mi suegra y fuimos junto a Roberto, llegamos al bar a las 17:00 hs.
Minutos después llegó Roberto, lucía una camisa sport, bermuda y zapatillas deportivas, tenía el cabello húmedo pues acabó de bañarse; luego de las presentaciones de rigor y saludos formales nos pusimos a hablar sobre varios temas, hablamos de economía (el trabajaba en una oficina de contabilidad), de política, de fútbol y de sexo.
El dijo que se sintió interesado en nuestro anuncio y por eso decidió escribirnos, tampoco esperaba una respuesta nuestra puesto que pedíamos por parejas y matrimonios; dijo que ya participó de muchos tríos y que es amante de algunas amigas, casadas y solteras.
En esa época yo tenía 34 años, 65 kilos, tengo 1,65 m de altura con una colita atractiva, tez blanca y cabellos negros; luego de tener a mis hijos siempre hacía actividades física para estar en forma, cuando mi marido pidió su opinión sobre mí dijo que era muy linda y muy sexy, por su respuesta nuevamente me mojé la conchita.
Después de algunos minutos decidimos ir a su departamento, era en el edificio al lado del bar; cuando llegamos a su departamento (departamento de soltero con una habitación, sala, cocina y baño) pedí para pasar al baño a ducharme mientras mi marido y Roberto continuaban charlando en el sofá.
Salí del baño envuelta en una toalla, me senté al lado de Roberto y mi marido pidió para pasar al baño; Roberto me ofreció algunas bebidas pero yo agradecí, me acerqué más hacia él y le di un beso, él me correspondió con un beso de lenguas demorado.
Le acaricié la cabeza y el cuello, él se quitó la camisa y volvió a besarme; mi mano derecha le acariciaba la cabeza mientras mi mano izquierda deslizaba por su tórax y le acariciaba los pezones, en eso Roberto me quitó la toalla y descubrió mis senos, suavemente bajó la boca y empezó a besar y chupar mis pechos.
Como estaba sentada de lado izquierdo de Roberto mi mano izquierda se deslizó hacia su entrepierna, metí la mano bajo su bermuda y pude tocar su miembro rígido que estaba debajo del slip, le pedí que quite su pene afuera, cuando lo hizo quedé admirada por el tamaño, realmente era muy grande.
Agarré el pene y lo tuve entre mis manos, me bajé del sofá y me arrodillé ante Roberto, el prepucio cubría la mitad del glande y dejaba ver el orificio, me acerqué para ver más de cerca aquel miembro, empecé a masajear ese pene con ambas manos, parecía un tubo de detergente de 500 ml.
Mis puños no podían cerrarse al pene, lentamente fui deslizando el prepucio para liberar la cabeza rojiza, cuando lo conseguí intenté meterlo en la boca pero no pude, apenas conseguí meter una parte de la cabeza.
Empecé a chupar suavemente, Roberto me acariciaba la cabeza y jugaba con mis cabellos.
– No te preocupes Marta, mi pija es grande y muchas amigas también intentaron chupármela sin conseguir- me dijo.
No pude dejar de admirar aquel miembro vigoroso, estaba decorado con gruesas venas y el glande fuera del prepucio parecía una manzana madura, además Roberto tenía el pubis depilado que lo hacía más atractivo.
Yo continuaba de rodillas tratando de chupar la cabeza del pene, y Roberto sentado en el sofá; le pedí que se quite la bermuda y el slip, y que se siente al borde del sofá dejando expuesto el ano, cuando lo hizo empecé un esfuerzo para meter el glande en mi boca, luego fui bajando ese mástil con la lengua hasta llegar a la base, enseguida pasé la lengua por sus testículos que parecían dos naranjas, cuando llegué al ano hice presión con la lengua que le valió un gemido y la piel erizada.
Estuve lengüeteando ese anillo marrón algunos momentos, cuando mi marido salió del baño yo estaba nuevamente en duelo con la pija enorme, mi marido se sentó cerca de Roberto y empezó a masajear su pija, lo que me invitó a dejar el pene de Roberto y chupársela a mi marido.
La pija de mi marido era circuncidado, y el glande entró con facilidad en mi boca; pude introducirlo completamente ya que su vello púbico rozaba mi nariz, mientras le chupaba a mi marido le sobaba la pija a Roberto, luego le di atención nuevamente a la enorme pija, estuve así durante algunos minutos, chupando la pija de uno y lengüeteando la pija de otro.
