Primera parte de una trilogía.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por graciela80.
Hola, esta es la primera parte de una nueva entrega de lo último que dichosamente me ha acontecido…procuraré que no sea tan extensa como la pasada, así que la dividiré en una trilogía… déjenme decirles que con Jet no he parado de coger casi a diario, cuando he podido, sobretodo después de esa tremenda “cogidota” tan deseada y esperada que me dieron él y mi novio en septiembre del 2010.
En las pasadas vacaciones de fin de año aproveché para volver a visitar mi Ribiera Maya acompañada de mi novio. ¡Una semana de lo lindo!… espero volver este verano 2011… con o sin mi novio; ya que allá “conocimos” –más yo que mi novio- a Walter, un mulato norteamericano muy, muy “amigable”. Quedamos de volver a vernos durante el Summer Break 2011.
Bueno, primero llegamos a Cancún y de ahí nuestro destino fue Playa del Carmen, una hermosa estampa playera de mi país… pero no los voy a aburrir con “clases” de geografía, pero los invito a que visiten esa parte de mi México; es en verdad “excitante”. ¡La acción la encuentras al llegar!
Nos habíamos preparado con antelación reservando un viaje Todo Pagado. Nuestro hotel contaba también con unas hermosas palapas, las escogimos en la playa… muy romántico para una caliente pareja, que al entrar en nuestro bungalow ¡nos desnudamos y comenzamos a coger como locos! Dormimos un rato y nos despertamos hambrientos. Nos duchamos y salimos a recorrer la ciudad. La noche comenzaba a caer y yo me había vestido muy sexy: una micro tanga era lo único que tenía debajo de un ceñido vestidito floreado de tirantes con la espalda desnuda que me llegaba provocativamente poco más arriba de la mitad de mis muslos. Ni siquiera atrevía a agacharme un poco, porque mis nalgas se me salían en todo su esplendor, dejando ver gran parte de mi culo. Parecía como si no trajera nada debajo. Mi novio no separaba celosamente la vista de mis tetas que se cimbraban y bamboleaban a cada paso que daba con mis tacones de 12 centímetros, haciendo que mi culo se respingara muy sugerente y mi pecho “prácticamente” se erguía solo, haciéndome sobresalir mis tetas… una mujer goza al sentirse deseada por quienes la vean.
Llegamos a un restaurante-bar donde pedimos de comer y beber… desde que entramos sentí la mirada de Walter; en las casi cuatro horas que estuvimos ahí, difícilmente me la quitó de encima, además de otros hombres y mujeres. Disfrutamos de la cena y continuamos bebiendo… las luces se encendieron y comenzó la música. Mis piernas no paraban de moverse al ritmo de los sonidos caribeños, así que le pedí a mi novio que bailáramos. Él no es muy bueno en eso, pero se sacrificó por mí. Una tras otra pieza desfiló y mi cuerpo “caliente” por naturaleza, además del rico calor playero y el baile, hicieron que comenzara a sudar, haciendo que mi vestido se me pegara ricamente más al cuerpo. Decidí refrescarme un poco entrando a los sanitarios, fue entonces cuando tuvimos el primer contacto con el americano. Al regresar lo vi platicando y brindando con mi novio. Llegué a la mesa, y él se levantó, como todo un caballero, ¡cosa que me encantó!, para que yo me sentara entre ellos. Mi novio, ya algo ebrio, me lo presentó como si fuese su gran amigo y supe el por qué de su “aparición” en nuestra mesa: a mi novio se le había olvidado su cartera en el hotel, y como los meseros habían cambiado de turno, tuvo que pagar la cuenta. Walter se percató del “desaguisado” y caballerosamente había cubierto nuestros gastos. Me sentí apenada por ello, proponiéndole que nos acompañara al hotel para regresarle su dinero, cosa que Walter rechazó, comentando que mejor otro día nosotros le invitásemos la cena. Me sentí algo incómoda, pero a la vez alagada por el gesto.
