Retén
Como un retén de policía pone el orden… o el desorden..
Mi hermano había programado una reunión en su casa de Jamundí, a la que mi esposo no me pudo acompañar, por estar fuera de la ciudad. Así que mi sobrina, Camila, me recogió en la casa, y con quién habría de regresar luego a Cali. Camila, es una hermosa joven de 29 años, que he querido como una hija, delgada, cabello corto, carita preciosa, aunque muy nerviosa, seguramente producto de la separación de sus padres. Estuvimos en la reunión, en la que compartimos con el resto de la familia, una cena y después un buen tiempo de charla, música y tragos. Poco antes de las tres nos despedimos para regresar a Cali. Nos devolvimos por la vía Cañasgordas, y pasando el puente sobre el río Jamundí, nos encontramos con un retén de la policía, que nos hizo detener. Pasamos nuestras cédulas y los documentos del vehículo. Giraldo, uno de los policías, corpulento, con barba, quien tomó los documentos regreso en un par de minutos para informarnos que el carro tenía vencido el SOAT, la técnico mecánica, además de varias multas sin pagar. Me acerqué preguntándole que podíamos hacer para que nos dejara seguir, cuando el otro policía, Arango, lo llamó aparte y le dijo algo. Giraldo, regresó y me dice devolviéndome mi cédula: doña Pamela, con usted no hay problema pero el asunto es más grave aún, porque su sobrina Camila aparece con una orden de captura. Le expliqué que eso último era por un proceso con la fiscalía de años atrás, que supuestamente ya estaba solucionado. Me dijo que no podía hacer nada, y que tenían que llamar una grúa para inmovilizar el carro y que a Camila la debían arrestar. Arango, llevó a Camila hasta la furgoneta policial y le puso unas esposas, a una mano y a una clavija en el vehículo. Ella ya lloraba de los nervios. Estando los cuatro adentro, le pregunté de nuevo a Giraldo, que podíamos hacer. Le dije que pidiera lo que quisiera y solucionamos. Lo que quiera? Me preguntó. Si, lo que quiera, le dije desafiante. Mirándome a los ojos, se desabrochó el pantalón, y sacando su pene del boxer, me lo ofreció, diciendo veamos. No hay problema, le riposté con cierta rabia, y arrodillándome me lo metí a la boca y se lo empecé a mamar. Camila y Arango, miraban incrédulos. Mientras esa polla crecía en mi mano, la lamí desde la punta de su glande hasta sus testículos que me colgaban, grandes y velludos. Giraldo, me cogía de la cabeza, mientras gemía y con su polla me follaba la boca. Pronto esa verga estaba como un mástil, gruesa, venosa, y la masturbaba mientras la chupaba; sabía rico, saladita. Quería realmente mamar esa polla frente a mi rostro, que me estaba poniendo cachonda, pues ya sentía mi entrepierna completamente húmeda.
Con mi mano diestra tome su verga y empecé a masturbarla, levantándola de modo que apuntará al cielo, y me metí sus testículos en mi boca, succionándolos, lamiéndolos y volviendo a meterlos a mi boca de un solo bocado; cuando los saco estaban chorreando saliva como me gusta, luego saque mi lengua y como si fuera un helado de un solo lametazo subí mi lengua desde la base de sus testículos hasta la punta de mi glande. Puse mis labios en la punta de su verga y mirándolo lujuriosa, deslicé mi cavidad bocal por esa polla firme, cálida y venosa y me lo trague toda hasta la base, aplicando mis labios, mi lengua y el interior de mis mejillas mientras hacía un efecto de succión, y empecé a chuparlo subiendo y bajando mi cabeza. Sacaba esa verga bañadita en babas, con el hilo brillante de saliva qué conectaba su tronco con mi boca sedienta de semen, jugando con sus babas y mi lengua, escupiéndolo para que mi baba bajara por su pene y llegando hasta sus guevas. Introdujo su polla en mi boca y haciendo mucha fuerza lo hundí hasta mi garganta; él levanto su pelvis y lo hundió más mientras me tenía la cabeza, lo saco de mi boca pues estaba casi ahogada, con la cara colorada, y lo engullí de nuevo para darle una mamada intensa y larga. La chupaba con placer y ahínco, sintiéndome toda una perra. Arango, bajándose los pantalones, se acercó meneando su verga.