Mi marido se levantó y se colocó detrás de mí, me acarició las nalgas y me masajeó el clítoris, yo continuaba con mi esfuerzo titánico en querer meter lo máximo posible en mi boca el pene de Roberto, sentí que mi vagina estaba encharcada de flujos gracias a los masajes de mi marido.
Enseguida me levanté y apoyé mis pies al borde del sofá, de espaldas a Roberto; mi marido me sujetaba de los brazos mientras Roberto me agarraba de la cintura, fui bajando lentamente para sentarme sobre el pene gigantesco.
Mi vagina estaba lubricada de flujos y la cabeza del pene se apoyó en la entrada, hice algunos movimientos para facilitar la penetración, mis labios vaginales se elastizaban para recibir aquel intruso, luego de algunos instantes sentí que entró la cabeza.
Mi marido me atajaba de los brazos y fui bajando muy lentamente, era la primera vez que mi vagina se tragaba una pija enorme, al sentir que la cabeza del pene contactó con mi útero empecé el ritmo de sube y baja, primero suavemente y luego más rápido.
Sentí las manos de Roberto sobre mis senos acariciando mis pezones, entonces mi marido se soltó de mis brazos y los apoyé en los hombros de Roberto, mi marido se subió al sofá y se puso de pie ante mí ofreciéndome su pija, se lo chupé como una ternera.
Yo continuaba con los movimientos de sube y baja, luego bajé una mano hasta mi vagina y comprobé que la pija no me entró todo, quedó fuera unos 8 cm., la pija de mi marido en mi boca ahogaba mis gemidos, fue cuando tuve mi primer orgasmo y casi me caí, Roberto me atajó de la cintura.
Mi marido se bajó del sofá y me apoyé en sus brazos, continuaba sentada sobre la pija de nuestro amigo; momentos después volví a cabalgar ese pene, y en pocos minutos tuve otro orgasmo, luego me bajé y me puse de rodillas ante Roberto, volví a lamer esa pija enorme ahora con sabor de mis flujos.
En eso Roberto pidió a mi marido que se siente en el sofá para que yo lo chupe, mi marido se sentó y le chupé la pija, Roberto se posicionó detrás de mí, abrí mis piernas y empezó a penetrarme, mi vagina ya estaba dilatada y eso facilitó la entrada, pero sentí que mis labios vaginales se esforzaban al máximo ante las embestidas de Roberto, sentí los golpes del glande en mi útero que me llevó a aumentar mis gemidos, mi boca ocupada por la pija de mi marido ahogó mis gritos.
Los movimientos de Roberto eran más fuertes, los golpes en mi útero eran como una carrera de caballos aplastando mis entrañas, el placer es tan intenso que parecía que iba desmayar.
Nuevamente tuve otro orgasmo y quedé rendida con la cara apoyada sobre el pubis de mi marido, Roberto detuvo por algunos momentos su faena de coger mi conchita, su pija incrustada en mi vagina me hizo pensar que estaba en la gloria, luego de reponerse volvió a castigar mi vagina con intensidad, enseguida pedí una pausa.
Roberto me atendió y quitó su pija de mi concha y se sentó al lado de mi marido; Roberto me elogió mucho, dijo que tengo una vagina muy sabrosa y apretada, deliciosa; enseguida nos pidió pasar a la habitación.
En la pieza tenía una cama matrimonial, me senté al borde del colchón y recosté mi espalda; abrí mis piernas y le ofrecí mi concha, Roberto no se hizo rogar y se arrodilló para chuparme la vagina, introdujo su lengua con habilidad de maestro y empezó un maravilloso cunnilingus.
Coloqué una almohada bajo mi cabeza para admirar la chupada de Roberto, en eso mi marido se subió a la cama y se sentó sobre mi pecho, con su nalga bajo mis senos; la cabeza de su pija en mi boca era como una golosina, muy sabrosa.
Roberto continuaba saboreando mi concha, luego bajó su lengua hacia mi ano y empezó a lengüetearlo; sentí mi culo encharcado de flujos y saliva, enseguida se puso de pie y colocó una almohada bajo mi trasero, me quedé en la posición de misionero esperando ser clavada por esa pija gigantesca.
Suavemente Roberto comenzó a penetrarme la concha, otra vez sentí los golpes en mi útero; mis labios vaginales hacían un sacrificio enorme para recibir aquel falo, Roberto comenzó a aumentar las embestidas, ahora con más fuerza.