Seguimos bebiendo y platicando acerca de nuestras vidas y nuestras profesiones… ustedes saben, “socializando”. Nuevamente sentí ganas de bailar, en verdad estaba disfrutando la velada, pero mi novio me dijo que ya había hecho el ridículo suficiente por una noche. Walter me veía desesperada por bailar y sólo llevaba el ritmo con la cabeza y pidió otra ronda de tragos. Mi novio observó que los dos no parábamos de mover el cuerpo tras cada canción y le dijo a Walter si me sacaba a bailar. Este abrió los ojos sorprendido y asintió sin pensarlo dos veces. Nos levantamos mientras mi novio iba al baño. Fuimos hasta la pista de baile y danzamos pegados, muy pegaditos una rica salsa. Sentía como me tomaba con fuerza, pero delicadamente por la cintura, haciéndome sentir su bien formado cuerpo a través de mis endebles prendas que comenzaron a mojarse de rico sudor por el esfuerzo del baile. Poco a poco me apretaba más y más a su cuerpo tras las repentinas vueltas, haciéndome sentir en las nalgas, bajo vientre y muslos, sus abultados atributos masculinos. Nunca se “paso” de listo en sus muy certeros “arrimones”, ni con sus manos que repasaban para entonces constantemente mis contornos, trabando contacto ocasionalmente con mis nalgas o tetas… ¡m,m,m! Y yo encantada y caliente. Debo confesar que mi vagina se comenzaba a lubricar sin querer, así como mí alcoholizada mente al fantasear cómo sería coger con el mulato. Me imaginaba que si como bailaba, cogía, él haría muy excelentes “chambas” en la cama. Creo que él lo intuyó, u olió mis feromonas o pensaba lo mismo que yo en esos instantes, ya que durante la última pieza, que fue un bolero lento, sentí claramente como se le iba endureciendo su “aparato” sobre mis muslos.
Creo que debido al sudor pude disimular un poco lo “mojada” que terminé de la entrepierna, no así la notable excitación visible en mis elevados pezones que rogaban ser ya acariciados por aquellas fuertes manos morenas y perfumadas.
Los dos terminamos hechos una “sopa caliente” cuando regresamos a la mesa. Mi novio me recibió con un rico apretón de nalgas y aplausos por el baile… creo que Walter lo notó, porque me sonrió pícaramente.
Serían cerca de las dos de la mañana cuando Walter, ante mi decepción, se despidió, diciéndonos si se nos ofrecía algo más. Mi novio quería seguir bebiendo, así que Walter le tendió un fajo de dólares, anteponiendo que no nos ofendiéramos, que a la mañana siguiente se los podíamos regresar. Yo me opuse, pidiéndole a mi novio era mejor marcharnos también, que no podíamos abusar así de la buena voluntad del turista. Entonces mi novio comentó, ante la sorpresa de Walter y la mía, que ¡por qué no la “seguíamos” en nuestro hotel! Un caliente aguijonazo sentí en la vagina al escucharlo… comencé a destilar litros de jugosidad mientras mis pezones se tornaron más turgentes, ¡notándose más de lo que ya estaban! Cosa que no pasó desapercibida por Walter, quien declinó caballeroso la invitación, comentando que tenía que levantarse temprano para ir a la playa; mi novio concluyó que si ese era el problema, era mejor ya no dormir, e ir juntos a la playa de nuestro hotel al amanecer… en verdad estaba “enfiestado”.
Después de dos rondas más de tragos y labor de convencimiento por parte de los meseros para que nos fuesemos, el bar cerró.
Salimos los tres rumbo a nuestro hotel. Tomamos un taxi… mi novio estaba muy ebrio y se sentó al frente, dejándome en la parte trasera con Walter quien me abrió la puerta… ¡me encantó ese magnífico error!
Durante el camino me sentí algo mareada, mientras Walter y mi novio hablaban y hablaban intercalando conversaciones en ingles y español. En verdad yo no sé mucho de ingles, así que comencé a hundirme somnolienta en el asiento, sintiendo la calida brisa en mi cara. Creo que dormité, porque al sentir un jalón del taxi, me encontré ¡recargada y abrazada de Walter! ¡Juro que no fue mi intención! Acostumbrada a estar con mi novio, ¡mi mano izquierda descansaba –es un decir- sobre la entrepierna de Walter! Y es un decir, porque lo ¡estaba manoseando ricamente como acostumbro hacerle a mi novio en el carro! Walter seguía platicando con mi novio, muy quitado de la pena y sin tocarme, quien ya arrastraba notoriamente las palabras por lo tomado que estaba. ¡Supe entonces que era mi oportunidad! No sabía qué ocurriría al llegar al hotel o después de darle su dinero… y con lo caliente que soy ¡y estaba!, continué haciéndome la dormida. Comencé insistente a tocarle ahora bien la verga por encima del pantalón… no sabía si tendría otra oportunidad de sentirlo; esta no tardó en responderme con una muy rica erección a lo largo de su pierna al sentir mis ávidos dedos oscultándole por completo todo el aparato. ¡Wow! ¡Que vergota tan deliciosa se le sentía, y eso que aún se le notaba algo flácida! Lo bueno fue que mi novio olvidó la dirección del hotel, haciendo que el taxista diese un mil rodeos.