Sin decir una palabra, dejé el pene de Giraldo y hundí mi boca sobre el también ya erecto pene de Arango y comencé a darle una mamada, mientras Camila era testigo del placer en mi cara. Comencé a gemir mientras la verga de Arango amortiguaba mis sonidos de placer. Después de asegurarme de que se lo había chupado lo suficiente, cambié mi boca del pene de Arango nuevamente al de Giraldo. Debo admitirlo que estaba encantada de tener su enorme verga en mi boca, a pesar de sentir como me llegaba hasta lo más profundo de mi garganta, provocándome unas casi dolorosas arcadas. Mientras tanto, Arango quitaba la parte superior de mi ropa, primero la blusa y luego el brassier, liberando mis tetas que chupó durante unos minutos que bastaron para endurecer mis pezones. Arango aprovechó para desnudarse por completo, y luego tomarme por los cabellos para dirigirme a su verga, la cual tragué ansiosa. Fue el momento que Giraldo aprovechó para también desnudarse. Así que ahí estábamos, Giraldo y Arango en medio de la furgoneta completamente desnudos con sus vergas totalmente erectas, mientras yo de rodillas pasaba de una verga a la otra, tragándomelas como si no hubiera un mañana.
Arango separándose se dirigió a donde Camila. Le grité que con ella no. Pero mi grito fue en vano, porque Camila con la mano que tenía libre había atrapado ese falo y ya lo estaba engullendo. Giraldo sacando su polla de mi boca, la empezó a sobar con vehemencia y acercándola a mi boca a comenzó a lanzar chorros de leche caliente. El sabor no era desagradable, antes me estaba gustando así que trague toda la leche y tome su verga con mis manos y empecé a limpiarla por completo, sin dejar rastros de semen en él. Arango tomó su verga y la hundió hasta el fondo de la garganta de Camila y allí empezó a convulsionar lanzado adentro toda su leche, que casi hace que se ahogue con la cantidad de leche que emanaba de su pene. Mi sobrina no desperdició una sola gota, limpia su verga dejándola sin nada de leche.
Giraldo recostándome sobre una de las bancas de la furgoneta, levantó mis piernas y rápidamente sacó mis bragas y posterior a eso hundió su cabeza en mi vagina y empezó a meter y sacar su larga lengua y jugaba con mis labios vaginales, no pude aguantar mucho y tuve un orgasmo increíble que literalmente escurrió por mis muslos y la mayor parte termino en la boca de este policía. Cuando hubo relamido mi corrida, se levantó del suelo y se dirigió hasta mi boca, una boca que sabía aún a la corrida que él había tenido en mi boca; intercambiamos salivas, mientras nuestras lenguas se enredaban y nos mordíamos los labios.
Acercando su pene a mi coño, lo fue metiendo de a poquito, sintiendo como su cabeza me iba penetrando, él iba haciendo presión y metía un poco más, hasta que sentí que la tenía completamente adentro. Se quedó quieto como esperando que mi vagina forrara su verga, para luego empezar a clavarme con mucha fuerza, sus huevos rebotaban en mis nalgas y sonaban como aplausos, sentía que me iba a rajar en dos pero no me importaba, ese dolor ya no era dolor, era solo placer. Un torrente de mis flujos inundaron sus pelotas, me estaba corriendo; mi cuerpo estaba sudoroso, estaba que no podía más, él seguía penetrándome una y otra vez. Empezó a decir que le quedaba poco, que estaba a punto, entonces la sacó rápidamente y subiéndose sobre mí, siguió masturbándose, hasta que su polla empezó a descargar en mis tetas, en mi cara, en mis labios.
Arango le quitó las esposas a mi sobrina y se tumbó en el suelo, y ella se fue agachando, hasta quedar en cuclillas sobre esa polla tiesa que deseaba entrar dentro de ella. Camila la tomó con su mano y la metió adentro, con lo que el policía emitió un profundo gemido. Ella se reclinó un poco hacia atrás y comenzó a cabalgarlo, mientras sus pequeñas tetas lo hacían al mismo ritmo, brincando más y más cada vez con más fuerza y con más ímpetu. Arango no dejaba de decirle que era una putita deliciosa.