Mis labios vaginales ya estaban ardiendo de tanto azote, sentía que los testículos de Roberto golpeaban mis nalgas; en pocos minutos tuve otro orgasmo y mis gritos se ahogaron en la pija de mi marido, yo estaba llorando de placer y felicidad, quedé rendida otra vez.
– ¿Quieres probarlo por atrás? – preguntó Roberto.
– Mira, no sé si podré aguantarlo- respondí.
– De acuerdo, si no quieres no lo hacemos- dijo.
– Pero quiero probarlo – le dije.
– ¿Estás segura? – preguntó mi marido.
– No se preocupen, si no conseguimos paramos- dijo Roberto.
– Está bien, pero primero me lo hace mi marido, para abrir mi culo; además ya estoy acostumbrada al tamaño de su pija- dije.
Roberto se levantó y fue a la cocina, de la heladera trajo un frasco de manteca vegetal y me lo untó en el ano; primero metió un dedo y luego dos, después al tercer dedo puso abundante manteca, luego mi marido se puso la manteca por el pene y se acercó a mí.
Yo estaba de cuatro patas sobre la cama esperando a mi marido, Roberto se puso frente a mí ofreciendo su pija; lentamente mi marido apoyó la cabeza de su pija en mi culo y empezó a penetrar, cuando me entró toda la pija mi marido empezó los movimientos y yo empecé a chuparle la pija a Roberto, era un momento delicioso, empalada por mi marido y con una enorme pija en mi boca.
Estuvimos así largos minutos, mi ano estaba totalmente dilatado; mi marido embestía con su pija en mi culo y yo con un glande inmenso tratando de chupar, luego mi marido sacó la pija de mi culo.
– Ahora vos, Roberto – le dijo mi marido.
Quedé en la expectativa si iba aguantar o no ese pene.
– Tranquila, Marta. Si no aguantas paramos – me dijo.
– Está bien – le dije.
Nuevamente Roberto volvió a untar mi ano con manteca vegetal, mi marido había dilatado mi culo con facilidad; Roberto empezó a untar su miembro con mucha manteca, esto era novedad para mí, normalmente para el sexo anal utilizamos gel lubricante que compramos en las farmacias, pero esto se prestó muy eficiente.
Mi marido se puso de rodillas ante mí que estaba de cuatro, Roberto acercó su enorme pija en la entrada de mi culo; suavemente empezó a forzar la entrada hasta que sentí que entró la cabeza, eso me valió un grito, entonces mi marido puso una almohada para apoyar mi rostro y ahogar mis gritos.
El dolor era intenso, parecía que me estaba partiendo en dos; empecé a llorar y gritar, Roberto continuaba metiendo lentamente su pija en mi ano, entre llantos comencé a morder la almohada y mi marido haciéndome caricias en la espalda y mis senos.
– ¿Quieres que pare? – preguntó Roberto.
– No, continúa… continúa…despacio – dije.
Roberto empezó lentamente a mover su cuerpo, típico vaivén de penetración; yo continuaba con los llantos y gemidos en la almohada, de repente sentí que Roberto aumentaba el ritmo, su pija me estaba destrozando el ano, yo dejé de sollozar y empecé con los gritos agarrando la almohada con mis manos sobre mi cara.
– ¿En serio no quieres que pare? – preguntó nuevamente.
– No! No! No pares mi amor! Rompéme el culo! Dale!- respondí.
Los movimientos aumentaron, sentí que los testículos de Roberto golpeaban mi vulva, eso me dio la idea de que la penetración fue completa, mi culo acabó de tragarse una pija de 23 cm.! Lo que sentí en ese momento es algo maravilloso, imposible de definir; no sé si existe el orgasmo anal pero lo que yo sentí era como si estuviera tocando el cielo con las manos y el culo al aire.
– ¿Puedo terminar en tu boca, Marta? – preguntó Roberto.
– Claro que sí, mi amor! Claro que sí! – le respondí.
Luego de algunos minutos Roberto sacó su pene de mi culo, me dí vuelta para recibir su pija en mi boca, colocó la cabeza todo lo que pudo y empecé a mamarlo, por mi olfato pude sentir que había residuos de excremento en el pene pero no me importó, empezó a masturbar su pija hasta que sentí un chorro de esperma directo a mi garganta.