En un momento de extrema calentura, le bajé poco a poco el cierre y metí mi mano buscándole la verga. Walter dio un respingo; e inteligentemente, yo balbuceé el nombre de mi novio y él preguntó que qué pasaba; a lo que Walter respondió que yo estaba durmiendo y “algo” borracha… y siguieron buscando el hotel.
Comencé de nuevo a mover ávida mi mano dentro de su pantalón… ¡m,m,m!, ¡que delicia al encontrar una larga y palpitante verga caliente separada únicamente por una delgada prenda! ¡Tenía que continuar! Poco a poco fui se la fui subiendo con la mano hasta sentir la delicada piel de todo su hinchado y mojado glande que ya sobresalía de la trusa, producto de mi eficiente “toqueteo”. Comencé a bajar la estorbosa prenda hasta que su palpitante “serpiente morena” se vio libre de ella ¡y entre mis dedos! No contenta con ello, y aprovechando que el cierre de su pantalón daba la holgura necesaria, ¡se la saqué por completo! y hasta le descubrí los duros y gentilmente suaves testículos rasurados de Walter. Los palpé delicadamente y le inicié un pausado “chaqueteo” a su larga y sabrosa herramienta. Sentía la entrecortada respiración de Walter mientras yo subía y bajaba calenturienta mi mano por toda la venosa longitud de su enorme miembro, arreciando la paja en ocasiones, para volver a tocarlo con deleite completamente. Entonces, me aventuré, y poco a poco, como quien no quiere o no sabe lo que hace, fui resbalando mi cabeza hasta posarme en su vientre… y olí su perfume… y el inconfundible aroma de macho dispuesto… comencé a besarle delicadamente con mis hinchados y hambrientos labios, por el tremendo deseo de sentirlo ya en mi boca la mojada cabeza de su erecta verga. ¡Tenía que hacerlo con estilo! Por mi mente pasaron las palabras de mi novio: “…prefiero verte cogida por Jet, que por otro hombre”… así como las varias ocasiones que cogí con Jet sola, sin decirle a mi novio que lo seguía haciendo… en fin, ya le había sido infiel de alguna manera, perrunamente hablando, en varias ocasiones. Yo ya había ido demasiado lejos y no podía parar; mi vagina, mi cola y mi boca sedienta de macho ¡me lo exigían de ya en ese momento! Pasé entonces mi lengua sobre su rico glande… m,m,m… ¡encantador! Y él me respondió mojándome los labios con una buena dosis de un rico y muy esperado presemen guardado muy seguramente desde el baile… ¡se lo agradecí tragándomelo, paladeándolo y sacándoselo desde la base de su vergota por completo, saboreando su diferente pero agradable sabor salado! -el cual, obviamente lo bebí con gustoso placer- m,m,m… invitándome a que continuara ahora para devorármelo por completo. Muy despacio me la fui hundiendo poco a poco hasta hacerla desaparecer en mi boquita, al tiempo que me tragaba entera aquella mamable vara morena de deliciosa carne americana. Muy despacio la sentí en mi laringe hasta que mi lengua tocó sus bolas en un esfuerzo por abrir al máximo mi boca y garganta para recibirlo como a mí me gusta: ¡O todo o nada! Y yo lo quería todo.