Giraldo sacando su polla de mí, se levantó, se acercó a mi sobrina, abrió su culo con sus manos y le dio un pollazo que casi la hace reventar de dolor y placer, arrancándole un alarido, mientras quedaba extasiada con el culo lleno de semejante polla. Él comenzó a moverse cada vez más rápido, mientras le decía a mi sobrina que le iba a reventar y a destrozar su culo. A cada pollazo que le daba hincaba más su polla dentro del ano de mi sobrina. Con esa doble penetración, Camila casi ni podía articular palabra, volvía su cabeza hacia atrás y mientras cabalgaba al uno, el otro follaba su culo como un salvaje, como un poseso, como un animal, repitiéndole una y otra vez que la follaba como lo que era, una puta, una zorrita insatisfecha. A lo que Camila, gimiendo les pedía que no pararan. Yo con envidia veía como ambos metian sus vergas en perfecta coordinación; la metían y sacaban velozmente, fue cuando Camila gimiendo fuertemente tuvo un orgasmo que se evidencio por el temblor que recorrió su cuerpo.
Giraldo saco la tranca de su culo, y halándome del asiento me recostó sobre el piso de la furgoneta con las piernas hacia fuera. Levantando a Camila y poniéndola sobre mi nos acomodaron en un 69. Sin dudarlo, ella enterró su cara en mi entrepierna y comenzó a lamerme el clítoris, arrancándome oleadas de placer; a la vez yo besaba su peludito pubis, para lamer sus labios vaginales y con mi lengua hurgar en su coño para lamer los rastros de semen que aún emanaban de él. Arango, se arrodilló tras ella, y me ofreció su verga que chupe y ensalive, para luego clavársela en el coño a Camila e iniciar un frenético mete y saca. Solo alcanzaba a lamer el frente de sus labios, el tronco de la verga, y los testículos que se bamboleaban frente a mi rostro golpeando las nalgas de Camila. A la vez, Giraldo, parado fuera de la camioneta, levantando mis piernas, me la clavó inmisericorde en mi ano y empezó a penetrarme mientras Camila se comía mi coño. El dolor de la culeada se compensaba con el placer que los lengüetazos de Camila me producían. Pronto, un orgasmo desató una oleada de mis flujos que eran lamidos deliciosamente por mi sobrina. Ambos machos, nos follaban implacables, clavando sus vergas en todo su esplendor en mi culo y en su coño, sacándonos gemidos interminables de placer. Giraldo, me cogía de las piernas y me la insertaba completamente, mientras sus guevas golpeaban mis nalgas. Así mismo a centímetros de mis ojos, observaba como la polla de Arango golpeaba contra Camila, entrando y saliendo mientras sus labios se estiraban sobre el tronco de su verga, que yo lamía con cuidado pero con lujuria. Nos embistieron un buen tiempo, hasta que anunciaron que iban a acabar. El primero fue Arango, que clavándosela y dejándola adentro, soltó un mugido gutural, soltando su leche en Camila que vibraba de placer. Sacando su polla, todo ese semen empezó a brotar de su coño y con mi boca abierta lo recibía encantada. Fue entonces, cuando un chorro caliente de semen inundó mi culo, después de un grito de Giraldo. Sacaron sus pollas de nosotras, pero seguimos empeñadas en chupar nuestros coños hasta dejarlos completamente limpios.
Los policías sentados en la furgoneta, nos advirtieron que ya estaba amaneciendo y que debían irse. Que nos fuéramos y que solucionáramos pronto los problemas de Camila y del carro. Nos vestimos rápidamente, y conduciendo en silencio llegamos a mi casa. Entramos al garaje, y una vez parqueamos en el sótano, Camila, volteándose hacia mí, me da las gracias por lo que hice por ella; y acercándose me besa en la boca, con una dulzura y con amor, que no pude dejar de devolverle el beso entrelazando nuestras lenguas. Mientras nos mirábamos con amor, seguimos por largo rato besándonos. Nos abrazamos y empezamos a recorrer nuestros cuerpos con las manos. Ella me sobaba las tetas, y sacándolas de la blusa, me las empezó a chupar con su maravillosa boquita, mordiendo mis pezones y estirándolos, lo que me enloquecía.