Su eyaculación era muy profusa, durante algunos instantes recibí chorros de semen en mi boca; luego sacó su enorme pija y empezó a friccionar y presionar desde la base hasta el glande, por el orificio empezaron a asomar las últimas gotas de semen que mi lengua se encargó de atraparlos y los tragué.
Enseguida se acercó mi marido masturbando su pene, llegado el momento abrí la boca para recibir el esperma de mi marido, en su caso ya sabía el aroma y sabor del semen, empezó a chorrear semen en mi garganta aunque en menor cantidad que de Roberto.
Minutos después fui a asearme, me lavé la boca y me cepillé los dientes; de vuelta a la sala disfrutamos de algunos momentos de descanso con algunas bebidas, Roberto me elogió mucho, dijo que son pocas las mujeres que le aguantan la pija en el culo, yo me sentí feliz y mi marido se sintió orgulloso, era el primer round.
Esa noche cogimos hasta la madrugada, incluso tuve derecho a una doble penetración; mucho sexo oral y sexo anal, de regreso a casa mi marido tuvo que hacerme un masaje en la vagina porque mi vulva estaba toda hinchada y rojiza, de tanta paliza que sufrió de la pija de Roberto.
Con Roberto tuvimos muchos encuentros, lastimosamente perdimos contacto con él en el año 1990, se había mudado al Uruguay y no supimos más de él.
A Roberto lo presentamos a varios amigos, matrimonios del ramo de intercambios; participó con nosotros y otros amigos en muchos encuentros y fue muy bien recibido, por su educación y simpatía, pero especialmente por su pija de 23 cm., realmente parecía un tubo de detergente de 500 ml.
Cada vez que íbamos a tener un encuentro con Roberto siempre llamamos al número de la cabina pública del bar, el día indicado a la hora indicada, eso porque él tenía varias amigas, algunas casadas, que se relacionaban con él.
Recuerdo una oportunidad en que Roberto me inició en la bisexualidad, en los intercambios con otras parejas ya llegué a besar y acariciar otras mujeres pero no pasaba más de eso, nunca chupé una concha.
Un día estaba tan caliente de coger con Roberto que le dije a mi marido que quería ir a Florencio Varela para coger con Roberto.
– Está bien, vamos a llamarlo a ver si está disponible – dijo mi marido.
– No querido, quiero ir a coger con Roberto, pero quiero ir sola y quiero darle una sorpresa, no quiero llamarlo – dije.
– ¿Y si no está disponible? ¿O si ha salido? – preguntó.
– Entonces regreso, no hay drama. Pero quiero darle una sorpresa ¿Me das permiso? – le dije.
– Está bien, andáte y cuidáte; yo me quedo con los chicos. Si Roberto no está o no puede vos te venís enseguida. – me dijo.
– De acuerdo, mi amor. – respondí.
Llegué a lo de Roberto, a su departamento; oh! Sorpresa, estaba en compañía de una dama y parece que ya estaban en los preliminares, Roberto no salió de su asombro cuando me vió sola frente a su puerta.
– ¿Qué haces acá?! Y José?! – preguntó.
– Se quedó en casa con los chicos, me vine sola porque quería hacerte una sorpresa – le dije.
– ¿Y ahora? – preguntó la dama desde la sala.
En fin, se armó un lío porque la dama pensó que era una trampa de Roberto para coger con dos mujeres, esta dama también era casada y tenía el permiso del marido, como yo.
Roberto supo administrar la situación y al final acabamos cogiendo los tres, esa vez fue la primera vez que chupé una concha, y también la primera vez que una mujer me chupa la vagina; fue una aventura fantástica, aprendí a chupar la pija de Roberto con sabor de flujos de otra mujer, también aprendí a chupar el culo de una mujer, hicimos un montón de cosas que para algunos puede parecer morboso, pero me gustó, como chupar la pija de Roberto después de sacarlo del culo de la dama.
Esta historia les contaré en otra oportunidad, espero no haberlos cansado y deseo que lo hayan disfrutado.
Ahora con mi marido ya no participamos de encuentros de intercambios ni tríos, la edad se vino y el cuerpo cambió, nuestros hijos ya están casados y salieron de la casa, cada fin de semana nos visitan con los nietos y hacemos una fiesta; pero con mi marido guardamos lindos recuerdos de nuestra vida swinger. Abrazos a todos.
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