Ahí aguanté con su verga vibrándome en mi garganta lo más que pude, masajeándola con mi laringe, lengua, paladar y labios, muy segura de que nadie se la había mamado de esa forma ni jamás lo haría. Me la retiré golosa dando un delicioso chasquido, que por cierto, pasó desapercibido por el ruido del taxi en movimiento. Me la retiré golosa… tomé aire y me la volví a hundir una y otra y otra vez más… se la besaba a todo lo largo masturbándolo a una mano con erótica cadencia; me tragaba sus huevotes expuestos uno a uno; intenté comérmelos juntos, pero eso era demasiado y muy difícil en esa posición para mí, ya que él reaccionó ahora clavándome su verga en la boca y metiéndome una mano bajo mi vestido, buscando la mojada raya de mi cola, haciendo a un lado el delgado hilillo de mi tanga y hurgando desesperado, jugando con el botón de mi sensible culito que se distendía amable para recibir sus cada vez más profundas caricias. Cambió de dedo para abrirse paso hasta mi jugosa vagina, que lo recibió hambrienta, haciéndolo desaparecer en mis muy mojadas entrañas. Me acomodé mejor parándole –como pude- el culo lo más posible para gozar de sus deliciosas caricias mientras continuaba devorándole a mi entero gusto su larga verga. Con la otra mano me tomó disimuladamente una teta; bajó el tirante, dejándola al aire libre, masajeándomela con maestría y candor. Yo me clavaba su enorme vara de carne más y más, arreciando la “chaqueta”, lanzando peligrosos quejidos placenteros, sintiendo ya varios resbalosos dedos entrando y saliendo de mis agujeros, jugueteando ya dentro de mi ano, vagina y sobre el clítoris, presagiando un primer y explosivo orgasmo.
¡En mal momento dimos con el hotel! ¡Un minuto más, y hubiese explotado en candente venida sin importarme nada más en el mundo! ¡Me estaba haciendo sentir en la gloria!
Al cobijo de la oscuridad me arreglé el atuendo, haciéndome la que no sabía qué estaba ocurriendo. Bajamos del taxi cargados de refrescos, vasos y botellas de ron y entramos al hotel, directamente a nuestro bungalow.
Caminaba con dificultad; mi cabeza daba vueltas, y no por la borrachera, sino por lo caliente que estaba.
Mi novio me pasó sabrosamente un brazo por las nalgas y sintió que ¡prácticamente estas estaba mojadas!… mi inconfundible y delicado aroma a sexo destilado era disimulado por la fragancia de la noche tropical, además de la falta de olfato de mi ebrio novio, que permitió que mi calentura pasara desapercibida. Al ir llegando a nuestra habitación, uno de los tirantes de mi vestido se resbaló por mi brazo… ¡no lo había acomodado bien!, dejando al aire un turgente seno, el mismo que había estado manoseando Walter. Los dos lo vieron directamente devorándolo con la vista. Mi novio le sonrió a Walter preguntándole si allá en Estados Unidos tenían cosas así. Walter se sonrojó, comentando que sí, que algunas mujeres tenían senos grandes, pero con perdón del comentario, no había visto unos más bellos y delicados como los míos. ¡Casi me arranca un orgasmo con su comentario! Para esos entonces, mis jugos vaginales ya resvalaban por mi entrepierna… ambos teníamos ocupadas las manos con llaves, botellas y vasos, Walter soltó lo que llevaba, dispuesto a ayudarme con mis cosas ante tan embarazosa y excitante situación para los tres.
En medio de su borrachera, mi novio puntualizó: ¡Pues a la orden! ¡Aquí los tienes si te agradan tanto! ¡Hay que ser amables con los visitantes! ¡Pásale, mi Walter!… y tú, amor, ponte cómoda, que la fiesta aún no termina. ¡Oops, Walter!, ¿podrías ser tan amable en cubrir a mi mujercita?… tenemos las manos ocupadas y tengo que abrir la puerta. ¡Sin pena, my friend, que somos de confianza! Nos dio la espalda mientras metía la tarjeta para abrir.
Walter, temblando, tomó la tela, y cuidadosamente me la subió, no sin rozarme deliciosamente la teta; volteó a sus espaldas y vio a mi novio muy ocupado… se agachó; temerariamente me volvió a descubrir el seno y me lo besó, succionándome rápidamente el pezón, mordisqueándolo. Yo no pude sino morderme el labio inferior. Se me acercó y nos besamos furtivamente a espaldas de mi novio quien no encontraba –gracias al destino- la posición correcta de la tarjeta.