Le propuse que nos ducháramos, a lo que asintió. Fuimos yendo hacia el baño de mi cuartos, mientras nos íbamos desvistiendo dejando un reguero de nuestra ropa. Abrimos la ducha y el agua tibia empezó a caer sobre nosotras. No podía desviar mi mirada de su precioso y tatuado cuerpo. Mi boca entreabierta dejó ver la punta de mi lengua que a poco salió para lamer mis labios, mientras mi corazón aumentaba su ritmo. Tomando el jabón comencé a enjabonarla, estregándoselo por la espalda, mientras con la otra mano le sobaba el culo. Sus nalgas levantadas atraparon mi mano dejándose acariciar sin pudor mientras el agua jabonosa resbalaba por su espalda. Yo estaba excitada, y ella se apresuró a tocar uno de mis senos. Sentía como mis pezones se ponían completamente duros, mientras mi respiración se aceleraba. Mi boca se acercó a su nuca, besándosela sin parar y rozando mis dientes para hacerla temblar. Ella se estremecía entre mis brazos mientras mis tetas sobaban su espalda y sentía su nuca erizada. Le di la vuelta poco a poco sin dejar de besar su cuello, y llegué hasta su boca, para besarla con ganas. Nuestras lenguas se juntaron y jugaron mientras el agua corría por nuestros cuerpos. Me encantaba. Sentía su respiración entrecortada y la suavidad de su piel entre mis dedos junto con la calidez del agua y su cuerpo, me tenían arrecha. Bajé con mi boca a sus pechos ya mojados del agua, con los pezones duros de la excitación. Le cogí una de las tetas y empecé a chupar el pezón, dándole vueltas en mi boca y cuando llegaba a la punta lo mordía. Estaba duro y se sentía delicioso. Mi lengua le daba vueltas a su pezón para luego volverlo a morder y sentía las manos de mi sobrina apretar mi cabeza por el dolor y la excitación. Camila gemía de gusto, mientras una de mis manos se aventuraba a su entrepierna, que ya la tenía caliente y mojada. Mi boca siguió bajando hasta llegar a su ombligo donde estuvo jugando un rato. Mientras, mi mano también jugaba con su clítoris. Gemía como una perra en celo y me pedía que no parara. Entonces le metí un dedo y mi boca llego por fin a su clítoris, mientras terminaba de agacharme. Dio un salto de placer y ya casi gritaba de placer. Después le metí dos dedos más y con la otra mano fui a su culo, donde no me costó mucho meterle un dedo porque estaba dilatado después del ajetreo con los policías. El agua no me dejaba tener los ojos abiertos pero no impidió que mi lengua entrara entre los labios de su vagina para sentir su sabor y su calidez. Tres de mis dedos se divertían entrando y saliendo lentamente por su ano cuando logre apretar con mis labios su clítoris mordisqueándolo suavemente sintiendo como se arqueaba su cuerpo frente a un inminente orgasmo.
Camila ya estaba jadeando y entre gemidos gritaba tía, tía! mientras yo apretaba sus senos. Mis dedos entraban muy rápido y con fuerza y no me costó hacerla llegar al orgasmo el cual fue muy rico. Recogí sus jugos con mi boca sin sacar los dedos de su ano, luego lamí los tres dedos que estaban dentro de su coño e hice que compartiera sus jugos conmigo besándola con ganas. Ella seguía a la pared de la ducha, con los ojos cerrados, sus pequeños senos hinchados hacían saltar sus pezones. La ducha estaba nublada por el vapor del agua y hasta costaba un poco respirar. Camila, no tardo en meter su mano en mi entrepierna que ya estaba muy caliente, por lo arrecha que me sentía. Bajó a mis pechos, para morderlos y besar mis pezones, cosa que ya sabía ella que me excitaba mucho. Su mano jugaba con mi clítoris, frotándolo y frotándolo con rapidez y hasta con violencia. Ya estaba gimiendo con ganas, no me faltaba mucho para gritar de placer, entonces ella se agacho a mi clítoris para chuparme toda. Mientras metía dos dedos en mi coño me chupaba como una loca. Sus dedos entraban y salían sin compasión pero lo que más sentía era su lengua presionando mi clítoris y sus labios mordiéndome. Tuve que sujetarme de la puerta para no caer mientras una oleada recorrió mi cuerpo haciendo temblar mis piernas y dejándome caer en un profundo orgasmo que nos dejó sentadas en el piso con nuestras piernas y brazos entrelazados mientras el agua recorría nuestros cuerpos.
Salimos de la ducha para secarnos mutuamente, y quedarnos dormidas en nuestra cama, con la certeza que nuestra relación tía sobrina nunca más sería igual.



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