Finalmente entramos. Mi novio fue directamente al baño y nosotros dejamos las cosas sobre una mesa. Nos vimos directamente a los ojos y nos besamos apasionadamente… ¿o podía dejar de aprovechar el momento?… Mis manos buscaron de inmediato su pito que ya estaba parado deliciosamente al cien, mientras él me metía desesperadamente las manos bajo mi vestido, estrujándome con lujurioso deleite las nalgas.
Me hinqué delante de él y le abrí la bragueta sacándole de inmediato su enorme miembro para comérmelo hasta el fondo de un solo bocado… y me pegué ahí, como buena becerrita que soy, abandonándome al placer de mamar y ver en vivo una nueva verga humana… ¡Soy una maestra en esos menesteres de mamar vergas! ¡Y que hermosura de verga morena! ¡Prácticamente se la doblaba a mi novio… y miren que este no la tiene nada pequeña! ¡Ahora podía ver con pasmosa claridad lo que me había comido en el taxi! ¡Me sentí dichosa… golosa y muy mojada!… Me prendí de él mamando como una profecional; con dificultad me comía en esa posición apenas ¾ partes de su longitud… ¡era en verdad enorme! ¡Claramente podía clavar y atravesar a su antojo a cualquier hembra!, cosa que él gozaba sabiendo lo que tenía… y yo, mame y mame, ¡hincada, rendida ante tal portento de macho!
El ruido de agua en el baño nos alertó –nuevamente en mal momento-. Nos hicimos los desentendidos con pasmosa velocidad y cada uno se volteó en dirección contraria arreglándonos las ropas.
Mi novio sirvió de inmediato otros tragos y brindamos, comentándome que me pusiera algo más “cómodo”, porque hacía un calor endiablado… apenas había encendido el aire acondicionado. Yo ya sabía a lo que él se refería: ¡algo chiquito y muy sexy! En verdad me sorprendí… pero ni tarda ni perezosa corrí a la habitación para complacerlo(s); me saqué el vestido y la empapada tanga y me puse únicamente un diminuto hotpans rojo a media-nalga y una holgada playerita deportiva de football americano -de los Dallas Cowboys, mi equipo favorito… siempre he pensado que de haber nacido en el gabacho, hubiese sido una candente “Cheerleader”…-, que no alcanzaba a cubrirme por completo, dejando asomarse coqueta y sugerentemente una redonda y muy suculenta cuarta parte inferior de mis ya muy hinchadas tetas que rogaban sacar el calostro producido por tanta calentura.
Me pinté nuevamente los labios –para hacerlos ver, a mis machos, más sugerentes- y salí descalza.
Ellos estaban por terminar sus tragos y Walter, al verme, casi se atragantó. Mi novio se levantó, sin pena ni gloria –él sabe lo que se come a diario-, a servir más y se tropezó debido a su borrachera… de regreso en la salita, me levantó de mi lugar para sentarme en sus piernas, mientras me acariciaba la cintura y las caderas. Walter pidió permiso para usar el baño y nos quedamos solos. Comenzamos a besarnos… yo estaba deritiéndome… mi novio me comentó que había elegido muy bien la ropa, que le encantaba cómo me veía y también el buen tino para lucirme frente a sus amigos… ¿? Entonces entendí cómo me lucía en sus fiestas… ¡Él se lo ganó! ¿Estarán de acuerdo conmigo?… (Pero eso es “otro cantar”). Metió una mano debajo de la playera y comenzó a acariciarme mis turgentes senos, que para ese momento lucían como dos volcanes a punto de una muy eminente erupción.
Para cuando Walter regresó nos encontró en pleno agasajo “marinero”… tomó asiento caballerosamente –es algo que me tiene anclada con él, su caballerosidad- en el sillón individual a un costado nuestro, desde donde podía ver claramente cómo mi novio me estaba acariciando las tetas por debajo de la playerita y cómo, en medio de las caricias, me las dejaba prácticamente al aire libre las tetas, dejándole oportunidad de verme por completo. A momentos volteva a verlo, mordiéndome los labios, y sacándole la lengua, invitándole o recordándole lo que hasta el momento se había comido de mí… no podía perder la oportunidad… ¿ok?
Le pedí al oído que parara, que pudiésemos hacer sentir incómodo a nuestro invitado… El calor en la habitación, a pesar de la calefacción, era bochornoso y los tres comenzamos a sudar y ellos comenzaron a sacarse la ropa.
A mi novio se le ocurrió la idea de meternos ¡los tres en el jacuzzi para refrescarnos! Walter dijo que mejor se marchaba… (¡Fuck!…) además de que no traía traje de baño, a lo que mi novio respondió diciendo que le prestaba un short… (Wow…. Excelente dedición). Finalmente los tres nos metimos “enfiestados”… Me iba a cambiar, pero mi novio dijo que no, que sólo sería un momento… ¿un momento, para qué?
Ya dentro, la playera terminó empapándose, haciendo que se me ciñera sobre mi abultado pecho… seguimos brindando, y mi novio me dijo que por qué no me quitaba la playera igual que ellos, que sería más cómodo para mí… Comencé a sentirme incómoda… una cosa es ser “caliente” y otra es “tener permiso” para serlo “delante” ¡¡¡de tu novio!!! Aquello ya no me estaba gustando. Me sentí en verdad utilizada. Walter sólo se mojaba los pies, en tanto nosotros descansábamos ya dentro.
Al hacer caso omiso a su petición, mi novio me pidió que levantara los brazos… lo pensé… levanté los brazos, y como era obvio, mis tetas quedaron prácticamente al aire. Él se acercó y me sacó la playera, dejándome el torso desnudo. Me hundí de inmediato en el agua, cubriéndome. Walter sólo sonreía… mi novio cerró los ojos y se acomodó recargando la cabeza sobre una toalla. Disimuladamente, por medio de señas, le dije a Walter que lo perdonara, que ya estaba muy borracho. Brindamos de lejos mientras luchaba por cubrirme las tetas, cosa que era casi imposible… Mi novio no tardó en comenzar a roncar –su costumbre-… Walter se levantó y se sentó a mi lado. Yo recargué mi cabeza en una de sus piernas. Bajó una mano y comenzó a acariciarme la cabeza… luego mi cara… metió uno de sus dedos en mi boca… m,m,m,; yo cerré los ojos y comencé a chuparlo instintivamente… mi novio seguía roncando… Walter me tocó el cuello y poco a poco bajó hasta mis pechos… comenzó a acariciármelos muy rico, cada vez más fuerte, haciéndome escapar quejidos de placer… yo deslicé una mano hacia su entrepierna hasta que encontré su miembro ya –y obviamente- erecto bajo el short. Metí la mano y lo fui deslizando hacia abajo, hasta que logré sacarle por media verga… se lo acaricié con dulzura… me acomodé entre sus piernas, no sin antes constatar que mi novio seguía durmiendo, y comencé a pasarle mi ávida lengua por su gorda manguera de carne morena… se la besaba reiteradaramente con deleite –como si hubiese sido la primera verga que me comía-… y el mulato en verdad se lo merecía…
Me lo metí en la boca saboreándolo con deleite… él se acomodó mejor y se sacó todo su aparato por la entrepierna, por debajo del short… ¡Whow, whow y mil veces whow! ¡Me dejó hipnotizada! Ver aquel enorme, firme y hemoso tronco de carne morena surcada de palpitantes venas que la llenaba suficiente de sangre para tener esa erección total; fue un verdadero sueño hecho realidad para mí. ¡Honor a quien honor merece!… ¡¡¡y el mulato se lo merece!!! No perdí más de un minuto de total contemplación -¡tenía que hacerlo… ese tipo de vergas no se ven constantemente! ¿Estarán de acuerdo?-; y la hice desaparecer en mi hambrienta boca… comencé a mamarla y a masturbarlo con cadencia… ¡no daba crédito a lo que estaba ocurriendo! ¡Estaba comiéndome a “otro hombre” frente a mi novio! En ese momento ya no me importaba que él despertara, al fin y al cabo, había sido su culpa. Walter no dejaba de estrujarme las tetas de una forma deliciosa… me tomó la cabeza y continuó llevando el ritmo de la felación; arreciaba a momentos la rica mamada que le estaba dando… me hundía la cara en su vientre para que me tragara todo su falo, y continuaba moviéndome arriba y a bajo la cabeza a su antojo. Yo ya estaba hincada delante de él, devorándolo por completo, importándome un bledo si mi novio despertara… Entonces me levantó; acarició nuevamente mis hinchadas tetas y comenzó a mamármelas… m,m,m… mi mente volaba por la excitación, mientras sentía su lengua jugueteando en mis turgentes y duros pezones que ya comenzaban a destilar su nectar… me juntaba los senos y los moldeaba entre sus manos para volver a comérselos intercalados… yo continuaba masturbándolo, ¡no perdía un minuto!… Nuestras bocas se engancharon entonces en un pasional beso… ¡nos estábamos devorando el uno al otro sin dejar de acariciar nuestras sensibles partes en frente de mi “Bello Durmiente”!
Estuvimos a punto de deshacernos de los shorts, para empezar a coger en el jacuzzi frente a mi novio, pero él comenzó a balbucear incoherencias, tratando en vano de levantarse… ¡Fuck, fuck y mil veces fuck!
Walter se enfundó la verga y yo me cubrí con una toalla para ayudar a mi novio a salir del jacuzzi y llevarlo entre los dos a la cama.
Lo secamos y lo tendimos en el lecho… él se acomodó y continuó perdido en su borrachera, mientras me agachaba a quitarle la mojada ropa, Walter me metió las manos por debajo de la toalla… yo suspiré… desabrochó hábilmente mi hotpans y me lo bajó de golpe… yo continuaba con mi labor despojando a mi novio de sus empapadas ropas… levantó la toalla y entonces clavó su cara entre mis nalgas ¡m,m,m,m! que lo recibieron gustosas… ¡Era lo que ya necesitaba! Comenzó a devorarme la cola como loco… Yo atinaba con movimientos de cadera a sus lingüales embestidas… metía la lengua entre mis mojados labios vaginales, perforándome y bebiéndose desesperado mis jugos… me abrió más de piernas para comerse deliciosamente mi culo en un mil de mamadas… se bajó el short, y de una estocada, ¡me la dejó caer –por primera vez- hasta el fondo!…!!!M, m, m,m ,m, m,m ,m, m,m,m,mm,m,m,m,m,¡!!! Grité entonces sin pena ni pudor, agradecida ¡valiéndome madres lo que sucediese después!- de sorpresa, de mucho y sabroso dolor al sentir cómo expandió salvajemente y de golpe mi jugosa y ya ansiosa vagina con su gruesa, hermosa vara de palpitante carne… comenzó a culiarme a un ritmo endiablado… tanto así, que sola, la toalla cayó al piso, dejándome desnuda y enculada por su enorme verga americana ¡que me estaba partiendo en dos! ¡PaPITO! Tuve que morderme una mano para no gritar más ante la pitiza que me comenzó a acomodar Walter ¡a un costado de la cama donde dormía mi novio!… la vista se me nublaba por tanta carne y gozo que estaba sorpresivamente recibiendo.
Mi novio yacía desnudo, perdido en su borrachera en la cama… yo, con una mano comencé a tocarle sus huevotes, muy seguramente hinchados de esperma, sintiendo cómo me la dejaba caer sin piedad… rico… Walter me enderezó y me abrazó aún ensartada hasta el fondo por su tremendo pitote (madre mía), sólo para voltearme medio dorso y besarme suculéntamente.
Me volvió a acomodar agachándome todavía más sobre la cama, ofreciéndole en su totalidad mi culo en flor… ¡en todo su esplendor! Él no dejaba de darme de lo lindo, metiéndomela con facilidad hasta el útero, que muy seguramente comenzó a abrirse también al sentir sus profundas estocadas… las sentía tan adentro, muy adentro como cuando Jet me abotonaba totalmente…
Por la posición en la que me tenía mi nuevo amante, mi cara estaba a pocos centímetros de la verga de mi novio, ¡así que no perdí la oportunidad de hacer mi primer trío humano! Le agarré la verga y me la puse en la boca… ¡comencé a mamársela a mi novio sin que se diera cuenta de lo que sucedía! Por más que intenté hacerle un muy buen trabajo, no conseguí que tuviese una buena erección… no me importó, yo me sentía en el cielo.
Habían pasado ya más de diez minutos siéndome penetrada por Walter y se veía que no tenía el hombre ni para cuándo… Me saqué de la boca la media-flácida verga de mi ebrio novio y le pedí a Walter que parara, que no podía continuar en esa posición. Él comprendió y me dio un respiro.
Nos separamos con un acuoso chasquido, delicioso… y salimos desnudos de la habitación.
En la sala me hincó sobre un sillón y me la dejó caer de nuevo… ¡de a perrito! ¡M,m,m,m,m,m,m! ¡Que rica cogida comenzó a darme nuevamente! Me manoseaba las tetas con desesperación mientras decía cosas que yo no entendía y sólo le respondía diciéndole que no parara, que me taladrara y no me la sacara nunca. Comencé a sudar y sentir que ya me venía mi desesperado primer orgasmo… y grité como loca, ¡SÍ! ¡Como la verdadera PUTA que soy!; sin importarme que me escuchara mi novio… Al sentir mi venida, Walter esperó a que terminaran mis contraciones vaginales, pegándose más y más a mi culo, haciéndome sentir una grandiosa venida…
Así me estuvo culiando golosamente hasta que me di por vencida, doblada sobre el repaldo de un sillón; entonces me sentó y me puso su vergota empadada en la boca… inmediatamente le respondí tragándomela hasta el fondo… Comencé a mamársela y practicarle una chaqueta, sobándole y comiéndome a la vez sus colgantes testículos que se estrellaban en mi cara al ritmo endiablado de Walter mientras me cogía por la boca. Así estuve pegada a él casi otros tres minutos en una deliciosa pitiza facial, hasta que Walter terminó gloriosamente en mi boquita, ahogando un grito y descargándome en la garganta (porque ahí me pilló) una muy rica y generosa ración de semen, el cual fui tragando con dificultad conforme me los iba soltando; fue tan abundante su venida, que comenzaron a escapárseme por las comisuras de mis ya hinchados labios por tanta verga, sendas líneas de su candente leche, los cuales también recogí con las manos para bebermelos posteriormente sin desperdiciar absolutamente nada de su venida. Comenzó a soltarme su candente esperma sacudiéndose espasmódico dentro de mí. Me la sacó… me tomó fuertemente por la cabeza para que viese lo que me había comido… ¡M,m,m! Quiso entonces que le limpiara su verga que aún escupía semen… se la mamé hasta que se la dejé limpia y reluciente… m,m,m, ¡probé al fin esa madrugada leche de otro macho humano!, como hacía casi seis años (el tiempo que llevo con mi novio) que no probaba. Nos volvimos a besar y me dijo en imperfecto español que se tenía que marchar, pero que mañana quería volver a hacérmelo. Se vistió y quedó de regresar pasado medio día. Mis piernas me temblaban como si estuvieran hechas de gelatina… no dejaba de tocarme… sintiendo cómo continuaba emanando mis jugos de mi floreada vagina… Se fue… en la puerta no lo despedí sin darle otro “mamadón”, como yo sólo sé dárselo a un macho arrecho… La calentura le ganó… ¡y ahí, con la puerta abierta, me volteó y me la volvió a dejar caer sin piedad hasta el fondo de mis entrañas que lo recibieron más que gustosas!
En esta ocasión no pasaron más de tres minutos de la cogida cuando sentí otra oleada de esperma inundarme la vagina… se vino completo dentro de mí. Nos volvimos a besar casi con la luz del sol despuntando en el horizonte… así como algunos trabajadores comenzaban sus labores frente a nuestro bungalow sin sospechar nada de lo que acontecía ahí; con una mano contenía su semen que se me escurría fuera y se la volví a limpiar con mi boquita… nos besamos y se despidió amasándome las tetas. Cómo pude, entré al baño, donde terminé de sacarme bastante esperma de Walter… bien sabía que cuando me acostara junto a mi novio seguiría fluyéndome su leche, con su penetrante aroma a hombre de color y muy diferente al de mi novio que continuaba tan ebrio… no se daría cuenta de ello… amanecería mamándome la pucha (como es su costumbre)… esa noche-madrugada corrí con suerte… de tan borracho que despertó, ni cuenta se dio que el semen que me salió, no había sido el suyo… y se lo bebió como si nada… aunque sí me dijo que sabía diferente… yo le dije que era porque “estaba ovulando”… en fin. ¡Pobre hombre! Les comentaré aún más de esta historia en mi próxima entrega…
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